martes, 6 de marzo de 2007

La Cultura, de espaldas

En su columna-blog de Montevideo.comm, Gustavo Escanlar elogia, extrañamente, a un funcionario de esta administración de izquierda nominal, el director cultural del MEC, el profesor socialista Luis Mardones. Y para ejemplificar la sapiencia de este reproduce una serie de declaraciones realizadas -cuando no- a El País.

Me parece bien por parte de Escanlar el que le de un poco de vida alguien con un cargo de responsabilidad cultural y de izquierda (aunque dichos elogios puedan ser considerados un abrazo de oso) y los fragmentos que reproduce me parecen en su casi totalidad muy compartibles. Pero ese "casi" es enorme, aunque solo conste de dos puntos polémicos, y me sirve para discutir algo.

Dice Mardones: "(La dicotomía nacional-extranjero) existe y es cada vez peor. Se viene acentuando con brotes casi xenófobos. Creo que eso tiene que ver con un provincianismo que se ha venido desarrollando que tiene que ver con el estancamiento y el envejecimiento de la sociedad"

Y luego agrega: "El Estado no tiene que hacer cultura. Las experiencias históricas donde el Estado ha tratado de hacer cultura oficial han sido siniestras y abominables, me refiero al realismo socialista en la Unión Soviética o a la década gris e infame de la Cuba castrista. El Estado tiene que facilitar. Tiene un rol insustituible para hacer espacio a la innovación, a la audacia y el riesgo. Lo otro lo resuelve el mercado".

No es la primera vez que leo en estos meses esa idea de que la cultura uruguaya se está provincializando y le está dando la espalda al mundo a causa de una especie de xenofobia que la tiene examinando las pelusas de su propio ombligo, diminuto en el amplio mundo, mientras los cambios culturales se suceden como erupciones volcánicas en otras latitudes a las que ignoramos. G. Escanlar ha hecho prédica de este problema, pero no es el único. Aldo Mazzucchelli en una entrevista en la que comentaba su edición del Tratado de la Imbecilidad del país del divino Julio Herrera y Reissig, comentaba una preocupación similar en relación a lo que acontece en el exterior, diciendo que Uruguay había abandonado su vocación cosmopolita y las raíces europeas sobre las que se había cimentado su mejor historia (Mazzuccheli, no se refería especialmente al ambiente cultural, pero su declaración, hecha en una página cultural, debe ser introducida en ese contexto). Por último Elbio Rodríguez Barilari le dedicó su espacio en el coqueto Sábado Show a comentar una nota que Guillermo Baltar intentó publicar en Búsqueda (Barilari no menciona al medio, pero por lo que sé es dicho semanario) sin éxito y en la que expresaba su preocupación de emigrado acerca de la degradación cultural del Uruguay en los años posteriores a la dictadura. Pero la negativa de Búsqueda a publicar la reflexión -con elementos acertados pero bastante simplista en general- de Baltar, le sirvió de excusa a Barilari para una larga disquisición acerca del desprecio de los locales hacia los uruguayos emigrados e instruidos en el exterior que se acercan, filantrópicamente, a acercar un poco de civilización a los primitivos habitantes de la Banda Oriental. La conclusión de ERB es similar a la de Mardones: la cultura uruguaya se ha vuelto provinciana, cerrada y prejuiciosa con respecto a los avances del pensamiento expresivo en el exterior.

Bueno, yo en cambio pienso que esa es, si no una mentira, una tontería sin fundamentos, pero de las que se repiten tantas veces que terminan volviéndose no verdades sino verdades consensuadas (no son cosas idénticas), como el supuesto hipercriticismo cultural de los uruguayos, país donde la crítica cultural desapareció hasta en sus mínimas expresiones y que recién ahora, después de un largo hiato, empieza a dar minúsculas señales de vida. Yo coincido conque la mentalidad uruguaya suele ser provinciana y, en los últimos años, ha dado unas muestras sumamente repulsivas de complejo de inferioridad xenofóbico, pero no creo que esta característica -cultural pero en el sentido más social de la palabra- pueda ser aplicada al consumo de cultura y de arte.

¿Por qué? Porque al contrario de lo que sugieren Mardones y Barilari, nunca estuvo la cultura uruguaya más abierta, expuesta e influenciada por no ya las concepciones sino simplemente las modas culturales exteriores. Es algo sencillísimo de probar, tanto que me da hasta pereza hacerlo. Alcanza con que el lector vuelva opaco el medio que está leyendo en este momento, es decir, que reflexione sobre él: un blog (jamás en mi puta vida le dije "bitácora" y me sentiría muy mal de hacerlo) establecido sobre una página estadounidense en un sitio estadounidense y en un espacio de expresión virtual (la web) sobre el que EE.UU. tiene el derecho de pernada y control.

Como si hubiera sido poco la multiplicación de canales de televisión -y el ingreso de decenas y decenas de ellos, vía cable, administrados y dirigidos en su inmensa mayoría en otros países-, la irrupción babélica y casi democrática del intercambio cultural vía Internet hizo que las distancias culturales practicamente desaparecieran y que, teniendo un acceso incluso moderado a una terminal con conexión permanente, cualquiera pueda estar al día de las tendencias de cualquier género en cualquier parte del mundo (no me hagan abundar sobre algo tan evidente). Puede ser que en China o en Irán este consumo e intercambio esté controlado, pero no en la R.O.U., que yo sepa al menos, que está feliz o infelizmente tan globalizada culturalmente como cualquier país respetable. Es algo que rompe los ojos, entonces, ¿por qué presentar a los uruguayos como reclusos culturales que desconfían del exterior y por qué agitar el fantasma del archi-perimido realismo socialista como una opción latente en las políticas culturales locales? La respuesta es, como suele ser casi siempre cuando uno discute con un neoliberal sobre cosas que se suponen racionales, pura e interesada ideología.

Hace unos tres años el músico Fernando Ulivi publicó vía web una suerte de "manifiesto" en el que se hacía una serie de preguntas acerca del entonces incipiente estallido comercial del rock uruguayo, criticando duramente lo que el veía como una total falta de identidad nacional del mismo. Dicho manifiesto tenía enormes errores conceptuales; exponía un corpus de ejemplos parcialísimos y no argumentados, estaba pobremente escrito e incluso daba la triste sensación de estar pidiendo un lugarcito en la fiesta. Es decir, era un texto que merecía ser criticado e incluso destruído con severidad proporcional a las intenciones manifiestas del autor. Y de hecho fue así, ganándole a Ulivi hasta alguna imprecisa invitación a trompearse en alguna imprecisa esquina. La mayoría de los rockeros (a pesar de que en muchos casos es difícil creer que hayan podido descifrar esos curiosos dibujitos -letras- con los que se había escrito el texto) defenestraron inmediatamente a Ulivi y muchos comunicadores se sumaron al linchamiento, pero no para rebatir lo directamente expresado en el manifiesto o sus discutibles ejemplos, sino para indignarse públicamente ante el hecho de que alguien se atreviera a plantear el tema de la identidad cultural.

Críticos, periodistas y músicos incapaces de inmutarse al ver a las propuestas más inquietas palidecer y desaparecer ante la indiferencia mediática, se rasgaron las vestiduras en fila para ver quién podía tratar más despectivamente a Ulivi (de hecho escuché el término "tarado" usado públicamente en relación al músico una buena cantidad de veces), no por las inexactitudes y generalizaciones toscas de su escrito, sino por haber resucitado el perimido tema de la identidad nacional artística, ese cuestionamiento obsoleto propio de lo que Montaner, Apuleyo Mendoza y Vargas Llosa Jr. llamarían un "idiota latinoamericano" (es decir, un "tarado").

Pero aunque el texto de Ulivi contenía algunas taradeces y uno aún se acuerda de todas las que dijo en su momento alguien como Jorge Bonaldi (apodado por algunos luego de sus apocalípticas declaraciones sobre el avance del rock imperialista como "Naboldi"), el tema de la identidad de la cultura no es un tema bizantino o estalinista. De hecho es en la actualidad uno de los principales (o el principal desde que los estudios culturales desplazaron a la lingüística como eje teórico de las humanidades) temas de discusión académica en el mundo entero, incluyendo a Harvard, Oxford, La Sorbonne y todos esos lugares tan lindos para citar como ejemplo de Centro de Producción Cultural con mayúsculas. Pero para saber eso hay que estudiar, hay que informarse y hay que pensar, no solamente dar por sentado desde un interesado prejuicio ideológico, adjetivo que para mí no es despectivo pero que para esta gente supuestamente sí, así que se los endilgo repetidamente con satisfecha mala leche y posterior argumentación.

Pero sigamos con los provincianos que le dan la espalda pero no el culo al mundo. ¿Se referirán estas observaciones a la popularidad interna de algunas propuestas nacionales, popularidad que iría en desmedro de símiles extranjeros de mejor calidad? Bueno, durante el último lustro tres géneros culturales tuvieron una cierta explosión local que desbordó fronteras hasta convertirse en productos de exportación (lo que ante una óptica cipaya debería validarlos automáticamente); el rock, el cine y la murga.

El primero consiguió reunir cantidades inverosímiles de público a nivel local, consiguiendo además mantener el fenómeno durante el tiempo suficiente como para que alguno haya fantaseado con la posibilidad de que semejante afluencia excepcional de público se convierta en una constante. Esto en teoría debería ser imposible, especialmente tratándose de un público en cambio perpetuo como es el adolescente, pero la sumisión artística de las bandas al Mínimo Común Denominador y su voluntaria aproximación a las reglas fascistoides de la fidelidad futbolera estiraron el excesivo (en simple relación a la demografía del país) suceso popular del fenómeno el tiempo suficiente como para que, al parecer, algunas de las bandas alcanzaran la infraestructura necesaria como para intentar la invasión de mercados próximos y generosos como el argentino. Uno puede poner más objeciones que Ulivi a este suceso desde el punto de vista artístico, pero no se puede atribuirlo a un fenómeno de nacionalismo cultural xenófobo o a alguna política de estado (más allá de algunas manos de los gobiernos departamentales), ya que ni siquiera se puede hablar de una auténtica identidad estética y distintivamente nacional en el movimiento, por más que se vitorée "Uruguay, Uruguay" en algunos recitales y algún frontman argentino tenga una particular predisposición a tocar el himno nacional (uruguayo) en forma no-paródica en algunos recitales.

Lo del cine parece sí una burbuja -o una esperanza- pinchada prematuramente; luego del entusiasmo levantado por los premios internacionales de Whisky (entusiasmo que a nivel popular se dio en relación a los galardones y no a la película, que fue criticada a diestra y siniestra por su poco halagueño retrato de la realidad oriental y que tuvo una venta de entradas buena pero nada excepcional), filmes ambiciosos, sinceros y con no pocos logros parciales como La Perrera o Alma Mater fueron totalmente ignorados por los cinéfilos uruguayos , llevando -a pesar de contar también con su buena cuota de premios internacionales- menos público del que las más pesimistas proyecciones podían imaginar. Estos fracasos comerciales, sumados a un hecho tan trágico y desalentador como el suicidio de Juan Pablo Rebella y a los inviables costos comerciales del género, hacen ver como más bien negro el panorama del cine producido en Uruguay y ya nadie se aventura a soñar el establecer al mismo como una pequeña industria. Ninguno de los pedidos de protección y apoyo de los realizadores cinematográficos locales fue atendido a nivel estatal y el público parece haberlo abandonado. ¿Dónde estaría acá el ombliguismo locatario del que se queja Mardones?

Por último está el fenómeno murguero, que sigue siendo visto con desdén por buena parte de la intelectualidad y la clase media culta a pesar de las notables transformaciones que ha tenido en los últimos cinco o seis años, y que le han significado un notable rejuvenecimiento y revitalización en un tiempo en el que se sospechaba que estaba por iniciar un ciclo de decadencia. Estas transformaciones pueden resumirse en el concepto de "murga joven", que es tal vez el fenómeno cultural más sano y enérgico que yo haya visto desde la aparición del rock post-dictadura en los 80. Un fenómeno con características extrañas ya que, después de una primera colisión con las instituciones murgueras tradicionales y su insoportable canon poético-militante (colisión similar a las de las pioneras murgas disidentes, la BCG y la Gran Siete), las murgas jovenes se infiltraron (o fueron cooptadas, puede decir un pesimista) en el Carnaval y forzaron a transformar una retórica y una estética anquilosada y rutinizada, devolviéndole el carácter de espontaneidad que debería ser inmanente de un fenómeno carnavalero. De cualquier forma el que la más corrosiva y combativa de las murgas jóvenes -y por ende la más difícil de cooptar- haya decidido no presentarse este año luego de haber editado el disco de espíritu más transgresoramente rockero de este año -me refiero, por supuesto, a La Mojigata-, y que simultáneamente Queso Magro haya sido ejecutada en la inexplicable "liguilla" del concurso oficial cuando rompía los ojos su popularidad y su superioridad sobre varios de los clasificados, hace que uno se pregunte acerca del auténtico alcance de la revolución de Murga Joven. Ahora, y volviendo al tema del post, este sí podría considerarse un fenómeno artístico local y con algunos privilegios estatales, pero simultáneamente estamos hablando de un género que mueve más público -y dinero- que todo el fútbol uruguayo, que está legitimado popular y artísticamente y que, no hinchen los huevos, dura solamente 40 días, lo cual puede ser una exageración como propuesta carnavalera pero que no deja de ocupar -y no por completo- la atención local apenas la décima parte del año. ¿Qué necesaria influencia excluye entonces la murga durante esos 40 días? ¿el carnaval de New Orleans? ¿la cobertura completa de la clasificación para desfilar en el Sambódromo? ¿el carnaval de Gualeguaychú?

Es cierto que el intercambio, o más bien la visita, de artistas del primer mundo ha menguado bastante en los últimos seis o siete años. ¿Es que los nacionalistas uruguayos decidieron atacar en todos los frentes al imperialismo cultural anglosajón y boicotear dichos shows, o más bien que, simplemente, el alto precio actual de dólar hace que una gira por estas latitudes no sea rentable para los mismos? ¿Tengo que responder a esa pregunta retórica de la que hasta el alumno más desaventajado de la Escuela Horizonte conoce la respuesta?

Es comprensible que Barilari, Mazzucchelli o particularmente Baltar hayan sentido una cierta indiferencia o incluso rechazo del ambiente cultural o mediático local, pero eso no es producto de un nuevo prejuicio hacia el exilio económico-cultural y a sus representantes eventuales. Esto se debe, en mi opinión, a tres simples motivos. El primero es, por supuesto, la valoración que se pueda hacer de las reflexiones puntuales provenientes del exterior; si yo digo que lo que dice X, quién vive dando clases de origami en Swazilandia, sobre la cultura uruguaya me parece intrascendente, eso no quiere decir automáticamente que yo haga oídos sordos automáticos a todos los que opinan desde el exterior, sino que debería antes pensarse que lo que no me interesa es lo que dice puntualmente el señor X.

Lo que me lleva al segundo punto: hoy en día el vivir en el exterior no indica en forma instantánea el tener un conocimiento mucho más exacto sobre las tendencias culturales mundiales y sus discusiones. Tal vez sí se pierda mucho, o muchísimo, de la discusión académica y del contacto con la primera línea de docencia universitaria, pero en relación al flujo de input y material artístico se está en casi igualdad de conidiciones. Ya están lejos aquellos días en el que se recibía a cualquier músico que había pasado un par de años en Nueva York como si fuera un pequeño Prometeo que no sólo nos traía el fuego (prestado) de los dioses de la civilización sino que además lo usaba para iluminar la mugre de nuestra caverna. Hoy en día es diferente y lo más importante ha dejado de ser la procedencia de dicha mirada para pasar a ser la capacidad de análisis y la lucidez detrás de la misma.

Por otra parte muchos de los centros culturales mundiales otrora admirados están pasando por un all time low en términos de producción cultural, tanto artística como analítica, y me resulta difícil considera como ejemplar a una cultura estadounidense más preocupada por ver como armonizar cada una de sus expresiones con el fundamentalismo cristiano y el fundamentalismo político correcto en lugar de producir pensamiento y arte que no sea una reproducción degradada de sus propios clichés. Me resulta complicado tomarme en serio a una cultura italiana que asistió impasible al desmantelamiento de su cine -otrora el segundo en importancia del mundo- a manos de un empresario surgido justamente de los medios y la producción cinematográfica. Me resulta imposible asumir como modelo a una España que pasó de la inquietísima conmoción cultural de su destape a tener como faro cultural a Operación Triunfo y las vicisitudes del matrimonio Beckham. En una de esas si la teta cultural fuera Japón, pero no son muchos los uruguayos emigrados al lejano oriente, y la ignorancia sobre dicho país sigue siendo la misma de siempre. Por supuesto que, al menos a mí, me sigue interesando mucho la mirada del emigrado y la perspectiva que esta le otorga, pero haciendo la salvedad evidente de qué es lo que se dice y quién lo hace; la autoridad de opinión se gana en formas un poco más complejas que el simple sellado de un pasaporte.

El último motivo que puede haber detrás de esta insensibilidad a las opiniones del exterior es el más espurio y es simplemente la protección de las "chacras" privadas de poder, protección de características paranoicas y mesocráticas por parte de muchos burócratas culturales, y que la escasez de puestos de trabajo y remuneraciones dignas ha acentuado en proporción lógica. Esto no tiene que ver con una suerte de muralla china narcisista sino con un problema mucho más estructural y profundo de caracter meramente económico.

El mundo cultural sigue abierto, de hecho cualquier propuesta de proteccionismo cultural suena tan anacrónica como la de volver a los tranvías (ojo, dije "anacrónica", no estúpida); la identidad cultural nacional y sudamericana está en un punto tan bajo que no sólo es previsible que mi sobrino conozca toda la discografía de un grupo -pero con la bendición etnocéntrica- como My Chemical Romance, y al mismo tiempo no pueda nombrar una sola banda o solista brasileño, sino que incluso se importan rituales religiosos anglosajones como Halloween o San Valentín sin que practicamente nadie se pregunte sobre el absurdo terminal de adoptar un festejo ritual de una tradición religiosa extraña. Y eso es lo terrible, no que no se impidan determinadas degradaciones, al fin y al cabo cada uno hace de su orto una orquesta, sino que lo único que termine siendo criticado o ridiculizado sea la inquietud de preguntarse acerca de la validez de determinadas opciones. En 1985 una banda que cantara en inglés (con la excepción autorizada de Sumo, legitimados por la extranjería de su finado cantante) sería inmediatamente considerada una avanzada cultural del imperialismo y rechazada en forma impiadosa. Hoy en día conozco músicos inteligentes que son incapaces siquiera de entender la renuncia a la individualidad propia que implica el rechazar el lenguaje que uno maneja mejor en aras de que "el inglés suena mejor". Como si algún lenguaje tuviera algún privilegio sonoro sobre los otros. Pero es totalmente imposible el explicar que esa subsumisión al sonido más familiar del inglés es simplemente el deseo de disolver la propia personalidad en la mímesis de otra a la que consideramos muy superior.

Entonces, y vuelvo al tema central una vez más, ¿por qué esa percepción, o más bien esa suposición, repetida de darle la espalda al mundo, de cerrazón cultural ante las maravillas a las que cerramos los ojos? La respuesta está en las propias metáforas de clausura, cerramiento, vuelta de espaldas y aislamiento que se utilizan: son el correlato perfecto de la teoría (neo) liberal económica y sus preceptos más repetidos, e inclusive utilizan las mismas imágenes para arribar a la misma solución definitiva: la mano invisible del mercado regulando la cultura con la misma sapiencia y equidad con la que mueve la economía y la distribución de riquezas. Yo estoy de acuerdo con esa teoría y creo que el mercado puede regular a la cultura -al fin y al cabo un bien de consumo- con la misma justicia con la que regula la economía. Difiero en la valoración de semejante solución. Miren lo que le hizo esa mano invisible a los cojones de los españoles. Si no ven ese torniquete letal y castrador es que no los deja ver el velo de la ideología.

Hay cientos de problemas culturales en Uruguay, algunos de ellos enunciados por el propio Mardones en el mismo reportaje que dio origen a este post, pero darle un papel central a la xenofobia cultural es como examinar a una persona con un cuchillo clavado en la frente y decir que su problema es la calvicie. Y que además el examinado fuera un hippie melenudo. Si existiera algo similar a una xenofobia cultural, entonces es la fobia más inoperante de la historia de los rechazos, porque ni siquiera pudo debilitar ligeramente el flujo de productos culturales argentinos en el momento de mayor antipatía entre ambas naciones en 50 años. El cuchillo, es decir el problema, es simplemente la pobreza terminal de las instituciones culturales uruguayas y la decadencia progresiva de una mediación inexistente y acrítica que abandonó -justamente en nombre del mercado o de la tabula rasa del posmodernismo mal entendido- cualquier intención formativa, cualquier diferenciación positiva que sugiriera que al menos un domingo por año puede ser mejor leer un libro que ir al estadio a cantar la alegría que te produce el asesinato de un hincha rival. Y eso debería haber sido una de las funciones de los gestores culturales.

Conozco profesores académicos que tras cumplir trimestres dando clases sobre la vieja cultura uruguaya en universidades del primer mundo, y viviendo todo el año gracias a lo recaudado en esos trimestres, vuelven a Montevideo para, entre otras cosas, difundir las discusiones e inquietudes que reinan en los principales centros de producción cultural. Y lo hacen con una porfía asombrosa, trabajando más de lo que trabajan en el otro hemisferio y, siendo catedráticos grado 4 o 5, ganando menos de lo que gana un basurero de ADEOM. Eso sí me parece un problema que, tarde o temprano, redundará en un desconocimiento de la alta cultura mundial. Pero no por xenofobia, sino por simple pobreza, miseria e imbecilidad. Es decir, por el mismo problema por el que tal vez en un par de décadas no quede en Uruguay nadie que sepa leer un mapa y descifrar las instrucciones de un pasaje de avión.

21 comentarios:

Clementina dijo...

Vos mismo lo has dicho al concluir, no se trata de xenofobia, sino de imbecilidad. Supongo que nadie lo dice con esa palabra simplemente porque los periodistas o soldados de trincheras de papel, deben escribir y hablar con un dialecto que tome distancia de eso que en teoría critican. Acá no se puede hablar de crítica, sí de paráfrasis de un discurso externo mal digerido que gusta adaptarse al contexto, como mi madre adapta a la asadera la masa de la pascualina. “Cultura” es un término manoseado, tanto o más que las bolitas de vidrio con las que jugábamos cuando éramos chicos. "Cultura" termina siendo una palabra vacía, sin referente. Tal vez hay que asumir lo que creo expuso Bourdieu alguna vez, el arte ha dejado su valor de uso en manos del valor de cambio. El arte juega en, con y para las reglas que el mercado propone. Entonces ahí es cuando empieza a cuestionarse el estatus artístico en pro de intereses concernientes al valor de cambio. Eso le sucedió al rock uruguayo, fue redituable y así, fue fomentando la imbecilidad de un público sordo, la imbecilidad de periodistas que de un día para otro creen haber encontrado su lugar soñado de difusión al lado de un ser que piensa que Dylan Thomas es una marca de bebidas. Está bien, el círculo no se cierra nunca, se va curvando en espiral, hipnotizando...hipnotizando. Qué queda? Películas como Whisky, con una estructura demasiado sutil para un público masivo acostumbrado a mensajes con código explícitos, llanos y demagogos del tipo: “con hambre no se puede pensar”. Me alcanza solo esa frase para ver la punta de un iceberg que se sostiene sobre la base de la ceguera crítica del público que lo recibe. Y allá irán las hordas a las boleterías, con banderas, a llenar los bolsillos de un tipo que disolvió a su banda y la rearmó sin que nadie se enterara, y que debe contar los billetes mientras se toma un martini para afinar la garganta porque dentro de un rato habrá que sostener de forma verosímil un estribillo que parece una broma. Eso es valor de cambio. Eso es fomentar la imbecilidad, y como dije es solo una punta del iceberg. Como si se tratara de los círculos del infierno de Dante, por ahí abajo deben estar apretaditos y con calor los periodistas, opinólogos de ocasión. Siempre dispuestos claro, a seguir en el trencito con destino a la nada.

Saludos benito, y disculpas si me extendí un poco.

pad dijo...

Excelente post. Estoy de acuerdo en su totalidad con lo que decis.

Y en relacion a la ultima parte, en donde expones algunos factores que estan jugando negativamente, y mirando las tres "arenas" culturales que vos describis, (cine, rock, murga) un ejercicio interesante para hacer es ¿Que cosas estan operando en una y otra para esa disparidad de trayectorias?. Vos lo esbozas por ahi. A mi me da la impresion que el rol del mercado es clave; fundamentalmente cuando aparece, en que momento temporal de la "movida" en cuestion. Digamos el mercado puede operar o bien redifiniendo las opciones artisticas o bien expandiendo la cobertura; a veces secuencialmente, otra veces haciendo una de las cosas. En el rock me parece que paso lo primero; en la murga claramente el mercado intervino mucho menos en la parte artistica y jugo a expandir la cobertura una vez que el producto ya habia sido creado.

No se... hay mucha cosa que se me escapa, y hay mucho para decir.

sissi dijo...

De las tres arenas culturales que describís coincido en lineas generales contigo, aunque no me atrevería a adjetivar a la Perrera como filme ambicioso y sincero, pero ese es otro tema.
Tampoco puedo opinar demasiado sobre murga, porque no es un género que disfrute ni conozca lo suficiente como para decir algo que valga la pena, más que no me emociona.
Pero en relación al tema central y en particular a tu temor final, el que en unos años se agudice la miseria y torpeza cultural en Uruguay, creo poder opinar con cierta propiedad.
Lamento coincidir con esa visión apocalíptica del futuro cultural de nuestro país, pero más lamento comunicarte que el futuro ya llegó. Lo veo a diario entre jóvenes entre 18 y 25 años.
Soy profesora universitaria desde hace bastante más tiempo del que me gustaría confesar. Tengo grado 3 obtenido por concurso y gano $5.300. bastante menos que el basurero de ADEOM.
No sé si el basurero debería ganar menos que yo pero si sé que yo debería ganar más de lo que gano. Porque, y sobrarían las explicaciones, nadie puede vivir con ese sueldo. Por lo que más del 90 sino el 100% de la población docente es multiempleada. Vale decir que en este país, alguien que se dedica a trasmitir conocimientos (algo no exclusivo a la docencia universitaria obviamente), necesariamente debe tener más de un empleo.
Y nadie que alguna vez haya pasado por lo menos por una escuela primaria discutiría que para enseñar hay que aprender y que para aprender hay que pensar y que para ésto se necesita tiempo. Y el tiempo es plata u oro , como quieras, así que si te lo gastás en conseguir plata nunca vas a poder usarlo para pensar.
Claro que con hambre no se puede pensar,pero tratando de no tenerla tampoco.
Y este es un cuchillo grande (uno de los tantos que tiene clavado tu hippie melenudo) pero parece invisible a la hora de hablar de problemas culturales. En cambio gastamos ríos de tinta en discutir si su calvicie se debe a que se miró mucho su ombligo o miró mucho la pelusa del ombligo del vecino.

sigmur dijo...

Me parece que por culpa del subsecretario, él y Benito están hablando de cosas distintas. El funcionario habla de aspectos de la cultura que apenas pueden subsistir (o directamente, que no pueden hacerlo) sin apoyo estatal, mientras Benito habla de fenómenos masivos, con excepción del cine, que en todos lados menos en EEUU tiene un estatus mixto.


Desde esta perspetiva, lo que hace el subsecretario de Cultura es justificar ciertas decisiones -que implican invertir plata de todos en grupos reducidos de personas- bajo la excusa de la renovación y abriendo el paraguas de la incomprensión provinciana de quienes lo critican.

benito dijo...

Vamos por partes:

Clementina: como hace poco se desarrolló en un debate periodístico, el centro de la teoría de Bordieu no es tanto el cambio del arte de valor de uso a valor de cambio, sino la administración de ese valor de cambio a través de los poderes administrativos o los poderes de capital simbólico. Y ahí, en las segunda parte de la ecuación es donde está el asunto; en quién fija los valores, quién es el jurado y quién reparte los premios.

sissi: yo tampoco soy optimista, de hecho también creo que el daño ya está hecho. El valor intelectual (entendido esto como acumulación de conocimiento y no como insulto que distribuyen los ignorantes para disimular su complejo de incapacidad cognitiva) que se perdió en las emigraciones masivas de este último lustro es simplemente incalculable y es irrecuperable. Pero bueno, era importante pagar la deuda con el FMI, o la deuda con ADEOM, o la jubilación de Cordero, y mientras tanto grados 3 -que periódicamente deben presentar proyectos de investigación y que son de los pocos empleados públicos que pueden ser removidos de sus cargos como si fueran granos de la cara de un adolescente- ganan lo que vos decís y los grados 1 directamente se les paga con un insulto menor a los 100 dólares. Sin embargo yo creo que la actitud de buena parte del profesorado universitario de las enseñanza pública ha sido heroico y de una generosidad y optimismo conmovedores. Pero llega un momento en que hasta a uno mismo le dan ganas de decirles: "loco, estás tirando orquídeas a los chanchos-jabalíes". Al mismo tiempo, yo creo que el último refugio -y por ende el último castillo- es, justamente, esas ruinas de enseñanza universitaria a la que se debería ir devolviendo gradualmente su dignidad, respeto y estatus con medidas que van desde el aumento inmediato y especial de los salarios hasta la imposición de un buen examen de ingreso que deje afuera a los que no deberían haber intentado entrar. Pero hay pocas esperanzas de que eso pase con estos demagogos al volante, entre otras cosas porque son demasiado viejos para apostar a medidas de largo plazo y quieren probar las virtudes del viagra ahora.

sigmur: por supuesto que hay otra discusión y otra pelea detrás de los dichos de Mardones. Y a su vez hay otra cosa detrás del apoyo de Escanlar o la protesta de Barilari. Pero las bambalinas son las bambalinas y la justificación expresa, o el abono del terreno, pivota alrededor de la palabra "xenofobia" que quiere decir fobia a los EXTRANJEROS. Que esto en realidad sea un divague metafórico y una divergencia inexistente para justificar una supuesta renovación de roscas en el circuito de manutención estatal es otra cosa. Yo solamente usé esta cantidad excesivamente grande de caracteres para ejemplificar el absurdo de determinadas argumentaciones que gracias al método Goebbels pueden volverse consensos. El segundo substrato de las declaraciones no tiene por qué ser evidente para mí ni para el lector de El País que se topó con la nota al funcionario público.

Anónimo dijo...

Anoche falleció el Darno.
Amaneció gris y triste hoy.
Si hablamos de apoyo a la cultura y esas cosas, el Darno fue un ejemplo de coherencia e identidad cultural. Recuerdo cuando se enfermó, que surgió una campaña para que el estado lo ayudara, a la que Escanlar se opuso públicamente, desmereciendo su obra y su modo de vida, en una actitud que ni siquera merece la pena recordarse, pero que expreso aquí por rabia que me da que siempre se vayan primero de este mundo los que valen.
Seguramente ahora se vendrá una ola de homenajes y tributos de todos los géneros, y será, como siempre, demasiado tarde.
Quedan las canciones, cuya estética es la más apropiada para acompañar una tristeza así. Creo que él lo supo siempre.

Anónimo dijo...

Creo que hay que diferenciar la selección que hace Escanlar, de la selección que hace El País, de las opiniones que tiene Mardones. Y el otro punto a tener en cuenta es la diferencia entre las opiniones de Mardones y las políticas culturales que se han podido concretar.

Digo, Mardones en otras entrevistas siempre pone énfasis en la necesidad de desarrollo de la cultura, pero también en la democratización del acceso a la cultura. Y acá esto último no se menciona y es uno de los grandes problemas de la cultura en Uruguay. Siempre hubo diferencias en el acceso a la cultura, incluso durante el Estado de Bienestar, pero nunca se vio una brecha cultural tan grande como la actual.

La otra cuestión, en la que discrepo totalmente con sissi, es la relación automática entre cultura y universidad. Primero, porque considerar que la Universidad es el centro fundamental de producción y desarrollo de la cultura en una sociedad es elitista y además no refleja lo que pasa en la realidad. Segundo, porque a la Universidad asiste un muy bajo porcentaje de la población del país. Plantear que el acceso a cultura requiere pasar por la Universidad, implicaría que la gran mayoría de la gente no tendría acceso a la cultura. En otras palabras, es una forma sutil de tratar de ignorante a todo aquel que no es universitario. Y otra muestra más del snobismo intelectual del que suelen hacer gala los universitarios.

sissi dijo...

Estoica, por supuesto que no dije ni siquiera pensé semejante boludez.Pero por tu tono parece que mas que intentar entender lo que se dice ponés una plancha gratuita de entrada tratando de desestimar a tu interlocutor.
Lamento que te caigan tan mal los universitarios y también que generalices con esa facilidad asombrosa.
Evidentemente no has tenido buenas experiencias con los "snobs-intelectuales-universitarios"
Actitudes de este tipo, de sordera intelectual, sólo confirman el estado de las cosas. No es sino otra muestra de xenofobia, esta vez los extranjeros, los extraños son los universitarios.....haceme el favor!!

Anónimo dijo...

Que no lo hayas querido decir, no quiere decir que no lo hayas dicho, sissi. Lo tuyo es peor de lo que parece, porque ni siquiera conocés tus propias ideas.

No se de donde sacaste que me caen mal los universitarios, pero estás equivocadísima. Tampoco se de donde sacás tantos elementos para inferir sobre mis experiencias con universitarios. En todo caso no habría que generalizar porque hay diferencias. Hay diferencias de todo tipo: por facultades, por clase social, si son de mvd o del interior, y luego entre egresados, por tipo de trabajo. Lo que sí hay es cierto denominador común entre los que trabajan en la Udelar. Hasta ahora no logro entender que les hace creer que la docencia universitaria los pone un peldaño más arriba que el resto. Seguro que no es el sueldo, tampoco las perspectivas futuras, menos aún el trato que les deparan (en algunos casos hacer carrera universitaria implica empezar serviendo café). De ahí mi intriga ante tanta soberbia.

benito dijo...

No me parece que haya sido en un principio sissi la que puso el conocimento universitario en un plano privilegiado, sino yo. Y lo repito y lo afirmo: la universidad es el Templo de la Sabiduría, como le recordaba Unamuno a Millán-Astray, y sus sacerdotes están ahí no sólo para enseñar sino para recordar la diferencia entre auténtico conocimiento y simple autodidactismo amateur.

No trabajo en la UDELAR (ni en ninguna de las privadas) y ni siquiera terminé mi carrera, pero lo que hice de la misma me alcanzó para ver el caracter de oasis cultural que aún es la UDELAR en medio del desierto, en contra de todos los ataques, desprecios, prejuicios y basura que se les tire en contra.

¿Qué se puede producir cultura fuera de la universidad? ¿pero qué duda hay? También se puede curar gente fuera de los hospitales y cultivar una plantita de tomates fuera de una chacra.

Pero te voy a contar un secreto: de todos los snobs del mundo, los universitarios por lo menos tienen algunos buenos motivos para serlo. Ya que no se les va a reconocer una mierda y se les va a pagar menos, por lo menos que desde la universidad de la calle -o desde la ignorancia- se los respete.

Anónimo dijo...

No te voy a discutir algo tan evidente como el papel fundamental de la universidad y del conocimiento universitario. Pero tampoco por eso voy a dejar de reconocer sus errores.

Indudablemente debe haber cierto apoyo social para que el Templo de la Sabiduría siga siendo una Torre de Cristal, aislada de la sociedad y ajena a sus necesidades. Hoy la Universidad es una universidad para las elites, y no para elites intelectuales, sino econòmicas. Los pobres no acceden. Y la cultura de los pobres tampoco. Y esta no es una cuestión menor cuando se habla de Cultura.

Y no es por discutirle a Unamuno, pero no siempre la Universidad fue el Templo de la Sabiduría. En el Renacimiento, cuando se volvió una institución conservadora, fue desplazada por las Academias.

benito dijo...

Bueno, yo no estoy de acuerdo con que la UDELAR sea una institución fundamentalmente excluyente de los pobres. Quiero decir; es igualmente excluyente que la secundaria y mucho menos que una academia de karate o de inglés. De hecho es, a pesar de todos los ataques que se le hacen, una institución asombrosamente democrática si se la compara con cualquier otra institución universitaria del mundo. De hecho es, en mi opinión, demasiado democrática y accesible, y yo soy totalmente proclive a un examen de ingreso que evite el asistir simplemente para perder el tiempo (un examen de ingreso, por supuesto, estrictísimo pero que no exigiera conocimientos extra a los que se reparten en la secundaria. De hecho, dicho examen, opcional, debería ser tomado por un órgano de control mixto y consensuado entre las autoridades universitarias y las de secundaria).

La frase "la cultura de los pobres no accede a la universidad" me hace mucho ruido. ¿Qué es lo que se define por "cultura de los pobres"? Yo no creo que la Universidad -una institución modernista al fin y al cabo- tenga por qué embanderarse en la tabula rasa posmoderna e incluir la cultura de fácil acceso fuera de ella. Pero sin embargo esto se hace también.

El campo de batalla que define la accesibilidad a la Universidad o su caracter excluyente es la educación secundaria, hecha pedazos por la desidia estatal pero también por la desidia social -incluyendo a los pobres- de la que su consecuencia estatal es un espejo.

La Universidad es, y debe ser, Fórmula Uno y cirugía cerebral: no tiene que haber un auto a disposición de cada uno ni todo el mundo debe ser autorizado a meter mano en el quirófano. Ahora, el terreno de preparación para estas profesiones debería ser el mismo y si no lo es, es por una deficiencia en la expectativa de ciertas clases (lo cual es un problema de ellas) o por la necesidad obligada de trabajar de los menores, lo cual es, además de un problema de toda la sociedad, un delito.

Por último, la Universidad no sólo es también una academia. Es LA academia.

Anónimo dijo...

Es verdad que gran parte de los problemas de la universidad se arrastran de la enseñanza media. Tampoco la primaria se queda atrás. Pero también la unviersidad tiene parte de responsabilidad en los problemas de acceso. La oferta, por sus horarios poco flexibles, no contempla a los estudiantes que trabajan. Las carreras son en general las profesiones tradicionales, demasiado largas y se han puesto siempre trabas de todo tipo para mejorar la oferta de carreras nuevas y cortas, y en general las trabas han sido corporativas.

Yo no tengo claro si es tan conveniente el examen de ingreso. Sin duda va a mejorar la eficiencia. Pero no se si no va a impactar negativamente en términos de democratizar el acceso a grupos de menos ingresos. Como en gral son los que reciben una educación secundaria de menos calidad, están en peores condiciones para pasar un examen de ingreso. Es cierto que depende como se haga, pero es muy discutible. En ese caso, por qué no se podría empezar a cobrar matrícula para quienes pueden pagar que son muchos, y volcar ese dinero para mejorar los salarios docentes.

Ahora la Universidad es la Academia. Luego de la crisis la Universidad tuvo que cambiar. Dejó de ser una institución medieval para ser una institución moderna. Ahora está viviendo una nueva época de cambio, que a la Udelar está llegando, aunque muy lentamente.

Anónimo dijo...

Comparto mucho este post. Respecto a las opciones latentes de políticas culturales, me queda la duda acerca de si Mardones no se estaría refiriendo a la gestión del Departamento de Cultura de la IMM como su contrafactual. Habría que ver en qué medida se aplica o no en este caso el estereotipo nacionalista o nacional-popular o dirigista, o si Mardones simplemente construyó un espantapájaros para poder destruirlo luego con comodidad.

benito dijo...

Bueno, con Rosencof y sus tamboriles bloqueadores de puentes a la cabeza, es posible que Mardones esté recibiendo una información muy parcial y con datos muy peculiares. Pero eso no justifica el análisis y veredicto global, que es claramente un disparate repetido solamente con propósitos concretos al servicio de concretos intereses. Repito lo que le decía a sigmur; no me importa lo que estaba diciendo en una sublectura intencional, me importa lo que dijo.

Qué tampoco es para crucificarlo o pedir su destitución, pero sí es como para desmentirlo rotunda y despiadadamente.

ElVasco dijo...

y dale con el basurero de ADEOM....
no podrían por favor usar otro cargo como ejemplo de empleado inservible, por favor?
Los basureros, sean o no afiliados a ADEOM, son los únicos empleados cuyo servicio es importante dentro de la IMM. Piensen que si mañana alguna célula dormida de Al Qaeda en UY decide volar el edificio de la IMM y mueren todos sus empleados, luego de los 3 días de festejo, van a comenzar a extrañar al único servicio importante que brinda la intendencia: barrido y recolección de residuos.
Dudo que extrañen el servicio de Casinos (a no ser que les guste perder plata. Siendo jugadores o simples contribuyentes, la pérdida es lo único seguro en los casinos municipales), dudo que extrañen al intendente, o a algún jerarca, o algun burócrata de cargo intermedio, a algún inspector de inspección general o de tránsito, y mucho menos a algún edil (que están en otro edificio, Bin).
Asi que les ruego que de ahora en adelante, apunten contra otros y no contra los basureros. Gracias por su consideración a mi pedido.

benito dijo...

Gracias por las sugerencias de ejemplificación, pero ocurre un pequeño detalle; yo suelo decir que "gana menos que un basurero de ADEOM" por un simple motivo: sé cuánto gana (o, mejor dicho, ganaba) un basurero de ADEOM. Sé también que los mismos fueron y son la fuerza de choque y el ala más radical de un gremio que no tuvo y no tiene problemas en enfrentarse contra el resto de sus conciudadanos. De hecho el famoso "soviético", famoso por desearle una muerte rápida a aquel jerarca de la IMM que tenía cáncer, trabaja en una de las usinas de recolección de basura que justamente es notoria por hacer paro cada vez que sus trabajadores alucinan, en contra de los informes técnicos, que los camiones tienen algún desperfecto. Sé también que a pesar de ganar más que un catedrático grado 5, los basureros municipales tienen una efectividad completamente inferior que los de los servicios tercerizados. Y por esto los uso de ejemplo.

Sin dudas que deben haber empleados de la IMM más inútiles y mejor remunerados por cumplir trabajos inexistentes, sin dudas que hay un estigma con respecto a la gente que trabaja con basura y sin dudas hay cosas peores en el mundo, pero el ejemplo me sirve e ilustra mi caso bastante bien. No tengo que usar un hipotético atentado de Bin Laden para imaginarme lo que sería la ciudad sin basureros, me alcanza con recordar su última huelga.

ElVasco dijo...

Realmente no se cuánto gana un basurero actualmente. Si se que hace unos 12 o 13 años, cuando yo trabajaba en una empresa de computación, un técnico en electrónica compañero de trabajo se presentó al famoso concurso para ingresar como basurero pues así ganaría el doble que en esta reconocida empresa de computación dirigida por un gurú tecnológico muy conocido en los medios (uno con cara de foca, que opina de cualquier tema, de Marx a Bill Gates pasando por el Global Warming). No resultó ganador del sorteo pero todos le deseábamos suerte, primero para que mejorara su sueldo y segundo para que nuestro jefe fuese humillado al presentarle la renuncia "me voy a trabajar de basurero, voy a ganar el doble que como técnico en electrónica aquí"

También se de primera mano, pues conozco a un ex presidente de Adeom (no se si ahora integra la directiva, que tiene como 8 listas y están todos peleados entre sí) que es integrante de recolección y residuos. Tengo claro que son bastante haraganes y que cobraban horas extras por trabajar dentro de sus 6 horas de trabajo, etc etc etc. Pero como bien decía Benito, hay otros mucho mas haraganes y mas inútiles que podrían ser blanco del comentario "gana menos que un basurero de Adeom". Por mas que el comentario sea estrictamente cierto (deben andar por los 12 o 15 mil pesos, por lo menos antes del sistema de contenedores, ahora creo que pasaron a barrido y no se si sigue el curro de las falsa horas extra). Chau

basilia dijo...

la política cultural en este país no existe; en consecuencia o causa tampoco existen políticos que sepan de que se trata.
benito al poder, ya!

Marcelo Jelen dijo...

la puta que lo parió, las cartas de búsqueda de hoy, 19 de junio de 2005, muestra como prensa y los periodistas de este puto país, entre los que me incluyo, solemos concentrarnos en los nombres y no en los contenidos. hubiera estado bueno un post de guillermo baltar en este blog, que señalara errores conceptuales y no exhibiera ánimos irritados.

pero bueno, por lo menos logró que un medio de prensa uruguayo importante publicara su artículo. capaz que después lo leo (no tenía tanta curiosidad como para googlearlo). ¡el último comentario de este post es de casi un mes!

de todos modos, me rompe bastante las pelotas que para hacerlo tenga que joder al líder de este blog, que lo había aludido con bastante respeto.

y la corto porque me voy a ver a jethro

Anónimo dijo...

por supuesto que no me he quejado nunca ni lo hago de que no me escuchen. comparto por otro lado plenamente que cualquiera merece ser escuchado o no escuchado por lo que dice y hace, viva donde viva. el Tratado (de Herrera, no mío) ya sacó la segunda edición. sold out en tres meses, es una prueba de que a Herrera, con pasaporte firmado en el más allá, lo escuchan.

A propósito, esas grandes ventas y el éxito del texto NO son prueba -pese a que todos los imbéciles lo están repitiendo en coro- de que el Uruguay "siempre fue una mierda".
El libro fue escrito antes del batllismo, y Herrera detecta cosas que luego de 1904 se atenuaron o desaparecieron. El Uruguay se convirtió en algo más abierto, más creativo y más cosmopolita, a la vez que creativo en un sentido propio y original. Que las cosas hayan empezado a andar mal en los años 50 y 60 (y por supuesto que yo NO creo que hubieran empezado a andar tan mal como para justificar la guerrilla y toda la cagada posterior) no quiere decir que no haya habido años 10, 20, 30 y 40 en estas/esas costas.

En cuanto al argumento de fondo, que la gente en Uruguay está culturalmente más abierta al mundo, yo creo que hay una diferencia interesante a discutir. Estamos, dentro y fuera, más comunicados. Eso lo ve cualquiera. Pero si bien la capacidad de asimilar y traducir y re-usar, descartar, reciclar, etc. todo lo que uno pueda percibir que se hace fuera depende del que lo hace, convengamos que una atenta interacción con el mundo no es la marca más común y visible de la cultura "local" -sea esto lo que sea.

El problema tiene para mi otra punta: la cultura es algo en buena medida orgánico a un sitio, un grupo, una circunstancia. Se puede decir lo que se quiera, pero solo contará si se dice desde y en los lugares que cuentan. Aunque uno haga, por ejemplo, canciones en inglés en Montevideo, debería ser consciente de que ese tipo de arte no es ni puede ser nunca demasiado valioso en el contexto de Montevideo (lo cual no implica no hacerlas, desde luego. Casi que al contrario). ¿por qué? Me parece que porque para raspar la costra hay que hacerlo desde adentro de la mugre, ensuciarse para ser vehículo de limpieza.

Mazzucchelli