Hace unos días vi la película Party Monster (Fenton Bailey, Randy Barbato, 2003), una biopic de interés limitado -más allá de la posibilidad de ver a Macaulay Culkin haciendo un papel de adulto- sobre Michael Alig, James St. James y sus Club Kids. Tanto los nombres de estos como el de los Club Kids no son precisamente populares en estas latitudes, pero sin embargo su influencia ha sido crucial en la cultura popular más o menos hedonista de la última década y media. En cierta forma toda la estética del electro-clash, parte de la escena dance contemporánea y muchos de los llamados "mediáticos" televisivos son directos herederos de esta generación de nietos espirituales y algo desaventajados de las superstars de Andy Warhol & cía.
Michael Alig -en estos momentos encarcelado por haber asesinado a un amigo dealer- y los suyos eran básicamente personajes nocturnos a los que les gustaba vestirse y/o disfrazarse en formas chocantes, convirtiéndose en el centro de atención de cualquier fiesta a la que iban y consiguiendo eventualmente volver de su presencia su profesión, siendo contratados para poner su nombre y figurar en cualquier fiesta y/o boliche que quisiera estar más o menos de moda. Los Club Kids llegaron a hacer giras por todo EE.UU. a pesar de que no sabían "hacer" nada, sino que simplemente "eran". Un concepto muy Warhol del estrellato ("we don't have sound but you're so great you don't have to speak"), pero en esta ocasión sin que hubiera siquiera un mecenazgo artístico atrás que lo articule y que disponga el tinglado por donde se movían estas criaturas de supuesto charme ontológico. El no tener ningún trasfondo genuinamente artístico, más allá de su culto y amistad con el performer inglés Leigh Bowery, es el simple motivo por el que los Club Kids no produjeron ninguna obra creativa con la que se les pueda relacionar, ya que ni siquiera se puede hablar de una cierta homogeneidad en sus disfraces y el baile con el que se les suele asociar, aquella fugaz moda llamada "vogue", era en realidad una creación carcelaria de los pabellones de presos gays de Rikers Island.
Totalmente autoconscientes de su carácter de freaks profesionales, los Club Kids se especializaron en asistir a talk shows como el de Geraldo y escandalizar a la chotez estadounidense con sus peinados, maquillajes y declaraciones venenosas que en el fondo confirmaban todo lo que un buen cuáquero sospecha: los homosexuales y los drogadictos son desviaciones que no saben hacer nada, y ni siquiera son buenas personas. Hay varias aristas simpáticas en el hedonismo desfachatado de los Club Kids, su aparente liberalismo y su supuesta invitación democrática a la fama, y sin dudas James St. James -el más creativo del grupo- debe ser un tipo divertido, pero llama la atención lo restrictivo, discriminatorio e integrado al sistema que era este movimiento de apariencia contracultural. Más allá de la descarada homosexualidad de la mayoría de sus integrantes, casi todos estos provenían de familias de clase alta -y estamos hablando de la clase alta de New York, imagínense-, y uno de sus mayores placeres y poderes era el de ejercer distintas formas de exclusión y/o discriminación en nombre del glamour. ¿Una república privada en la que los freaks imponen sus reglas? En realidad tampoco, los Club Kids eran empleados de empresarios nocturnos, cuya auténtica clientela no eran los alienados que se mueven en los márgenes de la sociedad, sino los que podían gastar miles de dólares para sentirse parte de una excepción controlada y cerrada. El modelo era Warhol, no Jack Smith. Gary Glitter, no Lou Reed. El lema, explícitamente recalcado por Alig cada vez que tenía una chance era: "Money, success, fame, glamour". Un lema que ni siquiera incluye el placer; los Club Kids, más allá de sus monumentales ingestas de drogas (fueron hijos de la primer gran oleada de ectasy en EE.UU.), eran -como consecuencia de la paranoia sexual producida por el Sida- sumamente histéricos en lo sexual. Eran representaciones de libertad sexual y expresión corporal que no cogían y no bailaban. Eran un digno fruto de su tiempo y en cierta forma, un motor de influencia que se sigue sintiendo aún en ambientes en los que el nombre de Michael Alig no suena a nada.
Ahora, ¿estoy escribiendo esto para hablar de los Club Kids, un fenómeno cultural exterior y poco interesante, o para lamentarme sobre una concepción de cultura que chorrea sobre la pseudo-modernidad actual del Río de la Plata? En realidad ni una ni otra cosa, sino para hablar de una casualidad.
Luego de ver la película quise verificar algunos datos en un libro fallido pero interesante: The Last Party: Studio 54, Disco, and the Culture of the Night de Anthony Haden-Guest. Se trata de la historia del establecimiento de la cultura de discotecas -un fenómeno originalmente europeo- en New York y las distintas generaciones de habitantes de la noche de las últimas décadas, desde los suplicantes de Studio 54 hasta los Club Kids, hasta el desmantelamiento de la industria de la diversión nocturna durante la represiva administración de Rudolph Giuliani. El tema es, para mí al menos, apasionante y en combinación con el High on Rebellion de Yvonne Sewall-Ruskin (que narra el ascenso del Max's Kansas City, donde en realidad comenzó todo) y de los Diarios de Andy Warhol, puede servir para hacerse un panorama de este mundo volátil, efímero y fascinante. Califiqué al libro de Haden-Guest como "fallido" porque lamentablemente opta por entrelazar mucho lo subjetivo con los datos y su familiaridad con los señores de la noche hace que en ocasiones el tipo de por sentado conocimientos de la farándula neoyorquina dignos de Michael Musto. Pero de cualquier forma es una mina de historias y observaciones que hacen comprender que el Max's, Studio 54, el CBGB, Palladium, el Mudd Club y The Tunnel no eran cosas tan opuestas como a algunas tribus mímicas les gustaría suponer, y que los caminos de la oscuridad y la libertad en algún momento siempre se cruzan.
Pero bueno, el asunto es que, como suele pasarme, luego de releer la sección dedicada a los Club Kids me terminé releyendo todo el libro y encontré una anécdota fascinante. Como todo se sabe el gran atractivo de Studio 54 era su famosa capacidad de discriminación en apariencia arbitraria, que hacía el asistir y conseguir entrar al boliche una especie de juego de azar en el que ni siquiera el dinero lo aseguraba, siendo el auténtico valor de entrada el glamour y la notoriedad. Bullshit, por supuesto; en realidad Steve Rubell -el creador de Studio 54- era un hijo de puta inteligente que había estudiado el cuidadoso sistema de selección en la puerta instaurado por Mickey Ruskin en el Max's Kansas City, sistema sólo arbitrario en apariencia. Ruskin, un empresario algo groupie, había descubierto que lo que más atraía a los millonarios y a los grandes clientes no era tanto el lujo o la exclusividad económica, sino más bien el contacto con lo extraordinario, lo diferente y lo excepcional, y por sentirse parte de ello por motivos más allá del simple dinero. Era por esto que el Max's, siendo un restaurant y boliche caro y en el que muchos hombres de negocios eran rebotados por el propio Ruskin en la puerta, era particularmente accesible para los artistas, no importa cuan bohemios o reventados pudieran ser, y el propio Ruskin solía fiarles enormes cuentas de bebidas y comida. En parte por bonhomía y mecenazgo pero también en buena parte porque sabía que esos espectros inquietos eran buena parte del atractivo de su local.
Esta técnica fue depurada por Rubell, quien decidió apuntar más bien a reclutar como habitué a Mick Jagger o a Diana Ross antes que a David Johansen y a Lou Reed, a Andy Warhol antes que a Roy Liechestein, y comenzó no solo a ejercer sino también a propagandear esa suerte de dictadura en la puerta, ejercida en persona por el propio Rubell o por un concheto llamado Marc Benecke, experto en lo que llamaban "mezclar la ensalada", lo que era simplemente darle ese aire de arbitrariedad, de casting posmoderno, por el que sólo entraban a Studio los muy famosos, los muy bellos, los muy raros y sobre todo (aunque el talento de Benecke era que esto no se notara) los muy ricos.
En fin, pero todo esto es sólo una introducción para contar la historia en sí, que tiene como protagonistas a Nile Rodgers y a Bernard Edwards, guitarrista y bajista de Chic. Como uno puede imaginarse, en plena época disco, Rodgers y Edwards eran dos nombres candentes ya que eran dos de las principales figuras musicales de este género que estaba arrasando al mundo. Dos músicos infernales que, aún en plena subida de la música disco, no se sentían del todo a gusto con el género, pero que reconocían su rol esencial dentro del mismo y las oportunidades que les generaba. Como la de producirle un disco a la diva en ascenso Grace Jones, quién los invitó a su presentación en Studio 54.
Una invitación para la que Rodgers y Edwards se presentaron entusiasmadísimos, emperifollados para la ocasión con sendos trajes Armani, perfectos peinados afro enormes y cagados de frío, ya que nevaba y era invierno en NYC. Se presentaron en la puerta de atrás, la de los invitados, y descubrieron que no estaban en ninguna de las listas, y que el portero no tenía la menor idea de quienes eran ("¿Shit?", les preguntó, cuando le dijeron el nombre del grupo). Frustrados decidieron ir a la puerta del frente, ya que conocían al cretino de Marc Benecke. Los Chic eran músicos de más bien bajo perfil -esto es el tiempo anterior a MTV- y aunque sus canciones sonaban en todos lados no eran caras conocidas. Pero supuestamente Benecke sí los conocía. Se pararon frente a él, le gritaron, lo llamaron y el tipo ni la menor pelota. Finalmente Rodgers y Edwards decidieron que la batalla estaba perdida y se fueron a su casa, sin sentir siquiera el frío de tan calientes que estaban. Contrariamente a la idea frívola sobre los músicos disco, Rodgers tenía su pasado de Black Panther, y sabía que acababa de comerse una discriminación de aquellas. Lo que tenía que ser una noche decisiva en sus vidas se había convertido en una mierda por culpa de unos vejigas, e incluso habían quedado como unos desconsiderados o unos perdedores ante Grace Jones. Esa noche no eran Chic, eran un par de negros a los que no dejaban entrar a un boliche.
Así que cuando llegaron a su casa y sala de ensayo se fumaron todo el faso que tenían encima y se tomaron la frula que llevaban para pasar la noche y se pusieron a tocar, solo bajo y guitarra, cantando "¡fuck Studio 54! ¡fuck Benecker! ¡fuck off!", es decir, dejando salir el vapor. De pronto Edwards le dijo a Rodgers que eso que estaba tocando estaba muy bueno y se puso a trabajar en una línea de bajo que lo acompañara bien. Cuando se quisieron acordar ya estaban tan metidos en el tema que lo de Studio 54 ya no les importaba. El coro de "fuck off" cambió, por motivos pudorosos, a "freak off" y de ahí a "freak out", y de pronto ya tenían el tema que conocemos como 'Le Freak', un simple que vendió seis millones de copias y que hasta el día de hoy es el simple más vendido de la historia de la Warner (pudo ser el simple más vendido de la historia pero en una decisión más bien tonta lo sacaron de mercado para que el público comprara el LP C'est Chic). Una canción que sigue sonando treinta años después y no sólo en las repulsivas "noches de la nostalgia".
Pero no es este golpe de buena suerte e inspiración lo que me hace a esta historia tan extraordinaria sino algo que Haden-Guest le señala a Rodgers: que no hay nada de furia o resentimiento en la canción. A lo que Rodgers le contesta; "Not at all!!! Not at all!!! Music is our friend. Our lover", y le agrega que es así, con la música, con lo que mitigó siempre sus ataques de furia, "It worked, it worked countlessly", le dice a Haden-Guest. Evidentemente un extraterrestre.
Ahora debería escribir un párrafo meditabundo que conecte a los Club Kids con la historia de Chic en Studio 54, y una sesuda reflexión sobre la relatividad de la exclusión y la fama. Pero ustedes son gente inteligente, así que ahórrenme la redundancia.
Bueno, en realidad el ver con detenimiento las dos fotos que publico en el post, lo convierte por entero en una redundancia.
ResponderEliminarconocia un poco la historia de 'le freak' pero no en detalle como la comentaste. y Bernard Ewards debe ser de los mejores bajistas de la historia y con más onda (la linea de bajo de 'good times', dios). Gran posteo.
ResponderEliminarAhora, una crítica ajena al post este en particular y más bien al blog en general: ¡Que poco blog que es el blog! O mejor dicho, que practicamente nunca utilizas el recurso de que estas escribiendo en internet. O más fácil, no pones un link (sea a otro sitio, a la wiki, a imdb) ni por decreto (a escepcion de que hables de haber encontrado un articulo, o sitio, en la web).
No es que sea la gran cagada pero me parece que podria aportar mucho y hacer más rico al blog. Aunque puede que el detalle en si te chupe un huevo. Pero bueh, es que leo blogs y entro a dragonlieder y se nota a kilometros que es más bien un 'blog de periodista'.
Salut
Me quedo con la tremenda historia (eso de hacer de las debilidades o desventajas virtudes, es más bien un continuum en el anecdotario mundo del arte), pero lo que empezabas hablando sobre los Club Kids, me trae a una conversación que estaba manteniendo con Dagnasty en el blog de hunter, en donde hablábamos de cómo se había perdido la dimensión romántica del artista. Dag hablaba de que en los próximos años, la reseña histórica de cualquier banda empezará con empezaron a tener resonancia en los myspaces.... En fin, todo el carácter mítico que había detrás desaparece. Los músicos cada vez son menos feos, hacen pilates, dejan las drogas por la centella asiática, se hacen las uñas y nunca dejan de ser cool. Y acá viene lo paradójico, o más bien paradigmático: No sólo la cultura de autodestrucción desaparece, sino también que el mismo carácter autodestructivo se vacía de contenido, se convierte, no en una autoinmolación y se vuelve en mutilaciones per sé, una destrucción que es como resultado de, más que intrínseca. Capaz que me equivoco y en el fondo todos los artistas malditos son tipos que buscaron divertirse demasiado, pero creo intuitivamente que hay una gran brecha entre Syd Vicious y los club Kids.
ResponderEliminarquese: totalmente de acuerdo, más allá de la edición mínima y el sistema de comments, no utilizo el formato interactivo de blog en absoluto. Pero no quiero, y no por periodista; desde que mis posts se empezaron a alargar en forma proporcional a mi convencimiento de que hay cosas que no se pueden decir en forma telegráfica, sugiero que los impriman y los lean en papel, que jode menos la vista y ayuda a la lectura precisa.
ResponderEliminaragustín: yo tengo el profundo deseo de que el 99% de los artistas notorios y ubicuos de la actualidad sucumban a un inevitable deseo de autodestrucción mediática. Que se maten, digamos.
ta si, linda historia y todo, pero la musica disco apesta.
ResponderEliminarCarlo: yo, cuando era joven y cuadradito, despotricaba contra la música disco.
ResponderEliminarAhora que envejecí y amplié un poco la cabeza, me gustaría encontrar algún día alguna pared lo suficientemente amplia en algún lugar de la ciudad para pintar el siguiente grafito:
"En los setenta abominábamos de la música disco. Después llegaron la marcha, el house, la electrónica, el dance y similares. Vuelvan, Bee Gees. Los perdonamos".
uhhh... qu cabeza amplia, Chabón, te gusta la musica disco; estas re "far out".
ResponderEliminarNo tenía la anécdota de los Chic.
ResponderEliminarCuando yo era joven...empecé a escuchar música gracias a Saturday Night Fever y Donna Summer, luego pasé al rock progresivo, fusión jazz rock, etc y 20 años después escucho de todo un poco, incluyendo a Los Bee Gees y Donna Summer.
En Uruguay hay un grupo que si tuviera un buen cantante y un poco mas de swing, podría ser un digno representante del género disco.
Si naciera de nuevo me gustaría nacer en la misma época pero esta vez aprendería a bailar.
carlos: por favor, escucha a donna summer y las cosas de giorgio moroder y el italo disco y electric light orchestra (que es estirar un poco el genero, lo se, pero siempre viene bien defender al gran jeff lynne) y los bee-gees. realmente, es un genero injustamente vilipendiado y que demasiadas cosas buenas. los discos de donna summer en los 70 son casi casi psicodelia espacial para la pista de baile.
ResponderEliminarpor otro lado...hay tantas cosas lindas en el house y la electronica tambien...no todo es esa repeticion cabeza a la que nos tienen acostumbrados en los boliches de moda...
Voy a hacer un poco de abogado del diablo porque en realidad no soy un gran fan de la música disco, pero ante sarcasmos y superaciones automáticas aclaremos algunas cosas:
ResponderEliminar* Ningún género -desde el free jazz a la cumbia villera- es descartable de per se, eso es pura ignorancia o prejuicio. Lo que no quiere decir que no haya géneros que se caractericen por su nivel bajo. Lo importante en realidad es juzgar a cada género por sus propios parámetros y en relación a su tiempo, no en relación a las circunstancias y características de otro género.
* Es perfectamente comprensible la reacción "Disco Sucks" en los 70. La saturación del género, lo hegemónico que se volvió y la cantidad de cosas que tapó alcanza para que cualquiera que haya vivido esa época lo deteste un poco. Hoy en día es más fácil valorarlo como simple género musical, y como uno que tenía muchos puntos en común con su supuesto archi-enemigo, el punk. En realidad eran dos vueltas a las raíces y a la inmediatez en un tiempo en que la música popular se había vuelto demasiado complicada.
* La música disco más conocida está por lo general mejor tocada y compuesta de lo que se cree. Los temas disco de bandas pop como los Bee Gees y Abba son unas joyas en cuanto a estructura, melodía e interpretación. Pero el lado más "negro" (y puramente disco) del género es un sueño para cualquier intérprete de instrumentos rítmicos.
* Hay un aspecto en que el disco es casi uniformemente malo, que es en el de las letras. Pero es juzgar por un paradigma equivocado ya que se puede considerar a la música disco como un género fundamentalmente instrumental, como la electrónica, pero salpicada de dos o tres mantras referidos a bailar y a sentirse bien (lo que uno quiere escuchar cuando está de quaaludes o de frula). Claro que no es una regla y no tiene por qué cumplirse a rajatabla. De hecho una gran parte de los temas marxistas-intelectuales-alienados de Gang of Four pueden considerarse como disco minimalista (aunque ellos prefieran hablar de funk).
* En su momento la música disco y su cultura eran vistas como reaccionarias, para el grado de caretez actual eran Sodoma y Gomorra. En todo caso apuntaban, sin sustentos intelectuales muy fundamentados, a una cierta integración y liberación no siempre evidentes debajo de su pajería kitsch.
* Disco Inferno es tan buena como Search & Destroy. Y significa más o menos lo mismo.
Otro género menospreciado en UY es la música tropical. Pero no la versión UY de los últimos 15 años, sino la verdadera. Y ahí el problema de las letras se hace aún mas obvio, ya que cantan en español. Pero quienes se tomen el trabajo de escuchar la música con cuidado reconocerán músicos de primer nivel. Y se puede escuchar aún sin animarse a bailar, que por cierto es dificilísimo.
ResponderEliminareeh. totalmente de acuerda con la musica disco. la roller music es lo mas. pensar que en una epoca la gente iba a una disco a patinar y escuchar musica. que cosa mas genial y divertida. aunque creo que en los 70s si decias que ibas a las roller disco te ligabas una buena cargada por maraca.
ResponderEliminar¿Sólo en los 70 te cargaban por maraca si ibas a bailar en patines?
ResponderEliminarComo todo ex skater sabe, el andar en patines es señal inequívoca de ser un gay irredimible. Mil veces peor que hacer ballet o cantar en una banda de electro-clash.
Ahí tenés a Tinelli, que no me deja mentir.
bueno... i'm back once again... (se supone que no deberia acceder a la web peeero, tengo mucha suerte a veces *gran sonrisa de feliz cumpleaños*)
ResponderEliminarcasualmente estaba haciendo un curso de Comunicacion desde la intranet d la empresa en la q laburo y aprendi lo q mas o menos intuia...
Una Critica: generalmente, es sobre el desempeño de una persona en determinada tarea(en este caso, sobre la capacidad de hacer buena musica de las bandas de disco)
Una Critica Constructiva: ademas de decir lo que no esta funcionando bien, sugiere formas de mejorarlas
Un Feedback: Damos nuestra opinion y hablamos de como nos sentimos (o de q forma nos hizo reaccionar determinada accion) cuando nos la piden y suele ser sobre una accion especifica.
Un Ataque Personal: ataca a la persona y no a su desempeño. No suele servir para mucho mas que tener una buena pelea (lo cual es hermoso y sumamente divertido a veces), pero que en realidad, solo pone a nuestro interlocutor en nuestra contra y no nos va a hacer caso.
Ahora, a que iba con todo esto??
...
eeehm...
bueno, este... creo que el punto es que de nada sirve decir que tal o cual estilo de musica/banda/loquesea es horrible, mas que para que alguien que opina lo contrario nos confronte, asi que si vamos a buscar pelea, que sea bien... (salgo 14 30 del laburo, tendria q pasar por casa a levantar las cadenas y... naah, es joda!)
Digo, esta bien opinar, pero si la idea es realmente plantear una idea coherente, decir q tal cosa es una mierda solo significa que nos importa lo suficiente como para molestarnos o que somos incapaces de expresarnos sin herir a alguien... capaz ya me puse melosa, no?
otro tema... crei q la unica persona q pensaba q patinar era gay, era un amigo q habia sido manipulado mentalmente por su porgenitor...
y ahora q lo pienso, la unica persona con la q salia a patinar es gay... caramba!
igual x suerte soy nena, xq patinar esta re bueno! se lo pierden por machotes, jaja!
Que pasó fuiste a la fiesta Reíte de la Nostalgia, y te dieron ganas de cagar a puteadas a alguien?
ResponderEliminartOM: yo estaba seguro de que todos los lectores del blog con nick masculino eran en realidad chicas tímidas. Ahora lo estoy confirmando.
ResponderEliminarquemostros: de hecho fui a la fiesta Reíte de la Nostalgia... ¡y hubiera cagado a puteadas a un pueblo! pero la verdad estaba demasiado colocado y contento (por motivos ajenos a la fiesta) como para hacerlo. Pero el motivo del post es el explícito: vi Party Monster, leí el libro, me dieron ganas de escribir.
Cada vez que llega la Noche de la Nostalgia me acuerdo de "Against the 70", aquel tema de Mike Watts: "The kids of today should defend themselves against the 70 / It's someone else's sentimentality / It won't work for you / Look what it did to Watts".
no es por timidez, me dicen asi porque soy una TomBoy y xq me llamo Tamara y me dicen Tam... entonces alguien tuvo la brillante idea de decirme tom... y me gusto...
ResponderEliminar(ademas, es un cero, no una O, asi q realmente no deberias afirmar q sea masculino, JA!! =P)
A mi me da la impresión de que la movida de hip hop actual está en vías de sucederle lo mismo que al disco (aquel momento paradigmático de la quema de discos del dia "disco sucks"). En la noche de la nostalgia, en vez de bailar al son de le freak, fui a ver a mis cuñados a El barril, en una noche donde supuestamente se iban a pasar temas de la vieja escuela (NWA, Public Enemy, ColdCrushBrothers, etc.). El hip hop está lejos de ser un género que me parta la cabeza, pero escuchando esos temas, me percaté de cuánto se ha degenerado el género, no sólo en la cuestión de valores (lo que es algo bastante evidente), sino también en lo referente al sonido. Por ejemplo, en los primeros discos del los Crush Bros. o Run DMC, se veía una herencia funk que le aportaba una cadencia propia, inimitable por el hombre blanco, que le daba una particular fuerza y vitalidad. Agregado a esto, se veía en el antiguo uso de samples y en los mismos scratch algo más artesanal, algo que, aunque suene demasiado aventurado decirlo, mantiene algo de la esencia punk del do it yourself (tampoco estoy diciendo que Joseph Saddler se matara escuchando a los Clash). Ahora, no sé si debido a la tecnificación y super digitalización de la´música y estudios, agregado del simple y obvio hecho de que cuando algo se convierte en un negocio suele sacrificarse la innovación por formulas redituables, creo que todo este género (por lo menos en el ambito del mainstream) fue cayendo en un vaciamiento de sentido sin precedentes, donde algo que en su esencia era política (tanto el Fuck da Police como la misma búsqueda de diversión que se asemeja a lo que venia diciendo benito con el disco), fue deviniendo en producto sin sabor y sin identidad, fomentador de explotacíones (sexuales, de clase, etc.) y, lo más triste de todo, con muy poco flow (swing, cadencia, en fin).
ResponderEliminarLo peor es que quizás en diez años la gente dirá el hip hop es una mierda, y se quedarán pensando en Fergie cantando "My humps" y olvidándose a tantos otros como Afrika Mambataa o 2Pac.
Perdón.
ResponderEliminarPodrías escribir el párrafo?
Lo que es curioso son los mecanismos que llevan a que los "club kids" sean famosos, quizás fueron la avanzada de toda esa legion de buscadores de fama instantanea que podemos ver en los castings de gran hermano o haciendo payasadas en youtube.
ResponderEliminarEsto me trae a la memoria un duda que compartimos con kanopa, sobre porque gg Allen era famoso por meterse frankurts por el ano, aunque es un prueba fehaciente de que la búsqueda de la fama no conoce limites.
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kanopa dice.
..se había perdido la dimensión romántica del artista..
bhaa, hoy por hoy la palabra artista se usa muy a la ligera.
Es ilustrativo como Miles Davis cuenta en su biografía que todo el romanticismo alrededor de la figura del artista de jazz, del artista como una persona en permanente sufrimiento y de la drogadiccion y autodestrucción de Charlie Parker era un invento de los universitarios. Al fin y al cabo un invento contagioso porque generó una legión de drogatas saxofonistas tratando de emular a su idolo.
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benito: con tanta generalizacion burda y descalificación tajante que abunda en la blogosfera hace mucho tiempo que no leo un comentario con tanto sentido común como su intervención como abogado del diablo.
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Kanopa: Creo que es dificil que al HipHop le pase lo mismo que al Disco porque el Hip Hop le ha sido mas facil mezclarse con más generos para seguir renovandose, aunque coincido contigo en que ya ha perdido su frescura.
De todas formas lo más patetico que podes ver como muestra de la decadencia del HipHop Old School es ver en YouTube el programa que tiene Flavor Flav - uno de los Public Enemy - en VH1...desastroso.
El disco va a ser eternamente asociado con frivolidad y ropas de espanto. Pero aún así tiene muchas canciones buenísimas a las que no se les hace justicia desde una óptica estrictamente ideológica ( es decir juzgándolas con relación a la antipatía que nos puede producir su frivilidad). Pero también da para pensar la reacción automática que muchas veces se tiene hacia la música diseñada para el baile y los prejuicios hacia lo que se considera como mera corporalidad. Más aún cuando se trata de algo tan abiertamente gay o al menos anti macho. Estoy de acuerdo con que la cuestión de las letras es básicamente irrelevante y los méritos del género van más orientados hacia la base rítmica y los arreglos de cuerdas algo kitsch pero efectivos. Pero a pesar de eso tampoco creo que lo único redimible del disco se tenga que buscar en nociones de lo que significa tocar o componer bien ya que al fin de cuentas mucha música horrible puede estar “objetivamente” bien interpretada y compuesta según ciertos parámetros de clasicismo pop. Obviamente que el disco es perfectamente criticable pero siempre ,molesta un poco cuando se da esa “superación automática” de la que habla Benito y todas esas críticas desde el lugar de “buena y verdadera música” . Y de nuevo, ya aburre todo ese desprecio automático hacia la electrónica
ResponderEliminarCreo q el post y los comments sobrevuelan justamente el tema de la discriminación y sobre todo los prejuicios, tanto en la música como en la vida.
ResponderEliminarDefinitivamente ahora me pasa notarlo en carne propia, cuando deslizo )porque lo creo y tambien para irritar) que Miranda es una gran banda. Me imagino que todos se daran cuenta a que me refiero, música melodramática, letras afin, personajes casi de comics, estetica general logradisima, en fin, a eso le suman buenas canciones a nivel compositivo, bien producidas, etc.
Pero decir eso equivale a q inmediatamente te digan ...Ahh esa cagada para putos!
Solo eso, y por ultimo felicitar a Benito por la excelente aclaracion ante la música disco...
Olboy:
ResponderEliminarUn gusto verlo de nuevo, después de un tiempo de desconexión. A mi me parece que es precisamente por ese instinto de supervivencia que el hip hop puede sucumbir a ese mismo desmantelamiento (si, es un razonamiento algo paradójico, pero lo revisé y se adapta a lo que creo). Las grandes muertes también hacen a las cosas quedar en la posteridad (y creo que parte de lo que sucedió con el disco fue precisamente eso, su implosión fue tan radical que lo enmarcó para la eternidad dentro de una época, es decir, con el calor de sus discos quemados marcó a fuego los setentas-algo que no creo que habria pasado si se hubiera comenzado a aggiornarse y a pactar con otro tipo de música-.). En cambio, tal cual como lo decís, el hip hop fue pactando, renovándose, pero cada día está mas lejos de lo que era, y a esta muerte lenta de las raíces no se le reservan hojas en los anales de la memoria colectiva.
vo, pelado, tengo el vinilo "last night on earth" de Rhythm Heritage que incluye el "theme from rocky(gonna fly now)" que talco?
ResponderEliminarHaciendo memoria del impacto de la música disco en mi vida he de confesar que el primer disco que compré en mi vida era de "Village People" y que - inocente yo - no caí en que eran muy gays hasta muchos años después.
ResponderEliminarAunque los que más me gustaban eran los Bonnie-M con ese personaje que solo cantaba dos palabras en cada tema y bailaba algo parecido al break-dance.
Dentro de todo este contexto que en su momento me pareció lo más normal del mundo - a pesar de la extravagancia gay de Village People salian en programas familiares como el "crucero del amor" - siempre me llamó la atención porque los barbudos de lo Bee-gees cantaban como nenas.
Cotox: decís: "Pero también da para pensar la reacción automática que muchas veces se tiene hacia la música diseñada para el baile y los prejuicios hacia lo que se considera como mera corporalidad. Más aún cuando se trata de algo tan abiertamente gay o al menos anti macho."
ResponderEliminarTe aclaro que no es mi caso. Abrazo el baile y la corporalidad, por un lado, y por otro me cago en las cabecitas estreñidas de los "machitos" que tienen esos prejuicios. Allá ellos, pobrecitos.
Lo que pasa es que, ya sea para bailar o simplemente para escuchar, me quedo mil veces con la música disco, por ejemplo, que con el hip-hop, el dance o la electrónica, los cuales no sólo no me provocan ningún placer ni ganas de moverme sino que, por el contario, sólo me inspiran alejarme lo más posible de semejantes esperpentos sónicos.
oldboy: no creo que las "excentricidades" de GG Allin fueran consecuencia de su afán de búsqueda de fama, más creo que se deben a algún tipo de desequilibrio psicológico bastante serio.
ResponderEliminarY para mí no es que se use a la ligera la palabra "artista", sino todo lo contrario: en algún momento de la historia se asumió que los artistas son seres iluminados con un rol divino, admitiendo sólo a los Artistas, con mayúscula y toda la pompa, y la verdad es que hay muchos artistas, sin pretenciones ni afán de transcendencia que no por eso son menos artistas y sus creaciones siguen siendo arte. Un buen ejemplo son los músicos populares (de Stephen Merrit a Dino).
cotox: en lo que vos decís está la clave para este asunto: no se puede analizar la disco music con otros parámetros que los de la disco music, si te vas a poner a buscar buenas letras seguro que no vas a encontrar por el simple hecho de que en el contexto de la discoteca las letras no importan. Es cierto que muchas veces se descarta a priori cualquier música destinada al baile, creo que la disco music (que a mí no me gusta) sí tiene algunos valiosos hallazgos en cuanto a adopción del funk de los 70's, y muchas canciones disco son tan buenas que uno desearía estar en el 78, ser negro e ir con una buena camisa de solapa ancha y una bolsa de frula a danzar a Studio 54.
Mr. Capri: todo bien con Miranda!, pero están lejos de ser una gran banda, a lo sumo una banda competente y simpática. Me quedo con Dani Umpi.
Justo iba a mencionar que para mi lo de GG Allin me despierta serias dudas. Por un lado, todo eso que decía sobre que se iba a suicidar en el escenario tal día (fecha que se fue corriendo y corriendo hasta que la muerte llegó de una manera, digámosle, un poco más azarosa) y ni contar sus apariciones en Jerry Springer y Geraldo, me daban la impresión que habían unas decididas ganas de impactar (anudadas, por supuesto, en una especie de afán de notoriedad).
ResponderEliminarAhora bien, viendo el documental Hated, por momentos me parece que el tipo estaba realmente trastornado, que había algo realmente sadomasoquista de su personalidad que podría dar cierta autenticidad a toda esa conducta tan desviadamente perturbadora. Es más, por momentos me parece que el tema de la música era una excusa artística para justificar sus impulsos tan destructivos.
Interesantísimo el post.
ResponderEliminarAunque considere aberrante la selección de la entrada, confieso que me encantaría entrar a uno de esos lugares. Tengo uno bastante cerca, pero obviamente ni lo intento. Aunque tal vez podría copiar el disfraz y poner cara de gay alternativa.
¡Más bien que estaba realmente trastornado! Obviamente afán de notoriedad tenía porque si no se hubiera quedando comiéndose su caca en su casa y no sobre un escenario, y claro que el rock and roll, con su mitólogía romántica del yonqui y todo eso, sumado a que es de rápido impacto y requiere poca capacitación es el vehículo ideal.
ResponderEliminarAhora, su música es otra cosa, yo no soy gran fan, tiene alguna canción pasable pero la gracia está en el personaje. Hace poco bajé Carnival of excess, su disco de Outlau Country (¿?), y en plan acústico tampoco es gran cosa.
G.G. Allin no me interesa porque no me interesan los freak shows. Los freak shows no promueven la apreciación del freak, ni establecen un espacio propio para él, sino que confirman la concepción que el sistema tiene de ellos. Han habido muchos artistas consumidos en público por los demonios de su talento o su desequilibrio y los respeto; Allin hizo un espectáculo de su falta de talento y su autodestrucción premeditada. Está bien, es más riesgoso y puro que cualquiera de estos imbéciles pseudo-punk que andan ostentando en públicos sus supuestas adicciones y la fuerza interior que las hizo superarlas (si van a jetear con la muerte, que paguen muerte), pero igual no es lo mío.
ResponderEliminarEn relación a la selección de puerta, lo que hablaba Ceryle, es un tema complicado. Uno está siempre a priori en contra de cualquier discriminación (como es el derecho de admisión) institucionalizada (individualmente discriminamos en forma permanente, por lo menos a individuos), sobre todo cuando los pilares de este tipo de discriminación siempre son los mismos: dinero, raza, sexo. Especialmente en Uruguay, ese país tan tolerante.
ResponderEliminarPero a la vez es comprensible que algunos ámbitos se quieran mantener más o menos cerrados, como si se tratara de un ecosistema, y es muy distinto una selección de puerta como la que hacía Mickey Ruskin en el Max's -dónde de pronto entraba un travesti anfetaminizado y se quedaba afuera un empresario nuevo rico- que la que pueden hacer en Lotus.
Pienso en boliches que conocí como Underbar o los primeros dos meses de Amok, y sinceramente me hubiera gustado que hubieran tenido en la puerta un gran discriminador diciendo "no muñeco, el partido de Peñarol es mañana domingo y en el Centenario, bye bye". Porque un lugar, al igual que cualquier estímulo artístico, puede ser muy malinterpretado.
Claro que esto implica un rechazo, y el rechazo explícito es algo que no debería ser frecuente, aunque lo sea.
Me parece interesante como alternativa el metódico desaliento, jamás exclusión expresa, con la que Felipe Reyes trata a muchos marrones que suelen caer a La Ronda. Por ahí anda el secreto de que, con rachas mejores y peores, siga siendo uno de los lugares más agradables de Mdeo.
ta, si.
ResponderEliminarSí, estoy de acuerdo, es un tema difícil.
ResponderEliminarLo que sorprende es que alguien, mirándote, pueda decidir qué tipo sos. Eso es lo más alucinante. Una se pasa la vida tratando de sacar a la gente...
basilia: ¿lo qué?
ResponderEliminarceryle: buena pregunta, se podría citar a Onetti respecto con aquello de que después de determinada edad todos los hombres tienen la cara que se merecen. En realidad son todos juegos de poder, no es un poder nada menor el de ser capaz de separar a alguien de la manada y decirle "ellos sí, vos no". Acción que, si la invertimos, da como resultado lo que se conoce como amor.
Benito: eso último que dijiste me hace acordar a aquello otro que dijo ahora no recuerdo quién, que iba más o menos así: enamorarse es exagerar las diferencias entre una persona y las demás.
ResponderEliminarMe encantó. El amor sería algo así como un Marc Benecke, arbitrario y por lo tanto injusto (pero tal vez sabio), que tenemos en nuestro corazón.
ResponderEliminarWalter, si no me equivoco, eso lo decía Bernard Shaw
ResponderEliminarUa cosa que me llamó la atención del post cuando lo leí por primera vez, y ahora que releo algunas partes me choca más: no entiendo por qué Benito afirma que Rodgers es un extraterrestre porque sacia su sed de venganza con la música, dice que es su amante, y todo eso. Creo que un tipo que hace música en serio, además de otros objetivos que tenga su búsqueda, seguramente vibra con la música como si fuera el aire que respira, no me extraña que haga catarsis tocando y su estado de ánimo cambie. Claro que no tiene que ser así, y es acertada y atinada la observación del reportero, pero la respuesta me parece bastante terrenal. Después de todo el refrán dice que la música calma a las fieras.
ResponderEliminarRodgers me resulta a mí, como músico, un extraterrestre en el sentido de que no queda el menor rastro de resentimiento y agresividad en Le Freak. Me explico; por supuesto que creo en la capacidad de consuelo y catársis que tiene la creación musical y no creo que sea algo extraordinario el aprovechar esa cualidad, que han vivido en mayor o menor forma todas las personas creativas. Lo que me asombra es la alegría que irradia Le Freak y el lúcido -aunque algo mercenario- agradecimiento que contiene, que supone una capacidad de valoración del resultado digna de un corazón muy generoso o sabio. Yo, en su lugar, sin dudas habría escrito una letra tipo "Kiss Off" u "Outsider".
ResponderEliminarEn el post no agrego un par de datos curiosos: Le Freak fue la canción principal de un recopilatorio de "lo mejor de Studio 54" y Rodgers considera, al menos hasta el momento en que se escribió el libro, a Marc Benecke como un gran amigo. Yo qué sé, a mí me parece zen.
a mi tía le gusta decir que la humillación es un gran estímulo para la creación artística...
ResponderEliminary yo nunca sé qué responder porque me hace acordar del dolor.
la música disco es danza, baile, a la gente le gusta la danza, al cuerpo le encanta la danza, pero estamos tan entumecidos, tan tiesos, tan tensos, que pareciera que la música es solamente para escucharla.
y ahora que me entero que freak out proviene del dolor, de la frustración, me hace sonreir: el arte es mágico.
saludos, siempre gran placer
Benito, todo esto me hace acordar a La estética del resentimiento, o a su defecto Rindiéndole cuentas a quién.
ResponderEliminarAriel Minimal, un tipo que cuando está enojado, sí te vas a dar cuenta.
Bailar tb es expresarse. Lo noté en mini reuniones con amigos, viendo el lenguaje corporal de cada uno, los pasitos típicos de cada persona, inimitables, asociándolos a las características de sus personalidades y oh, caramba! ahí estábamos, mostrando lo q a cada uno le hacía sentir la música... aunque fuese sólo música bailable, el mensaje llega, es sólo otro medio... (ahora q releo este párrafo, espero no seguir haciendo lo mismo, es demasiado freakismo hasta para mí)
ResponderEliminarEl problema parece tener que ver con cierto rechazo a aceptar la alegría, porque nadie cuestiona a los bailarines de ballet, por ejemplo, cuya música suele carecer de letra (más allá de la historia de trasfondo y demás), así que el problema no es con el concepto de "música bailable", sino con el de "música SÓLO para disfrutar".
Creo que se considera frívolo estar demasiado contento... y sí, tal vez lo sea, pero no es nada malo... a veces no sirve de nada estar todo el tiempo quejándose (lo sé por propia experiencia) y la mejor forma de exorcizar demonios es con unos momentos de breve felicidad ciega. No es que nos olvidemos de todos los problemas o que dejemos de lado cosas más serias... es q a veces está bueno comer por placer y no sólo para vivir... O NO???
Sino, pensemos en los africanos
Y sino, SHAKE IT, BABY! (juas!)
Acá en Tucuman (arg) hay un bar de cierto tipo de gente relacionada con el arte que en los últimos meses se empezó a hacer popular. Entonces se empezó a llegar todo tipo de gente (mas bien horrible) y por el tamaño del lugar 30 m cuad. no daba para más.
ResponderEliminarLos del bar lo solucionaron poniendo en la puerta un travesti gordo y feo que espanta a rugbyers y demases.