domingo, 18 de febrero de 2007

Las falsas opciones

Crónica del ocaso es el apocalíptico nombre que el periodista argentino Hernán López Echagüe le da al libro que acaba de publicar sobre los actuales conflictos ambientales del Río Uruguay. Lo ojeo y parece por lo menos interesante; en lugar de limitarse a describir el accionar de los grupos ambientalistas entrerrianos en contra de las pasteras que pretendían y pretenden ubicarse en las márgenes orientales de dicho río, López Echagüe -residente en Colonia desde hace años- hace una suerte de historia de las agresiones que el ecosistema del río viene recibiendo en los últimos años, sus conexiones con el proyecto de la R.O.U. como productor de materia prima y los cambios que ya se han dado -aún antes de la puesta en funcionamiento de Botnia- sobre lo que supo ser un curso de agua razonablemente limpio y sano.

Pero no es sobre el libro que me interesa hablar -no puedo, ya que sólo leí fragmentos- sino sobre unas declaraciones laterales de López Echagüe. Dice L.E: "Mi visión no es la de un ecologista. Prefiero que se acaben las ballenas blancas del mundo pero que haya gente con dignidad. Si viene el diablo y me dice que se lleva a todos los osos panda y las ballenas blancas, que se los lleve, pero que nadie pase hambre." Genial, entonces, ¿para qué escribir un libro preocupado por el Río Uruguay? ¿Para qué si se va a terminar suscribiendo el mismo argumento que se utiliza para justificar la explotación hasta la extinción del mismo? Y, sobre todo, ¿para qué plantear una posibilidad que no existe y que es más que nada un sofisma? Un sofisma es, recuerdo a lo maestro ciruela, un silogismo aparente que parte de premisas incompletas o falsas. Algo así como decir "No todo lo que brilla es oro. El oro brilla. Luego el oro no es oro".

Es el humanismo ciego y absoluto, que ha emponzoñado a la izquierda desde que está entabló un imposible y contradictorio coito con el cristianismo y su teoría del hombre como patrón y señor de todas las demás criaturas, lo que obliga a un periodista más o menos de izquierda como López Echagüe a abrir el paraguas, no vaya a ser que crean que él trata de defender a los benteveos y no a los niños famélicos. Porque los niños con hambre son la medida de todas las cosas y el justificativo de todo, hasta de que haya niños con hambre. Pero el problema es que es una mentira, una falacia, un sofisma. Tal vez en algún momento de los albores de la humanidad un hambriento pitecantropo le rompió la crisma a la última hembra de gliptodonte para alimentar a los suyos, y desde entonces no existen los gliptodontes ni sus misterios. Y posiblemente la rama genética de ese mismo pitecantropo se extinguió, porque después de comerse a esa hembra ya no hubo gliptodontes con los que alimentar a sus vástagos. El hambre es un fenómeno que, mal que le pese a la retórica de izquierda, rara vez se ve en nuestro país. De hecho los casos registrados recientes de malnutrición se dieron en el departamento de Artigas, el territorio uruguayo sobre el que más agrotóxicos se vertieron y más atrocidades ambientales se cometieron. Esto no evitó el hambre de los niños pobres artiguenses, en cambio les obsequió una variada gama de malformaciones genéticas que hacen parecer a muchos de estos niños el resultado de una tarde aburrida explorando las posibilidades del photo-shop.

Tal vez algunos de los africanos secuestradores de animales, que van a morir en laboratorios mientras son torturados por hombres de ciencia, tengan hambre. Tal vez algunos de los garimpeiros que envenenan ríos enteros y queman bosques grandes como ciudadades para obtener algunos gramos de oro tengan familias hambrientas, pero en estos casos también la oposición es falsa. Ellos siguen con hambre porque la ecuación económica que funciona con su negocio de destrucción es tan injusta que el porcentaje de ganancia que le deja su infame negocio no le alcanza para las necesidades mínimas. Pero si ese porcentaje variara a su favor y su hambre estuviera aseguradamente calmada, él seguiría su tarea de destrucción para calmar otras hambres; el hambre de Nike, el hambre de televisión nueva, el hambre de un polvo extra en el quilombo del pueblo. el hambre de una piedra de pasta base... Y así hasta que la conciencia -ya sea por convicción (educación) o por castigo- del daño realizado sea mayor que su ganancia y sus deseos.

Cuando López Echagüe acepta -porque para la izquierda el ser ecologista sigue siendo una cosa de fifí, de señora aburrida y sin necesidades- que hay motivos pragmáticos que pueden justificar la eliminación de una especie o un ecosistema (aunque la posibilidad de que dicha circunstancia se presente sea igual a cero), López Echagüe hace inútil toda su argumentación a favor de la preservación del río. Si se deja entrar a "el hambre de los niños" o "la dignidad del ser humano" como condicionantes válidas para aceptar un desastre ecológico irreparable, entonces ya se perdió la discusión. Se sea más o menos humanista, se quiera a las personas más o menos que a las especies no humanas, igual se perdió y toda lucha es inútil, porque esa hambre virtual va a existir siempre como amenaza en latencia que elimine argumentos y el hambre real va a seguir tan intacta como lo estaba antes. Si el hambre -virtual o real- de los niños es una licencia para hacer cualquier cosa, no importa el daño que produzca, entonces lo lógico sería comenzar por no destinar ningún recurso a pagar ninguna deuda de ningún organismo internacional en el que no exista hambre. Si fuera así, entonces -antes que arriesgar terreno cultivable y ríos de buena pesca- habría que hacer una redistribución brutal de riquezas que asegurara la comida a todos los habitantes aunque ello implicara la expropiación de todo lujo suntuario. Si fuera así, todos los edificios y vehículos públicos deberían ser puestos a la venta inmediatamente para asegurar la taza de leche diaria de cada uno de los seres humanos en riesgo de perder su dignidad. Pero es más fácil, seguro y admisible envenenar uno de los diez ríos de mayor caudal y fauna de América Latina.

Incluso la propia frase de Echagüe introduce sin querer la falsedad explícita en su formulación. El periodista declara que él sacrificaría a todas las ballenas blancas en virtud de la dignidad humana. Bueno, si lo plantea así yo también, porque las ballenas blancas no existen. A excepción de una, hecha de papel y tinta, que era perseguida por un loco capitán rengo, no para alimentar a los niños hambrientos ni darles dignidad, sino por puro odio, ignorancia y deseo de venganza.

Que no se discuta más en estos términos de chantaje criminal, de sofisma filantrópico. Si se devastan los ríos, las praderas y los bosques. Si los grandes felinos pasan a ser criaturas de museo y el aire se vuelve negro, no va a ser para alimentar a los niños hambrientos. Va a ser para que un propietario de San Rafael redecore su living, va a ser para que la esposa de un ejecutivo pueda usar una crema facial que no le irrite la piel, va a ser para que el hijo de un gerente medio pueda cambiar sus cartuchos de Nintendo, va a ser para que un guitarrista finalmente sustituya los micrófonos de su Gibson, va a ser para que el dueño de una importadora compre un cuadro que su familia va a detestar y que luego será subastado y arruinado involuntariamente al ser almacenado en un depósito húmedo, va a ser para que un niño gordo tenga una mascota exótica de la que se va a aburrir en tres meses, va a ser para que un joven imprima un pésimo poema de amor en un papel de alta calidad en el que los colores de los emoticones no se destiñen. Va a ser por miles de motivos de mayor o menor egoísmo. Ninguno va a ser el hambre o la dignidad. Eso nunca estuvo en cuestión, que nunca se olvide.

27 comentarios:

Robertö dijo...

Le debe gustar comer Beluga (supongo que se refiera a esa especie), una criatura más llena de misterios que él, sin dudas.

El argumento es rengo, como el capitán que perseguía a Moby Dick. No se puede disociar la dignidad humana de su ambición por eliminar especies en la búsqueda de alimentar su ego y no su físico.

sigmur dijo...

Estoy de acuerdo en que la oposición es falsa, y ya sabemos por dónde viene lo de las papeleras.

Pero en el tema Moby Dick estamos de lados distintos. Un hombre tiene derecho a obsesionarse con algo y perseguirlo hasta el final. De hecho, me parece una buena definición de 'hombre'.

Si esa obsesión se vuelve en contra de sí mismo, bueno, será un hombre choto. O una generación de hombres chotos. Para impedir que la bobera llegue a la especie están los mecanismos democráticos y el conocimiento, entre ellos, el del funcionamiento de la naturaleza.

A lo que voy, es que la ecología no está por encima del hombre. La ecología es una herramienta de los hombres inteligentes; la finalidad de los estudios en ecología es hacer mejor la vida de los hombres.

No hay ecología sin hombres. Y no hay mundo sin hombres.

benito dijo...

No es mi intención meterme con el Capitán Ahab y ese símbolo polisémico de varias toneladas que el hombre perseguía por los océanos (y que debe ser la primera representación del mal -previa a la cocaína- que es de color blanco), sino a la introducción del ejemplo en un contexto real. Aún antes de que la palabra "ecología" fuera acuñada, un hombre que persigue para convertir en filetes al único cachalote albino del mundo es, además de un obseso, un reverendo hijo de puta. Pero como Ahab no es un hombre sino una creación de un hombre obsesionado por los símbolos metafísicos, Ahab está disculpado.

Ahora, tal vez la ecología no exista sin los hombres -de la misma forma que ninguna ciencia existe sin ellos- pero la regulación del ecosistema es algo común a todos los animales y está en todos los genes de las razas que no se extinguieron. Claro que el sistema que usan es poco compatible con la superstición judeo-cristiana, porque se trata simplemente del control de la cantidad de crías en relación a los recursos disponibles.

DagNasty dijo...

Tu observación es para mi la razón de ese planteo: "para la izquierda el ser ecologista sigue siendo una cosa de fifí, de señora aburrida y sin necesidades", es uno de los prejuicios más difundidos, como si un ambientalista lo fuera sólo porque no encuentra otra causa más "importante" en la que actuar. López Echague es un buen periodista político, tal vez por eso puede entender mejor los entongues políticos y económicos de la destrucción del río pero no las motivaciones de los reclamos ecológicos, que aún siguen siendo una cosa nueva en el Sur y que hay que explicar todo el tiempo, más que explicar, pareciera que hay que justificar todo el tiempo esa preocupación.
En un mundo cuyo equilibrio ecológico sea quebrado de manera irreversible no sólo morirán de hambre los niños pobres, sino todos, especie humana y demás especies.
Un abrazo por el regreso.
Dag

benito dijo...

La ecuación "ecologista=burgués ocioso al que no le importa la gente" está totalmente arraigada en la izquierda urbana de países como Uruguay o Brasil (países con enorme vida rural pero donde la izquierda urbana es la que gobierna). Esto alcanzó un grado abominable durante las intervenciones de Greenpeace en el conflicto de las pasteras, cuando luego de que GP le alcanzara un petitorio, el canciller uruguayo -una bestia de poder llamada Gargano- sólo atinó a observar que el delegado argentino de GP era alguien que "viajaba en remise", dando a entender de que era un cajetilla (al contrario que él, que es un hijo de la clase obrera). A nadie se le ocurrió desasnarlo con el hecho de que el uso de remises -visto como un lujo en Uruguay, donde este tipo de transporte es raro y totalmente minoritario en relación a los taxis- es bastante habitual para un argentino, sea un cajetilla o un working class hero.

De ahí en adelante el argumento "Greenpeace=burgués ocioso en nube de pedo" se reiteró una y otra vez la prensa, en las discusiones y la blogsfera. Yo podría aportar que el único militante de GP que conozco (hay muy pocos en Uruguay) es un habitante de La Teja, hijo de un obrero comunista, pero el estigma ya fue sembrado.

Anónimo dijo...

Por el lado de la derecha, la argumentación también es ignornante. Arrasar el medio ambiente puede traer algún beneficio a corto plazo, pero a la larga el daño ecológico afecta los resultados económicos. Eso lo están viendo las empresas, y por eso es que en los últimos años ha venido aumentando la preocupación ambiental.

Igualmente me parece mucho más cínica la defensa antiecologista de la izquierda. Usar la necesidad de trabajo como argumento es peligroso porque justifica cualquier trabajo y cualquier fuente de trabajo, incluso las más degradantes y perjudiciales. Es el ej de las plantas de celulosa y la forestación. La primera como fuente de trabajo es casi nula y la forestación genera trabajo semiesclavo y en las peores condiciones laborales. Además como es una producción de alta escala, favorece la gran inversión, y el proceso de concentración de la tierra. Muchos productores dejan sus tierras y van a terminar como mano de obra de las empresas forestales. Gente que tenía un trabajo decente termina como desempleado o esclavo. Esto en el corto plazo. Porque a la larga, el deterioro de los suelos qeu va a traer la plantación indiscriminada de eucaliptus, nos va matar de hambre a todos. Y lo más importante, no va a haber trabajo.
No se si reirme o llorar cada vez que hablan de que las papeleras van a traer trabajo.
Lo peor de eso que contás vos es que no sólo los de greenpeace son tildados de cajetillas. Cualquiera que defienda el ambiente, y sobre todo cualquiera que se oponga a las papeleras.

sigmur dijo...

Pero no todo está perdido. Hace 40 años, el militante por los derechos humanos era visto por la izquierda de forma parecida al militante ecologista hoy. Eso sí, en el medio tuvo que ocurrir una gran macana (las violaciones a los DDHH en la dictadura) para que el asunto pasara a la tapa de la agenda del FA.

Sobre la ecología: es una técnica administrativa, estamos de acuerdo. Economía ambiental, como le digo yo. Dudaría bastante en ponerla en el mismo plano que la matemática o la lógica, o que la filosofía y la literatura. Pero eso nos desvía demasiado.

benito dijo...

Claro, pero esa es la mirada humanista, es decir: seamos ecologistas porque el planeta tiene recursos limitados de los que ya hicimos mierda la mayor parte, y si queremos que la raza humana no se extinga como los megaterios, tenemos que encontrar otra forma de administración ambiental.

No me molesta porque en la práctica este humanismo ecologista apunta y apoya las mismas cosas que yo. La diferencia es que ese punto de vista ve a una garza y piensa que hay que preservarla porque tal vez su estructura genética contenga, yo qué sé, la vacuna contra el cáncer. Yo en cambio, que soy primitivo, veo a la misma garza y pienso que tiene tanta vida y magia dentro de sí misma como un niño dinamarqués, y que puesto a elegir entre uno y otro no haría apuestas automáticas (al fin y al cabo los niños dinamarqueses no corren peligro de extinción). Y, por otra parte mi punto de vista debería coincidir con el ecologismo humanista en algo que, sin embargo, no suele ser reclamado: yo creo que uno de los derechos humanos más importantes es el derecho a la soledad, el derecho a que haya lugares intactos y vacíos. Quiero que mis hijos -y los de los obreros que trabajan en Botnia- tengan el derecho de bañarse en un río donde puedan ser devorados por las pirañas, o servirle de almuerzo a un grupo de pumas famélicos. O escuchar el sonido puro de un paisaje vibrando sin intervención humana ni muzak. Eso no tiene precio.

O sí lo tiene; los ricos, los dueños de las fábricas, los que promueven el desarrollo a toda costa, saben que eso es valioso. Por eso se van a vivir a barrios privados lejos de la ciudad y llenos de pajaritos, a estancias privadas sin ciudades alrededor del casco, a islas privadas.

Admito que mi punto de vista no es el más fácil de defender, pero yo no soy cristiano -que Dios y la Vírgen María me protejan de serlo- y no creo que el ser humano tenga el monopolio del alma.

sigmur dijo...

Tiene sí el monopolio de la razón.

Entre el niño danés y la última garza, el niño, a menos que esté tan hambriento como los de López Echagüe y ya no pueda charlar conmigo.

Robertö dijo...

Yo lo veo como una forma de evolucionar. Quiero decir. El ser humano consume y abusa de lo que hay hasta que no hay. Entonces se extingue o mejora. Las demás especies no se pueden adaptar con la velocidad de la gran puta que lo hace el hombre. Hoy leía que los demonios de tasmania disminuyeron su población en un 40 por ciento en unos pocos años a consecuencia de un cancer que le ataca la boca y la cabeza y aparentemente es altamente contagioso, una especie de sida humano. No es dificil imaginar la mano del hombre no muy lejos de ese tipo de calamidades, pero el bicho no tiene mucha capacidad para evitar males que ni siquiera comprende. Es casi lo mismo que un ave Dodo cuando vio corriendo hacia sí una jauría o un grupo de marineros con hambre por primera vez, no tuvo tiempo de seleccionar a sus individuos más capaces para ir mejorando la especie y compartir el espacio con sus depredadores. Y hoy por hoy el único bicho capaz de evolucionar y cambiar la realidad es el hombre. Y el hombre precisa a los bichos y los arboles porque hay un sistema interactivo que se llama biósfera que hace que entre todas las partes se mantenga el equilibrio químico que hace que todo esto sea habitable.

A los efectos bioquímicos posiblemente sea más valioso un guacamayo o una rana cohete que el rubiecito danés. O sea, no se sostiene un mundo lleno de gente decente pero sin ballenas y bichos.
A lo mejor ese mundo ideal te dura un par de meses y después la Tierra se transforma en Venus o Marte. Y te metés la gente decente en el ñongo.

benito dijo...

Por otra parte, seamos honestos Sigmur, tu conocimiento del danés es próximo a la nada, por lo que tus posibilidades de conversar con el botija de Copenhague son tan inexistentes como las de hacerlo con la garza.

sigmur dijo...

Röbert, entonces vos pensás, igual que yo, que lo más importante es el hombre como especie. Diferimos en que para mí cualquier hombre va antes que cualquier cosa no humana. Y en que es bravo elegir entre hombres.

Benito, alterando un pelito la frase de Borges: con un poco de inglés antiguo y alemán se puede comprender cuaquier lengua del Norte. Y el niño, si se recupera de la inanición de la que YO lo SALVÉ gracias a haber ASESINADO a la ÚLTIMA GARZA, va a aprender español mucho más rápido que yo danés.

benito dijo...

Ok, entonces vos suscribís a la idea de que cualquier hombre es más importante que una especie entera de animales o un ecosistema entero. Me extraña una concepción tan cristiana y filantrópica, pero me parece que se basa en tu profunda fobia hacia el reino animal. Pero volvemos a hablar de casos hipotéticos. No sería en cambio hipotético el hablar sobre la prohibición de la caza de ballenas a los noruegos, que los noruegos levantan cada vez que les parece bien o que algún rubio tiene ganas de tener un nuevo i-pod. Y ahí hay un caso claro: un rubro laboral y una industria que, regida por la lógica de la competencia capitalista, puede dejar al Atlántico con tantas ballenas como el Miguelete. ¿Me importan esos pescadores noruegos? No, sinceramente no: que vayan a la fila de los desempleados y me importa tres carajos a la vela. Que se busquen un nuevo laburo, como lo he hecho yo, que nunca laburé matando animales.

Los chinos, eliminaron este año a una especie clásica de manatíes del río Yang-Tsé, con los que generaciones de chinos pre-capitalistas (no me vengan conque China es un país comunista) habían convivido durante miles de años. China es el país de mayor pujanza y crecimiento económico y tiene toda la tecnología posible a su favor, pero igual terminaron con una especie que, pongamos para los humanistas, podía haber tenido la vacuna del Sida o el secreto de la telepatía en sus genes.

El año pasado dos estancieros uruguayos de distintos departamentos se encargaron de dejar en claro que dos especies de mamíferos grandes que se creían extintas en Uruguay, una clase de gato montés y una especie de zorro gigante, todavía existían cuando el siglo cambió, pero por desgracia ya no existían más porque estos buenos señores las habían cazado (en el caso del estanciero de Salto que terminó con los gatos monteses, el hombre se encargó de eliminar a una familia entera de estos). A ninguno se le aplicó siquiera una multa.

Porque no importa una clase de felino orgulloso que estaba aquí antes de que a Solís se le ocurriera siquiera embarcar, lo que importa es que un canario ignorante vio un bicho raro que le podía comer a una gallina y le metió un tiro. Podía haber hecho lo mismo con el primer extraterrestre que intentara contactar a la raza humana para salvarla.

Pero, repito, no importa: importan los niños con hambre, que supongo habrán visto su hambre saciada con carne de gato montés. Yo, desde un punto de vista ecologista, no me preocuparía mucho por los niños con hambre. Si te fijás, cada día hay más y no parece que vayan a extinguirse.

benito dijo...

A mí lo que me impresiona es la visión positivista, la que dice "está todo bien porque la ciencia va a encontrar como arreglar todo en el futuro". Más allá de que esto no es deseable para mí porque, repito, es necesario que haya parajes intactos por el hombre, donde se hable en lenguajes no humanos y haya eventos fuera de control y aprovechamiento.

Pero hay un nuevo positivismo que no sólo cree lo contrario sino que además ve un mundo invertido donde lo blanco es negro y viceversa. El ejemplo local más notorio es el en apariencia racionalista periodista todo-terreno Gerardo Sotelo. En una entrevista televisiva con el cineasta Montes-Bradley, el enemigo de las asambleas entrerrianas, Sotelo se puso a pontificar en contra del "pensamiento único" que no soportaba el disenso. ¿Hablaba del pensamiento único de la economía neoliberal o del fundamentalismo religioso de algunos países? No, para Sotelo el "pensamiento único que no tolera el disenso" es el ecologismo. Dan ganas de reírse o llorar: si bien hay un consenso científico de que la humanidad se está yendo al caño por mano propia a toda velocidad, no hay una sola potencia en el mundo que tenga algo más que regulaciones cosméticas y totalmente insuficientes en los temas ecológicos. Pero Sotelo se enoja y se pone en el bando de los perseguidos por el pensamiento único ecologista que al parecer no deja al mundo comportarse exactamente de la forma en la que se está comportando.

No fue un lapsus, días después Sotelo publicó una columna en Montevideo.comm en la que sostenía algo muy similar y que podría resumirse en decir "quemen todo, que el desarrollo económico y científico nos va a salvar igual".

Hoy lo escucho en Radio Sarandí y su compañero en el informativo lee una noticia sobre los peligros del calentamiento global. Cuando termina de decir estas últimas dos palabras, Sotelo le agrega "supuestos...".

Anónimo dijo...

entonces estás a favor de controlar la natalidad, Benito? No se me ocurre otra forma de evitar que se sigan devastando los espacios naturales?

Podés dejar el link al artículo de Sotelo?

Me parece demasiado decirle positivista Sotelo. Digamos que ese tipo de calificativos se utilizan para científicos y Sotelo dista bastante de serlo.

benito dijo...

Tuve la sana intención de poner el link de la nota, pero Montevideo.comm hizo una reconversión de sus espacios de columnistas, pasándolos al formato de blog, y en estos están solo las columnas recientes (la de Sotelo fue, si no me equivoco, la inmediatamente anterior a la primera que salió en formato de blog). No pude encontrar la página de archivos de columnas, si es que existe.

Con respecto a lo de "positivista", yo le digo así a todos los que tienen un fe ciega en las virtudes de la ciencia, sean científicos o remiseros. Sotelo es, en mi opinión, un tipo mucho más preparado que sus colegas lee-noticias y un tipo con opinión propia. El problema es que esta opinión suscribe por completo al ala más moderna del neoliberalismo puro y duro, es decir, del cuento de la doctrina del camino único y la reforma inevitable, del peligro populista, del mercado regulador, etc.

Cuando habla de drogas o libertades individuales, por ejemplo, yo suelo estar muy de acuerdo con él, pero cuando habla de ecología me dan ganas de matarlo.

El ecologismo se ha vuelto, decidamente, la filosofía más impopular y más odiada -a izquierda y derecha- en el Uruguay Natural.

Anónimo dijo...

No sólo vos le das ese uso a "positivista". Lo hace la mayoría de los científicos sociales posmodernos y lo hacen con un sentido denostativo, que no comparto para nada. Yo tengo fe en la ciencia (no ciega), y también soy ecologista. La ecología es posible gracias a la ciencia. La ciencia no sólo sirve para destruir, también para conservar. Yo creo que en gran parte los ataques al "positivismo" son infundados y que de ninguna manera se lo puede asociar al neoliberalismo, más allá de que es común que se haga.

Estuve leyendo los artículos de Sotelo y coincido con vos. Yo lo mataría cuando habla de economía. Utiliza el mismo marco teórico que el resto de la derecha uruguaya, una mezcla de prejuicios y de adaptaciones, versión local, de las teorías neoliberales. Y es verdad que se maneja mejor que sus colegas, se conoce bien el verso y sabe escribir. Pero lo que explica sigue sin ser teoría económica.

benito dijo...

Ah, y me olvidaba. En realidad no sólo estoy a favor del control de la natalidad, sino que estoy a favor de la eugenesia. Para mí -a diferencia de lo que piensa el resto de Occidente y los seguidores del "creced y multiplicaos"- no todo el mundo tiene derecho a ser padre, y tener más de dos hijos por pareja es un despropósito.

No soy tan radical como para sugerir que se debería practicar el aborto obligatorio en los casos de exceso (aunque a juzgar por la total y completa irresponsabilidad con la que los sectores más ignorantes de la población se comportan en relación a la paternidad, en ocasiones parece una idea atractiva), pero creo firmemente que el Estado -inclusive este, porque mientras exista desempleo no puede hablarse de paises despoblados- debería desalentar la procreación. ¿Alguien tiene alguna duda de que con décimo de la población mundial actual, la humanidad viviría mucho más feliz (por no hablar de los animales), el hambre, el desempleo y el agotamiento de los recursos naturales serían una fábula y de cualquier forma se mantendría la diversidad, la variedad y la inabarcabilidad del ser humano? Un décimo de la población mundial actual serían unos 660 millones de humanos, lo que me parece una cantidad más que suficiente de amigos posibles. De hecho el ser humano no está tan desnaturalizado como para no sentir esto en sus genes; en las sociedades más avanzadas la eugenesia se ha comenzado a dar en una forma natural y la mayoría de los países más cultos y ricos tienen una tasa de natalidad negativa. Eso sin embargo es visto como un pecado o un signo de decadencia genética en los países del tercer mundo, donde la religión impera y la mano de obra abundante asegura mano de obra barata. Y ahí está el secreto de la sobrepoblación: el control sexual de las religiones y la multiplicación del mercado capitalista. Tanto para el vendedor de celulares como para el predicador de la palabra de Cristo cuanto más personas mejor, aunque no haya espacio ni comida para ellos. Aunque eso signifique renunciar colectivamente a la intimidad, el silencio y la naturaleza libre, las tres cosas que más me gustan en este mundo.

Robertö dijo...

No Sig. A mi ni siquiera me parece interesante ponerme a pensar si el hombre es más importante como especie. Ultimamente lo veo como si yo te preguntara si te son más importantes tus neuronas, tus globulos blancos o tus corpúsculos de malpighi. Es lo bueno, todos lo vemos como se nos canta.
Por otra parte, por estos días se está dejando morir un delfín porque le pasó una desgracia a la mujer con la que trabajaba a diario. Al mismo tiempo veo todos los días gente que no le importa un sorete los demás. En la televisión es un buen lugar para encontrarlos, pero están por todos lados.

La atmósfera es una combinación de gases muy inestables y es realmente un misterio por que químicamente no sube un par de puntos el contenido de oxígeno o el ph del agua no sube otro tanto y se atraviesan los límites de las condiciones de vida. Se atribuye todo esto a formas de vida minúsculas (¿mucho menos importantes que el hombre como especie?)que perviven a traves del equilibrio milenario de cadenas tróficas que se están comenzando a alterar drásticamente.

Benito. Desconozco lo del manatí que decís pero justamente escribí un post cuando unos científicos recorrieron el río yangtze y no encontraron ningún ejemplar de Baiji, un delfín de agua dulce muy similar al del amazonas. Lo declararon extinto hace un par de meses.

De todos modos, no descarto que el hombre aprenda a vivir en conjunto con millones de eucaliptus, hectareas de fitoplancton y unas cuantas especies más que le sean útiles. Pero veo infinitamente más divertido vivir en un sitio con ranas cohete, termitas y leopardos de las nieves, aunque en apariencia no sirvan para una mierda.

benito dijo...

marujita: yo no soy precisamente un ludita y creo que, como en todos los utensillos creados por el hombre, lo que hace mala a la ciencia es su uso, no su idea. Creo de cualquier forma que uno no tiene por qué ser un oscurantista apocalíptico para descreer que sea justamente la ciencia la que vaya a salvar el ecosistema. De hecho las intervenciones humanas sobre el ecosistema, incluso las supuestamente benéficas suelen desbalancearlo tanto como la contaminación.

robertö: el manatí no es el que se extinguió sino el que escribió el comment. Había leído lo del delfín y no sé por qué mi mente lo convirtió en un manatí; por lo menos no le erré al género de mamífero.

Robertö dijo...

Lo de darle la garza al niño danés es una buena alegoría acerca de que cualquiera de nosotros con hambre se comería a la última garza.
Estamos programados, mayormente, para eso.

Anónimo dijo...

Yo no tengo una opinión formada. Pero creo que van a empezar a aparecer cada vez con más frecuencia teorías a favor del control de la natalidad, algunas más razonables y otras directamente nazis. Y no sólo teorías. Probablemente se terminen justificando hechos que en otras circunstancias, donde no estuviera en juego la supervivencia, no tendrían justificación.

No se a que llamás eugenesia natural. Ahora yo pongo en duda que una tasa de natalidad negativa en los países ricos y que vos llamás más cultos, implique necesariamente que se están reproduciendo los mejores genes. En general las sociedades tienden a perpetuar a los que mejor se adaptan, que no tienen por qué necesariamente ser los mejores. Una sociedad conservadora como la uruguaya premia a los conservadores y castiga a los transgresores. A los verdaderos transgresores, no los que parecen transgresores. De ahí que gente como Gerardo Sotelo o Nacho Alvarez sean los modelos exitosos a imitar y que definirte como partidario del liberalismo económico, aunque no tengas la menor idea y tu argumentación esté al nivel de la comprensión de un mono, sea lo políticamente correcto y socialmente más conveniente.

benito dijo...

No, ojo, yo creo que la tasa de natalidad negativa de algunas sociedades puede estar alertada por algún atavismo genético que le dice a los tipos "somos muchos, somos demasiados", pero al mismo tiempo es un triunfo racional, es decir, totalmente antinatural (o por lo menos no instintivo). Yo no creo que sean mejores genéticamente por ello, creo que es simplemente un asunto cultural ligado directamente a la riqueza: una persona con el estómago satisfecho y acceso razonable a información (además de opciones de entretenimiento) no necesita procrear como un conejo para sentirse alguien y puede llegar a la conclusión de que hacerlo puede ser malo para su especie, su sociedad, su familia y hasta para sus hijos en potencia. En todas las sociedades avanzadas se ha llegado más o menos a esta conclusión y las que tienen una tasa de natalidad alta es gracias al fenómeno migratorio.

De cualquier forma yo creo que en esos temas la ignorancia no es excusa, pero eso es otro tema.

Candida dijo...

Por suerte pude leer algo interesante en la internes luego de un tiempo aburriendome.

Bien por tu regreso y los dos artículos sobre La Pedrera me parecieron fenomenales así como el de López Echague.

Te mando un abrazo y nos vemos uno de estos días.

Schonberg: o el mismísimo magnánimo.

Anónimo dijo...

No puedo estar más de acuerdo contigo Benito.
Soy vegetariana, trato de consumir productos que no utlicen animales para experimentas (digo trato porque estas empresas son casi monopolicas en productos "básicos") ni ingredientes animales y todo el tiempo soy cuestionada. Parece que es más inteligente dejar a conejos ciegos para usar el shampoo que publicitan, o para que no se me noten las arrugas.
Que nos hace pensar que somos mejor especie que otra? Porque mi vida vale más que la de mi gato, un pollo, una vaca?. Yo no sólo creo que los humanos NO tenemos el monopolio del alma, sino que se las veo más fácil a los animales.
Entre el niño danés y la garza no lo dudo. La garza va a hacer mucho menos daño.
Me indigna de sobremanera la forma en que el hombre decide sobre ecosistemas y especies que no le pertenecen, y enarbolan banderas mentirosas (desarrollo, hambre etc), si hubiera mundialmente una distribución razonable de las riquezas que se explotan hoy no necesitariamos seguir destruyendo.
Además, que va a hacer Uruguay cuando el monocultivo de Eucaliptus haya secado los suelos, cuando ya ni las 4 personas por hectárea que se emplea en una plantación de estos sean necesarias?. Las plantaciones existentes hoy sólo van a abastecer a las plantas los dos primeros años, después cual es el plan? Expandirlas como cancer hasta que sequen todo?. O empezar a gestionar la implantación de maquiladoras?
Me resulta indignante toda esta situación, ese nacionalismo berreta que hay alrededor, y esa idiosincracia de no ver más alla de la punta de la nariz. No ver que esto no es un partido de futbol y las plantas la copa que se le gano a Argentina. Es la idiotez llevada al extremo, se va a acabar con especies - que perdón pero para mi un animal vale más como vida que muchos humanos que conozco (o conocemos todos)-, con todo un ecosistema (acuatico y terrestre) y llamamos a eso desarrollo cuando sólo vienen por la mano de obra barata y por lo que pueden negrear, y aparte vamos a amanecer con muchos más problemas.
La soberbia humana no deja ver estas cosas.
Realmente el mundo sería un mejor lugar si sólo se acabara con el hombre.
Y completamente de acuerdo en el control de la natalidad, no puede ser que la gente sin ingresos tenga hijos como trofeo o para cobrar asignaciones, bueno esto puede y es, no puede ser que no se regule.

benito dijo...

yo personalmente admito una cantidad de ocasiones en que un ser humano puede y debe matar un animal (ni siquiera soy vegetariano, aunque como poca carne y de pocos animales), pero no admito ninguna ocasión en la que sea admisible exterminar una especie o un ecosistema. Ni por todos los niños con hambre de el sertao.

Anónimo dijo...

Darklord: muy cierto, Dragón, pero uno por ahi que está acostumbrado a ese tipo de supuesta corrección política un poco pelotuda (por ser un poco sutil), no...es como que no se termina haciendo cargo de sus palabras.
Por otro lado es ciertamente cómico lo que pasa con los "ambientalistas" del lado argentino, que tienen cierta preferencia "extraña": solo para ejercitar la memoria recuerdo que no hace mucho, cuando lo de las asambleas a las márgenes del río, un muchacho de la federación agraria protestaba en contra de las pasteras por lo que producirían....meses más tardes (no años....meses)este mismo "hombre de campo", empesta a sus vecinos con agroquímicos para mejorar la rentabilidad de su campo sojero.
Y casi al mismo tiempo,por esas tierras, cuando a unos cuantos kilómetros los toas en la provincia de Chaco se mueren de hambre (no es un eufemismo, se mueren de hambre de verdad), la misma gente ecologista a favor de preservar esta fuente de vida que es el río, se da el lujo de tirar 25000 litros de leche al costado de la banquina y unos cuantos kilitos de carne para cortar la ruta.
La verdad que me tienen un poco podrido: por un lado la derecha argentina, que no podría llegar a ser más gorila y reaccionaria, más allá de eso no hay nada...Por el otro la supuesta izquierda, que apunta al librepensador, al que no piensa como lo pro(im)pone la maravillosa e iluminada izquierda argentina (perdone señor pero a la del querido país hermano no la conozco)para rotularlo como fascista.
Cada día estoy más convencido que la salida es una improbable y responsable (por ello improbable) anarquía.
Saludo, te dejo la dirección del blog. por si te interesa: http://eclipsedelalma.blogspot.com