jueves, 22 de febrero de 2007

Bye, bye love. I think I'm gonna die

Fue una de las noticias del día: un estudio demográfico confirmó que durante el año pasado emigraron unos 17.500 uruguayos, el doble que durante el 2006 y un número acalambrante si se tiene en cuenta la población del Uruguay. Los demógrafos entrevistados demostraron total perplejidad ante las cifras porque, según ellos, no hay ninguna condición que explique este nuevo éxodo porque las condiciones que suelen fomentar la emigración se estaban revirtiendo: el desempleo está bajando, no hay crisis económica a la vista y los requisitos para los inmigrantes en los países preferidos por los uruguayos (EE.UU. y España) se han endurecido. Así que no saben qué pasa, algún demógrafo aventuró que tal vez fuera que un buen número de los emigrados durante la crisis del 2002 hubieran vuelto para buscar a sus familias. ¿Estuvieron cinco largos años sin poder llevar a sus familias?, les preguntaría yo, ¿y volvieron todos juntos?

Yo, que no soy demógrafo pero me gusta especular con levedad sobre los fenómenos misteriosos, me animaría a decir que en una de esas buena parte de esos casi 20.000 emigrados tenga alguna relación con cuatro fenómenos: el casi total olvido de la gerontocracia actual en gobierno de la importancia simbólica de medidas orientadas a la juventud y sus reclamos históricos, la desagradable política exterior y la desvergonzada continuidad de una política económica que se había comprometido a cambiar, la persistente licuación de los salarios -que no han visto reflejados sobre sí mismos el supuestamente admirable repunte económico-, y la pauperización de una cultura cada vez más infiltrada por sus elementos lumpen. No sé qué hizo que se fueran los 17.500, pero esos serían los motivos que me correrían a mí. Me inclino a pensar que buena parte de estos miles de uruguayos eran de los que se habían quedado con la esperanza de que el cambio de signo del gobierno y el arrivo de una administración de izquierda iba a transformar un entorno que ya no soportaban. Después de esperar dos años dijeron: "a cagar".

Pero también puede ser el simple vacío: en los últimos cinco años mi barra de amigos del liceo dejó de hacer sus acostumbradas reuniones para jugar al fútbol o comer un asado, en parte tal vez fue porque estamos todos cada vez más grandes y cargados de responsabilidades, pero el mayor motivo pragmático fue simplemente la enorme dificultad para juntar un número que ameritara la reunión; la mitad de dicha barra se encuentra ahora desperdigada por España, Inglaterra y EE.UU., países donde tuvieron hijos que ya no son uruguayos y que ya los anclan más a esas tierras que cualquier afecto o familia que hayan dejado acá. No es el peor caso; una conocida mía tiene una foto del año 2000 en la que se encuentra rodeada de sus cuatro mejores amigas, con las que hizo toda la secundaria, ninguna de las cuatro vive actualmente en Uruguay. Uno podría preguntarse, en esos casos, dónde está el país propio.

A mí también me sorprendió esta noticia, porque no me había dado cuenta en absoluto de este flujo migratorio. Al principio pensé que era porque alguien hubiera ocultado el fenómeno. Después me di cuenta de que ya no queda casi nadie que yo conozca, que se pueda ir y que no se haya ido ya.

15 comentarios:

Ezequiel dijo...

Tiro una teoria media frutera:
- Antes, en el periodo de la crisis, la gente que se podia ir, se iba, pero como habia crisis, mucha se quedo.
- Esas ganas de irse, se mantuvieron constantes.
- Al mejorar un poco la situación economica - en el rubro en el que yo me muevo, con algunas escepciones, HAY bastante trabajo remunerado de forma bastante razonable - la posibilidad de irse se vuelve más palpable..
- y la gente se va.

mvc dijo...

Lo que le pregunto yo a todos estos economistas, demografos y sociologos es:

¿Cuando exactamente "terminó" la crisis?
¿En serio estan "perplejos"?
¿Son o se hacen?

otra cosa: ¿Cuales son los datos de estos uruguayos que se van? Me refiero a edad, sexo, estatus economico, estudios cursados, etc.

Yo en lo personal hace pila de tiempo que tengo ganas de emigrar, pero mas que nada por el simple hecho de viajar y conocer el mundo y visitar a amigos desperdigados por ahi. Pero sé que estas no son las motivaciones de la mayoría de la gente que se que simplemente buscan un mejor salario o ver si en Europa pueden hacer lo que no han encarado aca.

benito dijo...

En realidad no me parece nada frutera la teoría de Quese: un tipo desocupado en la crisis tiene la esperanza de conseguir determinado laburo para no tener que irse. Lo consigue y piensa "¿esto es todo lo que hay? ¿este es el techo?" Se da cuenta de que sí, que ese es el techo acá. Y se va a la mierda.

El asunto, el gran asunto, es que los lazos se han vuelto muy débiles.

Lo que dice mvc es otra de las grandes preguntas: el cuándo terminó la crisis y empezó la bonanza que tendríamos que festejar. Yo me pasé el 2002 desocupado, ahora trabajo en lo mismo que trabajaba en 1999 pero en un puesto mucho más alto. Gano (en dólares) más o menos la mitad de lo que ganaba en 1999 y mi poder adquisitivo es bastante menor. Uso mi caso porque es lo que le pasó a practicamente todos los asalariados privados, es decir, se terminó la crisis, hay algo de laburo de nuevo, viva, viva.. pero son todos laburos licuados hasta el punto de que para la próxima reforma tributaria, un salario de menos de 1.000 dólares debe considerarse un sueldo de privilegiado. Si, claro, salimos de la crisis. Convertidos en una maquila.

Prudencia dijo...

Recién caigo en la cuenta de que soy parte de la estadística, aunque por motivos estadísticamente irrelevantes (debo ser la única que se fue porque se enamoró de un paraguayo). Aunque irme no estaba en mis planes, a veces tenía y tengo la sensación de que Uruguay es un país muerto. No digo que no haya lugar para algún que otro proyecto individual y hasta grupal exitoso, y sigue siendo un lugar inmejorable para hacer amigos, vivir tranquilo (si tenés trabajo) y salir a la calle con razonables expectativas de volver ileso. Pero como proyecto colectivo se le acabó la cuerda, salió fallado; podría haber quedado muy bien, pero de alguna forma la cagamos. Como decís, la última esperanza que quedaba era el cambio de gobierno, y ahora ni eso. Capaz que soy demasiado derrotista, pero esa es mi sensación.
(El país en el que vivo ahora no es un paraíso, ya se sabe, pero me duele menos. Y el 51% de la población tiene menos de 20 años, lo que hace que las cosas se vean, si no mejores, al menos distintas).

Robertö dijo...

Está bien lo que dicen todos. Pero también es cierto que el fracaso no es con nombre propio (Uruguay). El mismo fenómeno se da regionalmente y la verdad ya no existe la alternativa de emigrar a Argentina o Brasil, como hace 30 o 40 años, lugares que nos quedarían más a mano. La realidad es que américa estuvo durante décadas haciendo el juego a la colonización y yo creo que el despegue de Brasil puede provocar por su inercia un polo difícil de controlar para el mundo ordenado, al igual que lo es China e India en Asia. Quiero decir, que creo que la dinámica podría llevar a equilibrar los platos de la balanza.
Por otra parte, como es arriba es abajo, como decían los herméticos, veo el mismo fenómeno migratorio adentro de Montevideo. Los barrios periféricos se envejecen porque los jovenes se van hacia lugares centricos o a la costa y en los barrios quedan los viejos y los jovenes sin horizontes. Todo esto es por el factor (no tiene mucho que ver con el post, o nada) desequilibrante de las macrosuperficies comerciales que hacen que se destruya absolutamente la actividad comercial barrial y que no sean necesarios más creación de empleos en los barrios que unos cuantos cajeros de supermercado a razon de unos 4000 pesos mes. Eso hace también que la vida social entre un barrio costero y un barrio periférico sea abismal. En mi barrio no hay un puto lugar de esparcimiento, y parece que la vieja política de Tabaré de sacarle más a los que tienen más también implica solapadamente hacerles más mimos y brindarles mejores servicios. Entonces las asimetrías se hacen cada vez más abismales.

Anónimo dijo...

Benito! leyendo un comment de kill your taste aparezco repentinamente en tu nuevo blog. Un gusto, supuse que andabas haciendo algo, FYT estaba demasiado muerto.

La cuestión inmigrante me toca bastante directamente. Actualmente tengo la posibilidad de viajar con mi grupo a canadá, y puede que aparezcan ofertas para tocar allá. Algo te ancla a tu país, de eso no hay duda, tu familia, tus amigos, novias, barrios.
Ahora bien, muchos rubros tienen un techo muy bajo aquí (yo soy argentino, el caso es diferente, si, pero hay algo de lo que cuentan en capital federal) en lo que confiere a las artes, sobre todo si querés hacer algo que no pueda leerse como "autóctono de sudamérica", y también en las ciencias informáticas, biológicas, matemáticas, a excepción, claro, de que quieras trabajar para un laboratorio de producción de soja.

Creo que mucha gente que se destaca en lo que hace acá, se da cuenta efectivamente que su país queda chico para sus ambiciones. Y se van, a buscar algo mejor, mejores condiciones de trabajo. Lo que queda en evidencia es como eso se antepone al lugar donde creciste, esa falta de apego al país de uno.

Stephanie Biscomb dijo...

"...se da cuenta efectivamente que su país queda chico para sus ambiciones".

Eso era exactamente lo que quería decir. Yo la tengo clara que me voy desde los 12 años, por ahí. Llegó la primera oportunidad - cuando terminé el liceo - y me dió cosita. Me quedé.

Ahora me recibo en los próximos meses, y con eso, pasa el tren otra vez. Y esta vez me voy. Quizás mi caso sea un poquito diferente, ya que mi viejo no es de acá y entonces se me abren las puertas al exterior mucho más fácil. Tampoco se si me voy a vivir para el resto de la vida, es lindo no saber qué va a pasar a veces. Pero me voy.

Sí, seguro, muchas veces me siento culpable, aunque no sé bien por qué. Pero después me acuerdo que tengo 23 años y sigo viviendo con mis viejos a pesar de tener un buen trabajo de 7 horas en una de esas grandes empresas de software que tanto empleo dan.

Me acuerdo de eso and I can't wait.

benito dijo...

Bueno, ahí está uno de los grandes asuntos: para muchos jóvenes uruguayos la única forma de poder salir de la casa de sus padres es salir del país. Las sucesivas administraciones no sólo no operan para producir atractivos simbólicos para que los jóvenes se queden en Uruguay (como legalizar el porro o el aborto, no, no es una broma) sino que además siguen completamente ciegos a la realidad de la ridiculez salarial en el sector privado y una muy buena parte del sector público.

Los viejos portavoces del gobierno, todos con sueldos que promedian los 50.000 pesos, te hablan de un salario de 10.000 como un salario decente y casi privilegiado. Si, claro, el problema es que son apenas 400 dólares y que esta sigue siendo una economía dolarizada, y que aún ganando 10.000 pesos -supuestamente un buen salario para un joven- después de pagar 5000 por un alquiler nada ostentoso, y unos 2000 más (con mucha suerte) por los gastos fijos de luz, agua y teléfono, los cien dólares restantes no dan como para vivir mucho o hacer mucho futuro.

Les importa un carajo, han perdido miles de millones de dólares en profesionales emigrados y les importa un carajo. Culpa nuestra por apoyar partidos de gerontes.

Anónimo dijo...

Tambien incide eso que decis de donde esta el pais propio. Lo propio son tus amigos, tu familia, tus afectos. Una vez que eso se desdibuja, los lazos con el territorio son mas debiles. Yo estoy fuera de Uruguay desde hace 5 años pero ya habia pasado casi media vida viviendo en otros lugares. No me fui porque no tuviera laburo (como vos pero en 2001, ocupe un cargo mas calificado que en 1999 por la mitad del sueldo), creo que me fui por asco y por aburrimiento del pais. No de su gente ni de mis amigos, parte de los cuales tambien se ha ido. Esos motivos son muy personales e intangibles lo que no quita que muchos puedan sentir igual.

benito dijo...

Uruguay es como una pareja adicta a las drogas o a la infidelidad: no importa cuánto la quieras, no importa las promesas que se hagan, siempre termina decepcionándote.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo con que hay que atribuir las razones de la emigración a la falta de expectativas de los jóvenes. De todas formas me parece que es mucho más grave el problema. Hay discriminación hacia los jóvenes en Uruguay. Por ej las estadísticas de empleo te muestran que la mayoría de los desocupados son jóvenes, mujeres y de sectores socioeconómicos más humildes. O sea, si sos mujer joven y pobre y tuviste la desgracia de nacer en Uruguay mejor matate. Y no lo digo en joda. La discriminación no sólo se puede observar en las condiciones de empleo más desfavorables para los jóvenes y en otros indicadores. La discriminación está institucionalizada. Desde las leyes se discrimina a los jóvenes, cuando se establece que para ser Senador, Presidente de la República, etc, tienen que tener más de 40 años. No sólo eso, no hay límite superior. O sea que alguien de 80, 90, podría tranquilamente ser presidente. Uno de los ejemplos más absurdos son los ministros y los líderes de la oposición, como Batlle y Sanguinetti que deberían estar en la plaza dandole de comer a las palomas.

sebaxxxtian dijo...

sabia que ibas a volver en forma de blog.


saludos benit

Hernan dijo...

en definitiva todo esto es demasiado triste.
yo no me quiero ni mover de mi provincia por mis cercanos, pero eso también duele, todo duele, duele con tristeza, como decía.

Anónimo dijo...

No sé por qué, leyendo los comentarios, que creo muy acertados (lo dice un emigrado -me fui, aunque mejor sería decir me quedé afuera, a principios de 2006- que no lo es completamente por motivos económicos y que mira a otros emigrados), se me representó de pronto la carucha de Astori.

Me refiero, me explico, a su carucha de "eficiente", de "duro". Estoy seguro de que esa dureza, eficiencia e intransigencia se multiplicaría por veinte cuando tuviera que mandar a cagar a los que intentaran explicarle lo de la gerontocracia, y sobre la enorme decepción que estamos padeciendo, como bien decís o de allí se infiere, los que estamos afuera, sorprendidos de que nos pueda resultar indiferente volver (¿es posible que lo sintamos así?) con el papelón internacional que estamos haciendo en más de un frente (y hacia adentro, heridos en lo poco que nos quedaba de satisfacción por la que íntimamente queríamos todavía creer como una cultura, si no excesivamente educada, en el sentido de instruida, al menos rebelde y firme frente a ciertas cuestiones, principalmente éticas, ante las cuales vemos a nuestros duros hermanos, los que se quedaron, los que aguantaron, como presos de la misma indiferencia que terminamos padeciendo los que vemos el circo de afuera, o directamente apoyando la situación contraria a la nuestra, que en nuestro caso casi nunca es la del gobierno -y esto respecto a quienes también confiesan haber votado por el EP-FA-NE en el 2005).

¿Llegaron a ver la amena entrevista que desde Búsqueda (creo que Alvariza) llegaron a hacerle a su despacho, muy interesados en conocer sus opiniones sobre el cine pasado y el actual?

Si de despachar se trata, Danilo hace buen provecho con la mínima mención a una ley de cine, y no se cansa de dejar bien en claro, cada vez que deba mencionar cualquier película que pueda hacerlo sospechoso de connivencia con algún pensamiento "inteletual", que defiende, eso sí, siempre, como un superministrito cualquiera, la presencia y el estreno del último y más ruidoso cine comercial. Pero como no creemos que el tipo hable pensando en lo que van a decir en la embajada del Parque Batlle, ahí cerquita del Monumento al Fóbal Mundial, más bien pensamos que sólo fue un perdonable (para nosotros imperdonable) capricho el del periodista que permitió que la entrevista pegara ese volantazo a la altura de "Ladrones de bicicletas".

Y aún consciente de la habilidad para la edición favorable a sus intereses de medios como éste (una cuestión siempre subjetiva y por lo tanto muy apasionante), me dio ganas de que la etiqueta bajo la que se enmarca este ilustrativo post comenzara a cumplirse con el susodicho duro e intransigente hijo de las mil caras, que al menos podrían hacer reír como las de Sapag.

Brindo por el regreso, muy bienvenido, y larga vida a la Bestia.

Anónimo dijo...

Benito, no se quién carajo serás pero descubrí tu blog ayer por casualidad y desde entonces no puedo parar de leerlo y releerlo, le diste voz a muchos de los fantasmas que llevo dentro.

Hace 3 años que estoy afuera del país por trabajo y duele constatar que hago un esfuerzo por buscar los lazos y me cuesta volver, más que la guita me da miedo achatarme y convertirme en camarón, con el consabido destino de todos los camarones. No soy montevideano y de sólo pensar en que me tengo que buscar casa (xq laburar en el interior se me hace casi imposible y por lo tanto adiós mitad del sueldo), me mata la angustia.

Mantengo también una relación de amor-odio con Montevideo que brillantemente convertiste en metáfora, aquello de la mina linda haciéndose dar x 200 pesos en un queco del Cordón.

A veces lo pienso y a mi mismo se me antoja que son pequeñeces, pero tomar decisiones está difícil (vuelvo?) y darse cuenta que te equivocaste debe doler aún más.

Hablando de esto con otro autoexiliado colega le contaba que me sentía como si fuéramos arbolitos, nos transplantan de un lugar a otro dependiendo del cliente que nos contrate, y que ese desapego me estaba matando. La respuesta fue sencilla pero no menos brillante: "Sos un arbolito, el cantero te lo va a poner siempre el laburo o la mujer". Me queda esa frase como enseñanza y me asusta saber que me pusieron el cantero fuera de fronteras, al menos hasta ahora.