tag:blogger.com,1999:blog-54530860626803189832024-03-12T10:55:08.811-07:00Dragon LiederEine kleine Nachtmusikbenitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.comBlogger57125tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-11048825971448097012009-10-25T22:43:00.000-07:002009-10-26T08:52:04.752-07:00Pink Turns to Blue<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuXQUNl5FEjFC9p8Avh-bklYX0fEth547-IyGEuC1m7ve4xzFSypK9cefSlG4_CtnaL2TTvX7fu_5bfw2JJJIbkMO_nhfZSXgHNohYUGVTwbmuVzFubS-n3lAXUlcOAX7Zwwzi1evqdwE/s1600-h/lose.gif"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 249px; height: 197px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhuXQUNl5FEjFC9p8Avh-bklYX0fEth547-IyGEuC1m7ve4xzFSypK9cefSlG4_CtnaL2TTvX7fu_5bfw2JJJIbkMO_nhfZSXgHNohYUGVTwbmuVzFubS-n3lAXUlcOAX7Zwwzi1evqdwE/s320/lose.gif" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5396799816877137426" border="0" /></a>Cuando <span style="font-weight: bold;">Luis Eduardo González</span> dio las primeras proyecciones de resultados, la gente con la que estaba saltó de alegría: el único dato que consideraba confirmado era el único que para varios de los que estábamos allí era esencial; había triunfado la papeleta rosada, es decir, se había anulado la <span style="font-weight: bold;">Ley de Caducidad</span>.<br /><br />Las semanas anteriores habían sido de una creciente angustia; al silencio publicitario casi total se había sumado un mucho más inexplicable silencio por parte de los principales actores de la izquierda, que parecían que era mucho más importante dedicarle infinitas declaraciones al hecho de si se es más de verdad si se vive en tal o cual modelo de casa. Pero cerca, demasiado cerca, de la recta final, la gente -no la izquierda institucionalizada- pareció despertar y pegar el grito acerca de algo evidente: la anulación de la Ley de Caducidad corría gran peligro de no ganar, y algunas encuestas aseguraban que cerca de un 40% de los votantes de la izquierda no pensaban apoyarla. Sin embargo en las dos últimas semanas hubo una reacción, y muchas elecciones se han ganado en las últimas dos semanas; si bien el <span style="font-weight: bold;">FA</span> seguía en un silencio ominoso, mientras se dedicaba a hablar hasta por los codos de cualquier otra cosa, las encuestas comenzaron a darle chance de vida a la moción, e incluso uno se encontraba con muchos votantes de los partidos tradicionales que te decían que también querían sacarse de encima esta vergonzosa ley de mierda.<br /><br />Con la convicción de que en ese tema, el que me importaba, se había ganado, decidí que me merecía tomarme un trago a la salud del exorcismo popular que se acababa de lograr. Al llegar al bar, atravesando multitudes que gritaban como locos consignas acerca del gran triunfo del FA y de <span style="font-style: italic;">Pepe</span> <span style="font-weight: bold;">Mujica</span>, veo a un conocido inclinado sobre la mesa. Me acerco a pedirle fuego, suponiéndolo borracho, pero cuando levanta la cabeza veo que está llorando. No lo conozco tanto y el llanto de un hombre me parece algo privado, así que prendí el cigarrillo, le agradecí y me metí en el bar. Adentro todo el mundo estaba muy serio y cuando me concentro en la pantalla dónde estaban pasando los resultados de las elecciones me doy cuenta de que las mediciones del <span style="font-style: italic;">Sordo</span> habían fallado: el pleibiscito había fracasado y la Ley de Caducidad no había sido anulada por un 2%.<br /><br />Entonces comenzó la conferencia de prensa de los candidatos del FA, y escuché a <span style="font-weight: bold;">Danilo Astori </span>asegurar que estaban muy contentos con los resultados -algo que sus caras desmentían claramente-, ya que aunque al parecer no sólo no habían ganado en la primera vuelta, no tenían mayoría parlamentaria y los dos pleibiscitos que teóricamente apoyaban habían sido rechazados, la distancia de los votos del FA en relación a los dos partidos tradicionales por separado había crecido. Me quedé pensando en si realmente Danilo Astori es un contador, o si los catedráticos de economía manejan matemáticas muy distintas a las mías: en relación al 2004, el FA perdió más de tres puntos de votos, y en relación a las encuestas de popularidad del actual gobierno, que todas lo ponen en un 60%, había conseguido sólo un 47-48% de los votos, y eso teniendo enfrente a un candidato hecho pedazos como <span style="font-weight: bold;">Luis Alberto Lacalle</span> y a alguien que carga con el karma de tener por apellido el de <span style="font-weight: bold;">Bordaberry</span>. Entonces le preguntaron a Mujica sobre el fracaso de los pleibiscitos, y el Pepe De La Gente, comenzó diciendo que había sido un error hacerlos junto a las elecciones nacionales, dónde los votantes se partidizaban mucho. Es decir, un error de los impulsores del referendum. Pegué una enorme puteada y me fui.<br /><br />Me encontré con una chica semi-extranjera que vivió mucho tiempo en el exterior, y que estas eran las primeras elecciones uruguayas que vivía. Estaba triste porque no había salido la anulación, pero estaba más que nada extrañada por la especie de fiesta ambulante que bajaba y subía por la calle Ciudadela. Me contó que no entendía todo ese mar de banderas; en las elecciones que había vivido en Europa, me dijo, había manifestaciones y festejos, pero no esa obsesión identificatoria, ese despliegue de símbolos y cantos que sólo podía asociar con el fútbol. Le dije que sí, que era fútbol, y que estaban festejando el haber llegado al repechaje. Es una chica increíblemente atractiva con la que he tenido poco contacto, y la oportunidad era ideal para invitarla a tomar algo y hablar sobre otros países y otras alegrías. Pero yo no estaba alegre y no tenía nada interesante que decirle, así que me fui.<br /><br />Un amigo me invitó a sentarme en su mesa, perplejo por el resultado y por el remolino de entusiasmo al parecer inquebrantable que nos seguía rodeando. A lo lejos se escuchaban los fuegos artificiales de la Plaza Matriz, dónde se juntaban los del <span style="font-weight: bold;">Partido Blanco</span>; ellos en realidad tenían algo que festejar. De pronto una cuerda de tambores apareció por Ciudadela y se puso a tocar frente al bar, y muchos de los asistentes se les sumaron para bailar en la calle, cantando consignas del FA y asegurando que en noviembre iban a humillar a los blancos en el ballotage. Los bailarines eran todos gente muy joven, y muchos de ellos muy atractivos, e irradiaban una alegría al parecer irreductible. Me quedé pensando en que realmente estoy viejo, y que no entiendo la celebración como un simple festejo de identidad, la celebración por sí misma, de la misma forma que no entiendo muchas canciones de los últimos años del rock uruguayo. Para mí se celebran las cosas buenas y edificantes de la vida, y se lloran las oscuras y humillantes. No es mucho más que eso. Me vino a la cabeza una estrofa de una canción de <span style="font-weight: bold;">Bob Dylan</span> que hace años que no escucho y que nunca fue de mis favoritas: "<span style="font-style: italic;">Señor, señor / let's disconnect these cables / Overturn these tables / This place don't make sense to me no more / Can you tell me what we're waiting for, señor?</span>"<br /><br />Me quedé mirando a los bailarines sin sentir ni siquiera furia; todos eran muy jóvenes. Cuando uno es joven tiene derecho a ser imbécil. Yo lo he sido, ustedes también. Lo que no se tiene derecho es a ser insensible.<br /><br />De pronto aparecieron unas amigas de mi acompañante y nos invitaron a salir de la proximidad de los tambores. Fuimos hasta una casa cercana a tomar cerveza y jugar al truco. Hacía años que no jugaba al truco y es algo que extrañaba. Las chicas eran tan lindas como simpáticas y ponían lo mejor de ellas para alegrarme y sacarme de mi mutismo. Pero no podía contar bien los tantos, desperdiciaba cartas y no podía mentir bien. Perdí un par de partidos y aunque era temprano decidí irme. Puta madre; pocas cosas me gustan tanto como el truco y las mujeres graciosas, pero no estaba allí, así que era al pedo que me quedara.<br /><br />Me fui caminando por una Rambla Sur vacía y azotada por el viento, escuchando en el mp3 "<span style="font-weight: bold;">Ezekiel 7 and the Permanent Efficacy of Grace</span>", la extraordinaria canción que cierra el último disco de los <span style="font-weight: bold;">Mountain Goats</span>. El tema, inspirado en un pasaje apocalíptico del <span style="font-weight: bold;">Antiguo Testamento</span>, habla sobre alguien, al parecer un criminal, que maneja entre una lluvia torrencial, que lleva a alguien atado en su coche hacia Mexico y se detiene ocasionalmente para inyectarse heroína. Es increíblemente triste y espiritual a la vez, a pesar de lo sórdido de su tema; una canción sobre un mundo arrasado en secreto. Pero entre la melodía se me colaban los cánticos de hinchada políticos que ya no sonaban pero que seguían en mi cabeza.<br /><br />Hace veinte años sentí, cuando ganó el voto amarillo y se confirmó la Ley de Caducidad, que el mundo moral en el que creía se derrumbaba y que estaba rodeado por la oscuridad; hoy sin embargo no sentía lo mismo -a pesar de que las condiciones para que no sucediera lo mismo otra vez eran infinitamente mejores, una ventaja inútil-, sino simplemente una especie de cansancio resignado. En un mes habrá <span style="font-style: italic;">ballotage </span>y se decidirá si es mejor tener a José Mujica como presidente o a Luis Alberto Lacalle; el panorama es favorable a Mujica, pero no tan seguro como creen algunos que hoy se me acercaban a decirme que no importa, que en noviembre esta decepción se va a convertir en felicidad y que el cambio no se va a detener en Uruguay. Tengo que darles la razón, el cambio parece estar yendo a mucha más velocidad de la que yo creía. Pero en otra dirección.<br /><br />Me parece bien que se movilizen durante este mes por eso, se los dejo a ellos y a su oposición binaria entre países posibles. El país al que creo que yo pertenezco no contó en estas elecciones y no va a contar en el ballotage. Y acaba de ser derrotado, en forma definitiva. Uruguay acaba de marcar el hecho histórico de ser el único país que conozco que ha decidido, en forma democrática, no castigar a los peores monstruos de su historia moderna no una sino dos veces. Eso sí que es algo nuevo en el mundo, mucho más original que el <span style="font-weight: bold;">Plan Ceibal</span>. A más de cien años de la reforma educativa vareliana, a más de 70 de la impresionante modernización social de <span style="font-weight: bold;">José Batlle y Ordóñez</span>, a más de 50 del inesperado e improbable triunfo de <span style="font-weight: bold;">Maracaná</span>, tal vez sea un mojón sobre el que se edifique una nueva nacionalidad viscosa, ante la que me declaro permanentemente extranjero.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com253tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-50098064465018224292009-09-29T07:31:00.001-07:002009-10-22T13:24:01.558-07:00DecisionesHabía escrito un post larguísimo sobre el pleibiscito sobre la anulación de la Ley de Caducidad. Había escrito sobre la vergüenza y la mugre y la cobardía y el horror, y la oportunidad de limpiar un poco. Sobre el recuerdo terrible de 1989, cuando me dio asco vivir en Uruguay. Sobre la repulsión que me producían las imágenes publicitarias del "Sí", con niños y muchachas sonrientes producidas por publicistas imbéciles que siguen sin entender -a veinte años de aquellas chotas que bailaban con calzas verdes, como si el Voto Verde fuera la legalización del porro- que se estaba hablando de un tema serio y trágico. Sobre una izquierda frenteamplista que ya no significa nada para mí, que va a votar a un candidato al que le dan pena los "viejitos" represores encarcelados y que no movió un puto pelo de su bigote para hacer algo por el voto a la papeleta rosada. Sobre esos militantes imbéciles a los que les importa más el humillar a los votantes de los partidos tradicionales, como si fuera un partido de fútbol, que el limpiar la inmundicia de ser conocidos como un país de cómplices de tortura. Sobre la historia reescrita por los ahora vencedores, y apelando una vez más a la teoría de los dos demonios, pero ahora embellecida como la historia de San Jorge y el dragón. Sobre el no confundirse ni mezclar el tema con el del voto epistolar, al que me opongo totalmente y fue propuesto por especulación electoral sin pensar dos minutos acerca de su injusticia fundamental. Sobre mi afecto a los emigrados y mi deseo de que no se metan en mi vida si no van a compartirla. Sobre el silencio, sobre la comunicación, sobre la rara oportunidad histórica de compensar un momento fatídico en el que la democracia se convirtió en un río de mierda.<br /><br />Pero no vale la pena a esta altura de las cosas publicar algo tan largo; en parte por las complicaciones de lectura y, sobre todo, por lo sencillo del asunto. Es decir, nada; voten la papeleta rosada y eliminen esa ley podrida. Espanten la maldición.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com32tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-46517845033586508452009-09-06T03:32:00.000-07:002009-09-07T10:32:23.033-07:00Fui a ver a Kiko Veneno<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCyK0l07ZGjVR6cxecKnoo36jwvnmCZWRt6okqZn0nz8icqQYHve2qAmUVu59lKMWTsdM9vnuYgp-svGWrcIuopgG0-skGBisbWUx3fFcw2BjWTo-0uHufOUMycg7h5SamYHXgJ8cO3Iw/s1600-h/kiko_veneno.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 190px; height: 229px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhCyK0l07ZGjVR6cxecKnoo36jwvnmCZWRt6okqZn0nz8icqQYHve2qAmUVu59lKMWTsdM9vnuYgp-svGWrcIuopgG0-skGBisbWUx3fFcw2BjWTo-0uHufOUMycg7h5SamYHXgJ8cO3Iw/s320/kiko_veneno.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5378303046615106882" border="0" /></a>Hace unos quince años un músico amigo con el que tocaba me entró a romper los huevos con <span style="font-weight: bold;">Kiko Veneno</span>. Yo estaba en pleno estado de hispanofobia, al menos en relación a la música de la Madre Patria, particularmente si se trataba de algo medianamente telúrico. Pero alguna canción me llamó la atención, y después otra, y después otra. En poco tiempo resultó que, estando dando mis primeros pasos en la guitarra, la quinta o sexta canción que aprendí a tocar en mi vida fue "Joselito".<br /><br />Ayer fui a ver a Kiko Veneno, que anda por los sesenta años, en plan fetichista, a ver de cerca a alguien cuya música había sido tan importante para mí en algún momento, a hacer el ritual de reconocimiento.<br /><br />Y la hizo mierda; los que fueron lo saben. De hecho para mí fue la definición de cómo alguien puede hacerla mierda arriba de un escenario, de cómo no podés distraerte, de cómo usar el castellano como si no hubieran palabras privilegiadas, de cómo pelar sin aturdir.<br /><br />Y nada, qué me voy a extender sobre el asunto, "para qué quieres la información / si no la usas".<br /><br />Kiko garpa.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com32tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-52524713995152904792009-08-14T14:33:00.001-07:002009-08-20T10:10:02.025-07:00La noche de las otras personas"<span style="font-style: italic;">The kids of today should defend themselves against the 70's / It's not reality / It's just someone else sentimentality / It won't work for you</span>" (Mike Watts)<br /><br />A pocos días de la <span style="font-weight: bold;">Noche de la Nostalgia</span>, las radios de los ómnibus ya han cambiado su programación al conjunto de canciones que Montevideo asocia con la más personal, y en cierta forma patética, de sus celebraciones. Creada por uno de los disc-jockeys más notorios de los tiempos de la dictadura, la Noche de la Nostalgia tiene la extraña peculiaridad de no responder a los modelos de nostalgia generales o adecuados para cada generación, sino de haberse quedado -por lo general- fosilizada en un momento musical determinado.<br /><br />La Noche de la Nostalgia fue creada durante la edad de oro de los Disc-Jockey -una especie distinta a los DJ- como <span style="font-weight: bold;">Lulo</span>, <span style="font-weight: bold;">Berch Rupenián</span>, <span style="font-weight: bold;">Henry Mullins</span> y <span style="font-weight: bold;">Pablo Lecueder</span>, el hombre que la inventó en 1978, y de alguna forma tiene su eje estético en la música que ellos pasaban en aquel tiempo -ignoro qué era lo que pasaba Lecueder en las primeras de estas fiestas-, es decir, básicamente la música disco y pop de la década de los 70. Era plena dictadura militar, y estos disc-jockeys habían ocupado el vacío musical producido por la prohibición de casi todos los artistas locales de importancia, y por el aislamiento cultural de los procesos musicales de importancia en el exterior. Sería injusto adjudicarles el rol de carneros culturales a estos disc-jockeys, ya que la tendencia era mundial, pero es imposible ignorar que ellos musicalizaban, tal vez involuntariamente, la fiesta que en cierta forma tapaba de sonido y alegría el horror o el ostracismo al que estaban reducida la cultura nacional. También es imposible ignorar el mal gusto general de lo que se puede considerar ya un subgénero musical: los temas de la Noche de la Nostalgia.<br /><br />En una entrevista que le hicieron recientemente en <span style="font-style: italic;">Freeway</span>, el director <span style="font-weight: bold;">Álvaro Brechner</span> resumía en forma clara lo que pienso sobre la Noche de la Nostalgia, al hablar sobre algunas características de su película Mal día para pescar. Decía: "<span style="font-style: italic;">Eso tiene mucho que ver con la nostalgia, con esa cosa terrible que en Uruguay tenemos algo como tan marcado pero que es un sentimiento del que no puede venir nada bueno. La Noche de las Nostalgia, por poner un paradigma, es la cosa que más me deprime de Uruguay (...) Hace poco me enteré de dónde viene la palabra nostalgia: de "nosteo" y "ageo". Son dos significados: volver a la patria y dolor; es la idea de vivir volviendo al pasado con dolor, es la herida de volver al pasado. Eso es algo que me resulta trágico, porque impide absolutamente avanzar: ¿qué fantasí vas a tener si vivís en la nostalgia? Por otra parte es un sentimiento terriblemente poderoso, del cual es difícil desprenderse</span>".<br /><br />No soy un tipo nostálgico, realmente no paso ni una hora a la semana evocando momentos más fuertes, más intensos o más jóvenes de mi pasado. No estoy tan a disgusto con mi presente como para tener que meterme en una máquina del tiempo autista e intentar reproducirme como el que ya no soy ni nunca voy a volver a ser. Mucho menos como el que no fui. Pero, ¿tengo nostalgias? Claro que sí. Muchas, y estoy edificado sobre ellas.<br /><br /><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia del enclenque muelle de la Parada 24 y de convertirnos en comandos con mis primos, disparándonos con metralletas invisibles entre </span> <span style="font-style: italic;">los pilares de madera.<br /><br />Tengo nostalgia de ir al cine con mi compañera de clase con la quería salir, de ese espacio de posibilidades antes de que prefiriera salir con otro, como lo hizo.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de la blanquísima primera nieve de Chicago, y de no tener la menor idea de qué estaba haciendo allí.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de la paliza que le dimos a aquel rugbier cuando decidió que Federico era muy bajito y que se merecía una trompada por hablar con una chica tan linda.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de Silvio Rodríguez cantando sobre aviones ante el silencio más profundo y reverente que haya regalado una multitud.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia del abanico de gaviotas levantando el vuelo ante el primer rayo de sol en la punta rocosa de Cabo Polonio.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de cuando P. usó mi brazo como almohada en el tren hacia Martínez y se quedó dormida.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de la última noche antes de que ganara el voto amarillo, cuando ninguno de nosotros creía a pesar de las encuestas que estuviéramos viviendo en un lugar tan horrible.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia del cielo abierto alrededor del ombú de Luis de la Torre, cuando los arquitectos no lo habían cercado de edificios feos. Tengo nostalgia de las bicicletas y los perros callejeros de Pocitos, cuando no habían sido atropellados por marbuntas de autos modernos. </span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de cuando no entendí "Desolation Row", pero supe exactamente lo que estaba diciendo.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de aquella rubia desconocida que me apartó de la temida pista de una fiesta de quince, alrededor de la que giraba tímidamente, y me dio un beso de lengua. Tengo nostalgia de sus tetas, que me dejó tocar por encima de su vestido negro. </span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de caerme de un taburete en un pub irlandés de Brooklyn, escuchando a "If I Should Fall From Grace of God", y de la belleza polaca de Michelle, que elegantemente se cayó del suyo minutos después y me hizo sentir mejor. </span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de mi remera de Dead Kennedys pintada a mano. </span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de Mike Tyson mordiéndole la oreja a Evander Holyfield, mientras lo alentábamos gritándole al televisor entre las mesas de Periplo.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de lanzarme en skate por la bajada de 26 de marzo.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia de la silueta de Florencia en traje de baño, en una piscina entre las sierras de Córdoba, y de mis compañeros de clase reconociéndome finalmente que tenía razón y que no había ninguna otra en el liceo que estuviera tan fuerte. </span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia de subir a un escenario sin tener la menor idea de lo que estaba haciendo, con aparatos en los dientes y completamente sobrio.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de conocer al panameño en un bar de Los Botes, mientras ambos intentábamos levantarnos a M. y nos mirábamos con recelo. Tengo nostalgia de cómo nos emborrachamos, muertos de risa, cuando la muy perra se fue con un surfista, ya convertidos en amigos instantáneos y compañeros de frustración. </span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de ganar al pool.<br /><br />Tengo nostalgia de la balsa de madera en el centro del lago artificial de Iporá, y de perder innumerables partidos de truco ante colosales oponentes locales. </span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de mi tía, puteando como un camionero a los automobilistas que se le atravesaban por la Roosevelt, y diciéndome que no repita esas palabras frente a mi abuela o mi madre.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de contemplar a un grupo de niños arrojándose por las dunas de una isla mediterránea en la película Kaos, mientras yo trataba de acomodarme en las incómodas butacas de Cinemateca Pocitos, convencido de estar viendo la escenificación perfecta de todos mis sueños. </span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia de casi todas las mujeres con las que estuve.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia del propoleo sobre mis terribles quemaduras de sol en La Paloma, de su mano refrescante, de pasar días sin comer entre tablas de surf, sin un mango ni ninguna preocupación.</span> <span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia de estar sentados con Denise, totalmente agotados y semi-dormidos en un boliche y que empiece a sonar "Sympathy for the Devil". Tengo nostalgia de ella levantándose a pesar del cansancio y diciéndome, "tenemos que bailar la canción del diablo".<br /><br />Tengo nostalgia de hacer dormir en mis brazos a mi sobrino, escuchando "Andalucía" por Yo La Tengo. </span> <span style="font-style: italic;"><br /><br /></span><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia de beber cerveza sobre el pasto de Villa Biarritz, examinando revistas subterráneas y planificando destruir la estética de Montevideo. </span><br /><span style="font-style: italic;"><br />Tengo nostalgia de la voz de Zitarrosa como único sonido en la inmensidad sobrenatural del atardecer en un campo de Tacuarembó.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de la siesta.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de estar escuchando R.E.M. en Aguas Dulces, y sospechar que tal vez había estallado la Tercera Guerra Mundial. Pero no nos importaba porque nos sentíamos bien, ¿no es cierto?</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia del acento exageradamente porteño de Denise y de caminar largas cuadras de Belgrano para beber el mejor vino, en pingüino, que haya tomado en mi vida.</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia de mi último cumpleaños, hace tan sólo unos meses. Tengo nostalgia de encontrar al otro día mensajes alegres y dibujos garabateados por mis amigas en papeles, bajo los imanes de mi heladera</span>.<br /><br /><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia de las parejas bailando lambada a la tarde en la playa de Arraial D'Ajuda, lentamente, como cogiendo con infinita ternura, al sonido de "Caminando por la calle" de los Gypsy Kings. </span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia de ver una casa ardiendo en la noche de Punta del Diablo. Tengo nostalgia de cuando no había nada que hacer en ese balneario. </span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia del hechizo generado por un japonés tocando el Ave María con una armónica eléctrica en una de las paradas de subte de Park Avenue. </span><br /><br /><span style="font-style: italic;"></span><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia de fumar largos porros en Parque del Plata y luego vaciar un árbol de nísperos, inesperadamente convertidos en la más deliciosa de las frutas. </span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de sentarme solo en una mesa de La Ronda, volviendo de un concierto en homenaje a un amigo muerto, y escuchar por primera vez la versión de Johnny Cash de "Hurt", sintiéndo que cada palabra y cada nota me atravesaban como pequeños taladros de emoción en estado puro.<br /><br />Tengo nostalgia de las chicharras.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de traducirle a alguien "Kentucky Avenue" mientras la escuchábamos, y verla llorando ante la sorprendente evidencia de que existiera una canción tan triste. </span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de la ominosidad sombría de la Cárcel de Punta Carretas, oscureciendo el barrio como si fuera el castillo de un monstruo.</span> <span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia de los brazos que saludaban desde atrás de las rejas. </span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia del Darno recibiendo como el caballero que era a mi acompañante al concierto para el que él me había regalado dos entradas. </span> <span style="font-style: italic;"><br /><br /></span><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia de leer Trópico de Cáncer pensando que era un libro porno y de darme cuenta de que no estaba sólo. </span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de ir a ver The Wall con mi madre, porque la película no era apta para menores de 18 años, y yo estaba lejos de tener esa edad o parecerla. Tengo nostalgia de su alegría al salir, contenta de haber podido compartir algo, aunque fuera una película anti-madres, con su hijo adolescente y voluntariamente incomunicado.<br /><br />Tengo nostalgia de encontrar a P., radiante y aún soltera, en la playa de Punta Rubia. Tengo nostalgia del oscilante trayecto nocturno con Jorge por la playa hasta La Pedrera, cayendo en los pozos en la arena, totalmente colocados y sin poder dejar de reírnos. Tengo nostalgia de volver a encontrarla algo borracha en la fiesta de clausura de una fonda, y que deshaciéndose de sus numerosos pretendientes, nos concediera su compañía y su gracia asombrosa.<br /><br />Tengo nostalgia de mis rituales de silencio en la iglesia de Gonzalo Ramírez, de encontrarme allí pensando por primera vez en mucho tiempo en forma correcta, con una plegaria en mis labios dedicada a un Dios en el que no creo, pero cuya liturgia parece apaciguar algunas partes de mi cerebro y mi pecho.<br /><br /></span><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia de la cabezota de mi perro asomándose desde el recodo de la escalera, y del ruido que hacía su cola golpeando la pared cuando reconocía que era yo.</span> <span style="font-style: italic;"><br /></span><br /><span style="font-style: italic;">Tengo nostalgia del miedo de caminar por las calles nocturnas de Nazaré, con un guía que suponíamos que nos llevaba a una trampa. Tengo nostalgia del culo perfecto de Simone, semi tapado por su larguísima cabellera castaña, moviéndose al ritmo de la batida sensual de los tambores de Ilyé Ayé.</span> <span style="font-style: italic;"><br /><br />Tengo nostalgia de cuando eras la medida de todas las cosas. </span><br /><br />Todas esas nostalgias pertenecen a un mundo extra-territorial y extra-temporal, imposible de definir con una estética, con una fecha determinada. Son magdalenas proustianas de mi patrimonio de recuerdos y estoy feliz de que estén conmigo; jamás se me ocurriría intentar revivir ninguna de ellas escenificándolas o regresando a los mismos lugares para que se repitan, algo que cualquier persona sensata sabe que es tan imposible como rejuvenecer. Ninguno de esos momentos tienen que ver con pistas de baile, con globos de espejos, con Boney M., con la nostalgia mimética de otras vidas que no son la mía, y el que algunos hayan ocurrido en Uruguay es totalmente irrelevante. Soy consciente de que la Noche de la Nostalgia, alimentada por camadas de nuevas generaciones, ha ido mutando, y que hoy en día comienza a parecerse más a lo que es Halloween en Manhattan -una buena excusa para disfrazarse y beber como un cosaco-, o lo que sería un carnaval en el que no se hubiera erigido un muro entre los que participan y los que observan. Y cualquier excusa es buena para pasarla bien, decía un tipo haciéndose un piercing en el glande.<br /><br />Pero yo no salgo las Noches de la Nostalgia, no evocan nada de mis mundos ni de lo que me parece vital o divertido. Yo no colaboro con la imitación curricular de la alegría ni con la localización de la misma en el pasado. Y no salgo a beber los días en los que sale a hacerlo el palomaje que se contiene el resto del año.<span style="font-style: italic;"> Fuck You and the Horse You Rode On</span>.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com67tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-25893751280852405672009-07-29T17:26:00.000-07:002009-08-02T15:29:23.114-07:00Nociones de sensación térmica<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNG_4vdxppnxlY6ECC50M_qWd8jptZ2XR71g8lJfuYdfbtvBtTxsAofW46oTAuGHBlQQOfF_fP4h52vcuDHGX6YPs2srkkWcVSpuu9pQ8PIdY1C31E3SmW8V9Uk5ZMwy-ISOUmIpkGbWk/s1600-h/let+the+right.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 272px; height: 199px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhNG_4vdxppnxlY6ECC50M_qWd8jptZ2XR71g8lJfuYdfbtvBtTxsAofW46oTAuGHBlQQOfF_fP4h52vcuDHGX6YPs2srkkWcVSpuu9pQ8PIdY1C31E3SmW8V9Uk5ZMwy-ISOUmIpkGbWk/s320/let+the+right.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5365334122760496114" border="0" /></a>Toda la calefacción de mi casa es una salamandra de principios del Siglo XX; es un objeto hermoso de hierro fundido y con una moldura de un dragón -o posiblemente una salamandra adragonada- sobre la puerta. Funciona a carbón o leña cortada en astillas y demora bastante tiempo en calentar. Una vez que lo hace permanece caliente varias horas y alcanza para templar casi todos los ambientes de mi hogar.<br /><br />Pero es miércoles y estoy metido a las nueve de la noche en mi cama, con todas las frazadas y mantas que tengo encima mío. Afuera la temperatura ronda el cero grado pero los meteorólogos dicen que la sensación térmica es de varios grados bajo cero. Les creo. Abajo de las frazadas es el único lugar dónde puedo estar sin sentirme un soldado alemán en Stalingrado. No prendí la salamandra. No tengo carbón y no tengo un mango para comprar una bolsa. Según el gobierno soy parte de la franja pudiente, de las personas de altos ingresos a quienes no les cuesta nada sacrificarle al IRPF una buena parte de su sueldo. Sin embargo no me siento así; hay cero grado y no puedo comprar una bolsa de carbón. Y es recién 22 de este mes.<br /><br />Abajo de las mantas estoy bien y me duermo muy temprano. A la mañana me despierto tiritando porque me destapé durante una pesadilla de la que sólo recuerdo borrones. A cuatro cuadras de mi casa alguien con quién estuve conversando tres días atrás acaba de estrellarse contra una columna y está muerto.<br /><br />***<br /><br />Desde mi adolescencia siempre defendí el invierno ante mis amigos, que parecían no poder asociar ninguna clase de felicidad intensa con algo que no fuera el verano, estación en la que yo me sentía torpe e inadecuado. Yo amaba la ropa de invierno, amaba el salir a la calle sin más que mi nariz al descubierto, vestido como un soldado finlandés patrullando los alrededores de Viipuri. Amaba el despojarme de esa ropa frente de una estufa a leña ardiendo, escuchando música melancólica y bebiendo vino en copa, hablando de nada. Amaba estar con una chica cálida e ir levantando las numerosas capas de tela que la cubrían hasta encontrar la piel tibia. Amaba la lluvia reventando contra la claraboya y amaba estar al resguardo de ella. Hoy en día me doy cuenta de que ya no amo tanto al invierno y que prefiero estar en una mesa de verano o primavera al atardecer, tomándome un whisky y observando los ombligos de otras chicas, vestidas con remeras deliberadamente cortas.<br /><br />Luego de nueve años sin hacerlo empecé a fumar otra vez. Una noche, en una semana de un increíble stress al que ni la música ni el alcohol parecían debilitar, le pedí un cigarrillo a un amigo. A las tres pitadas ya me sentía más relajado y los problemas me parecían más blandos.<br /><br />Tengo que volver a dejar de hacerlo, porque noto que las resacas se hacen más largas y que mi voz está desapareciendo. Pero veo a <span style="font-weight: bold;">Tabaré Vázquez</span> en la Cumbre del Mercosur predicando acerca de los mil y un males del cigarrillo, y siendo saludado como un apóstol de la vida. Como el hombre que encontró el dragón al que derrotar. Me alegro de no ser parte de su cruzada; otra virtud del cigarrillo.<br /><br />***<br /><br />La expresión de "sensación térmica" aplicada a una supuesta exageración de la percepción de la inseguridad ciudadana fue acuñada por el ex Ministro del Interior <span style="font-weight: bold;">José Díaz</span>, pero la prensa de la oposición de derecha insistió en adjudicársela, una y otra vez, a su sucesora, <span style="font-weight: bold;">Daisy Tourné</span>, a la que odiaban con fervor. La expresión de Díaz no era gratuita y correspondía a la exageración casi histérica de los medios, particularmente los vinculados con la oposición, en relación al tema de la seguridad, instalado según las encuestas en un lugar central dentro de las preocupaciones de los montevideanos. Pero aunque su diagnóstico sobre el manejo intencionado de esta preocupación por medios nada inocentes era válida, la expresión cayó muy mal. El que un problema sea utilizado por intereses políticos no quiere decir que el problema no exista, y hablar de que la inseguridad ciudadana tiene algo de "sensación térmica" -es decir, de percepción irreal- resultó terriblemente ofensivo para quienes habían sufrido un delito o eran cercanos a alguien que lo había hecho. Y esos eran, y son, muchos.<br /><br />El Observatorio Nacional sobre Violencia y Criminalidad -creado por este gobierno en el 2005- hace poco reveló las nuevas cifras sobre crímenes y delitos ocurridos el último semestre. Las cifras eran más bien aterradoras; con un claro ascenso de los homicidios y los delitos sexuales. Pero el Ministro del Interior <span style="font-weight: bold;">Jorge Bruni</span> tenía algunas buenas noticias: las rapiñas habían crecido en menor proporción que en semestres anteriores, lo que permitía hablar de un descenso de los índices de delito. Un economista se hubiera vuelto loco tratando de explicar por qué algo que aumentó en realidad disminuyó, basado en la razón de que aumentó menos que antes.<br /><br />Meses antes, Daisy Tourné -ante un informe anterior- dijo que las cifras eran buenas porque solamente las rapiñas habían aumentado -un 20%- pero que los demás delitos seguían más o menos en sus números que en el 2002. La misma lógica anterior; pero en el 2002 el país estaba quebrado y con los peores índices de desempleo y pobreza que se hubieran visto desde el fin de la dictadura, y en este momento el gobierno podía exibir con orgullo un desempleo de apenas un 7%, una cifra cercana a lo que se considera "pleno empleo" en economía. Si ante variables económicas claramente mejores, los delitos se mantenían -e incluso aumentaban- en los mismos términos de cuando el país había estado al borde del colapso, entonces había un problema que no explicaban las teorías deterministas sobre el factor pobreza y necesidad. Ahí había otra cosa, un problema sociológico y cultural para el que la izquierda no tenía respuestas ni nombres que darle, y mucho menos una solución inmediata. Todavía no la tienen. Cuando los aprietan dicen que es todo culpa de la pasta base.<br /><br />***<br /><br />Me encuentro con una amiga a la que veo muy poco. Se acaba de divorciar y tiene dos hijos pequeños, así que sus oportunidades de salir y divertirse un poco son casi inexistentes. Pero esa noche dejó a sus niños con su hermana y decidió salir a tomar un trago conmigo. Está de buen humor y me cuenta que el trauma del divorcio le está resultando más suave de lo que creía. Hace poco tiempo murió su madre -su padre había muerto unos años atrás- y fueron tiempos muy difíciles para ella, pero la está llevando bien y, al menos en ese momento, se está divirtiendo.<br /><br />Me muestra su celular nuevo. Es un Nokia bastante barato, pero según ella mucho mejor que el que tenía antes, al que describe como una mierda prehistórica. Cada tanto abandona brevemente la conversación para mandarle un sms a su hermana para ver cómo están sus hijos. No me importa la distracción porque cuando está atenta es una de las personas más graciosas que conozco. En un momento salimos a fumar y nos quedamos conversando con una conocida mutua. Yo entró a buscar un trago y me quedo un par de minutos charlando con el mozo. Cuando salgo retomamos la charla hasta que ella vuelve a buscar el celular porque no le contestaron una pregunta que había enviado. No lo encuentra; le había desaparecido de su bolsillo. También había desaparecido un personaje habitual que suele merodear el boliche desde hace años, mangueando en forma ininterrumpida y generalmente molestando a los clientes, aunque algunos lo encuentran simpático.<br /><br />Le ofrezco el mío pero no se acuerda del número de su hermana, y además la noche está arruinada. Nos despedimos y quedamos en vernos en otra ocasión, y ella se va a ver en qué están sus hijos. Yo me voy a casa.<br /><br />A los pocos días estoy en el mismo lugar y vuelve a aparecer el personaje que posiblemente se había ganado un celular aquella noche. Me dice "¡amigo! ¿no me da una moneda?". No; y no soy tu amigo.<br /><br />***<br /><br />Me conseguí una copia de <span style="font-style: italic;">Let the Right One In</span>, la película de vampiros sueca de la que todo el mundo crítico estuvo hablando pero que sigue sin estrenarse en Uruguay. Le tenía un poco de desconfianza porque las reseñas insistían en que era una revolución en el cine de terror, y en ese género yo soy un clasisista. Además no me gusta el cine sueco.<br /><br />Decidí empezar a verla una noche, demasiado tarde, para al menos tener una idea de qué se trataba pero convencido de que me iba a dormir a los veinte minutos. Dos horas después estaba todavía despierto y convencido de que acababa de ver una de las mejores películas que caía en mis manos desde hace muchos años, y un nuevo clásico del cine de horror.<br /><br /><span style="font-style: italic;">Let the Right One In</span> es una película increíblemente fría y cálida a la vez; llena de cabos sueltos, de datos imprecisos, de personajes que dan una clara y definida impresión individual pero sobre los que al mismo tiempo no sabemos casi nada. De violencia y ternura simultánea. De hecho es una película sobre la atracción de los opuestos, pero no solamente la evidente entre la vampira centenaria con cuerpo pre-adolescente y su amigo de doce años, sino también entre el horror y el afecto, entre la belleza de la fotografía invernal de la nieve y la textura granulosa, casi de realismo socialista, del suburbio de Estocolmo, entre lo refinado y lo grotesco. No hay moralidad en sus personajes, solo sentimientos y el que predomina es el de la soledad, renuente y finalmente combatida en un campo de batalla que no tiene nada que ver con los conceptos del bien y el mal.<br /><br />No leí la novela de <span style="font-weight: bold;">John Ajvide Lindqvist</span> en la que está basada. Las críticas son excelentes pero dudo que sea mejor que la película; tan sólo con leer en el resumen de la Wiki algunos datos que en la película permanecen nebulosos y que, al parecer, en la novela se desvelan, me convenzo de que seguramente sea menos sugerente que su versión cinematográfica. Me encantan esas películas de horror en las que nada se explica demasiado, películas como <span style="font-style: italic;">The Suicide Club</span> o varias de las de <span style="font-weight: bold;">David Lynch</span>, que operan en el terreno extrañado de las pesadillas. Y me encantan las películas de horror como <span style="font-style: italic;">Let the Right One In</span>, siempre conscientes de que hay una igual cuota de espanto tanto en los monstruos sobre las que giran como en el entorno apacible que vienen a perturbar.<br /><br />***<br /><br />Este es mi primer invierno sin perro en nueve años. Pienso en él en esas noches heladas, eran las únicas en las que lo autorizaba a subirse a mi cama y a dormir sobre las mantas, encima de mis pies. Luego las mantas tenían olor a perro, pero valía la pena. Recuerdo como roncaba y cómo gruñía o lloraba completamente dormido, acosado por sueños de perro de los que no sabemos nada.<br /><br />Mis amigos me dicen que me hace falta una novia. Puede ser. Yo creo que me hace falta un nuevo perro.<br /><br />***<br /><br />El frío ahuyenta a la gente de las calles, y estas se vuelven mucho más peligrosas para los que necesariamente tienen que transitarlas.<br /><br />Una amiga me dice que no va a poder salir conmigo como habíamos convenido. La noche anterior, volviendo de un recital la arrastraron por la calle para robarle la cartera y se lastimó las rodillas. Está impresionada y no se siente ni lo bastante sociable ni alegre como para moverse de su casa.<br /><br />Tuvo suerte; hace unos meses a otra chica que conozco dos tipos la molieron a patadas en el suelo para robarle el celular. Terminó con una fisura de tibia por la que tuvo que usar bastón durante semanas y someterse a una larga y dolorosa fisioterapia. Ambas son bastante parecidas, veinteañeras, bajitas y no pesan mucho más de cincuenta kilos.<br /><br />A una compañera de trabajo la robaron tres veces las mismas tres malandras en los alrededores de Tres Cruces, uno de los epicentros de Montevideo. Ella también se divorció este año y tiene más de un trabajo para poder mantener, apenas, a su casa y a su hijo. En la seccional de la zona le dicen que sí, que saben quienes son las ladronas, que siempre están en la vuelta de la Plaza de la Bandera, pero que son menores y cuando las detienen están tres horas después en la calle nuevamente.<br /><br />Una de sus compañeras de sección fue asaltada también hace unas semanas. El chorro le dijo "dame la plata o te robo". Nos reímos mucho cuando lo contaba. Pero en el fondo no tiene nada de gracioso.<br /><br />Abro un diario y leo la noticia de que una chica de trece años fue raptada, violada y asesinada. Se llama exactamente igual que mi sobrina, que tiene trece años. Durante los dos segundos que demoro en pasar de las primeras líneas hasta la que aclara que el crimen fue cometido en Florida, que el segundo apellido es diferente al de mi sobrina y que el asesino está detenido, siento un vértigo que no quiero volver a sentir en mi vida.<br /><br />Las mujeres son las víctimas favoritas de todos los delincuentes modernos, tanto dentro como fuera de sus casas. Si fueran un grupo político se hablaría de persecución o incluso de terrorismo y exterminio, habría marchas multitudinarias defendiendo la democracia y las garantías de ese grupo acosado por torturadores y asesinos. Pero la criminalidad contra las mujeres es vista como si fuera una fatalidad inevitable, "y... es la sociedad fracturada, es la pobreza, es la pasta base, es el hogar detonado, es el consumo, es el Siglo XXI". Sí, ¿y qué?<br /><br />Trato de imaginarme qué le pasa por la cabeza a un par de tipos capaces de patear brutalmente a una chica en el piso para sacarle un puto celular. No puedo; me resulta mucho más fácil tratar de imaginar en qué sueñan los perros, al fin y al cabo criaturas con muchos más principios básicos que estos espectros repugnantes cuya suerte, desventura o justificación me dejó de importar hace tiempo.<br /><br />***<br /><br />La serie de documentales de <span style="font-style: italic;">La Historia de la Música Popular Uruguaya</span> es posiblemente el mejor producto audiovisual que jamás se haya hecho para la televisión uruguaya. <span style="font-weight: bold;">Juan Pellicer</span> demoró ocho años en terminar los quince capítulos que la componen y es evidente que ninguno de ellos fue sabático; se trata de uno de los mayores trabajos de estudio -por parte de Pellicer y su grupo- que se hayan hecho sobre -perdón por la redundancia- la música popular uruguaya de las últimas cuatro décadas. No hay mucho material bibliográfico al respecto, y esta serie llena el vacío con asombrosa calidad. Y con no menos asombrosa generosidad y falta de prejuicio; conozco a más de úno -incluyéndome- que quedaron totalmente sorprendidos al comprobar que más allá de lo que culturalmente se suele inscribir en el libro de oro de dicha música, esta serie incluye a varios discriminados, como la música tropical o el folclore más bien de derecha, que suelen caerse afuera del canon. Y los incluye con todo el respeto que se merecen.<br /><br />No dan ganas de salir al frío cuando emiten <span style="font-style: italic;">La Historia de la Música Popular Uruguaya</span> en un canal público que, por una vez, parece indiferente a otra cosa que no sea ofrecer la mejor televisión posible sin pensar en el mínimo común denominador. Es un espacio de calidez y homenaje a una tradición uruguaya mucho más gloriosa que la futbolística y mil veces más ignorada y subestimada. La tradición de un grupo de gente que sin recompensas y poco respeto creyeron que en Uruguay se podía generar un calidoscopio musical original y poderoso que, en un país de población mínima, dio dos o tres generaciones de compositores que naciones diez o veinte veces más poblados no ha conseguido alinear.<br /><br />Hay muchos momentos emocionantes en esta serie; <span style="font-weight: bold;">Jaime Roos</span> enseñando a tocar "Cometa de la farola", el <span style="font-weight: bold;">Darno</span> explicando con sinceridad desgarrada cómo la dictadura le cagó los mejores años de su carrera, el <span style="font-weight: bold;">Sabalero</span> reconciendo que los músicos exiliados estaban en realidad en una situación mucho mejor que los que se habían quedado acá -a pesar de lo cual los locatarios fueron mucho menos reconocidos, un integrante de <span style="font-weight: bold;">Combo Camaguey</span> explicando cómo la introducción del sintetizador les permitió librarse de la tiranía de los clubs de música popular en los que habia piano, los <span style="font-weight: bold;">Estómagos</span> hablando de la total desprotección en la que se movía el rock de los 80... muchas cosas. Y está, como resaca lúcida, la clara evidencia de que hubo un tiempo en que la música era mucho más importante. Y que los nexos formados alrededor de ella también.<br /><br />***<br /><br />La gripe A introdujo un nuevo elemento, antes desconocido para casi todos nosotros, en nuestras casas: el alcohol en gel. Por curiosidad me compro un frasco, y en pequeño acto de mariconería elijo uno perfumado de aloe vera. No sé si sirve para un carajo, pero tras pasarme el gel por las manos, las mismas me quedan perfumadas con agradable aroma a alcohol y aloe. Horas después de hacerlo sigo sintiendo ese olor fresco en el dorso de mis manos.<br /><br />Una noche descubro también que es excelente para encender los tercos carbones de mi salamandra, y por un minuto es humo con olor a aloe lo que ambienta mi casa.<br /><br />***<br /><br />El sociólogo <span style="font-weight: bold;">Rafael Bayce</span> es entrevistado por <span style="font-style: italic;">la diaria</span> sobre el tema de la minoridad delictiva y los grupos que son percibidos como difusores de códigos violentos (las barras de fútbol, algunas tribus urbanas...). Bayce, con quién suelo coincidir sobre todo en su visión legalizadora de las drogas, ha asumido desde siempre el papel de defensor de los sectores marginales, y es de los pocos que se molesta en dar el punto de vista de los mismos. En la entrevista, Bayce defiende a estos grupos de pertenencia, como aglutinadores de identidad y como sectores a los que los prejuicios han estigmatizado, generalizándolos en base a sus integrantes más violentos sin tener en cuenta el gran número de integrantes de los mismos que se comportan en forma completamente sociable. Ok, es un punto de vista válido. Yo tengo mis dudas sobre los beneficios integrarse a un conjunto de personas que cantan juntas que lo mejor que les pasó en las vidas fue el día que algunos de ese conjunto mataron a un joven por llevar una remera de color distinto, pero admito que es un tema complejo.<br /><br />Pero luego de prevenir contra las generalizaciones, Bayce realiza una particularmente brutal, dice: "<span style="font-style: italic;">Esos comerciantes que son asaltados por monstruos que consumen pasta base son los negreros que le roban a la gente, remarcan los productos vencidos, tienen la balanza trucha, tienen a uno trabajando al que le pagan 3.000 pesos donde deberían trabajar cuatro y ganar 5.000. Después de que empobrecen a media población, se quejan de que los asaltan, por favor. Quieren pagar mal, quejarse, y que la sociedad los defienda de los monstruos que ellos crearon</span>".<br /><br />El gremio de Cambadu -Centro de Almaceneros Minoristas, Baristas, Autoservicistas y afines del Uruguay- posiblemente sea el más golpeado por la delicuencia actual. Practicamente no pasa una semana en la que algún almacenero no sea asesinado por un chorro nervioso, y no pasa un día en el que dos o tres no sean asaltados. No sé en qué barrio vive Bayce; en el mío -que no es particularmente humilde- los almaceneros no son precisamente explotadores capitalistas que se comportan como terratenientes algodoneros del sur de EE.UU. antes de la Guerra Civil; por el contrario, los que conozco y han sobrevivido a la instalación de los grandes supermercados, son gente que labura desde las 7 de la mañana hasta las 9 de la noche -a veces más-, que rara vez tienen gente trabajando con ellos que no sea de su familia y a los que jamás he visto subirse a un 4 X 4 luego de cerrar la cortina metálica, simplemente porque no lo tienen. Los almaceneros que conozco han mantenido sus negocios ante la competencia más bien desleal de los negocios de grandes superficies gracias a su capacidad de fiar a los que no tienen tarjetas de crédito, o a instalarse en los barrios en los que nadie quiere instalarse, o a su capacidad de convertirse en vecinos, de ser parte de una comunidad barrial. Los almaceneros que conozco me conocen, saben como me llamo, me dejan llevarme una coca-cola que les pagaré más tarde, me prestan cambio para el ómnibus cuando no lo tengo.<br /><br />Debe haber cientos de reverendos hijos de puta entre ellos, como no, pero aún en estos casos los opinadores de corte determinista como Bayce parecen nunca ser capaces de apreciar la tremenda desproporción entre que alguien robe tres pesos por tomate con una balanza tuneada y el que ese alguien se quede sin la recaudación de una semana, o sin los implementos necesarios para mantener su negocio. La imposibilidad de comparar el que un tendero tenga a un empleado en negro y le esté pagando menos de lo que merece, y el que ese mismo tendero reciba un tiro en la cara frente a su familia. Entre lo reprobable o levemente punible y lo definitivamente irreparable.<br /><br />Bayce, como los apóstoles de la seguridad a los que les parece un crimen el que alguien manotée una billetera pero no el que un empresario vacie una fábrica y deje a cien jefes de familia sin trabajo, ve las agresiones en términos de comprensibles e incomprensibles. No ve el dolor ni el daño. No imagina la cara de alguna viuda de almacenero que lea su apreciación. Mientras tanto los dueños de los grandes supermercados, que siguen sin dejar agremiarse a los trabajadores que trabajan bajo la amenaza de un seguro despido a la menor protesta, pueden leer esa opinión sin molestarse en lo más mínimo: al fin y al cabo nunca asaltan a los grandes supermercados, ellos nunca están detrás de las cajas y, generalmente, ni siquiera viven en Montevideo o en este país empobrecido.<br /><br />***<br /><br />Mi canción favorita de este invierno es "<span style="font-weight: bold;">The Trapezee Swinger</span>" de <span style="font-weight: bold;">Iron & Wine</span>, es decir de <span style="font-weight: bold;">Sam Beam</span>, ese cantante tan dulce que podría matar a un diabético con sólo tararearle en el oído. Pero la dulzura de Beam nunca es una especie de subterfugio para quedar bien con las suegras y las escuchas femeninas potenciales, sino que el tipo tiene la capacidad envidiable de sonar realmente como si fuera -o es, quién mierda sabe- una persona mejor que el resto. También lo diferencia una tristeza subterránea, que hace que su al parecer infinita comprensión por el mundo que lo rodea no suene a un hippismo filantrópico transnochado, sino a la empatía humana de quién vio cosas infernales y no salió intacto de dicha contemplación.<br /><br />"The Trapezee Swinger" es la "<span style="font-weight: bold;">Sad Eyed Lady of the Lowlands</span>" de Beam, compositor al que claramente se le nota su amor por la lírica entre surrealista y callejera del mejor<span style="font-weight: bold;"> Dylan</span>. Dura unos nueve minutos y cada una de sus estrofas comienza con un "<span style="font-style: italic;">Please, remember me</span>". Hay un tema recurrente en las canciones de Iron & Wine, y es el deseo de ser recordado con felicidad y afecto. Para Beam parece no haber terror mayor que el de abandonar esta tierra sin haber dejado rastros de amor entre los que nos rodearon. Es fácil compartir ese miedo.<br /><br />La canción evoca una serie de imágenes juveniles, de recuerdos totalmente personales y entrañables, en los que cualquiera puede identificarse a pesar de ser muy precisos, localizados y definidos. Beam recuerda el contar autos negros desde una colina, pintarse la cara en Halloween, fumar porro en una torre alta, apretar cerca de un circo... Pero también recuerda errores, recuerda cosas perdidas, recuerda haber perdido a los perros que aman la lluvia y los pájaros de colores que corren en círculo alrededor de un aljibe. Recuerda sobre todo a una mujer, a la que la canción se dirige. Dice "<span style="font-style: italic;">I heard from someone you're still pretty</span>".<br /><br />Pero de la misma forma en la que mezcla con naturalidad lo integrado y lo definitivamente perdido, Beam tiene la costumbre -como el mejor Dylan- de intercalar elementos fantásticos entre sus pinturas de suburbio, y en "The Trapezee Swinger" se imagina que las puertas perladas del Paraíso están cubiertas de "graffitis elocuentes". Y en algunas estrofas enumera algunos: "<span style="font-style: italic;">We'll meet again</span>", "<span style="font-style: italic;">Fuck the man</span>", "<span style="font-style: italic;">Tell my mother not to worry</span>", "<span style="font-style: italic;">Lost and found</span>", "<span style="font-style: italic;">Don't look down</span>", "<span style="font-style: italic;">Someone save Temptation</span>", "<span style="font-style: italic;">Who the hell can see forever?</span>". Casi al final promete que si llega a las puertas de San Pedro, va a hacer un dibujo de Dios y Lucifer, de un chico y una chica (tal vez los propios Dios y Lucifer), de un ángel besando a pecador, un mono y una banda marchando alrededor del trapecista asustado al que refiere el nombre del tema.<br /><br />Aunque la melodía de "The Trapezee Swinger" es una secuencia de acordes bastante elemental (Do-Sol-Fa-Do-Sol en los primeros dos pares de versos de cada estrofa y la misma secuencia comenzando en La menor en los dos últimos), no aburre en ninguno de sus nueve minutos, gracias tanto a la belleza de la letra como a unos arreglos sutilmente mutantes (otra vez la tradición del mejor Dylan), que se van enriqueciendo progresivamente sin que el tema escale en un exceso de energía. Es un resumen fantástico de la imaginería de Beam y, posiblemente, de su concepción vital de la memoria, el afecto y lo que no vuelve. Pero entre tantos versos brillantes posiblemente el que me sigue gustando más es el más sencillo, que ya cité antes: ""<span style="font-style: italic;">I heard from someone you're still pretty</span>". Me hace pensar en un par de mujeres que no necesito que nadie me informe de que conservan su belleza.<br /><br />***<br /><br />Hay un flaco que vive en la calle, deambulando por una galería céntrica y los alrededores del pub al que suelo ir, mangueando comida, algún trago y sitios donde dormir. Evidentemente tiene algún trastorno psíquico -tal vez debido a las drogas, tal vez no- y evidentemente no es uno de esos tipos acostumbrados a vivir en la calle. Anda con una mochila con sus pertenencias a cuestas y de vez en cuando agarra un vaso que no es suyo. De vez en cuando se liga una trompada. En un mundo sensato estaría internado o medicado, pero no lo está. Tiene días mejores y días peores, a veces lleva solo una remera con temperaturas de cero grado y con el viento de la rambla sur espantando hasta a los más abrigados. Sin embargo dice que tiene calor y no tiembla.<br /><br />Como todos los solitarios y los que se cayeron afuera del mundo, generalmente está callado pero cuando alguien le da entrada habla sin parar durante horas. Lo veo aproximarse a un grupo de alemanes que beben como si fueran a invadir Polonia. Los alemanes son afables y el flaco se suma a la conversación; lo escuchan con educación durante un buen rato y luego intentan proseguir su charla. Él sigue hablando. Finalmente los alemanes se cambian de mesa, estratégicamente, hacia una más pequeña en la que no hay lugar para el charlatán desvariado. Él los sigue y se queda parado junto a la mesa mirándolos fijamente y sin poder intervenir, ya que ahora están conversando en alemán. Pero es incómodo estar conversando con alguien que está parado a tu lado mirándote con ojos de loco, y finalmente uno de ellos le pide que los deje solos. Lo hace, por un par de minutos, luego vuelve y se para en el mismo lugar.<br /><br />Los alemanes terminan la botella y salen del pub, seguidos por su espectador. Cuando se suben a un taxi, él trata de subirse con ellos. Le dicen que no y lo apartan sin ninguna violencia, él se queda parado junto al taxi y les dice "por favor, llévenme". Pero los alemanes no lo llevan. Yo tampoco.<br /><br />***<br /><br />La violencia invernal no es potestad exclusiva de los más marginados; todo el mundo se horroriza al enterarse que en un baile de Marindia, dos barras de jóvenes de clase media -la mitad locales, la mitad de El Pinar- se agarran a fierrazos y un adolescente muere de un tiro. El motivo al parecer fue que alguien de El Pinar se había ennoviado con alguien de Marindia. Un gran motivo para el que quiera ver una historia de Montescos y Capuletos, pero que en verdad es sólo una prueba más de cómo se puede sacar odio del amor, y de cómo gente que vive en casas parecidas, en balnearios igualmente cercanos a la costa, pueden encontrar una excusa para matar, para arruinar, para destruir por nada en nombre de nada.<br /><br />Cuando yo era adolescente íbamos a bailar a algunos lugares de la Ciudad de la Costa. Eventualmente nos metíamos en algún quilombo de difusos motivos. Lo peor que te podía pasar era irte con un ojo negro. O un diente menos. No te pegaban con una varilla de construcción de acero. No te disparaban con un 38 en el cuello.<br /><br />Cuando yo era adolescente, rara vez terminábamos la noche con alguna chica. Pero recuerdo una, en el country de Atlántida en la que una muchacha hermosa -hermana de una actriz menos atractiva que ella pero que fue considerada un símbolo sexual mediático- decidió que yo le hacía gracia y que valía la pena estar conmigo. Recuerdo sus labios en el muelle de Atlántida y la sensación de que había estado esperando todo el tiempo por algo así. En una de esas hubiera valido que me pegaran un tiro. Por suerte en aquellos días no le disparabas a un pobre flaco en un día afortunado.<br /><br />***<br /><br />Todos los días, cuando voy a trabajar en ómnibus, paso frente a una pintura de graffiti que me llama la atención. Está sobre la puerta tapiada con bloques de un bar cerrado en la esquina de Gonzalo Ramírez y Minas y representa a un mamífero no demasiado definido; es completamente blanco como un oso polar -salvo los ojos y la nariz- , pero la forma de su cabeza y orejas recuerda más bien a la de un mapache, y al mismo tiempo hace pensar en un oso panda.<br /><br />La parte inferior del cuerpo del oso-mapache, desde la altura de su panza, se está desintegrando en fragmentos geométricos, como si se estuviera convirtiendo en vidrio y este hubiera sido apedreado. Tiene los antebrazos levantados y mira, con una tristeza de gigante, como sus manos también comienzan a cristalizarse y desmoronarse.<br /><br />Mientras la observo por enésima vez, desde el fondo de la capucha de mi campera, me pregunto como me veré, sentado, maldormido y algo desorientado, junto a la ventanilla del ómnibus casi vacío.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com64tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-47430111232114017292009-07-17T01:00:00.000-07:002009-07-26T15:50:24.057-07:00Marduk T-Shirt Men's Room Incident<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivKB6UWW7pnb0O1-7MX9lhjO5yoEskVImS4pfG7TF5Wmbh6P5P87fTqNG-XYJvpL4YCzwQDcriMsD_pzZlezVJQ4-8iHEvh74mm6JwCpbeETgLMA1INXxijsLbATn4Ugf7vJdMPoHY0Is/s1600-h/darnielle+1.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 300px; height: 200px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEivKB6UWW7pnb0O1-7MX9lhjO5yoEskVImS4pfG7TF5Wmbh6P5P87fTqNG-XYJvpL4YCzwQDcriMsD_pzZlezVJQ4-8iHEvh74mm6JwCpbeETgLMA1INXxijsLbATn4Ugf7vJdMPoHY0Is/s320/darnielle+1.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5350314565218065426" border="0" /></a>Es curioso como en estos tiempos posmodernos, en los que el concepto mismo de "genio" aplicado a un artista prácticamente ha desaparecido junto a la confianza de que el arte pueda conjurar algo más que eventual entretenimiento, la gente al mismo tiempo sea tan generosa con la palabra "genio": <span style="font-weight: bold;">Charly García</span> es un <span style="font-style: italic;">genio</span> cada vez que se tira un pedo musical que no ofenda demasiado la pituitaria -o cada vez que se toma un saque y se comporta como un chico de 16 años pasado de vodka brasileña-; <span style="font-weight: bold;">M.I.A.</span> afana y degrada un riff colosal de <span style="font-weight: bold;">Clash</span> y es una <span style="font-style: italic;">genia</span>; <span style="font-weight: bold;">Yayo</span> se agarra la poronga frente a una chica boliviana -en un país dónde los bolivianos son permanentemente discriminados en la forma más abyecta- berreando "esta es para vos", y es un <span style="font-style: italic;">genio</span>.<br /><br />Sin embargo yo no creo en el total vaciamiento de la palabra "genio", porque no creo en el vaciamiento total del arte como forma de intercambio humano, y por lo tanto no me cuesta utilizar el término para denominar a un compositor repetitivo, pedante, excesivamente prolífico y técnicamente limitado, pero que, entre aciertos y errores, es capaz de vez en cuando -por suerte cada vez con mayor frecuencia- de evocar el lenguaje de su tiempo y condensar la confusión polifónica de este mundo desintegrado en una forma sensible, que no depende de la empatía más evidente sino de la más sutil. Este <span style="font-style: italic;">genio</span> se llama <span style="font-weight: bold;">John Darnielle</span>, líder y esencialmente único integrante de la banda <span style="font-weight: bold;">The Mountain Goats</span>.<br /><br />Descubrí a Darnielle al mismo tiempo que casi todo el mundo hace unos ocho años con la canción <span style="font-weight: bold;">'</span><span style="font-weight: bold;">The Best Ever Death Metal Band in Denton</span>', un tema folk que no habría desentonado en <span style="font-style: italic;">The Frewheelin' Bob Dylan</span> si no fuera que está grabado con un radiograbador en un cassette de cinta (cuyo zumbido es perfectamente audible), y si no fuera porque los héroes populares de la canción son un par de adolescentes metaleros que tras haber sido despreciados y desesperanzados planean algún tipo de venganza siniestra -nunca explícita en la letra-, y que culmina con un extrañamente festivo "<span style="font-style: italic;">Hail Satan!</span>".<br /><br />Una canción tan buena que inevitablemente reducía en comparación a casi cualquier otra de las decenas de composiciones que atestaban sus excesivamente numerosos discos. Víctima del síndrome grafómano de<span style="font-weight: bold;"> Robert Pollard</span>, Darnielle parecía dispuesto a quebrar algún record de cantidad de temas editados, olvidando ese principio esencial de que el arte es tanto un proceso de creación como de selección. Para peor apelando a una sonoridad <span style="font-style: italic;">lo-fi</span> que en lugar de aportar texturas distintas se había convertido tan sólo en un esnobismo más.<br /><br />Cuando estaba perdiendo interés en Darnielle, la increíblemente hostil -pero melodiosa e impactante- canción <span style="font-weight: bold;">'</span><span style="font-weight: bold;">No Children</span>', presente en su primer disco grabado en un estudio decente -<span style="font-style: italic;">Tallahasse</span> (2002)- me recordó que el tipo era realmente algo serio, pero ese disco conceptual que gira alrededor de la relación autodestructiva de una pareja me reveló también una característica negativa del compositor: un exceso de cuidado literario, de artesanía de taller de escritura, que hacía a sus canciones ricas en vocabulario y originales en temática y desarrollo pero demasiado cerebrales y autoconscientes de su carácter "artístico". En definitiva: increíbles, pero no en el buen sentido del adjetivo. Darnielle me aburrió y dejé de prestarle atención durante algunos años. Un día me intrigó el ver en que andaba ese tipo del que admiraba mucho algunos temas y me bajé un disco llamado <span style="font-style: italic;">The Sunset Tree</span>, pero no lo escuché y lo dejé perdido en algún lugar de mi disco duro.<br /><br />Este verano me compré por primera vez un lector de mp3, una especie de I-Pod <span style="font-weight: bold;">Samsung</span> al que decidí llenar de discos que aún no había tenido tiempo para escuchar, y llevármelo a <span style="font-weight: bold;">Punta Rubia</span> junto con una buena colección de CDs. Esta selección -en la que había discos de <span style="font-weight: bold;">A.C. Newman</span>, <span style="font-weight: bold;">Antony & the Johnsons</span> y <span style="font-weight: bold;">The Beta Band</span>- terminó siendo uno de los conjuntos de canciones que escuché más y mejor en los últimos diez años, y le entré en el mejor de los ambientes posibles: en el ómnibus a La Pedrera. Entre los discos estaba, por supuesto, ese <span style="font-style: italic;">The Sunset Tree</span>, que decidí escuchar tras decepcionarme con los sobrevalorados e intrascendentes vejigas de <span style="font-weight: bold;">Animal Collective</span>, sabiendo que por lo menos me iba a encontrar con canciones bien compuestas. Empecé a escuchar <span style="font-style: italic;">The Sunset Tree</span> poco después de cruzar el límite entre Maldonado y Rocha, y lo terminé poco antes de llegar a Punta Rubia. No era un disco musicalmente muy distinto al sobre-escrito <span style="font-style: italic;">Tallahassee</span>, y muchos de los vicios líricos de Darnielle seguían allí (<span style="font-style: italic;">i was seventeen years young</span>), pero era una puta obra maestra y uno de los discos más llenos de emociones <span style="font-style: italic;">fuertes </span>que haya escuchado nunca.<br /><br />Luego me enteraría -aunque en realidad no me sorprendió porque no se puede escribir así sobre algo no vivido- que el disco era parte de una trilogía de discos conceptuales y en buena parte autobiográficos (Darnielle hasta <span style="font-style: italic;">Tallahassee</span> sostenía que todas sus canciones eran sobre personajes de los que estaba totalmente distanciado), trilogía que había comenzado con la serie de retratos de amigos anfetamínicos de Portland, <span style="font-style: italic;">We Shall All Be Healed</span> (2004) -un disco muy atractivo- y culminaría con la decepcionante y llorona descripción de su ruptura matrimonial de <span style="font-style: italic;">Get Lonely</span> (2006), tal vez su peor disco.<br /><br />Lo cual es realmente extraño, ya que su antecesor, el ya mencionado <span style="font-style: italic;">The Sunset Tree</span>, es lo mejor que hizo nunca y posiblemente lo mejor que vaya a hacer. Un disco que en varios de sus temas trata de su adolescencia bajo la opresión de un padrastro brutal e incomprensivo, que lo revienta a trompadas por despertarlo involuntariamente al llegar a casa ('<span style="font-weight: bold;">Hast Thou Considered the Tetrapod</span>') y al que sueña despierto con asesinar de un escopetazo en la boca ('<span style="font-weight: bold;">Lion's Teeth</span>'), y que contiene una serie de canciones absolutamente conmovedoras, llenas de furia y amor a duras penas contenido. Un disco que te trae una sonrisa terrorista a la cara al escuchar a Darnielle cantar las estrofas brutalmente guerreras de '<span style="font-weight: bold;">Up the Wolves</span>' (<span style="font-style: italic;">I'm gonna bribe the officials, I'm gonna kill all the judges / It's gonna take you people years to recover from all of the damage / Our mother has been absent / Ever since we founded Rome / But there's gonna be a party when the wolf comes home</span>) o que te llena de tristeza indefinible ante las esperanzas sombrías de los amantes de '<span style="font-weight: bold;">Dinu Lipatti's Bones</span>'.<br /><br />En lo particular, y supongo que tanto por motivos personales como por las cualidades de la canción, me desarmó -casi literalmente- con el último tema, '<span style="font-weight: bold;">Pale Green Things</span>', en el que evoca en su memoria al hijo de puta de su padrastro pero no puede recordar más que algunos escasos momentos tiernos y hasta dignos de compasión en las carreras de caballos. En un momento Darnielle dice que su hermana lo llamó una noche a las 3 de la mañana y serenamente canta "<span style="font-style: italic;">She told me how you'd died at last</span>" e inmediatamente repite con la voz quebrada el "<span style="font-style: italic;">at last</span><span style="font-style: italic;">!</span>", con una clase de dolor, alivio y pena que sólo alguien que haya convivido con el odio a un familiar que no eligió puede entender.<br /><br />(<span style="font-style: italic;">Escuché ese "at last" ya abajo del ómnibus, con el estuche de la guitarra sobre la espalda y un bolso colgando de cada hombro, bajando por la calle de Las Maravillas y viendo a lo lejos el azul profundo del océano en un día soleado. No escuchaba nada más que el gruñido lejano del Atlántico y el zumbido inquieto de las chicharras. Me prendí un porro que llevaba en el bolsillo de la camisa -yo sólo fumo en verano- y me dirigí al almacén para buscar las llaves del rancho. Un poco antes de llegar tuve que detenerme para secarme la cara, porque se me estaba empapando de algo que no era sudor. Sin embargo me sentía bien, muy bien, por fin</span>. <span style="font-style: italic;">Era verano y era un día radiante y lleno de expectativas</span>.)<br /><br />El disco posterior, <span style="font-style: italic;">Get Lonely</span>, sería aún más catártico pero demasiado autocentrado, cerebral y quejoso como para ser realmente emocionante, y bastante más pobre en lo melódico (aunque la producción sonora sea prácticamente idéntica). Luego de esta avalancha autobiográfica, Darnielle -por suerte sin abandonar el buen sonido y los buenos compañeros de ruta musical- volvió a la temática diversa de sus discos<span style="font-style: italic;"> lo-fi</span> con <span style="font-style: italic;">Heretic Pride</span>, un disco que toma su nombre de un tema de <span style="font-weight: bold;">Aura Noir</span> -una banda de <span style="font-style: italic;">black metal</span> noruega- y en el que vuelve a retomar sus habituales obsesiones: imaginería de metal extremo, personajes históricos del reggae, referencias a escritores de subgéneros, romances complicados y sentimientos violentos. Un gran disco con el mejor de los bateristas del mundo -<span style="font-weight: bold;">Jon Wurster</span>-, que lo coronó ante la crítica estadounidense como poeta laureado oficial del rock actual, y en el que hay por lo menos tres canciones maestras; la fantástica visión individualista y arrogantemente religiosa del tema que le da nombre, la ominosa '<span style="font-weight: bold;">Michael Myers Resplendent</span>' y la que posiblemente sea una de sus canciones más profundas y conmovedoras: '<span style="font-weight: bold;">Marduk T-Shirt Men's Room Incident</span>':<br /><br /><span style="font-style: italic;">Slumped up against the sink</span><br /><span style="font-style: italic;">Hair plastered to her cheeks</span><br /><span style="font-style: italic;">Marduk t-shirt sticking to her skin</span><br /><span style="font-style: italic;">Refugee from a disco in old east Berlin</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">weightless</span><br /><span style="font-style: italic;">formless</span><br /><span style="font-style: italic;">blameless</span><br /><span style="font-style: italic;">nameless</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Stray syllables were gurgling</span><br /><span style="font-style: italic;">From her throat one at a time</span><br /><span style="font-style: italic;">Face hidden from my view</span><br /><span style="font-style: italic;">I let myself imagine she was you</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Only weightless,</span><br /><span style="font-style: italic;">formless,</span><br /><span style="font-style: italic;">blameless,</span><br /><span style="font-style: italic;">nameless</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">And when I washed my hands</span><br /><span style="font-style: italic;">I ran the water hotter than I could stand</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Half rising to a crouch</span><br /><span style="font-style: italic;">Sinking back down to the floor</span><br /><span style="font-style: italic;">when you're walking keep your head low</span><br /><span style="font-style: italic;">Try to leave no traces when you go</span><br /><br /><span style="font-style: italic;">Stay weightless,</span><br /><span style="font-style: italic;">formless,</span><br /><span style="font-style: italic;">blameless,</span><br /><span style="font-style: italic;">nameless</span><br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiv_2AslCtco8mpEsQ9n8FAfVzjqVFDl7W7EEN_rXevIMgaEclhwLMfzPrx57ub2ctSe6y61nG0UOVKHtBjX_p6Bq6RZCJn6vTohEJaVtFd2qIrPO1DASCxXMsreYpv3gomEA-_BrpBCSU/s1600-h/marduk.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 225px; height: 169px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiv_2AslCtco8mpEsQ9n8FAfVzjqVFDl7W7EEN_rXevIMgaEclhwLMfzPrx57ub2ctSe6y61nG0UOVKHtBjX_p6Bq6RZCJn6vTohEJaVtFd2qIrPO1DASCxXMsreYpv3gomEA-_BrpBCSU/s320/marduk.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5350316917340417042" border="0" /></a>De las <span style="font-style: italic;">liner notes</span> del disco, en las que Darnielle detalla varias características de la inspiración de los temas, las de esta canción se limitan a decir que la misma provino de una visión, de una imagen sobre la que no da más información. Lo cual es adecuado para la que es una de sus canciones más elípticas, y que, sin embargo, es simultáneamente clara y abierta, polisémica.<br /><br />La remera de <span style="font-weight: bold;">Marduk</span> mencionada desde el título refiere a una de las más brutales y a la vez payasescas bandas de <span style="font-style: italic;">black </span>(o en su caso, con bastante de <span style="font-style: italic;">death</span>)<span style="font-style: italic;"> metal</span> escandinavo. Formados con la expresa intención de ser un grupo brutalmente ofensivo y blasfemo, los Marduk se hicieron notorios desde su primer disco, que se llamaba <span style="font-style: italic;">Fuck Me Jesus</span> y cuya portada exhibía un dibujo de una mujer auto-sodomizandose con un crucifijo. Material <span style="font-style: italic;">hardcore</span>, digamos.<br /><br />En todo caso los suecos de Marduk siempre han tenido algo de broma; lejos de la calidad musical de bandas como <span style="font-weight: bold;">Ulver</span>, <span style="font-weight: bold;">Emperor</span> o <span style="font-weight: bold;">Enslaved</span>, lo de Marduk siempre fue barbarie musical y oscuridad absoluta, en cierta forma más próxima a lo de anormales como <span style="font-weight: bold;">Gorgoroth</span> o <span style="font-weight: bold;">Dark Funeral</span>, pero con el grotesco escénico de <span style="font-weight: bold;">Cradle of Filth</span> y un sentido de la sutileza digna de<span style="font-weight: bold;"> Gwar</span> (pero sin humor). Sin embargo fueron -y son- una banda muy popular dentro del gigantesco mercado europeo de metal extremo.<br /><br />La referencia a una banda tan bestial es ambivalente; por un lado Darnielle es un reconocido consumidor de metal extremo, lo cual tal vez no se note en su música pero que -además de probar que es un tipo fino- nutre de referencias muchas de sus canciones. Desde su exitosa <span>'</span><span style="font-weight: bold;">The Best Ever Death Metal Band in Denton</span>', es habitual que haya menciones a grupos de esta subcultura rockera en sus canciones, particularmente en el sombrío EP <span style="font-style: italic;">Satanic Messiah</span> -editado simultáneamente al <span style="font-style: italic;">Heretic Pride</span>, en 666 copias que se vendían por 6,66 dólares-, en el que incluso hay una (excelente) canción llamada '<span style="font-weight: bold;">Sarcófago Live</span>', que le debe el nombre a una más bien oscura banda metalera brasileña. No solamente eso: Darnielle escribió un libro entero sobre el tercer disco de <span style="font-weight: bold;">Black Sabbath</span>, <span style="font-style: italic;">Master of Reality</span>. Es decir, no es sólo pose y no es irónico.<br /><br />Pero también hay que considerar dos cosas más allá del posible interés de Darnielle en el género: la inclusión de estos nombres y referencias sonoras contrasta con la suavidad y economía musical de los temas que los mencionan y, además, dan un marco cultural y etario instantáneo. El metal, más allá de que algunos medios y artistas -como el propio Darnielle- le hayan aportado un renovado marco de <span style="font-style: italic;">coolness</span>, es música de gente que se cayó del tren de la moda, de los que están aterrados por los límites de la madurez y oscurecidos por la inadaptación a la juventud, de los descastados generacionales. Es música denigrada como terraja e inmadura, aunque sea a la vez la mayor proveedora de virtuosos musicales; es música de personas de sentimientos simples y maniqueos. Y es música, generalmente, de adolescentes tardíos y de clase social media-baja, de hijos de alcohólicos y habitantes de complejos habitacionales mal construidos.<br /><br />No hay ninguna brutalidad musical ni lírica (al menos explícita) en '<span style="font-weight: bold;">Marduk T-Shirt Men's Room Incident</span>'. Al contrario, al igual que '<span style="font-weight: bold;">Dinu Lipatti's Bones</span>' o '<span style="font-weight: bold;">In Corolla</span>', presenta a Darnielle explorando las aristas más suaves y delicadas de su a veces irritante voz nasal, buscando una intimidad absoluta con el oyente e irradiando una tristeza insondable. El acompañamiento musical es mínimo y de sutileza ejemplar: apenas un arpegio borroso de guitarra que en algún momento es subrayado por un leve arreglo de cuerdas y, en los estribillos, un coro femenino tembloroso, aún menos firme que la desolada voz lider. Es, en todo caso, una canción bellísima, que transmite esa fragilidad melancólica de los mejores temas de<span style="font-weight: bold;"> Cocteau Twins</span> o <span style="font-weight: bold;">Nick Drake</span>,<span style="font-weight: bold;"> </span> y que a primer escucha podría confunidrse con un etéreo tema de amor no correspondido. Pero en manos de un letrista como Darnielle, obviamente eso no iba a ser tan fácil.<br /><br />Nunca queda muy claro qué es lo que se está describiendo en esta canción: se sabe que se está en un baño de varones y que hay una chica colapsada -ya sea por alcohol, drogas o su habitual mixtura-, empapada y con enormes dificultades para incorporarse del lavatario o levantarse del piso. No se sabe lo que pasó pero, sin la menor referencia directa, todo connota alguna clase de contacto sexual entre la chica y el narrador. Más allá de la descripción de su postura corporal, de su cabello pegado a la cara y de la remera de Marduk, no se sabe gran cosa de la chica dada vuelta y apenas referida como una "refugiada de una disco del viejo Berlín Este". La remera de una banda metalera, la evidente intoxicación y, por qué no, la culpa omnipresente en el narrador, sugiere la idea de que se trata de una chica muy joven, pero también podría, simplemente ser un buen ejemplo de esa clase de mujer a la que se califica y resume con el término despectivo y simplificador de "reventada". Pero ella no habla, así que sabemos poco sobre sus sentimientos e intenciones.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1spzCFi29wFeMbDnoukBPHGowYBZG80tMufrFYVu64jWKw2phNyVNad0ddd8afyP67Tdj83IqaE9rF0M0xq7zzI2jUOsxngeiKEN3cjiK74AlPuvc3kWtb0R00wNs5daYAOYKyxW97p8/s1600-h/darnielle+2.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 233px; height: 156px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj1spzCFi29wFeMbDnoukBPHGowYBZG80tMufrFYVu64jWKw2phNyVNad0ddd8afyP67Tdj83IqaE9rF0M0xq7zzI2jUOsxngeiKEN3cjiK74AlPuvc3kWtb0R00wNs5daYAOYKyxW97p8/s320/darnielle+2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5350314568635878402" border="0" /></a>Sí sabemos bastante sobre lo que siente el narrador de la canción y aparente partícipe de las acciones anteriores a las que la letra del tema cuenta o bordea. Y lo que siente es, al parecer, una tremenda culpa: no sabemos qué hizo y no sabemos en qué circunstancias, pero hay un absoluto arrepentimiento. La condición más bien desastrosa de la chica podría implicar algún tipo de abuso o aprovechamiento deshonesto de la situación, pero hay un par de versos ("la cara oculta a mi vista / me dejé imaginar que eras vos") que no encajan en absoluto. Más bien da la impresión de una infidelidad fugaz, o simplemente una relación sexual acosada por el horror al sexo. Un encuentro erótico efímero, visto con los lentes deformantes y lúcidamente depresivos del post-coito, en ese momento en que la sangre vuelve desde la pija hasta el cerebro, esquivando el corazón. Y la reacción del narrador es, simplemente, un pedido de que la chica desaparezca por completo.<br /><br />Hay algo similar en el aparente contraste entre la dulzura de la música y lo casi misógino de su ruego que me hace pensar en una de las mejores canciones de los <span style="font-weight: bold;">Rolling Stones</span>, '<span style="font-weight: bold;">Backstreet Girl</span>'. En ella <span style="font-weight: bold;">Mick Jagger</span> -en medio de su período más machista como letrista- le ruega a una chica con la que evidentemente ha tenido alguna clase de affair que no lo siga, que no trate de ser nada importante para él, que no moleste a su mujer, que no sea parte de su mundo y que se limite, simplemente, a ser su "chica de la calle de atrás", un concepto que no es equivalente al orgulloso <span style="font-style: italic;">back door man</span> sodomizador de <span style="font-weight: bold;">Willie Dixon</span>, sino a un entretenimiento culposo que hay que ocultar por no ser lo bastante presentable para la imagen oficial del cantante. Sin embargo y a pesar de lo repelente que resulta el concepto central de la canción, hay una extraña ternura en 'Backstreet Girl' que excede lo agradable de su melodía, y que proviene de la debilidad con la que Jagger la canta, mucho más en tono de súplica que de orden. A primera escucha el narrador parece un canalla, pero no sabemos en los términos en que se planteó la relación, y todos los que vimos <span style="font-style: italic;">Atracción fatal</span> sabemos lo caro que a veces puede volverse un momento voluble.<br /><br />(<span style="font-style: italic;">Luego de la última frase debería ir un emoticón haciendo una guiñada, especialmente después de mencionar a una película tan repelente como la citada, pero supongo que todo el mundo -hombres y mujeres- hemos pasado por esa experiencia incomodísima y a veces atemorizante de cuando un encuentro sexual ocasional y sin premeditación es percibido por la otra persona como algo más, y esa percepción -en esta sociedad en la que el amor romántico de pareja está totalmente sobredimensionado y parece justificar las conductas más intrusivas- le otorga, o parece otorgarle, una especie de derecho a interferir con nuestras vidas en un grado mucho mayor del que un simple polvo debería autorizar. El amor -palabra con la que se denomina muchas veces a una simple obsesión neurótica-, es supuestamente una fascinación por una persona que debería traslucirse en el deseo constante de la felicidad de la misma, pero que a menudo se vuelve una excusa de molestia, de destrucción, de tortura. Amor es una palabra mal hecha que define a dos reacciones diametralmente opuestas hacia la misma persona y que denomina tanto a un pacto entre dos o más adultos como a la asunción individual y solitaria del derecho a ese pacto.</span>)<br /><br />Antes dije que no había (mejor dicho, no me parecía que hubiera, es muy difícil afirmar nada ante canciones tan abiertas como esta) un abuso en el ambiente enrarecido, algo onírico y lyncheano, de esta canción. Sin embargo todo es relativo en el mundo de la culpa: <span style="font-weight: bold;">Andrea Dworkin</span>, una de las feministas extremas que terminaron involuntariamente desprestigiando el concepto del feminismo, sostenía que el sexo heterosexual siempre era una violación, que el simple concepto de la penetración era sinónimo de abuso, de invasión, sugiriendo que solo el sexo homosexual era digno para las mujeres. Obviando la imbecilidad esencial del concepto y llevándolo a un plano más sensato, hay que reconocer que en una sociedad en la que el sexo sigue estando profundamente culpabilizado, especialmente para las mujeres, el tomar el rol activo -que fisionómica y culturalmente ha correspondido esencialmente al hombre- suele ser visto como un acto de valor en términos casi militares, es decir, en términos de lo que importa es exclusivamente el triunfo (el orgasmo masculino). Pero también hay personas más sensibles que no pueden abstraerse del merengue de responsabilidad y culpa que significa lidiar con un acto maldito e idealizado simultáneamente, sobre todo cuando existe la presuposición social o individual de estar a cargo de las decisiones.<br /><br />Una mujer, la escritora uruguaya <span style="font-weight: bold;">Armonia Somers</span>, señaló algo interesante que me extraña que pueda habersele ocurrido a alguien que no haya vivido eso; en uno de sus mejores cuentos, Sommers se apiada de los hombres, señalando que, mientras que las mujeres no saben qué hacer con la virginidad y que una vez perdida la pierden para siempre, los hombres vuelven a ser vírgenes cada vez que se encuentran sexualmente por primera vez con una mujer. Cada vez que asumen las responsabilidades simultáneas de la erección y el placer ajeno. Hay algo de cierto en eso.<br /><br />En todo caso el narrador de esta canción (¿será Darnielle?, él suele desligarse de la primera persona de sus composiciones, pero teniendo en cuenta lo escaso de las referencias sexuales en sus numerosísimas canciones y su background católico se podría aventurar que no es alguien que se sienta cómodo con lo sexual o que lo considere la cosa más natural del mundo) se lava las manos con el agua más caliente de lo que puede soportar. Evidentemente no es inocente, o no se siente inocente. Pero se lava las manos, un acto tan higiénico como simbólico luego de aquel viejo indolente llamado <span style="font-weight: bold;">Poncio Pilatos</span>, con el agua más caliente de lo que puede soportar. Se castiga levemente. Y al mismo tiempo exonera de cualquier culpa a la chica (<span style="font-style: italic;">blameless</span>); de hecho la exonera de cualquier injerencia humana en su vida: le pide que se mantenga sin peso, sin forma, sin culpa, sin nombre. Que ingrese en el cajón de lo que nos cruza profundamente pero no deja rastros (no queremos que lo haga) en nuestras vidas.<br /><br />De alguna forma parece que esta no es una de esas anécdotas que los hombres contamos, ni siquiera entre hombres, y sin embargo Darnielle la filtra en una canción -esa forma expresiva con la que los antiguos trovadores intentaban seducir a las damas y con la que sus modernos herederos intentan probar que son mejores personas que las demás-, porque sabe que es material <span style="font-style: italic;">sensible</span>, terreno inexplorado y posiblemente inefable. No tiene nada que ver con lo confesional, sino con el mapeo poético de un territorio virgen para la canción. Un territorio desolado y sórdido que sin embargo es representado en términos de belleza por el simple reconocimiento de su profunda <span style="font-style: italic;">humanidad</span>. Eso es una cualidad tal vez no de genios, como calificaba a Darnielle más arriba, pero sí de compositores valientes más interesados en expresar que en seducir.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com30tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-47364383782162429832009-06-12T17:28:00.000-07:002009-06-14T11:55:17.241-07:00El hombre es como el oso<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfwHnzOO5tT32t4BDa8SgXg-uQy0yvU33o1r2FmEozDKpC1tqerUD4pnSCZt6sQJQzqXJmpdnHCCqp7l7ghMIYrlb4VwuUibRC4s3tsnGPuE_U-2wIdfL2-lGbzBUPo9m6xf08QGXSJ_E/s1600-h/oso+argento.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 218px; height: 289px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhfwHnzOO5tT32t4BDa8SgXg-uQy0yvU33o1r2FmEozDKpC1tqerUD4pnSCZt6sQJQzqXJmpdnHCCqp7l7ghMIYrlb4VwuUibRC4s3tsnGPuE_U-2wIdfL2-lGbzBUPo9m6xf08QGXSJ_E/s320/oso+argento.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5347039898974126402" border="0" /></a>Pasé final y tardíamente por la Plaza Independencia para ver los famosos osos "compañeros" que habitan allí desde hace un mes, más o menos. Como se sabe, se trata de 140 esculturas de osos llamados <span style="font-style: italic;">Buddy Bears</span>, que fueron creados a partir del oso símbolo de la ciudad de Berlín, para que artistas de diversos países pintaran sobre los mismos lo que consideraran representativo de su tierra, y luego los mismos son expuestos en espacios públicos, simbolizando la unión de las distintas idiosincrasias nacionales, siendo luego vendidos y utilizando el producto de dichas ventas en obras de caridad. Una de esas ideas tontas, inofensivas y notorias que no sirven para gran cosa, pero que tienen una cierta simpatía y, especialmente para los niños, pueden ser una excusa para descubrir algún país o alguna característica de dicho país que se ignoraba.<br /><br />Entre las hileras de osos hay una brecha notoria, en el grupo de osos provenientes de países cuyo nombre comienza con "A". El oso ausente es el del país más cercano culturalmente y más parecido a Uruguay, Argentina, que tuvo que ser retirado luego de que fuera saboteado un par de veces. ¿Por qué hubo uruguayos que atacaron a lo que está propuesto como un símbolo de concordia mundial? ¿por qué realizar una acción de significado tan groseramente intolerante?<br /><br />Bueno, el artista argentino decidió, en mi opinión con mucha sensibilidad en relación a la tradición pictórica del país vecina hacer un "filete", ese estilo encantador, y muy kitsch, tan profundamente porteño y al que hasta el ciego <span style="font-weight: bold;">Jorge Luis Borges</span> le ha dedicado unas hermosas páginas. El fileteado, como algunos -evidentemente no todos- saben, surgió como una forma de adorno de los carros comerciales a tracción animal, que eran ilustrados con figuras populares, frases de sabiduría popular (algunas compadritas como "Yo maté al Mar Muerto", o "al final, primero yo"), adornadas con marcos próximos al barroco y colores chillones. El fileteado fue definido por uno de sus maestros como "un pensamiento alegre que se pinta", lo cual es una paráfrasis de la conocida definición de <span style="font-weight: bold;">Discépolo</span> del tango: un pensamiento triste que se baila.<br /><br />Y no es casual la referencia, ya que el fileteado está -como el graffiti (con el cual tiene algún parentesco precursor) y el hip-hop- inseparablemente ligado al tango, del cual es casi, como sabe cualquiera que haya visitado La Boca, su equivalente plástico. No es de extrañarse entonces que muchos de los filetes estén dedicados a grandes figuras del tango y, junto a la <span style="font-weight: bold;">Virgen del Luján</span> -señora y patrona de Argentina y protectora de los caminos- el personaje que más se repite en este arte popular es, lógicamente, <span style="font-weight: bold;">Carlos Gardel</span>. Y el oso argentino estaba ilustrado, justamente, por una imagen del Zorzal Criollo. Una ofensa terrible al parecer.<br /><br />De todas las controversias que han existido entre las dos partes de esa misma nación que son Uruguay y Argentina, tal vez no haya ninguna más imbécil que la de la nacionalidad de Carlos Gardel. A mí me resulta imposible discernir si el tipo nació en Tacuarembó o en Marsella, aunque la teoría "uruguayista" siempre me pareció mucho más traída de los pelos y susceptible a falsificaciones que la "francesista", pero no puede importarme menos: para los que les interesen tanto las nacionalidades (no es mi caso) es totalmente innegable que Gardel no es ni uruguayo ni francés, sino que es evidentemente argentino, y porteño para ser más exacto. Gardel llegó a Buenos Aires -desde Francia o desde Uruguay, es irrelevante- a los dos años y medio, es decir, antes de tener una consciencia clara de nada, creció en el Abasto y se nacionalizó argentino apenas pudo. Desarrolló su carrera en ese país, hizo del mismo su residencia, vino a alentar a la selección argentina en el Mundial del 30 y le dedicó a su capital una de sus canciones más conocidas -"Mi Buenos Aires querido"-, sin que exista ni un tema de su autoría referido a Tacuarembó o a Marsella. Y, como es lógico, está enterrado en el cementerio de La Chacarita.<br /><br />Hay artistas y personas totalmente ligados con la nación en la que nacieron, y hay muchos de doble nacionalidad. Yo, por ejemplo, defiendo mucho la cualidad uruguaya de <span style="font-weight: bold;">Isidore Ducasse</span>, el <span style="font-weight: bold;">Conde de Lautréamont</span>, quién no sólo vivió en Montevideo hasta los trece años, sino que volvió a esta ciudad en un viaje misterioso cuando ya era adulto y en el que se puede rastrear referencias a la misma en toda su obra e incluso en su seudónimo. Lo cual no impide que esencialmente es un poeta francés. Ese no es el caso de Gardel, quién visitó mucho a Uruguay -que era su segundo mercado- y, con mucha viveza, solía asumirse como uruguayo ante la prensa local. Pero Gardel no era <span style="font-weight: bold;">China Zorrilla</span>, era un porteño, y además la principal figura histórica de un género cultivado en Uruguay pero esencialmente argentino: el tango.<br /><br />Pero para algunos uruguayos ignorantes que los únicos filetes que conocen son los que se sacan de la cara cuando se afeitan borrachos, el que el oso argentino ostentara la figura del "uruguayo" Carlos Gardel, era una afrenta más de esa ciudad de malvados que quiere apoderarse de todo lo bueno del Río de la Plata, que por supuesto es todo proveniente de Uruguay, un país culto a diferencia de aquella bosta. Y para demostrar lo cultos que somos primero se garabateó al bello fileteado del oso argentino y luego, aunque supuestamente estaba bajo vigilancia, lo rayaron con algún objeto metálico. Como resultado el oso fue retirado y el orgullo oriental quedó en alto. No, si se iban a quedar con Gardel de prepo estos porteños arrogantes... Uruguay nomá.<br /><br />El oso estaba localizado, como ya dijimos, en la Plaza Independencia, el mismo lugar donde hace dos años unas mujeres entrerrianas que habían llegado a repartir folletos contra la instalación de Botnia fueron agredidas a huevazos por un centenar de machos montevideanos. Sí, señor, para que aprendan lo que quiere decir en la República Ponsonby el significado de la palabra "independencia".<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Ricardo Gómez</span>, el pintor del oso porteño -un viejito de 82 años que es considerado el mayor maestro actual del arte del fileteado-, no se ofendió. Dijo que en todos los países hay inadaptados y que él en realidad consideraba a Gardel como un rioplatense, gentileza que los vándalos no se merecen y que la historia desmiente.<br /><br />***<br /><br />En los mismos días en que se retiraba el oso compañero argentino hostilizado por los defensores de la cultura local, otro entredicho volvió a cruzar a algunos portavoces de ambas orillas del Plata. El precandidato blanco a la presidencia <span style="font-weight: bold;">Jorge Larrañaga</span> utilizó, para criticar la actitud de <span style="font-weight: bold;">Tabaré Vázquez</span> hacia las críticas de la Federación Agraria, el término "kirchnerista", convirtiéndolo, claramente, en un neologismo denigratorio en un país en el que <span style="font-weight: bold;">Néstor Kirchner</span> pasó a ser -a partir del conflicto por Botnia- sinónimo de todo lo abominable del ser argentino.<br /><br />El embajador argentino <span style="font-weight: bold;">Hernán Patiño Meyer</span> protestó mediante una carta pública, en la que sensatamente recordaba que no está bien que un actor político de importancia como Larrañaga, y un presidente potencial si gana las internas, utilice el nombre del presidente de una nación vecina y asociada como un insulto, y que pase lo que pase ese apellido va a seguir gobernando Argentina durante los dos próximos años, en los cuales Larrañaga -antiguo intendente de una ciudad limítrofe como es Paysandú, tradicionalmente con enormes lazos con la cercana ciudad de Colón-, en caso de ser elegido presidente de Uruguay, va a tener que tratar y negociar con alguien que lleva el apellido Kirchner, con quién -en lugar de hacerle agresiones gratuitas-, podría aprovechar el cambio institucional para recomponer las muy dañadas relaciones entre los gobiernos de ambas razones, una oportunidad que <span style="font-weight: bold;">Cristina Kirchner</span> desperdició en forma increíblemente idiota al recriminarle a Tabaré Vázquez su política sobre el Río Uruguay en el mismo acto de asunción a su cargo.<br /><br />Patiño Meyer cometió un error de forma, que le fue recriminado correctamente por el canciller uruguayo <span style="font-weight: bold;">Gonzalo Fernández</span>, y que fue el de realizar esta protesta mediante una carta abierta cuando lo protocolar era elevar una queja al Ministerio de Relaciones Exteriores, pero su protesta era válida, y su queja era tan comprensible como sensata su advertencia. Pero a Larrañaga no le dicen <span style="font-style: italic;">El Guapo</span> por nada, y para demostrar que debe tener como tres huevos y 35 centímetros de pija, no sólo no dio ni la menor disculpa sino que mandó al embajador argentino a meterse en sus asuntos. El <span style="font-style: italic;">Guapo</span> recordó cómo Kirchner -en este momento un ex presidente, no un futuro candidato-, se había metido en asuntos internos de Uruguay, diciéndole a Patiño Meyer: "le solicito que se calle y no se entrometa en los asuntos internos de la vida política uruguaya. No tiene ni derecho ni credenciales para ello." Tomá, porteño puto.<br /><br />Pero eso no quedó allí, ya que convencido que era la hora de revolear pijas, el precandidato colorado <span style="font-weight: bold;">Pedro Bordaberry</span> -a quién una de sus canciones de campaña definía como <span style="font-style: italic;">El Jefe</span>-, se refirió a Patiño Meyer diciéndole "A los Sarratea de estos tiempos les decimos que no se equivoquen"-, recordando al diplomático argentino <span style="font-weight: bold;">Manuel de Sarratea</span>, sobre quién pesa la acusación histórica de haber traicionado al padre (renuente) de la patria <span style="font-weight: bold;">José Gervasio Artigas</span> en 1812, algo que los uruguayos patriotas no olvidamos tan facilmente, porteños putos. <span style="font-style: italic;">El Jefe</span>, que tiene tan buena memoria para la historia lejana, suele no saber nada de historia reciente cuando le preguntan por su padre -el ex dictador <span style="font-weight: bold;">Juan María </span><span style="font-weight: bold;">Bordaberry</span>-, que tuvo una excelente relación con Argentina durante su presidencia, aunque por desgracia para ayudar a instrumentar la <span style="font-weight: bold;">Plan Cóndor</span> y para organizar asesinatos de políticos uruguayos residentes en Buenos Aires, como <span style="font-weight: bold;">Zelmar Michelini</span> y <span style="font-weight: bold;">Héctor Gutiérrez Ruiz</span>. Al parecer eran épocas de buenos argentinos aquellas, nada de Sarrateas ni nada por el estilo, sino patriotas rioplatenses dispuestos a colaborar en la patriótica tarea de matar hombres de paz indefensos.<br /><br />El último lustro ha sido un tiempo de permanente hostilidad entre estos dos países indistinguibles para cualquiera que no sea de la región, una hostilidad alimentada por políticos miserables de ambos países a la pesca del fácil aplauso nacionalista. Pero lo que, en su aplicada competencia de pijas gigantescas, <span style="font-style: italic;">El Guapo</span> y <span style="font-style: italic;">El Jefe</span> no entienden es algo que hasta el <span style="font-weight: bold;"><span style="font-style: italic;">Pepe</span> Mujica</span> -no precisamente la estrella más brillante del firmamento intelectual-político- tiene claro: Uruguay no va a mudar de residencia y que su mayor socio comercial sigue siendo Argentina, país que cuando se resfría nos hace estornudar. Argentina depende poco y nada de su relación comercial con Uruguay, al contrario, la estructura bancaria de nuestro país ha sido un magnífico puente de evasiones de los grandes capitales argentinos, pero para Uruguay esta relación es esencial. Uno puede entender -y apoyar si se está de acuerdo- que las relaciones se vuelvan rísipidas o tensas cuando hay intereses enfrentados pero, ¿qué sentido puede tener el ofender gratuitamente a gobernantes tan irritables y caprichosos como los Kirchner, solo para hacerse los machos ante los correlegionarios? Si el día de mañana Larrañaga asume como presidente y a Cristina se le ocurre saludar la asunción de quien usa su apellido de casada como un insulto prohibiendo, con alguna excusa ridícula, las importaciones a la Argentina de carne uruguaya. ¿Va <span style="font-style: italic;">El Guapo</span> a contratar a los miles de desocupados que eso produciría inmediatamente? Si decide que ante la crisis energética no se le va a vender más energía al país vecino, algo que nos salvó del colapso lumínico un par de veces en los últimos años. ¿Nos prestará <span style="font-style: italic;">El Guapo</span> el generador de su estancia? Es facilísimo hacerse el macho con el riesgo ajeno. Es facilísimo hacerse el macho, algo que parece ser el punto esencial de estas precandidaturas de personas mediocres que no entienden la diferencia entre un estadista y un hincha de fútbol.<br /><br />***<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhualX7t8AhXbr0YxtBfNokhjQ0Bs0ZExhfmhvABvBXKo9gkfxCBj0mOyoA8hrork5HEd77vC32aE9NqOSQHLaRD8uVcex5S6Y7ksdgKMTua_sq97xEItlDYoXnqlwn6ZPZRqDHAQaEFwo/s1600-h/oso+uruguayo.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 211px; height: 280px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhualX7t8AhXbr0YxtBfNokhjQ0Bs0ZExhfmhvABvBXKo9gkfxCBj0mOyoA8hrork5HEd77vC32aE9NqOSQHLaRD8uVcex5S6Y7ksdgKMTua_sq97xEItlDYoXnqlwn6ZPZRqDHAQaEFwo/s320/oso+uruguayo.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5347072148767583746" border="0" /></a>Volvamos a los osos; el oso argentino que tanto molestó a los uruguayos era, por otra parte, uno de los más bonitos, de los mejor decorados. Algo difícil de decir del de Uruguay. Su autor, el sanducero <span style="font-weight: bold;">Hiram Cohen</span>, declaró haberse inspirado en su diseño de chorretes de pintura más o menos azarosos en el significado de la palabra "Uruguay"según el poeta <span style="font-weight: bold;">Juan Zorrilla de San Martín</span>, es decir, "río de los pájaros pintados". Hay que tener una imaginación muy libre para asociar el diseño de ese oso con pájaros multicolores, en realidad se parece más a la interpretación de un amigo mío, para quién el diseño le hacía pensar que el artista, luego de hacer sus necesidades fisiológicas y haber usado sus manos como papel higiénico, se hubiera limpiado las mismas en el desgraciado oso.<br /><br />Literalmente el diseño uruguayo era el peor de los 140 osos exhibidos en la plaza. Entre otras cosas por su arrogancia <span style="font-style: italic;">arty</span>: la idea de los osos pintados no era, claramente, la de hacer un ejercicio de abstracción desafiante, sino algo más bien relacionado con la simple artesanía. Algo que tratara, con buen gusto y humor, de informar algo sobre la nación que reprsentaba. Lo que el oso uruguayo informaba era solamente lo que ocurre con la concepción plástica de un país en el que desde hace una década el conceptualismo extento de la menor autocrítica -y financiado por los premios intercambiados por un círculo endogámico de artistas, jurados y curadores-, reina por encima de las más elementales consideraciones estéticas. El oso uruguayo no sólo es feo, es un oso perezoso, un oso haragán en su ejecución y arrogante en su selección. Una porquería de oso, la verdad.<br /><br />Eso fue notado por muchos transeúntes, que comenzaron a hacer sentir sus voces de protesta recriminando la representación de semejante mamarracho, y tantas fueron las protestas que la Intendencia Municipal de Montevideo -la misma que demoró diez años en comenzar a proteger los monumentos nacionales de los parques de los ataques de los lateros, la misma que no parece ofenderse porque todas las paredes de los espacios públicos estén cubiertos de repugnantes pintadas políticas o incluso religiosas- decidió tomar parte en el asunto y, como suele suceder, el remedio fue peor que la enfermedad.<br /><br />La solución no fue la de investigar la concepción estética detrás de la adjudicación del encargo a Cohen, o la de promover un debate público acerca de representación plástica oficial o arte en general (algo realmente necesario en estos tiempos en los que existen importantes sumas de dinero estatal dedicadas a la cultura y otorgadas bajo parámetros muy discutibles), sino encargar un nuevo oso uruguayo que nos representara mejor. Paradójicamente (o con sutil ironía), el mismo fue donado por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, y se le encargó al que aparentemente es el pintor oficial de la patria en estos días, <span style="font-weight: bold;">Carlos Páez Vilaró</span>. ¿Qué hizo Páez Vilaró, en su trabajo de carnero artístico? Maximizar la tendencia nacionalista chota de muchos de los osos y hacer un auténtico muestrario de todos los lugares comunes de lo que se considera "nacional". Vilaró incluyó un jugador de fútbol, un mate, una bandera, un músico de comparsa, un gaucho con guitarra, la torre del Estadio Centenario, la fragata <span style="font-weight: bold;">Capitán Miranda</span>, mucho celeste y una galera de los parodistas los <span style="font-weight: bold;">Zíngaros</span>, quienes lo homenajearon con una de sus "parodias" recientemente, lo que para Vilaró los convirtió instantáneamente en un símbolo nacional al parecer, lo cual no es de extrañarse ya que también está presente en el oso su propia casa, la irónicamente llamada "Casa Pueblo". In extremis, y luego de que lo había presentado a los fotógrafos de <span style="font-style: italic;">El País</span>, le agregó -seguramente recriminado por la ausencia de "alta cultura" en su oso- un libro de <span style="font-weight: bold;">Onetti</span>, uno de <span style="font-weight: bold;">Benedetti</span> y uno de <span style="font-weight: bold;">Galeano</span>. Y en un acto de sublime chiquitaje, incluyó la imagen de Carlos Gardel en un homóplato del oso. Tomen, porteños putos.<br /><br />El oso de Vilaró también es feo, pero es más coherente con el resto de la muestra y tiene al menos el grado mínimo de artesanía y técnica que exige esta idea más orientada a los niños que al público de las galerías. Pero el problema no son los osos sino más bien el hecho de que el ambiente artístico local guardó un patético silencio sobre el público y tremendo insulto que se le hizo a un colega; uno puede discutir la validez del más bien horrendo oso de Cohen, pero ese fue el oso seleccionado por un jurado y, si no se le consideraba representativo o era una gran cagada, lo que correspondía era recriminárselo a quienes lo seleccionaron o a quienes eligieron a Cohen para pintar al mismo. Una vez expuesto y acreditado, es de una grosería criminal el echar para atrás y pedir un nuevo oso a otro artista, haciendo oficial la opinión de lo fea o inadecuada que era la obra de alguien que había sido previamente elegido en forma también oficial.<br /><br />Desconozco a Cohen e ignoro cómo puede haberlo afectado este insulto institucional, pero es algo que no le deseo a nadie. A mí se me enseñó, en Uruguay pero tal vez por otra clase de personas, que hay que hacerse cargo de las malas decisiones que se toman, y que cuando las mismas exponen a un tercero -en este caso Cohen-, hay que estar a su lado hasta el final. Ya se había hecho bastante el ridículo en forma anónima con el problema del oso porteño. Ahora se traicionó a un artista nacional en forma oficial y explícita. La decisión fue de la IMM, ahora bajo la administración del MPP-MLN y los tupamaros no se destacan precisamente por su poder de autocrítica, pero uno supondría que al menos podrían identificar lo que en una fábrica sería una brutal <span style="font-style: italic;">carnereada</span>. Y los plásticos no se destacan por su solidaridad o empatía entre su gremio, pero me hubiera gustado leer al menos una carta de protesta sobre la humillación sufrida por uno de los suyos.<br /><br />Los osos se irán en algún momento, y los alrededores de la Plaza Independencia -preparándose para el retorno de la presidencia a la misma- están rejuveneciendo y recuperándose de la brutal decadencia y tugurización que sufrieron en los últimos quince años. Pero ninguna consideración estética puede superar la sensación de profunda fealdad que vengo sintiendo en relación a lo "uruguayo" desde hace un tiempo. No me reconozco en esa pequeñez mental, en ese chauvinismo de enano con zancos, en esa cultura de lo desagradable y lo mediano, en esos candidatos posicionandose para la carrera por el poder montados en lo peor y lo más degradado de lo que se asocia con esta comunidad. No me sentía tan deprimido en lo político desde 1989, cuando el voto amarillo me expuso con claridad la cara oculta y canalla de la orientalidad, y veo día a día al país caminando, como quién se encamina hacia el paredón, hacia una opción de modelos perpetuadores de lo bruto, de la petulancia ignorante y autosatisfecha, de la vejez espiritual, de la jactancia teórica de una educación y una cultura a la que se ha saboteado de todas las formas posibles y a las que se desprecia burlonamente a la primer oportunidad, de la ausencia de responsabilidad mínima o de respeto hacia los espacios comunes. Del machismo terminal de una sociedad de gestos grandilocuentes públicos y cobardías íntimas.<br /><br />Porque el hombre (uruguayo) es como el oso: generalmente en cuatro patas y de aliento asqueroso.<br /><h6><br /></h6>benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com220tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-79106419002710207702009-04-18T17:49:00.001-07:002009-04-22T16:38:32.355-07:00Las estrellas lentas<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvsdM4IPD90FywssOxQI8JMvy7O7Vj5c8f6o_6Ttdi3-B0znU7TYYa2i_bGXEDkGXjZ5CI5cvk6TEoLcDh7BVXob-5shARZAL8PeXwMb3nW6LDBnOkNYlnsUZjal2OLGxK5JFvOmgNLAA/s1600-h/valizas-c.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 258px; height: 194px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgvsdM4IPD90FywssOxQI8JMvy7O7Vj5c8f6o_6Ttdi3-B0znU7TYYa2i_bGXEDkGXjZ5CI5cvk6TEoLcDh7BVXob-5shARZAL8PeXwMb3nW6LDBnOkNYlnsUZjal2OLGxK5JFvOmgNLAA/s320/valizas-c.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5326497392172801282" border="0" /></a>Una rara noticia fue medianamente difundida la semana pasada; algunos de los habitantes del balneario y pueblo rochense de <span style="font-weight: bold;">Valizas</span> estaban juntando firmas para oponerse a una iniciativa del intendente departamental, <span style="font-weight: bold;">Artigas Barrios</span>, con respecto a su localidad. A pedido de un número, al parecer no muy importante, de vecinos de Valizas, Artigas Barrios decidió iluminar artificialmente las oscuras calles del pueblo. Una medida aparentemente modernizadora y apoyada -cuando no- en el reclamo de mayor "seguridad", en una localidad en la que las pequeñas raterías de algunos de sus desastrados visitantes durante el verano son habituales, pero en la que los delitos mayores son prácticamente desconocidos.<br /><br />Pero la luz eléctrica -símbolo de progreso desde que hace 110 años <span style="font-weight: bold;">Edison</span> inventó la lamparita-, tiene algunas desventajas además del consumo enorme de energía que implica. Entre ellas está el hecho de que no es una fuente de luz que se encuentre en forma casual en la naturaleza, y la naturaleza en estado más o menos puro es una de las cosas que atrajo originalmente a muchos de los que decidieron hacer de Valizas su hogar. Localidad vecina, y en cierta forma una versión ligeramente más barata y urbanizada, de Cabo Polonio, Valizas recién tuvo electricidad en 1992, y eso ante la oposición de algunos de sus habitantes más naturistas, que sostenían que el atractivo del lugar era justamente su diferencia con cualquiera de los otras decenas de balnearios de la costa de Rocha, diferencia basada en su encanto primitivo. Tras varias reuniones se decidió que la energía eléctrica -por supuesto no obligatoria para todos los residentes- iba a traer muchas ventajas, y se decidió aceptar esta modernización, aunque con el compromiso de que esa energía eléctrica iba a permanecer dentro de las casas y no a alterar la fisionomía del paisaje valizero. Es decir, se estableció el compromiso de que no hubiera iluminación eléctrica en las calles.<br /><br />¿Por qué, por atavismo primitivo, por dogmatismo naturista, por nostalgias de los luditas, por miedo...? No, los opositores a este cambio tenían un argumento más romántico y sin embargo bastante práctico y evidente: las estrellas. A algunos de los habitantes de Valizas les gusta mirar el cielo en la noche y observar en su total majestuosidad la belleza rutilante de la Vía Láctea, tal como se la puede apreciar en el hemisferio sur cuando no hay fuentes de luz artificial iluminando el entorno del observador. Es algo innegable, cualquiera que haya levantado la cabeza en el campo o en cualquier lugar sin focos callejeros sabe que hay muchas más estrellas en el firmamento de las que vemos los citadinos. Y algunos creen que ese es un espectáculo hermoso al que no tienen por qué renunciar.<br /><br />(<span style="font-style: italic;">Hace unos meses en Punta Rubia, otro lugar que prácticamente carece de luz eléctrica en las calles, tomaba una cerveza en la noche, sin más música que la de las chicharras, conversando con un amigo que hace ya varios años que vive en España, y mientras me comentaba con horror el deterioro que notaba en el lenguaje castellano que se usa en Uruguay, también contemplaba con maravilla el cielo y comentaba que en el hemisferio norte el cielo nocturno es mucho más pobre y aburrido, con menos constelaciones visibles, menos joyas de luz en la oscuridad. Estuve dos veces en el hemisferio norte pero no tengo la menor idea de si es así o no. El cielo sobre Nueva York y Chicago, los enormes epicentros de claridad eléctrica que visité, es totalmente negro</span>).<br /><br />Nunca me gustó Valizas; de hecho en los aproximadamente veinte años desde que llegué a Rocha por primera vez debe ser el balneario que menos visité. Lo cual es curioso, porque naturalmente me parece un lugar bellísimo con su arroyo y sus médanos irreales; pero hay algo en el punk adolescente que fui y en el elitista que todavía soy que no tolera la estética hippie casi obligatoria en el lugar; los muchachos peludos berreando canciones de <span style="font-weight: bold;">Fito Páez</span> y <span style="font-weight: bold;">Raúl Seixas</span> alrededor del fuego, las muchachas mal depiladas tomando vino berreta en botellas plásticas de refresco, el mangueo constante llevado a <span style="font-style: italic;">modus vivendi</span> en forma sistemática, el lenguaje pastoso y lleno de muletillas insoportables de los <span style="font-style: italic;">malucos</span>... Ok, no es lo mío. Pero me parece tan respetable el elegir ese destino como cualquier otra opción, como mi decisión de ir a otros lugares, y es uno de los pocos centros de Rocha que no se han ido al reverendo carajo con los precios de alquiler y estadía. Por lo que no me extraña que mucha de la gente que quiero y estimo hayan hecho de Valizas su lugar de veraneo favorito. Y que les guste así como está.<br /><br />¿Por qué cambiar algo que es disfrutado desde hace décadas en su estado más o menos rústico y alterar el pacto semi-naturista con sus visitantes? El motivo de la "seguridad" es muy tenue, por más paranoica que se haya vuelto alguna gente y las necesidades de urgencia -necesidades de comunicación o de salud que dependen de la electricidad están ya cubiertas. El motivo es otro y muy sencillo: por guita.<br /><br />Artigas Barrios cuenta con el índice de aprobación más alto de los intendentes uruguayos; cerca del 70% de los rochenses considera que su gestión ha sido buena o más, lo cual no es de extrañarse teniendo en cuenta el agujero negro que hizo su predecesor <span style="font-weight: bold;">Riet Correa</span>, quién literalmente dejó la intendencia en quiebra. Pero más allá de que haya sido un buen administrador, Artigas Barrios tuvo un golpe de buena suerte, le tocó ser intendente de Rocha en el mismo lustro en que el gusto de buena parte de los turistas argentinos y los veraneantes uruguayos de alta capacidad económica se desplazó de Maldonado a Rocha, y las playas oceánicas del departamento pasaron a ser el punto más <span style="font-style: italic;">cool</span> de la costa uruguaya. Esto, obviamente, significó una enorme inyección de dinero al departamento, y Artigas Barrios en combinación con el Ministerio de Turismo explotó inteligentemente el fenómeno.<br /><br />Hay muchos motivos posibles de este desplazamiento de los turistas adinerados hacia el este, abandonando en cierta forma (aunque no se haya notado excesivamente por la nueva afluencia de turistas brasileños y paraguayos) Punta del Este y sus balnearios aledaños. Hay mucho de veletismo y moda, por supuesto, pero también tiene que ver con la sobre-explotación que se ha hecho del aún balneario estrella de Uruguay. Soy semi-fernandino, y tengo una relación emotiva con Maldonado que obviamente no tengo con Rocha (y de alguna forma he heredado algo de la histórica animosidad entre ambos territorios), pero ya desde hace muchos años dejé de sentirme en casa en la comunidad en la que pasé buena parte de mi infancia, y de encontrar alguna clase de diversión en la estética miamizada y menemizada de un Punta del Este que ya no tiene nada que ver con el que yo recorría en bicicleta y en el que iba a pescar con mi abuelo. La última vez que fui, al concierto de <span style="font-weight: bold;">Bob Dylan</span> en el repulsivo <span style="font-weight: bold;">Hotel Conrad</span>, encontré a Punta del Este -que no visitaba desde hacía más de seis años- convertida en una metrópolis costera pintada de dorado, terraja, ruidosa y mal vestida.<br /><br />Pero no soy sólo yo el que la siente así e incluso muchos de los que la prefieren como ciudad super lujosa, moderna y exclusivista, comenzaron a cansarse de los precios insultantes y del desprecio comunal hacia lo que consideraban privilegios ya adquiridos. La avidez monetaria de las intendencias de <span style="font-weight: bold;">Enrique Antía</span> primero y de <span style="font-weight: bold;">Oscar de los Santos</span> después se pareció mucho al razonamiento del dueño de la gallina de los huevos de oro (en cierta forma el razonamiento base de la mentalidad empresarial-capitalista actual), y a cambio de beneficios comunitarios o personales inmediatos permitieron modificaciones abruptas en la fisionomía del balneario que desagradaron a muchos de sus visitantes tradicionales. Los permisos de construcciones excepcionales (un disparate jurídico, ya que ¿de que mierda puede servir el establecer exclusiones o prohibiciones edilicias si se pueden ignorar otorgando excepciones?) y la proliferación de proyectos explotativos en puntos como <span style="font-weight: bold;">La Barra</span>, <span style="font-weight: bold;">Manantiales</span> o <span style="font-weight: bold;">José Ignacio</span> han ido cansando a la gente que había elegido esos puntos justamente por su aislamiento y exclusividad. Y mucha de esa gente ha comenzado a emigrar a Rocha. La persistente protavoz de la comunidad cajetilla<span style="font-weight: bold;"> Mecha Gattás</span> decía en un reportaje reciente que La Pedrera es como Punta del Este en los años 60, y mucha de esa gente quiere ir a la Punta del Este de los años 60. El problema es que lo que hay allá no es Punta del Este de los años 60 sino La Pedrera, que es otra cosa. Pero Artigas Barrios, el intendente maravilla, está en campaña de solucionar ese pequeño inconveniente.<br /><br />Hay que ser muy ingenuo para no entender qué es lo que hay detrás de la modernización eléctrica de Valizas. Es lo mismo que en menos de diez años transformó al pueblo de pescadores de <span style="font-weight: bold;">Punta del Diablo</span> en una especie de favela turística, lo mismo que permitió edificar a un millonario argentino una serie de bungalows en la mitad de la Playa del Barco en <span style="font-weight: bold;">La Pedrera</span>, arruinándola para siempre (al menos para los que no tengan a Miami como el modelo estético universal), lo mismo que hizo prohibir el acampar en forma gratuita en todo el departamento y lo mismo que hace babearse al <span style="font-weight: bold;">Pepe Mujica</span> cuando sueña con convertir todas las playas desiertas de Rocha en villas hiper-privadas para que "los platudos vengan a lagartear", para que el turismo, la segunda industria de Uruguay en cuanto a ganancias, se convierta en la primera. Valizas es un lugar naturalmente hermoso y -a diferencia de Cabo Polonio, dónde hay un consenso (aunque frecuentemente amenazado) de preservarlo como reserva natural- susceptible de ser convertido en un gran centro de turismo del que sirve, del que deja dinero, no de hippies mugrientos.<br /><br />Pero para eso se necesita una infraestructura de comodidades mínima, entre las que se encuentra la iluminación eléctrica de las calles: uno no va a atraer a empresarios cincuentones a invertir en un sitio donde los hippies deambulan en la penumbra de sus calles sin electricidad. No, hay que limpiar, mejorar, pulir y, si se puede, echar. ¿Pero que pasa con los que ya estaban ahí, los que prefieren ver el cielo estrellado aunque tengan que caminar con linternas por la calle? Bueno, es un interés sacrificable en relación a los posibles beneficios materiales. Porque todo es sacrificable en relación a los beneficios materiales, sobre todo cuando son para colectivos que luego misteriosamente terminan siendo mucho más pequeños que los damnificados.<br /><br />Un <a style="color: rgb(0, 0, 0);" href="http://www.larepublica.com.uy/editorial/243004-la-problematica-turistica">editorial</a> del verano del 2007, un año antes de la explosión definitiva del turismo en Rocha, del periódico abanderado de la izquierda oficial, <span style="font-weight: bold;">La República</span>, -editorial no firmado aunque carente del estilo inefable de su director <span style="font-weight: bold;">Federico Fasano</span>- identificaba el gran problema de este departamento y su fauna veraniega en términos muy concretos. Para el editorialista anónimo parte del subdesarrollo (subexplotación) de Rocha era culpa de que "<span style="font-style: italic;">en el departamento esteño se ha instalado una visión de supuesta protección de la naturaleza, que en los hechos para lo único que ha servido es para empeorar algunos aspectos negativos</span>". Una afirmación bastante complicada, sobre todo cuando no se apoya en nada más que frases como la siguiente: "<span style="font-style: italic;">El ministro de Industrias y Energía, </span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Jorge Lepra</span><span style="font-style: italic;">, en una reciente entrevista ponía como ejemplo a Cabo Polonio, de cómo Uruguay en algunos aspectos sigue viviendo y defendiendo el pasado. En ese caso a una supuesta ecología de dunas móviles "únicas en el mundo", como dicen algunos, afirmación más que falsa, pues las mismas existen y existieron (hasta en Malvín), en cualquier zona desértica</span>)".<br /><br />Pero no era este el centro del problema para el anónimo editorialista de izquierda, sino más bien el siguiente: "<span style="font-style: italic;">A los demás balnearios nombrados (Punta del Diablo, Valizas) llega el turismo de "baja calidad", no se tome esto como una afirmación despectiva, sino la descripción de una modalidad de vida que fue fomentada por años como perfil para ciertos niveles de nuestra juventud, se ve atraída por ese tipo de oferta turística. Un tipo de cliente que, evidentemente, no es atractivo para promover inversiones en hoteles, restaurantes de buen nivel, en lugar de "carritos" de chorizos y quioscos con empanadas amasadas en el lugar</span>". Ni <span style="font-weight: bold;">Pancho Dotto</span> lo hubiera dicho mejor; ¿cómo se les va a ocurrir a los jóvenes sin guita querer ir a playas vírgenes, querer dormir en una carpa y comer empanadas caseras? La playa para el que pueda pagarla, privatizarla y arruinarla, no para mugrientos que no saben lo bueno que es tener un diario de izquierda y vivir en una mansión de 2 millones de dólares a la orilla de un lago. La playa para los jubilados japoneses, no para los estudiantes de psicología, los surfistas o los músicos ambulantes. La playa para los amigos de Fasano y para los jerarcas ministeriales que pautan frecuentemente en el multimedios plural. Esa es la visión de esta izquierda que nos gobierna y de sus portavoces.<br /><br />Pero hasta los defensores del turismo progresivo y de alto perfil tienen sus contradicciones, como demuestra el caso del balneario de mayor desarrollo comercial en la Rocha de los últimos años, <span style="font-weight: bold;">La Paloma</span>, a la que se piensa arruinar casi con seguridad mediante la construcción de un hiper-contaminante puerto de aguas profundas. Y allí se da un caso bastante notable de la poca o nula solidaridad que existe en algunas comunidades: aunque casi todos los habitantes permanentes de La Paloma están en contra de la instalación del puerto, la mayoría de los rochenses están a favor de que se haga, ya que cuentan con que les toque algún beneficio residual del movimiento comercial que este puerto produciría. Y además ellos no viven allí.<br /><br />Por otra parte no sería la primera vez que se revienta ecológicamente un balneario entero en Rocha; en los años 70 fue<span style="font-weight: bold;"> La Coronilla</span> -por aquel entonces el balneario con más futuro del departamento- al que la construcción del <span style="font-weight: bold;">Canal Andreoni</span> convirtió en un cementerio de animales en descomposicón y productos químicos de los arrozales. Claro que en aquel caso se tenía la excusa de que fue algo implementado por una dictadura, y ahora los desastres son aprobados democráticamente. Por los mismos vecinos que lloran frente a las cámaras de <span style="font-weight: bold;">Canal 4</span> porque sus barrios de la capital rochense se inundaron en forma inédita en la historia de la ciudad, reclamando ayuda estatal sin entender el hilo directo que hay entre las alteraciones ecológicas de su entorno y los cambios que estos conllevan. Ni la responsabilidad que le puede corresponder a una comunidad que está aceptando pasivamente la mayoría de esos cambios basados en la esperanza de ser beneficiarios económicos de los mismos. Pero hay gente que, como prueban las frecuentes burlas del caso de Valizas y su lucha por un cielo estrellado, está tan acostumbrada a agacharse que ya no puede mirar para arriba.<br /><br />Uno que descubrió <span style="font-weight: bold;">La Paloma</span> este año, y al parecer le gustó aunque paradójicamente defiende la instalación del puerto de aguas profundas, fue el periodista multimediático <span style="font-weight: bold;">Gerardo Sotelo</span>, y habiendo pasado sus vacaciones allí, decidió dedicarle una <a style="color: rgb(0, 0, 0);" href="http://blogs.montevideo.com.uy/blognoticia_23488_1.html">columna</a> en Montevideo.comm. En ella Sotelo, cuyo tiempo es al parecer extraordinariamente valioso, generaliza su impresión subjetiva sobre la vida en el balneario y la convierte en una metáfora de las opciones, no ya de los rochenses sino de todos los uruguayos, y los caminos excluyentes que están planteados al parecer con suma urgencia. Escribe sobre La Paloma y Rocha: "<span style="font-style: italic;">sus habitantes parecen sordamente divididos entre quienes se preparan para el futuro y quienes prefieren mantener el pintoresquismo y la pachorra aún a costa de pasarla mal</span>".<br /><br />¿Qué le inspira una reflexión tan crucial? Muchas cosas, entre ellas -mencionada al pasar- la demora en la construcción del puente sobre la <span style="font-weight: bold;">Laguna Garzón</span>, que conectaría en forma más directa a Punta del Este con los balnearios rochenses, una construcción que se sabe atravesaría y alteraría en forma dramática una de las mayores reservas naturales de Uruguay, y que fue aprobada por la <span style="font-weight: bold;">Dinama </span>sólo luego de que se bajaran considerablemente los requisitos ambientales para una obra así. Pero sobre todo lo que inspira a Sotelo, aunque no lo dice en la nota -pero lo señaló con furia en una de las emisiones que conduce del informativo de <span style="font-weight: bold;">Radio Sarandí</span>- es la demora, la lentitud, en la atención que sufrió en uno de los restaurantes de La Paloma. Una cosa terrible al parecer.<br /><br />La lentitud rochense es algo que realmente asombra las primeras veces que un montevideano -es decir, no precisamente alguien que venga de una comunidad caracterizada por su celeridad- tiene contacto con la misma, y que puede irritarlo sobremanera, sobre todo si no se entiende que no es algo personal en su contra. ¿De dónde viene esa lentitud tan distintiva? Creo que debe ser algo fundamentalmente tradicional, pero que tiene su férrea lógica; las localidades veraniegas de Rocha son comunidades pequeñas en las que durante nueve o diez meses al año no hay ninguna necesidad de apurarse porque no hay nadie esperando atrás. Un tiempo social de metabolismo lento, en el que el día alcanza para hacer todo lo que hay que hacer. ¿Por qué Sotelo piensa que es tan sencillo cambiar eso y switchear a una velocidad que para ellos es anti-natural solo para complacerlo? Al fin y al cabo él es un turista de vacaciones, tiene tiempo libre y no tiene que trabajar como la pobre moza a la que quiere apurar. Y además hace calor, hinchahuevos. Relajate un poco.<br /><br />He comprobado que la lentitud de balneario no es exclusiva de Rocha; en lugares mucho más turísticos y populares que La Paloma como en Bahía he visto a los locales moverse a una velocidad que, por comparación, hace parecer a los rochenses guepardos anfetaminizados. Es en mi opinión un tiempo, un ritmo, filosófico, que tiene que ver con el mismo concepto de las vacaciones. Entiendo que una demora muy al pedo pueda ser molesta, pero yo, de vacaciones, no tengo ninguna necesidad ni deseo de que me atienda un histérico que me haga sentir que yo también tengo que apurarme para que mi lugar quede libre nuevamente. Hay algo de bellísima rebeldía en esa lentitud, algo de la hoy en día muy olvidada dignidad de saber que estar sirviendo a alguien no implica necesariamente ser su sirviente, ni ser un subalterno.<br /><br />Pero para Sotelo el turista es un dios celoso y todopoderoso, así que esto le parece ofensivo y, alegrándose que ya hay habitantes de La Paloma modernizados, se queja de que "<span style="font-style: italic;">la mayoría funciona al revés, es decir, pretendiendo que el turista se adapte a los peculiares horarios laborales y de descanso de los lugareños</span>". Qué locos los de La Paloma, pretenden que los visitantes se adapten a las costumbres de la localidad y no lo contrario. Supongo que con esa lógica, si el día de mañana llega una excursión de árabes sauditas a La Paloma, las mujeres locales deberán cubrirse de la cabeza a los pies a la hora de ir a la playa y habrá que subir un muecín a la torre de la OSE.<br /><br />No puedo encontrar palabras educadas para definir esa clase de pensamiento (el "cipayo" jauretchiano me parece un poco suave), pero por desgracia no es único de Sotelo sino que es una mentalidad que cada vez se extiende más y que, supongo, debe tener su origen en los países que viven del turismo sexual, porque fuera de los mismos no se puede entender una concepción tan degradada de identidad comunitaria a cambio de dinero. Pero no es sólo problema de los propagandistas, también es problema de los clientes.<br /><br />Porque además es hora de desmitificar y dejar de respetar religiosamente a una clase de larvas excedentarias a las que de tanto mimar han empezado a confundir hospitalidad con derecho al privilegio, alquiler con compra y amabilidad con sumisión. Es decir; los turistas.<br /><br />Dicen que un viajero es alguien que no sabe a dónde está yendo y un turista es alguien que no sabe dónde está. Bueno, alguien que no sabe dónde está es aún más peligroso para el sitio en el que se encuentra que para sí mismo, porque no sabe lo que pisa, no sabe el valor que la comunidad local le atribuye a lo que le permite observar pero no modificar. Debería existir una suerte de código universal de conducta referido al turismo, y que permitiera el fusilamiento sumario de quienes lo infrigieran. El turismo es sin dudas una fuente de transferencia de recursos excedentarios de las sociedades ricas a las pobres (o de las ricas a las ricas, nunca de las pobres a las ricas porque eso se hace por otros caminos), pero el aumento de la población mundial y la extensión del turismo como costumbre vacacional globalizada ha generado un número de turistas que afecta en forma decisiva las comunidades que estos visitan, y el efecto es casi invariablemente de degradación y desintegración social.<br /><br />De la misma forma en que no hay monumento de la antiguedad que soporte el paso de miles y miles de visitantes diarios -muchos de los cuales deseosos de llevarse consigo una piedrita de un lugar tan pintoresco-, no hay muchas comunidades que soporten el quebrantamiento constante de sus costumbres ni la oferta casi continua de soborno por hacerlo. Porque para el turista por lo general es más importante la evidencia física de su viaje -ya sea un pedruzco de Machu Picchu o una historia sexual exótica-, que cualquier experiencia cultural recibida. Y sobre todo es importante como experiencia de estatus: el empleado de último rango que vive en un apartamento de 30 m2 en <span style="font-weight: bold;">Shinjiku</span> pasa como por arte de magia a reposar en un bungalow de 100 m2 en <span style="font-weight: bold;">Cartagena</span>, con un montón de personas jóvenes que no hacen más que sonreir y ofrecer el complacerlo. Es comprensible que le sea atractivo, pero por supuesto es una ilusión y una ilusión dañina tanto para él como para la comunidad que se desintegra para integrarlo fugazmente.<br /><br />Otro de los factores intrínsecamente destructivos del turismo organizado para la clase media es eso que Sotelo añoraba en La Paloma, la velocidad. Los paquetes turísticos basan buena parte de su atractivo en la variedad acumulativa de la oferta, por lo que los tours dependen mucho de la cantidad de actividades que puedan amontonar en una o dos semanas, lo cual en términos estrictamente vacacionales es, por supuesto, una mierda en la que nadie puede relajarse y descansar, pero ideal a la hora de sacar fotos o sumar anécdotas. Es decir a la hora de contar y no vivir. Pero la experiencias de estatus dependen más de lo cuantíficable que de lo vivido, se sabe, y el turismo es más que nada algo que se hace ante los demás, no que se vive.<br /><br />Hace diez años <span style="font-weight: bold;">Tom Wolfe</span>, ya senil o definitivamente imbécil, sostenía que ese tiempo era el mejor de la historia de la humanidad, ya que por primera vez un obrero de Detroit podía visitar Japón. Wolfe obviaba el que la capacidad de visitar Japón no entrañaba, tal vez menos que nunca en una sociedad en la que prima la experiencia del status por sobre la del conocimiento, la capacidad de entender Japón, y que ese mismo obrero que ahora era capaz de visitar Japón no era, a diferencia de su abuelo -o incluso de su padre-, capaz de comprar su propia casa en Detroit. Es decir: era y es la época de las experiencias de pertenencia virtuales, de simulación de conocimiento, simulación de estatus y simulación de posesión, mientras que, para variar, los auténticos propietarios eran cada vez menos y cada vez más reales, aunque menos visibles.<br /><br />Lo que quedaba era lo que <span style="font-weight: bold;">Johnny Rotten</span> había definido como "<span style="font-style: italic;">Cheap holidays on other's people's misery</span>". Miserables que miran con conmiseración a miserables, sirvientes servidos, la experiencia magnificada y falsa del hogar trasplantado al extranjero. Algo que no tiene nada que ver con el <span style="font-style: italic;">viaje</span>, una experiencia necesaria, casi obligatoria, para los espíritus inquietos. El viaje, sea físico o meramente psíquico, es una experiencia iniciática cuyo núcleo es, siempre, la despersonalización. Al contrario del turismo, que es una experiencia de reafirmación virtual del propio ego mediante una pseudo-confrontación con la <span style="font-style: italic;">otredad</span>, el viaje es el auténtico contacto con esa otredad y el auténtico intercambio con el mismo. Un intercambio que sólo es posible bajando las barreras del ego personal y el ego cultural colectivo, que solo es posible mediante toda la desaparición del yo que sea posible para dejar lugar a lo que pueda ingresar o lo que queremos que ingrese. La experiencia que nos demuestre que no somos tan importantes, uno de los primeros pasos para adquirir alguna clase real de importancia humana.<br /><br />Hoy en día, con el auge mundial del turismo ya calificado como industria y extendido como forma de relación de exclusiones mutuas, el viaje es cada vez más raro. Entre otras cosas porque es imposible viajar donde van los turistas; el turista modifica el entorno en forma dramática y hace todo lo posible para que el mismo se le asemeje para su comodidad. Es decir, elimina la otredad, pero sin intercambio mutuo, simplemente mediante la sumisión supresiva del local, que es reducido a un color, a un collar de flores con acento extravagante. El turista es, por supuesto, un conquistador, no un huesped, pero que en lugar de ejércitos trae tarjetas de crédito. El viajero, viaje con el dinero que viaje, esencialmente viaja desnudo, pero ¿qué tipo de viaje se puede hacer en lugares como Punta del Este, Mar del Plata o Acapulco? Ninguno, evidentemente, a menos que se tenga una bolsa de peyote o algo así. Y aún así, yo jamás recomendaría el colocarse en serio en un ámbito con tan mal karma y tantos estímulos nocivos.<br /><br />Hace poco más de un siglo un viajero podía encontrarse con las Islas Galápagos y que su espíritu se alborotara lo bastante como para encontrar un instrumento con el que batallar contra la teoría misma de la Creación. Hoy en día esas islas están amenazadas por los turistas amantes de la ecología, que al generar una gran y rica industria turística alrededor, la convirtieron en la zona de mejor nivel de vida de Ecuador, lo que produjo una migración de oferentes de servicios superior al que el ecosistema de la misma puede soportar. Es decir que los amantes de las iguanas, las tortugas gigantes y la naturaleza intacta han alterado con su propia presencia el equilibrio intacto de las islas, que hoy en día encuentran a su fantástica fauna en peligro. Pero andá a discutir contra el derecho inalienable de esos turistas a visitar las islas y de los locales a hacer dinero con ellos. Hasta ahora casi ningún ecosistema le ha ganado un mísero round a una bolsa de dinero, y en las contadas ocasiones que ha sido así, sus triunfos han sido más que nada aplazamientos temporales, treguas eventuales hasta la próxima ofensiva.<br /><br />(<span style="font-style: italic;">No es sólo un problema de las sociedades pobres, aunque en las mismas se note más el efecto corruptor, sino que también le sucede a los ricos. Una persona que conozco volvió a Europa luego de 20 años, y me comentaba tristemente que al revisitar los museos y lugares de Paris que la habían fascinado en aquel entonces, le había resultado imposible reeditar esa experiencia a causa del número de gente presente. Me decía que en un primer momento pensó que habría caído en un mal día, pero luego confirmó que era lo mismo en cada plaza, en cada exposición, en cada paseo. Me decía que el placer de la pura experiencia plástica de estar frente a un cuadro de Vermeer o de Caravaggio, y poder interiorizarse de él mediante ese ejercicio casi olvidado que es el de la contemplación, era hoy en día imposible ante las hordas de personas llenas de cámaras de fotos a las que no les importaba estar ahí ni ver a Vermeer, sino simplemente documentar su presencia en el lugar. Esto me lo contaba una uruguaya de 60 años, pero yo pensaba en los pobres franceses, en los que sienten que los corren a codazos hacia las filas atrás del espectáculo que sus padres, abuelos y bisabuelos construyeron, y que cuando se les ocurre protestar ante el acomodador, el mismo está contando billetes de todas las nacionalidades, y los mira, y se encoge de hombros. Ellos también están perdiendo algo que, a pesar de la artificialidad esencial del arte y su exhibiciones, también era un territorio natural</span>.)<br /><br />Yo tuve la oportunidad y la experiencia de haber vivido la Rocha más agreste, desolada, primitiva y hasta hostil. Nadie me obligó a hacerlo, podría haber elegido quedarme en la Costa de Oro o volver a Maldonado, pero era una vivencia que quería tener y que fue esencial en mi formación vital. Hasta el día de hoy solemos contar con nuestros amigos anécdotas veraniegas -o de fuera de temporada- de viajes tenebrosos atravesados por tormentas salvajes a la intemperie, de historias que parecen propias de naúfragos o de bárbaros, y de maravillas aventureras en las descubrí que la naturaleza habla y dice cosas esenciales, pero que sólo lo hace dónde los humanos nos callamos y nos quedamos quietos.<br /><br />Hoy me descubro más prejuicioso y aburguesado, y cuando luego de un año de trabajo intenso llegan mis vacaciones no tengo ganas de estar cargando agua de la cachimba ni de tener que calentar agua en un fogón para lavar los platos, así que prefiero evitar los sitios menos civilizados de Rocha y optar por lugares intermedios, dónde tenga agua corriente y luz en el rancho, pero que al mismo tiempo pueda deambular por caminos de tierra sin cruzarme con nadie y pueda ver las estrellas.<br /><br />Tal vez a medida que vayan pasando los años yo tenga cada vez más necesidades de comodidad y consumo, y requiera buenos restaurantes (es decir, caros), y servicios de <span style="font-style: italic;">delivery</span>, y casinos y centros comerciales aclimatando mis vacaciones. Tal vez me vuelva un viejo tan forro que me haya muerto en vida mucho antes de ir para el cajón, tal vez use una camisa hawaina y juegue a la paleta en la orilla del mar, yo qué sé. Si es así espero tener la dignidad mínima de ser yo el que me desplace hacia alguno de los numerosísimos balnearios que ya ofrecen todas esas porquerías, y no tener la arrogancia inaudita de pretender transformar para mayor comodidad de mis debilidades el entorno en el que caí como una bolsa de cáncer podrido.<br /><br />Sobre todo me gustaría que mis sobrinos, o mis posibles hijos, tengan la oportunidad de ir a los lugares que fui, de caminar por los caminos que caminé -y que sin embargo aún parezca que nunca fueron transitados- y que escuchen lo que la naturaleza me dijo en el lenguaje que ningún hombre puede reproducir. Y que puedan elegir, cada uno de ellos, una estrella distinta a la que bautizar con algún nombre ridículo y mágico. Eso es algo que no quiero que Artigas Barrios, Sotelo, Pancho Dotto, Mujica o los amigos de Fasano le roben a mi familia, ni a la tuya. Eso es algo que no tiene ni puede tener precio.<br /><br />Me sigue gustando mucho <span style="font-weight: bold;">Milan Kundera</span>, un escritor hoy en día totalmente fuera de moda, quién en cierta forma fue uno de los mayores escritores testimoniales de los abusos y espantos del socialismo real y a quién sólo se ha recordado recientemente en relación a un dudoso y poco creíble incidente de su juventud en el que habría denunciado a un disidente. Es lógico que en las sociedades modeladas bajo el punto de vista de <span style="font-style: italic;">Intrusos</span> eso sea más notorio y digno de revisar que sus novelas, pero yo me sigo maravillando con la claridad de expresión del checo y su renunencia a ser encasillado ideológicamente en categorías dogmáticas. Kundera hizo un elogio, que parece hecho a la medida de un rochense, de la lentitud en su novela llamada, justamente, <span style="font-style: italic;">La lentitud</span>, en la que proponía esta cualidad como una virtud en contraposición al vértigo de la velocidad y el vértigo que el capitalismo consumista propone como factores dinámicos positivos. En esa novela, Kundera recordaba la diferencia entre contemplar algo y simplemente verlo, explicando cristalinamente que lo primero es absolutamente imposible si uno no aminora la marcha y se detiene. Pero no es esta novela la que me parece que viene a cuento en este post sino su última obra hasta el momento, <span style="font-style: italic;">La ignorancia</span> (2000), en la que narra la visión de su Praga natal a través de los ojos de una exiliada que regresa a su ciudad luego de veinte años en París.<br /><br />Irene (el personaje por el que habla Kundera), una férrea opositora del régimen comunista checo que fue el que la obligó a emigrar, se encuentra a su regreso con una ciudad bastardeada por la publicidad intrusiva en sus centros históricos más representativos, y con una ciudad de rodillas ante los requerimientos del turismo globalizado que en algún momento se enteró que Praga era una de las ciudades más hermosas de Europa, y la introdujo como destino ineludible de sus tours. Lo interesante de este triste descubrimiento del personaje de Kundera es que no es narrado desde una óptica nostálgica de alguien incapaz de interiorizar los cambios de su paisaje afectivo, sino reconociendo con furia y lucidez los elementos de pura opresión, de pura dictadura monetaria que tienen esos cambios. Y del abuso y la pérdida que entrañan.<br /><br />Una de las campañas publicitarias recientes del Ministerio de Turismo, alentaba la hospitalidad de los uruguayos con frases como "<span style="font-style: italic;">un español, ¡un amigo!, un brasileño, ¡un amigo!, un argentino... ¡un hermano!</span>", buscando amortiguar los posibles resentimientos xenófobos que se alentaron -incluso por parte del gobierno al que pertenece el Ministerio de Turismo- a partir del conflicto ocasionado por <span style="font-weight: bold;">Botnia</span>. No voy a ser yo, que viajo con pasaporte italiano y suelo definirme como "argentino del este", el que aliente la hostilidad nacionalista contra los visitantes. Pero la gente de visita en mi casa no clava sus cuadros en mis paredes ni las pinta con el color que les agrada más. Y eso corre para mí también, porque si algo nos atrajo por algún motivo, lo lógico es intentar no alterar esa identidad que nos atrajo en primer lugar, y no hacer el ejercicio megalómano de transformarlo a nuesto gusto e imagen. El camino por el que se está yendo en estos asuntos es completamente equivocado y hay que comenzar a desandarlo o, como mínimo, recordar que se puede desandar y que no es una maldición histórica.<br /><br />Mientras tanto para mí, para los oscurantistas de Valizas, para los que no piensan como Sotelo y no admiran a Artigas Barrios, para los que saben que el tiempo corre a velocidades distintas en distintos lugares, para los visitantes (otra palabra que no se lleva bien con el concepto de turista, que es algo más parecido al cliente de un prostíbulo) y los viajeros -y los ocasionales inmigrantes- serán siempre bienvenidos y lo que intercambiemos con ellos será provechoso y enriquecedor; los turistas pueden quedarse en sus putas disneylandias y sus asquerosas Las Vegas, y si alguno se le ocurre que puede comprar mi conducta y mi entorno, o sentirse propietario exclusivo de un espacio del mar o del cielo, no va a ser ni mi "amigo" ni mi "hermano", sino el destinatario de todo el rechazo que pueda expresar verbal o físicamente.<br /><br />Pero seguramente todo el aparato, ideológico y fáctico, estatal seguirá operando en función de complacer a esos turistas que viajan con su mundo portátil a cuestas debajo de la billetera. Y este ejercicio de destrucción, prostitución y servilismo seguirá siendo promocionado por los viejos modernos que no pueden valorar nada que no tenga precio como ejemplo y regla dorada del progreso. Y el mundo se va a morir aullando, aunque por desgracia después que esos viejos de mierda. Si todos los habitantes de Rocha deciden cambiar, apurarse para que Sotelo y los japoneses no se enojen y humillarse con el culo para arriba a cambio de poder comprar un plasma o una moto extra, bueno, están en su derecho. Y yo en el mío de recordarles cómo se le dice a la gente así, y en el tono en el que hay que escupirles las palabras. Igual no se van a dar cuenta, porque cuando no hay ni honor ni identidad, la gente no percibe que está siendo insultada.<br /><br />Mientras tanto es como siempre: debajo de los adoquines, la playa. Detrás de los focos, la luz de las estrellas.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com49tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-87273037819298460292009-04-09T06:27:00.000-07:002009-04-09T08:21:04.287-07:00La levedad insoportable<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgM5EmYLfAKLDgrHUXYdzNybssEwPYCtl5SYgPKf3wOETVsHxRRFl9gd5bH_4tKVykmHMuHjFkBCE60mCF-X9wdhFxjan7C1HnvoPaU-Z8G67xXWwZzjFMX8Kv5uMRXN9qCdLWqcfdYNts/s1600-h/smokingkills.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 195px; height: 256px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgM5EmYLfAKLDgrHUXYdzNybssEwPYCtl5SYgPKf3wOETVsHxRRFl9gd5bH_4tKVykmHMuHjFkBCE60mCF-X9wdhFxjan7C1HnvoPaU-Z8G67xXWwZzjFMX8Kv5uMRXN9qCdLWqcfdYNts/s320/smokingkills.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5322711139349324162" border="0" /></a>A medida de que este gobierno se acerca a su fin, lo mismo que el romance original con el mismo, más me asombro de lo hipócritamente conservador que ha sido su carácter. No tengo nada en contra del término conservador; como ecologista extremo soy un conservador extremo, ya que no hay nada más estrictamente conservador que la ecología, y no es el único tema en que me podría definir así. Si me tiran de la lengua en términos de criminalidad -entendiendo el crimen como lo que efectivamente daña a terceros contra su voluntad o su capacidad de discernimiento- posiblemente algunas almas sensibles y progresistas se pongan rojas de asombro y no entren más a este blog. Y no son los únicos aspectos, claro está.<br /><br />Pero el gobierno del FA ha sido puritana, complaciente e hipócritamente conservador, dirigido por un hombre -<span style="font-weight: bold;">Tabaré Vázquez</span>- que estrictamente es un empresario millonario que no tiene absolutamente nada de izquierda más allá de haber nacido en un barrio obrero; y su masa electoral, la que bregó durante cuatro décadas sufridas para llegar al poder o la que es continuadora cultural o incluso filial de esta, valoró y valora tanto el triunfo -entendido (en el caso de las mejores voluntades, aunque haya de las otras- como una oportunidad y capacidad de hacer cosas y modificar la realidad, que ha soportado estoicamente el que esencialmente no se haya cambiado nada, y que de los cambios que se hicieron haya un buen número realizados en dirección exactamente opuesta a la libertad.<br /><br />En estos días se debate una nueva disposición del MSP que arremete una vez más contra las tabacaleras por haber cometido un tremendo crimen: usar la semiología más básica, y a la vez la más abstracta -la cromática-, para que sus clientes <span style="font-style: italic;">voluntarios</span> los entiendan. Me explico; dentro de las mil y una disposiciones contra el cigarrillo instrumentadas por Tabaré Vázquez, algunas de ellas sensatas pero utilizadas como excusa para aprobar otras arbitrariamente represivas, se encontró la de prohibir el uso de la palabra <span style="font-style: italic;">light</span> en cualquier marca de cigarrillo, por considerar que se engañaba al consumidor. La teoría es la siguiente: los fumadores adultos (la venta de cigarrillos está correctamente prohibida a los menores) son retrasados mentales y a pesar de la abundante propaganda que informa sobre los daños del cigarrillo, estos van a pensar que si son <span style="font-style: italic;">light</span> son inocuos y van a fumar el triple. La palabra <span style="font-style: italic;">light</span> significa, como todo el mundo sabe, "liviano" o "leve" (además de "luz", pero esa es una polisemia que no viene al caso y no me sirve de un carajo en esta argumentación), y cualquier fumador sabe por qué hay cigarrillos así denominados: porque son más suaves, porque su gusto es menos intenso, porque irritan menos los conductos por los que pasa el humo e, indudablemente, porque tienen una carga menor de nicotina. Traten de darle un cigarrillo <span style="font-style: italic;">light</span> a un auténtico tabacómano y el efecto apaciguador o estimulante de la nicotina -tal vez la única sustancia que puede dependiendo de las necesidades psíquicas es estimulante y sedante al mismo tiempo- le va a ser casi imperceptible e inatisfactorio, por lo que, además de la diferencia de gusto, es evidente que los cigarrillos light son menos adictivos.<br /><br />"¡Todo engaño! ¡todo falso!" bramó igual el gobierno, que como todos sabemos jamás engañó a nadie en sus propagandas y sus presentaciones publicitarias -y cuyos candidatos, como todos sabemos, no están haciendo propaganda ilegal en estos momentos-, y las compañías tabacaleras, que ya tienen la prohibición más bien insólita de hacer publicidad de cualquier tipo, tuvieron que eliminar el concepto <span style="font-style: italic;">light</span> de sus cajillas. Pero resulta que estos pérfidos mercaderes del cáncer inventaron una triquiñuela que motivó las iras del buen doctor: comenzaron a vender sus antiguos cigarrillos <span style="font-style: italic;">light</span> diferenciándolos del producto standard mediante el color de las cajillas. Qué hijos de puta, qué atrevidos. Usar colores.<br /><br /><span style="font-style: italic;">(Breve paréntesis: una de las mentirosas y exageradas publicidades gráficas que ocupan tres cuartos de las cajillas de cigarrillos es un ejemplo notable de efecto boomerang. Se trata de una foto -suponemos tratada porque no queremos imaginar a los publicitarios estatales dejando fumar a un menor- de un bebé algo ojeroso fumando bajo la pregunta "¿Se parece a vos?". No, no se parece a mí porque yo soy un pussy que por cuidar mi salud dejó de fumar hace casi diez años, obteniendo un sobrepeso inmediato que posiblemente sea para mi salud más peligroso que el cigarrillo. Me gustaría parecerme a ese bebé porque me acuerdo lo bien que me quedaba el cigarrillo en la boca, pero no me parezco, no soy tan varonil. Ese bebé que fuma por la comisura del labio se parece a <span style="font-weight: bold;">Humphrey Bogart</span> en <span style="font-weight: bold;">The Big Sleep</span>. Le chupa todo un huevo, "vos dale al chupete", parece decir, "que yo estoy bien así hasta la hora de la teta. De mi madre y de la tuya, maraca...". Es el bebé más carismático de los últimos años, es parecido al bebé fuma-puros de <span style="font-weight: bold;">Roger Rabbit</span>. Estoy seguro que en la nursery ese bebé lo surte a trompadas a cualquier nieto de Tabaré Vázquez y le llena la cara de dedos a cualquier hijo de <span style="font-weight: bold;">Chris Namús</span>. Realmente los felicito a los diseñadores de esa campaña, volvieron a alegrar las cajas de cigarrillos. Go Baby Humphrey, go).</span><br /><br />Es así que ahora el MSP va en busca de prohibir el uso diferencial de colores en las cajas de cigarrillos, obligando a que unificar todos los productos de una sola marca, por lo que, además de todos los costos extra que le implica a las tabacaleras y que seguramente trasladarán a los fumadores, los antiguos fumadores de <span style="font-weight: bold;">Nevada</span> o <span style="font-weight: bold;">Coronado</span> <span style="font-style: italic;">light</span> van a tener que conseguirse un mapa para saber cómo carajo se llaman los cigarrillos que ellos quieren fumar, porque además al estar prohibida la publicidad de cigarrillos, las compañías no van a poder informárselos. No tengo ganas de defender a las tabacaleras, empresas malignas que durante décadas hicieron lo imposible para ocultar o relativizar el daño que el cigarrillo hace a sus usuarios, pero sí el derecho inalienable de no ser insultados en su derecho de autodeterminar lo que quieran hacer con su salud y el resguardo de las libertades esenciales. Como las de usar palabras y colores.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Lincoln Maiztegui</span>, un férreo defensor del derecho a fumar y la no-estigmatización del fumador, comparaba la campaña anti-terminológica del MSP con la prohibición pachequista de nombrar a los tupamaros a principios de la década del 70. Un ejercicio de opresión linguística que obligaba a los diarios a denominar a los guerrilleros como "subversivos" o "terroristas", y que algunos driblearon con elegancia llamándolos "innombrables". Una forma de control comunicacional que además de represivo e ignorante de lo contextual es terriblemente histérico, ya que supone que lo que no se nombra no existe. Esta guarangada es en definitiva una muestra de supresión de información, justificada paternalistamente en nuestro propio bien. "¡Pero qué tendrá que ver y cómo vas a nombrar al facho de Maiztegui!", me pueden decir, "¡los cigarrillos no lo dicen y matan gente!". Bueno, los tupamaros también mataban gente, y tampoco suelen decirlo.<br /><br />Me parece ocioso seguir dando vueltas sobre esto, que es evidentemente un ejercicio de histeria publicitaria basada, más que en la salud de los uruguayos, en la explotación publicitaria de su defensa y del miedo al cáncer imbatible. El cáncer es una enfermedad terrible -con más de la mitad de mis antecesores inmediatos y hasta mi perro muertos por la misma alguna idea tengo- pero no para todo el mundo es algo exclusivamente negativo. Por de pronto el cáncer hizo presidente a Tabaré Vázquez, hombre que ha basado su popularidad e imagen de bonhomía en su condición de oncólogo. Por de pronto el no haber abandonado esta profesión a pesar de tener que encargarse del detalle de gobernar un país le permitió aumentar su patrimonio -el personal, porque no se han hecho cuentas del de sus familiares empresarios de la medicina- en un 180% en estos años de presidencia. El cáncer garpa.<br /><br />Pero hay cánceres y cánceres, porque el mismo MSP que se comporta como un cigarrillo pudiera matar a un supuesto fumador pasivo en un ambiente abierto como si fuera un camión a 180 kmph, es el que impidió la importación por parte de un hospital privado de un equipo de detección pronta de cáncer (PET) al Hospital Americano porque consideró que era competencia deshonesta con la salud pública, que está esperando a que se termine el Centro Uruguayo de Imagenología Molecular (Cudim) para poner a <span style="font-weight: bold;">Henry Engler</span>, el tupamaro científico, al frente del mismo. Tampoco serían cánceres tan cánceres los de los enfermos oncológicos del hospital de Rivera, dónde todas las operaciones están siendo postergadas una y otra vez porque el MSP no pudo instrumentar un número adecuado de anestesistas para realizarlas (por el simple motivo de que no los hay, ya que este y todos los demás gobiernos cedieron siempre a la presión corporativa de mantener la formación de anestesistas -una especialidad particularmente redituable- en números bajos y evitar el exceso de competencia). Y en planos menos cuantificables serían tan jodidos los posibles cánceres producidos por la ingestión de carne roja en exceso, que el estado promueve de todas las formas posibles, o los cánceres producidos por la contaminación de los cursos de agua capitalinos (en realidad serían cánceres mucho más benignos los producidos por cualquiera de las decisiones ambientales de este gobierno que, definitivamente, ha demostrado que la ecología no es una de sus prioridades). O los que producen la utilización del uso casi sin vigilancia de agrotóxicos. O los que podrían producir la utilización de energía atómica, sueño húmedo de los dirigentes que quieren soluciones rápidas para el déficit energético.<br /><br />Pero en fin, prohibamos colores y palabras, que es más fácil, se nota más y los afectados lo van a aguantar, ya que si bien la costumbre de fumar es cada vez más perseguida, la de fumarse decisiones autoritarias está en pleno ascenso. No veo por qué habría que asombrarse: cuando líderes como <span style="font-weight: bold;">Obama</span> o <span style="font-weight: bold;">Zapatero</span> -en cierta forma emblemas de cambio progresista en sus países conservadores- asumieron el poder, lo primero que hicieron fue estructurar una serie de medidas libertarias a favor del derecho del aborto, la investigación científica y la igualdad de géneros, en el entendido de que -más allá de sus objetivos y posibilidades últimos- era necesario no sólo decir -como reclamaba <span style="font-weight: bold;">Nanni Moretti</span> en <span style="font-style: italic;">Aprile</span>- algo "de izquierda", sino además hacerlo para que la gente que los llevó al poder sintieran un poco de aire fresco simbólico en sus pulmones. La primer acción simbólica notoria de Vázquez fue emplazar un monumento al criminal <span style="font-weight: bold;">Karol Wojtyla</span> en un sitio de privilegio de Montevideo la laica. Si los uruguayos se fumaron eso, ¿por qué no fumarse esta guerra semiótica?<br /><br />De más está decir que fumar es muy malo para la salud, sea tanto tabaco, pasta base o, sobre todo, puro autoritarismo hipócrita.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com80tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-47152416852983882532009-03-31T23:41:00.000-07:002009-04-02T12:11:34.667-07:00Pedazos de la isla que naufraga<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgojwszG5AIfmZExa8tXgRG6-uZ77l84hNEJX5aSdaXykeR9Cr1mRiXgEZAhg8zfc8Q_ukpQDkELY9RTS-YjxGP3dphZqyrbN-fUhK2gzyLXfkecfCOS9VygKucU9sqn_6P6ndOYMmtWHo/s1600-h/alfonsin.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 242px; height: 202px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgojwszG5AIfmZExa8tXgRG6-uZ77l84hNEJX5aSdaXykeR9Cr1mRiXgEZAhg8zfc8Q_ukpQDkELY9RTS-YjxGP3dphZqyrbN-fUhK2gzyLXfkecfCOS9VygKucU9sqn_6P6ndOYMmtWHo/s320/alfonsin.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5319794407368493410" border="0" /></a>Leo en todos lados que murió <span style="font-weight: bold;">Raúl Alfonsín</span>; supongo que en frío tendría que reaccionar como ante cientos de noticias desgraciadas que día a día pasan frente a nuestros ojos sin que les demos la menor pelota. Al fin y al cabo soy uruguayo, nunca tuve simpatías hacia la <span style="font-weight: bold;">UCR</span> (de hecho siempre tuve un interés casi morboso -especialmente por ser uruguayo- hacia el <span style="font-weight: bold;">PJ</span>), y prácticamente toda la carrera de dicho político desde que los carapintadas le torcieron el brazo en las pascuas de 1987 me pareció intrascendente, o casi culposa.<br /><br />Pero hay cosas que tienen que ver con uno, no con la Historia sino con el pequeño cacho de la misma que nos envuelve de vez en cuando y se hace parte de nosotros. Yo era muy chico cuando Alfonsín llegó a la presidencia argentina, pero por casualidades del destino me había hecho fan adolescente (o pre-adolescente) de la revista <span style="font-weight: bold;">Humor</span>, que se convirtió en mi cátedra de formación política precoz, y que me familiarizó tempranamente no sólo con el trabajo de personajes ilustres del comic y el humor gráfico argentino, sino también con el infinito horror de las dictaduras del Cono Sur, y el espanto de la tortura, los desaparecidos, la censura y la represión infinita. No me animaría a decir que Humor me hizo de izquierda, cosa que sigo con dudas de ser realmente, sino que me aproximó a sus reclamos innegociables, al conocimiento de la brutalidad incontrolable del terrorismo de estado y a la risa y el desprecio como formas asordinadas de resistencia. Y a Alfonsín, que fue ídolo y payaso de dicha revista durante esos años confusos y efervecentes del fin de las dictaduras.<br /><br />No es eso lo que me viene a la mente cuando leo que Alfonsín murió, no es su valiente rol como abogado en la dictadura, no es la esperanza que le depositaron encima, la enorme dignidad del comienzo de su gobierno -de las libertades irrestrictas, de los juicios a los militares y los intentos de auditoría de la deuda externa-, sino en realidad el comienzo de su caída, de su espiral hacia una infamia mediana, o un relativismo inevitable de sus méritos, es decir la terrible -y para mí magnífica- Semana Santa de 1987.<br /><br />Por una de esas casualidades -para ser exacto por un efecto colateral de la hiperinflación que hizo que Buenos Aires tuviera precios ridículamente bajos para los uruguayos durante varios meses- yo estaba en Buenos Aires durante la Semana Santa del levantamiento de los carapintadas del repugnante <span style="font-weight: bold;">Aldo Rico</span>. De hecho me estaba quedando con dos amigos -que al igual que yo éramos demasiado chicos para viajar sólos pero de alguna forma lo habíamos logrado- en el <span style="font-weight: bold;">Hotel Liberty</span> de Corrientes y Florida, el mismo en el que estaban <span style="font-weight: bold;">Zelmar Michelini</span> y <span style="font-weight: bold;">Héctor Gutiérrez Ruiz</span> cuando fueron secuestrados y asesinados. Era la primera vez que viajaba en circunstancias similares y todo era una aventura enorme.<br /><br />Uno de esos días caminábamos por Lavalle y un porteño muy elocuente nos convenció de entrar a un cabaret a ver un show de strip-tease. En pocos minutos unas turras muy bien entrenadas se las arreglaron para que pidiéramos una serie de bebidas de precio insensato -a esa edad uno se convence de cualquier cosa cuando le acarician la poronga por encima del pantalón- y nos vaciaron las billeteras a la velocidad a la que un chorro de agua pasa entre los dedos. Otro día vimos a <span style="font-weight: bold;">El Corte</span>, la primer banda del Calamaro sin gracia, en un boliche de Suipacha que había sido una Iglesia. Ese día tomamos cerca de diez taxis, porque cada uno nos salía lo mismo que un chicle en Montevideo; escuchamos el <span style="font-style: italic;">Helen of Troy</span> de <span style="font-weight: bold;">John Cale </span>en el boliche y nos sentamos cerca de <span style="font-weight: bold;">Charly García</span>. Eran unas vacaciones tremendas para gente que no había cumplido aún 18 años.<br /><br />Pero lo que más recuerdo, lo más fuerte e intenso de esas vacaciones, fue el levantamiento de los carapintadas y las circunstancias en que lo vivimos; con mi amigo J. habíamos conocido a un par de porteñas en Atlántida, a las que habíamos quedado en llamar cuando llegáramos. Lo hicimos y nos invitaron a tomar unas cervezas cerca de sus casas, en una zona de Belgrano que hoy en día es cheta y elegante, pero en aquel entonces no lo era. El mismo día que aterrizamos por allí Rico y sus fachos maquillados se amotinaron en<span style="font-family:verdana;"> </span><span style=";font-family:Verdana;font-size:100%;" >la Escuela de Infantería de Campo de Mayo,</span> y todos nuestro planes se trastocaron. Una de las dos chicas era militante del partido de izquierda tímida de <span style="font-weight: bold;">Oscar Alende</span> -el<span style="font-weight: bold;"> PI</span>-, pero venía de una familia del ala izquierda del PJ que por pura suerte no tenía desaparecidos cercanos, la otra era una de las rarísimas integrantes de la Juventud Comunista argentina. Ambas tenían motivos serios para ponerse nerviosas ante una asonada golpista, y ambas eran mucho más lindas y simpáticas que cualquiera de las chicas con las que eventualmente salíamos en Montevideo.<br /><br />Y estaban muy nerviosas, y se deshacían en excusas por no poder salir a divertirnos por ahí, aunque en retrospectiva los motivos eran transparentes y totalmente comprensibles. Pero además estaban solas, las familias de ambas se habían tomado la Semana Santa de vacaciones en el norte, o en Uruguay -ya no me acuerdo-, y las dos habían quedado de dueñas de casa mientras el endeble mundo de la precaria civilización democrática argentina parecía estarse viniendo abajo y las cosas parecían feas para dos jóvenes militantes. Pero las noticias sobre lo que pasaba en Campo de Mayo eran escasas y poco concluyentes, y en algún momento apareció un amigo mutuo -el que nos las había presentado- con un spray anestésico cuya composición era a base de éter. El tipo había descubierto que tirando un poco de ese spray sobre un pañuelo y aspirandolo luego, se conseguía un efecto breve y poderoso, exactamente igual al del lanza-perfume brasileño. El efecto de una aspiración de éter dura apenas unos segundos, pero después de estar haciéndolo un rato, ese efecto se prolonga (a veces demasiado, ya que se trata de una droga de muy difícil control, y puede producir alucinaciones fuertes y peligrosas), y luego de estar jodiendo con el spray un buen rato, quedamos todos con un coloque respetable. Recuerdo haber visto una conversación materializarse en letras sobre mis acompañantes.<br /><br />Entonces volvimos a la televisión pero no había novedades del levantamiento, así que cambiamos de canal, conectándonos a una especie de proto-cable ilegal por el que un video-club de la manzana transmitía películas a cambio de una cuota ridícula. Y estaban pasando <span style="font-style: italic;">Gallípoli</span> de <span style="font-weight: bold;">Peter Weir</span>, una película que trata del infausto desembarco de los Aliados en los Dardanelos durante la Primera Guerra Mundial (hechos que son también narrados en la desoladora <span style="font-weight: bold;">'And the Band Played Waltzing Matilda'</span> de los <span style="font-weight: bold;">Pogues</span>) y la vimos -vaciando las botellas de vino de los padres de la dueña de casa-, quedando muy impactados por el final. Puede ser que estuviéramos todos muy sensibilizados, drogados, borrachos o simplemente emocionados, pero cuando <span style="font-weight: bold;">Mel Gibson</span> a pesar de su esfuerzo no llega a impedir que <span style="font-weight: bold;">Mark Lee</span> y su compañía cargue contra las ametralladoras turcas, que los masacran, quedamos sin hablar un buen rato. Qué triste, qué fracaso a pesar de todo ese esfuerzo.<br /><br />Hace más de 20 años de eso; todos los que eran protagonistas culturales o sociales de ese momento histórico cambiaron radicalmente o murieron. Mirando en retrospectiva tengo la impresión que en esos mismos días comenzó el derrumbe de la gran ola de esperanza que la llegada de la democracia había traído al Río de la Plata; los compromisos asumidos por Raúl Alfonsín con los carapintadas -particularmente la espantosa Ley de Obediencia Debida- y la crisis económica rampante que comenzaba a asomar su fea cabeza terminaron con lo que parecía una breve edad de oro, de juicios a los genocidas, planes de auditoría de la deuda externa, destape social y cultural, experimentación artística, revelaciones del pasado reciente y movilizaciones masivas.<br /><br />Alfonsín me recuerda a <span style="font-weight: bold;">Hugo Batalla</span>, otro hombre de convicciones y conducta inobjetables durante los momentos más complicados de las dictaduras -o La Dictadura, porque hoy en día es bastante tonto el considerar al conglomerado de canallas militares y los grupos económicos que representaban como algo diferente de ambos lados del Plata-, que se derrumbó por especulaciones políticas al final de su carrera. Me recuerda a <span style="font-weight: bold;">Wilson Ferreira Aldunate</span>, es decir, a políticos semi-conservadores pero de gran autoridad ética que en los momentos clave de sus historias personales y colectivas fueron derrotados en forma estrepitosa, quedando para siempre maculados por esta derrota. La derrota de Alfonsín señaló -algo que se confirmaría con el triunfo del voto amarillo en Uruguay un par de años después- los límites de la democracia triunfal que en aquel momento nos parecía un tsunami histórico irreversible e imparable. La derrota de Alfonsín dejó en claro el peso indiscutible de la práxis de las armas y el dinero ante el idealismo de las marchas callejeras. Es difícil especular si cuando Alfonsín arrió las banderas lo hizo por responsabilidad ante la eventualidad de un mal mayor, por especulación política o por simple cobardía tanto en relación a la debilidad de las fuerzas populares como de su energía, pero cuando lo hizo comenzó un tiempo de fealdad, hijadeputez descarada, soborno y cinismo. El tiempo de los <span style="font-weight: bold;">Carlos Menem</span>, de los lectores de <span style="font-weight: bold;">Fukuyama</span>, de los idiotas bautizando como idiotas a todos los que no estuvieran de rodillas, de la flexibilidad laboral y los publicitarios como paradigma, de las putas. Es difícil que alguien se sobreponga a una derrota así, a dejar un país en llamas en manos de personas horribles, y es difícil que se perdone esa clase de derrota. Pero todos vamos a ser derrotados al final, aunque más no sea de la forma en que hoy lo fue Alfonsín, y no es eso lo que me viene a la cabeza.<br /><br />Leo en <span style="font-style: italic;">Crítica</span> una <a style="color: rgb(0, 0, 0);" href="http://criticadigital.com/index.php?secc=nota&nid=21170">columna</a> de <span style="font-weight: bold;">Osvaldo Bazán</span> en la que enumera nombres de los 80 y a la que podría ponerle la firma sin mayores problemas; al tipo de la barbita de chivo -un coetáneo mío no mucho mayor- le pasa lo mismo que a mí. Leé "murió Raúl Alfonsín" y se le empiezan a disparar palabras, nombres y momentos sobre los que la muerte de Alfonsín cae como una lápida definitiva. Menciona a <span style="font-weight: bold;">Bukowski</span>, a los <span style="font-weight: bold;">Redondos</span>, a los video-clubs, a <span style="font-weight: bold;">Camila Perisée</span>, a <span style="font-style: italic;">La República Perdida</span>, a los que iban a cosechar café a Nicaragua, a <span style="font-weight: bold;">Grondona White</span>, a <span style="font-weight: bold;">Prix D'Ami</span>, a <span style="font-style: italic;">La historia sin fin</span>... a un montón de cosas de un collage que cada uno de los que vivieron esa época podría hacer propio con diversas variables, y culmina "están velando a los años ’80. Oficialmente, ha muerto nuestra juventud".<br /><br />Nunca le presté mucha atención a Bazán, pero leyendo esta columna no puedo menos que respetarlo por definir tan bien lo que siento, ese frío en la memoria, esa invitación a meter en el cajón todo lo que entre junto al fiambre, ese golpe contra el fondo de roca, el que nos expone ante nosotros mismos en forma indiscutible que ahora somos algo que no nos gusta, y que dejamos de ser aquello otro.<br /><br />Pero no es eso en lo que pienso ahora mientras los noticieros enumeran nombres de animales que opinan sobre Alfonsín y la democracia, sino cosas más luminosas; pienso en <span style="font-weight: bold;">Jorge Corona</span> diciendo "¡qué desastre ese Alfonsín! ¿por qué no se irá a Mar del Plata, a ahogarse como su hermana?". Pienso en la ausencia de odio de la tira <span style="font-style: italic;">Los Alfonsín</span> de Rep, que opinaba sobre el mandatario con una familiaridad, y hasta afecto, hoy en día impensable hacia algún político. Y pienso en la Plaza de Mayo llena y ensordecedora, por la que deambulamos -unos chicos apenas- con los bolsos ya hechos para ir al puerto y volver a Montevideo. Estábamos en un punto crucial de la Historia del último medio siglo y caminamos de la mano de dos chicas tan hermosas que si nos acompañaran de vuelta a Uruguay, todos los galanes del liceo se quedarían boquiabiertos al vernos apretar con ellas a una distancia considerable (pero no tan lejos como para que no nos vieran) de nuestro bar favorito.<br /><br />Y entonces (hoy, hace 20 años, hoy cuando leo sobre la muerte de Alfonsín) estoy enamorado, no sólo de una muchacha de 16 años con un mechón rubio y otro rojo, sino de una ciudad entera, de un sentido del humor, de un acento, de unas casas que se abren con una generosidad que yo desconocía, de los textos de <span style="font-weight: bold;">Brecht</span> que le gustan tanto a esta militante del PI, de la palabra "psicobolche" que acabo de hacer mía con el objetivo de exportarla a Pocitos y aplicársela a todos los padres de izquierda de mis amigos, del chiste irritante para muchos de definirme como "argentino del este" -algo que sigo siendo en forma tozuda, poco patriótica e inevitable-, del empedrado de la calle Cabildo y el vino en pinguino que a ella le parece apenas tomable pero que para mí es el mejor que haya probado.<br /><br />Estoy feliz y ni siquiera me doy cuenta, porque el ruido es cada vez mayor y ahora está hablando Alfonsín, y no se entiende un carajo lo que dice, pero a cada rato lo aplauden, así que debe ser bueno. Y en el bolso tengo el <span style="font-style: italic;">Give 'Em Enough Rope</span>, el único disco de <span style="font-style: italic;">The Clash</span> que me faltaba, y no escucho el "La casa está en orden, felices Pascuas", pero creo que ella sí, porque tiene los ojos llenos de lágrimas y pone mis brazos alrededor de su pecho. Y yo nunca voy a estar igual de excitado y con una sensación semejante de estar en la boca de la Historia, en su caja de resonancia, pensando en coger, en escuchar punk rock y en frustrar golpes militares sólo por ser muy joven.<br /><br />Y eso me pasa por el corazón a pocos días de otra Semana Santa, casi un cuarto de siglo después, mientras Alfonsín sigue muerto en la televisión, y yo le agradezco con egoísmo porque al morirse arrastra como magdalena proustiana todo ese calidoscopio de imágenes de algunos de los mejores días de mi vida, de cosas de las que no tengo una miserable foto y que sin embargo forman parte fundamental de los cimientos de todo lo que soy y de todo lo que puedo decir. Puede ser que algunas de esas cosas estén tan muertas como ese político de bigotes que en el tiempo parece pararse del lado de los buenos, o de lo bueno. O puede ser que no. Me gusta pensar que no, porque no me gusta perder las cosas del corazón. Y agradezco cualquier estímulo que por lo menos me descubra el lugar en dónde estaban, y las siluetas que dejaron sobre las mantas las personas que allí se acurrucaban. En el fin de los 80, cuando yo era un pendejo y no sabía que estaba todo bien.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com47tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-11433370427733620662009-03-17T20:00:00.000-07:002009-04-01T11:31:44.223-07:00Hurt<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0dYwrUfRsrt0Qdm_pllf7QoCMYPJRU2dQ08uF73DqQBZ6t2LZv-mvyKwBwbELbgqWvyodario6AwVmvguCblURjosG9AmoEL6POLuFNovVWuAyd6GBsS6K-Un_4mT7V_RtTB1Uqq-ayQ/s1600-h/Johnny+Cash.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 269px; height: 182px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj0dYwrUfRsrt0Qdm_pllf7QoCMYPJRU2dQ08uF73DqQBZ6t2LZv-mvyKwBwbELbgqWvyodario6AwVmvguCblURjosG9AmoEL6POLuFNovVWuAyd6GBsS6K-Un_4mT7V_RtTB1Uqq-ayQ/s320/Johnny+Cash.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5313270203805680274" border="0" /></a>Hay que reconocerle al inglés que es un idioma que ha tenido el buen tino de reducir sólo a una sílaba las cosas que importan, incluso la palabra importar (<span style="font-style: italic;">care</span>); mientras en el castellano peleamos con las "r" de "perro" (<span style="font-style: italic;">dog</span>), el diptongo de "muerte" (<span style="font-style: italic;">death</span>) o el tiempo que se pierde en las estructuras bisilábicas de "vivir" (<span style="font-style: italic;">live</span>) o "hacer" (<span style="font-style: italic;">do</span>) o en la innecesaria longitud de la palabra amor (<span style="font-style: italic;">love</span>), todos esos conceptos en inglés se reducen a un suspiro o un gruñido claro e inconfundible. Un buen ejemplo es el verbo/sustantivo <span style="font-style: italic;">hurt</span>, una palabra breve y que suena de por sí como un quejido de dolor, pero no uno pasajero sino algo que vino para quedarse. Mientras nosotros dribleamos entre la decisión de si optar por "lastimado", "herido" o "dolorido", el <span style="font-style: italic;">hurt</span> inglés resume todo y adquiere una cualidad casi ontológica. <span style="font-style: italic;">Hurt</span> no es un estado en el que nos encontramos sino más bien algo que somos, algo que no sabemos si tiene reparación.<br /><br />Hace unos días estaba en la puerta de un pub en un extraño estado anímico; acababa de volver de un homenaje a alguien que conocí y que ahora está muerto, <span style="font-weight: bold;">Eduardo Darnauchans</span>, y, tal vez por nervios, tal vez por cosas que ese homenaje removió, estaba en un estado hipersensible, con una clase de melancolía que casi tenía olvidada. Descolocado. De pronto escuché que desde el equipo de audio del pub que estaba al lado -y que es parte del mismo en el que me encontraba, pero con música independiente- salía la voz inconfundible de <span style="font-weight: bold;">Johnny Cash</span> encima de una melodía hipnótica y con un curioso arreglo de piano. No conocía el tema, así que pregunté qué era y me dijeron que era el cover de '<span style="font-weight: bold;">Hurt</span>' de <span style="font-weight: bold;">Nine Inch Nails</span>.<br /><br />Luego me enteraría que la versión es muy conocida, que su monumental video-clip ganó cuanto premio se puede ganar, y que el tema terminó convirtiéndose no sólo en el último sino en uno de los mayores éxitos de toda la carrera de Cash, siendo uno de esos temas que son familiares hasta para quienes no tienen la menor idea de quién era <span style="font-style: italic;">the man in black</span>. Pero yo no había escuchado en forma íntegra el<span style="font-style: italic;"> American IV</span> que lo incluye, y en los tiempos en que su video-clip estaba en rotación intensiva no tenía cable y -al igual que ahora- ignoraba lo que pasaba en <span style="font-style: italic;">MTV</span>. Y por sobre todas las cosas, yo odiaba a <span style="font-weight: bold;">Nine Inch Nails</span>. Pero esta no es una canción de <span style="font-weight: bold;">Nine Inch Nails</span>.<br /><br /><span style="font-style: italic;font-family:Verdana;font-size:85%;" >I hurt myself today<br />To see if I still feel<br />I focus on the pain<br />The only thing that's real<br />The needle tears a hold<br />The old familiar sting<br />Try to kill it all away<br />But I remember everything<br /><br />What have I become<br />My sweetest friend<br />Everyone I know goes away<br />In the end<br />And you could have it all<br />My empire of dirt<br />I will let you down<br />I will make you hurt</span><br /><span style="font-style: italic;font-family:Verdana;font-size:85%;" ><br />I wear this crown of thorns<br />Upon my liar's chair<br />Full of broken thoughts<br />I cannot repair<br />Beneath the stains of time<br />The feelings disappear<br />You are someone else<br />I am still right here<br /><br />What have I become<br />My sweetest friend<br />Everyone I know goes away<br />In the end<br />And you could have it all<br />My empire of dirt<br />I will let you down<br />I will make you hurt<br /><br />If I could start again<br />A million miles away<br />I would keep myself<br />I would find a way </span><br /><br />Hace ya muchos años, cuando recién empezaba a experimentar con el bajado de canciones de la web -los tiempos de <span style="font-style: italic;">Audiogalaxy</span>- decidí bajarme un tema (en aquellos tiempos los temas se bajaban de a uno) de <span style="font-weight: bold;">Bonnie Prince Billy</span> (<span style="font-weight: bold;">Will Oldham</span>) del que había escuchado hablar muy bien. La primer versión que encontré era la de Johnny Cash, y apenas terminó de bajar decidí escucharla para ver de qué merecía tanto entusiasmo y alabanzas. El efecto fue, casi literalmente, físico: luego de escuchar las raras progesiones de acordes de '<span style="font-weight: bold;">I See a Darkness</span>' -y de entender de punta a punta su letra en la cristalina dicción de Cash- me quedé helado junto a la computadora un buen rato. Al llegar a la treintena había llegado a considerar que uno podía admirar, emocionarse limitadamente y apreciar estructuralmente -o en su interpretación- cualquier canción, pero que la relación que uno mantenía con ellas se debilitaba ante la evidencia de lo que son: canciones, no verdades reveladas, no mensajes de iluminación.<br /><br />Sin embargo 'I See a Darkness' movió -como lo hace una sesión de masaje o de pesas cuando hace tiempo que no nos ejercitamos- partes mías que ya había olvidado que estaban ahí. Y no eran malas partes, eran cosas que tal vez dificultaran el vivir más de lo que lo ayudaban, pero que estaban mucho más cerca de lo que podemos considerar como el auténtico yo que la persona que mandamos a trabajar todos los días. '<span style="font-weight: bold;">I See a Darkness</span>' -canción que hoy en día es considerada por casi todo el mundo como un hito de los 90- demostraba en menos de cinco minutos que la música moderna heredera del rock no era exclusivamente un privilegio emotivo de los menores de 30, y que había una forma digna de expresar las incertidumbres tardías, las que ni siquiera sabíamos que iban a estar allí al llegar.<br /><br />Pero esa era una canción tremenda que, más allá de la interpretación de Cash, se sostenía por sí sola como un tema de inesperada importancia, lleno de preguntas cruciales y estructurado con maestría. Yo tenía mis dudas con respecto a estos discos tardíos de Cash; el hombre de negro nunca había sido -a pesar de lo carismático que me resultaba su presencia- un ídolo para mí de la forma en que lo habían sido <span style="font-weight: bold;">Bob Dylan</span>, <span style="font-weight: bold;">Neil Young</span> o <span style="font-weight: bold;">Richard Thompson</span>. Lo consideraba un gran intérprete, similar a nuestro propio hombre de negro, <span style="font-weight: bold;">Alfredo Zitarrosa</span>, pero sin la esencia crucial de este mismo. Recuerdo pasármela provocando extranjeros que notaban la similitud entre Zitarrosa y Cash -ambas figuras insulares y sombrías en el panorama del folclore de estos países-, asegurando que el autor de '<span style="font-weight: bold;">Guitarra Negra</span>' era ampliamente superior al de '<span style="font-weight: bold;">Ring of Fire</span>'. En muchos aspectos lo sigo creyendo así, pero Zitarrosa siempre se propuso en sus canciones como un romántico, un hombre moral, incluso un hombre nuevo, tal vez un triste. Cash en cambio prefirió abrazar una imagen un poco más triunfalista e indiferente, pero también la de alguien que se hace cargo de su propia inhumanidad. "<span style="font-style: italic;">I shot a man in Reno just to watch him die</span>" es posiblemente una de las líneas más poderosas de la historia de la música popular contemporánea, pero no debe ser interpretada bajo la luz de la fanfarronería criminal -y generalmente imaginaria- del <span style="font-style: italic;">gangsta rap</span> ni bajo la pesadumbre de consciencia del acto irresponsable. No, Cash cuenta un acto injustificable y define lo superfluo de sus motivos. No hay pedido de disculpas pero la exactitud de la descripción y la ausencia de excusas demuestran una suerte de valoración -de valoración negativa- de su acción.<br /><br />El narrador de "<span style="font-weight: bold;">Folsom Prision Blues</span>" mató a un tipo porque sí, como <span style="font-weight: bold;">Meursault</span>, pero no le falta el respeto al muerto tratando de encontrar elementos que expliquen o hagan comprensible su acción. No lo insulta suponiendo que su arrepentimiento podría hacer más liviana su acción. Algo realmente raro de encontrar en canción. Pero '<span style="font-weight: bold;">Hurt</span>', en cambio, es una canción de arrepentimiento, y es una canción entonada por un hombre próximo a la muerte pero que canta para los vivos.<br /><br />Indudablemente la serie <span style="font-style: italic;">American Recordings</span> fue una tremenda idea de <span style="font-weight: bold;">Rick Rubin</span>; como se sabe el productor fue llamado para modernizar y relanzar la carrera de un Johnny Cash ya envejecido, con problemas de salud y fuera del radar de la prensa cool, y el sistema elegido por Rubin fue perfecto: por un lado redujo al mínimo la orquestación alrededor de la cascada -pero aún conmovedoramente expresiva- voz de Cash, hasta que el resultado sonoro fue similar al de los cantautores indie que florecían fuera de los grandes medios de difusión, y manejó ese minimalismo arreglístico con un gusto exquisito. También aproximó a una buena serie de músicos jóvenes y notorios, extáticos ante la posibilidad de cantar a dúo con Cash, y le eligió un buen número de canciones recientes, muchas de ellas provenientes de bandas y estilos alejadísimos del mundo del country, que funcionaron como gancho para llamar la atención de muchos que se aproximaron a estas grabaciones casi por morbo, para ver cómo el viejo oscuro se desenvolvía con un tema de <span style="font-weight: bold;">Soundgarden</span> o de <span style="font-weight: bold;">U2</span>.<br /><br />Aunque los resultados de estas versiones fueron muchas veces brillantes, lo cierto es que otras tantas sólo fueron buenas ideas en lo conceptual, y las versiones de temas como '<span style="font-weight: bold;">Rowboat</span>' de <span style="font-weight: bold;">Beck</span> o '<span style="font-weight: bold;">Personal Jesus</span>' de <span style="font-weight: bold;">Depeche Mode</span> resultaron ser inadecuadísimas y tan distantes al lenguaje propio del músico como las versiones de <span style="font-weight: bold;">Charly García</span> hechas por <span style="font-weight: bold;">Mercedes Sosa</span>. Otras veces aunque la canción pareciera venirle como un guante, la interpretación de Cash no estaba a la altura, como en el caso del '<span style="font-weight: bold;">All My Life</span>' de los <span style="font-weight: bold;">Beatles </span>o el '<span style="font-weight: bold;">Bridge Over Troubled Waters</span>' de <span style="font-weight: bold;">Paul Simon</span> a las que, a pesar de los excelentes arreglos, la voz no llega a darle la vida que uno se imaginaría a priori.<br /><br />Pero están las otras, las que sí embocó y que en muchos casos convirtió en versiones definitivas. '<span style="font-weight: bold;">One</span>' de <span style="font-weight: bold;">U2</span>, '<span style="font-weight: bold;">Hung my Head</span>' de <span style="font-weight: bold;">Sting</span>, la ya mencionada '<span style="font-weight: bold;">I See a Darkness</span>' de <span style="font-weight: bold;">Will Oldham</span>, '<span style="font-weight: bold;">I'm a Drifter</span>' de<span style="font-weight: bold;"> Dolly Parton</span>, la tradicional '<span style="font-weight: bold;">Sam Hall</span>', todas ellas alcanzando cumbres de emotividad superiores a las de sus versiones originales y, en muchos casos -particularmente los temas con connotaciones religiosas o violentas- resignificados con autoridad. Sin embargo y por brillantes que sean estas versiones, hay que reconocer que eran todas excelentes canciones ('One' es de esos temas que hasta los detractores de <span style="font-weight: bold;">Bono</span> & cía reconocemos a disgusto que es una canción enorme) y que el mérito es compartido entre autores e intérprete. Pero en el caso de la mejor de todas las versiones contenidas en los numerosos <span style="font-style: italic;">American recordings</span> -'Hurt'- el caso es muy distinto. Porque, disculpenme los fans de <span style="font-weight: bold;">NIN</span> -si los hay leyendo esto-, la versión original es una porquería y ni siquiera es una canción bien compuesta.<br /><br />Nine Inch Nails o <span style="font-weight: bold;">Trent Reznor</span> debe ser la banda o proyecto que resume mejor lo peor del rock industrial y el acercamiento al lado oscuro de lo humano que parece ser el gran atractivo del género. Sin mencionar siquiera a la primera y genial generación industrial (<span style="font-weight: bold;">Throbbing Gristle</span>, <span style="font-weight: bold;">SPK</span>, <span style="font-weight: bold;">Skinny Puppy</span>), gente que realmente trabajaba con material expresivo peligroso y novedoso, lo de Reznor es realmente malo incluso en comparación con industriales semi-domesticados como <span style="font-weight: bold;">Ministry</span> o <span style="font-weight: bold;">Marylin Manson</span>. En esos casos, por de pronto, todavía hay rastros de humor negro, violencia real y grandeza sonora, pero el aporte de Reznor -amigo/enemigo de estas bandas- fue el de introducir la autocompasión depresiva y adolescente del mundo indie a un género que tal vez se reivindicaba por su propia soberbia e inhumanidad. Indudablemente Reznor es un gran manipulador de timbres y un buen programador de bases, pero como cantante y compositor es un llorón pomposo que maneja cuanto cliché se pueda tolerar de la imaginería romántica del dolor emocional.<br /><br />Provocador moderado y maldito profesional, Reznor ha publicado una serie de discos que en ocasiones sorprenden por sus fuegos de artificio sónicos, pero que nadie mayor de 16 años puede tomarse muy en serio. 'Hurt', la canción en cuestión, cerraba su segundo disco -<span style="font-style: italic;">The Downward Spiral</span>- y fue saludada en su momento como una señal de madurez compositiva y anímica por quienes querían ver a toda costa la transformación de Reznor de gusano de moda a compositor laureado. Pero por desgracia el tema sólo puede ser considerado como bueno o sensible en el contexto de las otras canciones de NIN. Construido sobre un arpegio más bien infantil de Am-C-D, sobre el que Reznor susurra/lloriquea los primeros versos, pasa a un estribillo más bien cuadrado en el que Reznor sube una octava su lamento y que en su segunda vuelta introduce un bombo en negras más bien bruto (aunque de timbre interesante) que le da un poco de énfasis. Luego de dos estrofas, el tema culmina con una grandilocuente e hiperdistorsionada guitarra sintetizada que arruina la poca sutileza que podía quedarle a la canción.<br /><br />La letra, que reproduje arriba, no es mucho mejor, no tanto por estar mal escrita sino sobre todo por la acumulación de lugares comunes de la mirada auto-lesiva. Arranca con una clásica referencia <span style="font-style: italic;">junkie</span> y luego abruma con una flagelación grandilocuente, llena de imperios, coronas y tronos que vaya uno a saber quién le otorgó a Reznor. Y como si fuera poco tiene una concepción temporal que la convierte en una canción totalmente increíble viniendo de un veinteañero tardío. No es que el paso del tiempo no pueda ser tema para alguien que no cumplió los treinta, de hecho es una preocupación muy normal en la lírica del rock y ha dado frutos tan perfectos como '<span style="font-weight: bold;">My Back Pages</span>' de <span style="font-weight: bold;">Bob Dylan</span>, '<span style="font-weight: bold;">1969</span>' de <span style="font-weight: bold;">The Stooges</span>, '<span style="font-weight: bold;">Heart of Gold</span>' de <span style="font-weight: bold;">Neil Young</span>, '<span style="font-weight: bold;">Thunder Road</span>' de <span style="font-weight: bold;">Bruce Springsteen </span>o '<span style="font-weight: bold;">Sixteen</span>' de <span style="font-weight: bold;">The Buzzcocks</span>. Pero en estas canciones -todas de plumas más hábiles que la de Reznor, hay que reconocer- la sensación de vejez o de nostalgia precoz está expresada en términos relativos, en relación a la pérdida de un pasado inmediato o a la consciencia a futuro de la velocidad del tiempo. Reznor en cambio habla como si fuera un vampiro puto que se escapó de un libro de <span style="font-weight: bold;">Anne Rice</span>, como si ya hubiera vivido 100 años y tuviera todos los casilleros existenciales llenos. <span style="font-style: italic;">Fuck him and the horse he rode on</span>.<br /><br />Quién sabe, capaz que es un tipo muy precoz y es así, pero se me ocurre que si así fuera escribiría y compondría mejor que la pobre imitación digitalizada de <span style="font-weight: bold;">Kurt Cobain</span> que ofrece. Pero lo que la hace realmente inadecuada para un cantante joven es su fatalismo, lo inalterable de lo descripto, la gran mentira depresiva. Lo definitivo.<br /><br />Entonces, ¿cómo una obra tan pobre como la que acabo de describir puede convertirse en la canción que más me ha estremecido en años? En realidad sería un tema de tésis interesante para especular desde la lingüística sobre las connotaciones agregadas por el emisor o desde la teoría del arte en relación al aura transmitida por el mismo, pero teniendo en cuenta que se trata de una canción posiblemente lo mejor sea comenzar por la música. Evidentemente la versión de '<span style="font-weight: bold;">Hurt</span>' incluida en el <span style="font-style: italic;">American IV: The Man Comes Around</span> (2002) es una idea de <span style="font-weight: bold;">Rick Rubin</span>; no hay forma que uno pueda imaginarse a Johnny Cash escogiendo por sí mismo un disco de NIN y escuchándolo de principio a fin sin pegarle un tiro al equipo de música.<br /><br />Y me gustaría pensar que directamente le hizo escuchar al viejo el arreglo que grabaron para el disco sin tener necesidad de confrontar la versión original. Un arreglo tan sencillo como genial; Rubin eliminó la estúpida guitarra distorsionada final y mantuvo la guitarra mínima del comienzo, apenas armonizada por un par de tonos sostenidos -mezclados muy atrás- de lo que parece ser una guitarra eléctrica pero que puede ser cualquier cosa, pero al llegar al estribillo no sólo no la electrificó sino que sustituyó el bombo por un piano en <span style="font-style: italic;">ostinato</span> que apoya los cambios de acorde sobre las negras y que produce una sensación de intensidad en aumento sin que ni el volumen ni la instrumentación realmente crezca. El arreglo de piano -que en los cuatro últimos versos es doblado por una guitarra acústica- es tan intenso que en una escucha sin demasiada atención puede confundirse con una entrada orquestal. Al eliminar los bruscos cambios tímbricos -y la subida de la voz que Cash, por supuesto, no hace-, la pobre estructura atada con alambres del tema original queda suavizada y unificada, y se hace un tema no sólo mucho más sutil sino de dinámica más fluída y hasta elegante. Se convierte en la versión original, lo que no le resultará paradójico a cualquiera que haya leído al <span style="font-weight: bold;">Borges</span> de <span style="font-style: italic;">Los precursores de Kafka</span> o de <span style="font-style: italic;">Pierre Menard, autor de El Quijote</span>, la que opina con desdén sobre la primer versión, que misteriosamente pasa a ser la segunda.<br /><br />Porque, ¿qué dice Johnny Cash en esta canción y que no puede decir Trent Reznor aunque haya escrito las palabras? Dice cosas bravas, y cosas tristemente hermosas. La guiñada <span style="font-style: italic;">junkie</span> de los primeros versos pasa a ser una exclusiva referencia al dolor físico -y no porque Cash sea un extraño al mundo de las drogas precisamente-, un dolor que por su propia materialidad -como saben los chicos emos que se apagan cigarrillos en las muñecas- haga olvidar o distraiga del dolor espiritual. Cuando Cash culmina el verso con un resignado <span style="font-style: italic;">but i remember everything</span> (pero yo recuerdo todo) se convierte, una vez más, en una criatura borgeana, pero en esta ocasión es Funes el memorioso, o el propio Borges de sus lamentos tardíos sobre la vejez y el deseo profundo de olvido. No son recuerdos felices los que evoca, ni la frase tiene el sabor agridulce de la nostalgia, sino simplemente la carga del arrepentimiento. No sabemos de qué -Reznor no lo escribió y Cash no lo agregó en palabras- pero hay un profundísimo arrepentimiento que atraviesa la canción y que no se trata -como el hombre baleado en Reno- de una acción concreta que haya dejado una cicatriz, sino de la herida siempre abierta de lo no vivido, lo no otorgado, lo no dado.<br /><br />Al igual que en '<span style="font-weight: bold;">I see a Darkness</span>', Cash se dirige aquí a alguien a quién llama <span style="font-style: italic;">friend</span>, pero a diferencia de la canción de Oldham, da la impresión de que en esta ocasión -tal vez por el adjetivo <span style="font-style: italic;">sweetest</span> (la más dulce)- se trata de una amistad femenina, posiblemente una amante. Siempre me pareció conmovedor el que un hombre se dirija a su amante como amiga. Las mujeres tal vez no lo consideren así, hay algo que les compele a pensar que esa calificación es inferior a las que denotan directamente la condición de "amada", "amante", "novia" o "esposa", y que connota más bien una cierta categoría de segunda, el "mantengamos esto como amigos y que no vaya más allá".<br /><br />Sin embargo es uno más de los conflictos terminológicos que suelen hacer que los hombres y las mujeres se estrellen en ataques de incomprensión: el reconocer por parte de un hombre -por supuesto si se está hablando el lenguaje del corazón- la cualidad de "amiga" en una amante, es reconocer un vínculo más profundo e íntimo que el que simplemente se da por la pasión. Al fin y al cabo el amor, o el amor que sobrevive al post-coito, no es mucho más que sexo y amistad. Y no es nada menos: la lápida de <span style="font-weight: bold;">Remedios de Escalada</span>, la segunda mujer del libertador <span style="font-weight: bold;">San Martín</span> -la esposa niña- la describe como "esposa y amiga", en el mismo plano de importancia. Me gusta pensar que fue el propio San Martín el que lo escribió así. Pero el reconocer a una amante como amiga no es sólo reconocerla en términos románticos o emocionales, también es para un hombre distinguirla como interlocutora. Y a esta interlocutora en particular, Cash le pregunta "mi más dulce amiga ¿en qué me convertí?." Qué pregunta, puta que lo parió.<br /><br /><a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCWJg8lmUlE7c5htIaaqVXdZQHMd36Esa0FWjzEvcnhgg_wpk0tMAEYp5emahVRTXnz9Ufwzr2uA9UAfiZ0zZ3jhI0Mn-ju5YR1L3iGoMVMEQejceZYxW8zzSXGZGHHleL0aCS-pQVRrg/s1600-h/cash+2.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 178px; height: 226px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgCWJg8lmUlE7c5htIaaqVXdZQHMd36Esa0FWjzEvcnhgg_wpk0tMAEYp5emahVRTXnz9Ufwzr2uA9UAfiZ0zZ3jhI0Mn-ju5YR1L3iGoMVMEQejceZYxW8zzSXGZGHHleL0aCS-pQVRrg/s320/cash+2.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5314413025565439522" border="0" /></a>Johnny Cash era un rey, y como tal las metáforas monárquicas de la canción le vienen como anillo real al dedo (especialmente al dedo medio de su famosa foto de los Grammys), aunque re-significadas, como todo en la canción, el <span style="font-style: italic;">empire of dirt</span> de Reznor posiblemente sea un "imperio de mugre", pero el de Cash tiene que ser más bien un "imperio de polvo" o de "tierra". También hay otra metáfora monárquica en la canción que fue expresamente cambiada en la versión de Cash. La segunda estrofa comienza con un <span style="font-style: italic;">I wear this crown of thorns</span> (llevo esta corona de espinas); en la versión original decía <span style="font-style: italic;">I wear this crown of shit</span> (llevo esta corona de mierda); he leído algunas reseñas burlándose del ataque de pudor que lo llevó a cambiar la letra de la misma forma en que <span style="font-weight: bold;">Frank Sinatra</span> cambiaba el escandaloso "Jesus" del '<span style="font-weight: bold;">Mrs. Robinson</span>' de <span style="font-weight: bold;">Paul Simon</span> por un incomprensible pero inocuo "Jilly", pero por una vez estoy de totalmente de acuerdo con el cambio más allá de que haya sido un ataque de pacatería o especulación comercial: la corona de Reznor puede ser de mierda, pero la de Cash es de espinas, y eso está escrito en cada arruga de su cara de anciano que realmente <span style="font-style: italic;">vio</span> pasar la historia. Y que da la impresión de que a pesar de considerar a su imperio como algo hecho de tierra y polvo, este lo es sólo en comparación de lo que quiere a cambio, de lo que no se ha merecido y casi con seguridad se traicione más tarde.<br /><br />Borges, a quién ya estoy nombrando por tercera vez en este texto sobre una canción borgeana o sobre un proceso borgeano de interpretación, hace una oferta similar en <span style="font-style: italic;">Two English Poems</span>, esos poemas tímidos que desmienten cualquier acusación de frialdad endilgada al viejo Georgie por quienes creen que una herida es más profunda si se le hace chorrear sangre por encima de las hojas en las que se escribe mientras se llora como una nena. Al final del segundo de estos textos descorazonados y asordinadamente románticos, Borges ofrece a su interlocutora todo lo que tiene, su propio imperio polvoriento, para terminar con algo que sólo puede ofrecer un solitario que sabe no sólo el valor sino también el precio de la soledad:<br /><br /><span style="font-style: italic;">I can give you my loneliness, my darkness, the</span><br /><span style="font-style: italic;">hunger of my heart; I am trying to bribe you </span><span style="font-style: italic;font-family:georgia;font-size:100%;" ><br />with uncertainty, with danger, with defeat.</span><br /><br />La persona que canta 'Hurt' tal vez ni siquiera tiene eso, sólo la promesa de una futura decepción. No son cosas que se admitan ni se canten con frivolidad.<br /><br />(<span style="font-style: italic;">Bajo del 117 en 18 y Río Branco y pongo '</span><span style="font-weight: bold; font-style: italic;">Hurt</span><span style="font-style: italic;">' en el mp3 mientras camino hacia la Plaza Independencia. En la breve cuadra entre Andes y la plaza un chico de unos 14 años, con la delgadez y nerviosismo de los fumadores de pasta, me pide una moneda. Le digo que no y diez pasos después otro muchacho exactamente igual hace lo mismo, vuelvo a decir que no y apenas termino de hacerlo un tercero -este no mayor de 11- me hace la misma pregunta. Acabo de rechazar el pedido de los otros dos en frente a él pero él no ve, no razona, no ingresa la información; está totalmente insensibilizado. A este ni siquiera le contesto, porque la insensibilidad es una calle de doble vía. Atravieso la plaza por la que en lugar de palomas orbitan grupos de turistas orientales que no saben a dónde ir, chicos de la calle y algún empleado tardío de la Ciudad Vieja que cruza indiferente y cansado entre los mangueos. Mientras bajo por Ciudadela, dejo que la canción me filtre y detecte sus propias ilustraciones, sus propias correspondencias, en las zonas baldías de mi corazón. Y pienso en una amiga enferma a la que no fui a ver ni llamé. Pienso en el regalo que no le compré a mi sobrino. Pienso en la colección de mails y mensajes de sms sin responder que se amontonan alrededor de una pereza que me produce un enorme esfuerzo. Pienso en la mínima atención, en el reconocimiento fáctico que a veces niego en automático a gente que me quiere a cambio de nada. Pienso en una chica que cree que sólo fue un polvo más y que sin embargo no hay día en el que no vuelva a él. Pienso en una invitación al pool y al reencuentro que siempre esquivo y que mis amigos me vuelven a extender con paciencia mineral. Pienso en un libro que ya debería estar terminado y que en realidad todavía no empezó a ser. Pienso en la línea de la costa de Punta del Este cuando apenas empezaba el boom de la construcción, en esa calma de arena gruesa y familias pescadoras que ya está perdida bajo la necesidad. Pienso en la cabezota de mi perro esperándome en la cima de la escalera, y en cómo la extraño. Pienso en los hijos que no conozco de personas que estoy dejando de conocer. Pienso en alguien que se va a morir antes de que este año termine. Pienso en cuando era casi un niño y vi </span><span style="font-style: italic;">The Wall</span><span style="font-style: italic;">, y pienso en que nunca me hubiera imaginado sentirme así. Pienso en mi generación de emigrantes perdida en el mapa y en los culpables deambulando por la ciudad. Pienso que no los odiamos lo suficiente. Pienso en una mujer solar de la que posiblemente esté enamorado y que creo que ni siquiera sabe que me cae bien. Pienso en que no todo el mundo la mira así. Pienso en los años que se parecen demasiado por nada. Pienso en el tiempo perdido, en el tiempo distraído, en el tiempo indolente, en el tiempo frío. Pienso en el consuelo de la insensibilidad, y su precio grosero. Pienso en el tremendo fracaso que implica el éxito en parecerse mucho a la imagen que elegimos cuando teníamos distintas necesidades</span>).<br /><br />El idioma inglés diferencia entre los términos <span style="font-style: italic;">solitude</span> y <span style="font-style: italic;">loneliness</span>, que el español unifica toscamente en la palabra "soledad". La <span style="font-style: italic;">solitude</span> es un estado de aislamiento que puede ser accidental, pero que suele ser buscado. No es un término dramático y suele utilizarse más que nada en poesía, para indicar ese recogimiento y voluntaria alienación al que los bardos y los personajes insulares suelen ser afectos. <span style="font-style: italic;">Loneliness</span> es otra cosa y de hecho es más que nada un estado subjetivo, ya que puede sentirse aún estando rodeado de gente. Este estado puede ser nombrado pero no celebrado por los poetas, porque es una carencia, un hambre espiritual. A veces el hambre llama al hambre y los corazones hambrientos de experiencia, de conocer cuantas vidas se puede intentar vivir en una, terminan convirtiendo a la <span style="font-style: italic;">solitude</span> en <span style="font-style: italic;">loneliness</span>. Convirtiendo al deseo en maldición. Y la gente que comprende que nuestras puertas estén cerradas cinco o noventa y nueve veces, pueden no comprender que estén cerradas cien veces, y no volver a tocar. Esto es lo que escucho en la voz de Cash en 'Hurt'; si Reznor sugería que el motivo de su alienación podía ser la adicción a la heroína, hay algo en Cash que sugiere que lo que lo ha separado es la adicción a la <span style="font-style: italic;">solitude</span> y el miedo a dejar de ser uno mismo para subsumergirse en el yo de otra persona. Al fin y al cabo por algo canta -y la voz está a punto de romperse en ese verso- "<span style="font-style: italic;">you are someone else / I am still right here</span>". Y acá hay que reconocerle a Reznor un auténtico acierto; el primer verso hace referencia a una cualidad personal, de tipo existencial, y el segundo, que debería espejarlo para explicar la condición del narrador, es simplemente una definición locataria: vos sos alguien más / yo sigo aquí mismo. Aunque es evidente que no se está hablando de lugares, al menos no físicos.<br /><br />Detesto cuando alguien define una canción como depresiva, aunque evidentemente hay canciones que lo son. 'Hurt' en la versión original podría ser calificada como tal, porque está llena de esa ceguera a la autovaloración y la belleza no evidente de la vida, que es uno de los síntomas más claros de la depresión. Pero 'Hurt' en la versión de Cash no es depresiva, es triste, porque los hechos objetivos están en contra del cantante. Él está hablando de lo irreparable desde un lugar más bien definitivo, pero sin embargo sigue ofreciendo cosas, sigue calificando amorosamente a su destinataria y soñando con otros mundos en los que las segundas oportunidades sean infinitas, o al menos más numerosas que en este. 'Hurt' es, incluso, una canción de advertencia a los amantes de la<span style="font-style: italic;"> solitude</span>, a los arrogantes compañeros de sí mismos.<br /><br />En los mismos días en que estuve orbitando esta canción y el mobiliario polvoriento que había removido, también estuve escuchando otra que funciona casi como su antídoto. También habla de la <span style="font-style: italic;">solitude </span>desde su título, '<span style="font-weight: bold;">Adventures in Solitude</span>' y pertenece a esa banda que funciona como un colectivo emocional, los canadienses de <span style="font-weight: bold;">New Pornographers</span>. Y en ese tema, el más delicado de su disco más íntimo, <span style="font-style: italic;">Challengers</span>, <span style="font-weight: bold;">A. C. Newman</span> confiesa en el estribillo: <span style="font-style: italic;">We tought we lost you / we tought we lost you / Welcome back</span>.<br /><br />Pensábamos que te habíamos perdido, bienvenido de vuelta. No se escucha muy seguido ese tipo de ofertas. En un mundo mejor, es lo que nos gustaría que se le contestara al melancólico cantante de 'Hurt'.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com70tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-64209341362322159902009-02-23T22:42:00.000-08:002009-02-24T10:22:44.039-08:00Breve agregado al post anterior (Jesús es muerte)Pocas cosas me molestan más en el mundo de la comunicación escrita vía Internet que la gente que escribe con mayúsculas para dar la impresión de que está gritando. Sí, es cierto, das la impresión de que estás gritando y ahora podés irte a gritarle a la concha de tu madre...<br /><br />Pero esta vez no voy a poder esquivar ese recurso, porque hasta pienso gritando. Ya que estábamos hablando de imbecilidades inadmisibles y cosas por las que varios jerarcas de la IMM y el Ministerio del Interior tendrían que ser untados con ácido (sulfúrico) en sus partes más sensibles, resulta que hoy vine caminando desde Ciudad Vieja hasta Parque Rodó, escuchando a los Mountain Goats y disfrutando de los estertores del verano cuando me di cuenta de una cosa en realidad muy evidente: TODO EL MURO DE GRANITO DE LA RAMBLA SUR, LA RAMBLA MÁS LINDA DE ESTE MONTEVIDEO HECHO MIERDA ESTÁ GARABATEADA DE PRINCIPIO A FIN POR EL HIJO DE MIL PUTAS LLENAS DE SÍFILIS GANGRÉNICO QUE DECIDIÓ DARLE SU DEGENERADO MENSAJE EVANGÉLICO A <span style="font-style: italic;">TODA LA CIUDAD</span>.<br /><br />Es decir, literalmente TODO el muro (y las columnas aledañas y el suelo) están cubiertas de frases tipo "Jesús corre contigo", "Jesús te corre", "Ven a Jesús", "Jesús es un hippie puto que sería echado hasta de Valizas" (esa no está pero en cualquier momento la agrego) y demás alocuciones al chiflado esenio que hizo de la locura, la demagogia y la ignorancia algo contagioso. No me había fijado antes en ese sector de la rambla y creo que estas pintadas son relativamente nuevas, pero hace MESES, creo que más de un año, que otras partes de esa maravillosa rambla de granito están garabateadas de principio a fin por UN SÓLO INFELIZ INDIGNO HASTA DE LA EUTANASIA (la letra y los errores ortográficos son siempre los mismos). Ahora, semejante empresa le debe haber llevado horas, o días, de trabajo. ¿NUNCA PASÓ UN PUTO PATRULLERO QUE PASARA Y, SI NO LO TIRA POR LA RAMBLA COMO DEBERÍA HACERLO, POR LO MENOS LE META EL PINCEL EN EL ORTO, LE BAJE ALGUNOS DIENTES Y LO META EN EL VILARDEBÓ? ¿QUÉ DELITO SE PUEDE HACER QUE SEA MÁS NOTORIO QUE PINTARRAJEAR DURANTE HORAS Y DÍAS TODA LA RAMBLA SUR CON FRASES PARA RETARDADOS EN PINTURA BLANCA? ¿SENTARSE DESNUDO EN LA PUNTA DEL OBELISCO? ¿A QUÉ MIERDA LE DICEN 'VANDALISMO' ESTOS JERARCAS CIEGOS O TAN ABOTONADOS EN SUS CASAS QUE NO PASAN POR UNA DE LAS VÍAS MÁS VISIBLES DE LA CIUDAD? Hasta el psicópata pintor tiene clarísimo que la Rambla Sur es uno de esos lugares de mayor exposición de la ciudad y por eso lo eligió para imprimir ahí su asqueroso mensaje, ¿A DÓNDE MIERDA ESTABAN MIRANDO LOS CANAS? Si toda la Rambla es ahora territorio liberado, entonces que avisen, así voy caminando por otra parte.<br /><br />Y una vez dilucidado el misterio de por qué ese sujeto pudo enchastrar a lo puerco TODO el paseo más lindo de Montevideo sin que un cana lo mate de un merecido tiro de rifle sanitario o por lo menos lo encierre por mil años, me gustaría dilucidar otro misterio: ¿CUANDO LA IMM VA A LIMPIAR ESAS PINTADAS OBSCENAS, IMBÉCILES Y OFENSIVAS EN UN PAÍS LAICO O EN CUALQUIER PAÍS QUE SE RESPETE A SÍ MISMO UN POQUITO?<br /><br />Cuando dejen de contar los dos millones de dólares extra que le acaban de pagar a once vivos de ADEOM que se dieron cuenta de que la Junta Departamental aprobó aquel dichoso convenio salarial (cuyo rompimiento motivó la sucia huelga municipal del 2002-2003) cuando ya había estallado la crisis y era de oligofrénicos el comprometerse a reajustar automáticamente los salarios, cuando dejen de chuparse las partes unos a los otros como festejo por ser jerarcas de una ciudad de cornudos que no los echa a patadas de sus puestos, bueno, cuando termine la fiesta, estaría bueno que Ehrlich y compañía dejaran de mesarse los bigotes y agarraran un balde de solvente de pintura. Sus supuestos subordinados, los de ADEOM, hace tanto tiempo que les pusieron la montura -y que son los auténticos propietarios de la IMM- que dudo mucho que quieran ensuciarse las manos, asi que espero que los jerarcas tengan un mínimo de decencia y vayan a limpiar esa rambla que, como el resto de Montevideo, han dejado en manos de la mugre, en este caso religiosa, para peor.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com83tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-63696229239804022372009-01-20T06:24:00.000-08:002009-01-27T11:36:44.560-08:00Porque mi casa no es mi casa<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSZFL47snOpYdI1d0M8kkuuTIEnP1tIopCjY6gRrq5IVwGUlF7ae4nJ-D58RGLwpZj86btcWEZliQbYC8GAlNgUeXrCFMu0XbaV5jUShR_WMfJbM6ofatg4Fqx4etc5i2EWNG8qZga2Rw/s1600-h/montevideo_uruguay_nasa.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 228px; height: 151px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhSZFL47snOpYdI1d0M8kkuuTIEnP1tIopCjY6gRrq5IVwGUlF7ae4nJ-D58RGLwpZj86btcWEZliQbYC8GAlNgUeXrCFMu0XbaV5jUShR_WMfJbM6ofatg4Fqx4etc5i2EWNG8qZga2Rw/s320/montevideo_uruguay_nasa.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5296023850959556290" border="0" /></a>Me encuentro con un amigo bonaerense de paso por Montevideo rumbo al Este, y, como es de costumbre en los porteños y de su visión romántica sobre nuestra capital, me hace elogios casi excesivos sobre la ciudad, sus ramblas, sus bares, su todo. Pero con una cierta vergüenza me dice que, sin embargo, en los cinco años desde que llegó por primera vez a Montevideo, ha notado un cambio que no le parece particularmente atractivo. "No quiero ser atrevido", me dice, "pero, ¿puede ser que esté todo más sucio?". Sí, puede ser.<br /><br />Durante la primer década de la administración frenteamplista de Montevideo, en la página de editoriales de los diarios de derecha, particularmente la de El País, se repetía mecánicamente la acusación de que la ciudad estaba más sucia que nunca, que la basura se amontonaba en la esquinas, que las ratas eran patronas de las calles. Era como un mantra, absolutamente todos los días se repetía lo mismo "la ciudad está más sucia que nunca", con casi las mismas palabras y como si el trabajo de una intendencia se limitara exclusivamente a la limpieza. Y muchos lectores del diario y políticos conservadores también lo repetían. Pero se daba el absurdo casi gracioso de que sucedía justamente lo contrario; los basurales callejeros habían aparecido durante los últimos años de la dictadura, y se habían multiplicado durante la administración de Elizalde, pero fueron desapareciendo durante los años de <span style="font-weight: bold;">Tabaré Vázquez</span> y durante el primer gobierno municipal de Arana eran casi inexistentes. Incluso algunos de los incurablemente mugrientos montevideanos se acostumbraron - como en mi caso- a buscar las papeleras, que ahora eran más numerosas, en lugar de descartar en el piso lo que me estorbara en la mano. Los editoriales seguían en repitiendo en loop, como si fueran los hermanitos de <span style="font-style: italic;">La Gallina Degollada</span> de Quiroga, pero era una mentira evidente para cualquiera que no mirara la ciudad con los lentes de sus intereses partidarios.<br /><br />Hoy en día los editoriales de El País ya no se preocupan mucho por la grela de la ciudad y se dedican a otros mantras un poco más variados -la tremenda crisis que se viene, la voracidad impositiva de Astori, la maldad infeccionsa de <span style="font-weight: bold;">Hugo Chávez</span>-, pero, paradójicamente, la ciudad está realmente sucia, y en verano hiede como fruta podrida al sol.<br /><br />Los contenedores, en principio una idea perfecta (aunque instrumentada con una brutal indiferencia hacia los vecinos de dichos artefactos) para que los indisciplinados capitalinos administren sus desperdicios, rebosan de basura que se desparrama a su alrededor sin siquiera necesitar la ayuda de la indolencia de los hurgadores; los propios contenedores están deteriorados, rotos, quemados por los vándalos; las bolsas de plástico y los papeles se amontonan sobre el pasto de los parques, las porquerías hacen pila en cada rincón y cada agujero sin rellenar, las fuentes están secas, los monumentos siguen rotos, saqueados, comidos por la voracidad de la otra mugre, la espiritual y humana. Tal vez pocas cosas sean más simbólico de esto que la desagradable imagen -intolerable para mí pero al parecer ya invisible para mis conciudadanos- de ver en pleno 18 de julio a la Biblioteca Nacional con sus paredes de marmol completamente cubiertas de las pintadas políticas mas feas y desagradables que se pueden concebir y con un enjambre de vagabundos acampando entre sus columnas y llenándolas de objetos y mierda. A su lado, la Universidad de la República no está mucho mejor, con sus muros cubiertos de las frases más imbéciles que el cerebro humano pueda articular en letras. Letras feas, escritas como si alguien se hubiera limpiado el culo con las manos y luego la mano en la pared, y al parecer imposibles de cubrir por los notables aumentos presupuestales otorgados a la educación terciaria de este país.<br /><br />Hace cerca de veinte años que el FA gobierna a Montevideo, la roja, y actualmente lo hace con un gran convencimiento -bastante motivado- de que también lo hará los próximos cinco. Esta prolongadísima administración se debe a una curiosa mezcla de méritos y de identificación acrítica. Como adelantaba arriba, se puede decir que las dos primeras intendencias del FA tuvieron algunas buenas consecuencias inmediatas. Por un lado en el gobierno de Vázquez se hizo -un poco al menos- más cristalino el acceso a los trabajos en la IMM, posiblemente el peor bastión de clientelismo de todo el Estado. Se emprendieron políticas -para algunos críticos excesivamente orientadas a la reforma social, algo que no necesariamente es potestad de un gobierno departamental- que consiguieron hacer foco fuera de los ricos barrios de la costa y el este, ampliando la red de saneamiento y de mejoras infraestructurales a las zonas norteñas y del oeste. El primer gobierno de Arana pudo incluso reflexionar sobre la ciudad en términos urbanísticos, establecer modestas políticas de embellecimiento y de preservación de algunos espacios y edificios amenazados por la anarquía edilicia montevideana. Ambos gobiernos, inexpertamente cándidos, dejaron sin embargo algunas bombas de tiempo que reventarían en la cara a las dos administraciones siguientes. En primer lugar la política de concesiones gratuitas de privilegios absurdos que Vázquez hizo con el gremio de ADEOM -posiblemente tanto por exceso de confianza demagógica como para comprar la tranquilidad del sindicato durante la primer intendencia frentista, la más vigilada-, que no sólo no mejoró el tradicionalmente malo desempeño de los trabjadores municipales, sino que les redujo los horarios laborales y les aumentó los salarios a cambio de nada; y en segundo lugar la tendencia a tolerar la privatización de facto de los espacios públicos. El pánico culposo de la izquierda de tener que, en ocasiones, reprimir el exceso de libertades que la gente de menores recursos se toma con los espacios públicos, aquellos que se definen como públicos justamente por su supuesta imposibilidad de ser apropiados y que su disfrute por naturaleza es en grado de breves préstamos. Fue así que florecieron los micro-asentamientos, en ocasiones unipersonales, en plazas, parques, recovecos arquitectónicos y playas. Fue así que se permitió el deterioro del centro -uno de los barrios con mejor infraestructura edilicia- tolerando la saturación de comercio informal en flagrante competencia desleal con el establecido, generando el ridículo de las galerías desiertas de negocios y las veredas bloqueadas por tiendas improvisadas que generaron tanto una gran industria de trabajo en negro como un ámbito de aglomeración ideal para los rateros, para peor simultáneamente a la creación de los shoppings, que con el centro así de deteriorado no tuvieron casi competencia por parte del tradicional centro comercial.<br /><br />Lo que también se descentralizó conscientemente fue la propia administración municipal mediante los CCZ (Centros Comunales Zonales), una buena idea en un principio que apuntaría a descongestionar la burocracia del palacio de ladrillo, pero que al no concederles autonomía económica ni capacidad de gestionar trámites se convirtió exactamente en lo contrario: una suerte de comités de base pagos, encargados de mediar propuestas y problemas, y que aumentaron considerablemente el número de empleados municipales, un empleo que por su inamovibilidad, sus escasas responsabilidades y horas de trabajo efectivo y un sinnúmero de beneficios extra se convirtió en un auténtico premio de lotería, y en el caso de los CCZ, una válida recompensa material a los militantes. Es en este período que comienza a darse la paradoja de que un basurero gane más que un catedrático universitario, con todo lo que ello conlleva en el plano simbólico, olvidado por las IMM frentistas desde el momento en que TV decidió que era una buena idea el permitir la instalación de un McDonalds en la explanada municipal.<br /><br />Las primeras administraciones del FA decidieron, no sin motivos urgentes pero sin auténtica potestad, orientar sus recursos hacia las políticas sociales, para compensar la indiferencia criminal de los gobiernos blancos y colorados hacia las zonas que eufemísticamente se denominan "carenciadas", privilegiando el acceso de las mismas a condiciones dignas de higiene antes que lo ornamentalmente superfluo, como puede ser el cuidado del aspecto de la ciudad -que es, sin embargo, un cometido más específicamente municipal que las políticas sociales-; pero el primer gobierno de Arana apuntó a un cierto punto medio entre ambas prioridades, considerando también que el aspecto de la ciudad no es sólo un tema de importancia para los burgueses maricones, sino que es algo de importancia crucial para establecer la relación de un ciudadano -en el sentido completo del término- con su entorno vital.<br /><br />Pero todas estas buenas intenciones cuestan dinero y, a pesar de aumentar en forma notoria y dolorosa los impuestos municipales -especialmente los que caen sobre los hombros de la clase media, como la delirante contribución inmobiliaria y las patentes automovilísticas-, la IMM -que los colorados habían dejado cubierta de basura pero con superávit- entró en violento déficit (ayudado también por una cruel y meramente partidaria política diferencial en las ayudas del gobierno central a las intendencias, mediante la cual Montevideo fue olvidada por los gobiernos blancos y colorados a la hora de ser asistida o exonerada de impuestos). Y ese déficit fue pateado hacia adelante hasta que reventó durante la espantosa segunda administración de Arana.<br /><br />Hay gente que llama al segundo gobierno municipal de <span style="font-weight: bold;">Mariano Arana</span> la intendencia de <span style="font-weight: bold;">María Julia Muñoz</span>, cuya influencia creció en forma evidente durante ese gobierno hasta el punto de que algunos llaman a dicho período "la intendencia de María Julia". Tal vez sea para exclupar al arquitecto, porque fue una administración horrible, llena de errores imperdonables y con no pocas acusaciones de la más llana corrupción. Alcanza recordar que fueron los años del conflicto entre la IMM (nuestros representantes) y ADEOM (nuestros empleados), por el no-cumplimiento del irresponsable convenio que la administración había firmado con el gremio, por el cual se comprometían a reajustar automáticamente los salarios municipales en relación a los aumentos del IPC -un beneficio que prácticamente ningún otro trabajador público o privado tiene-, y que suponía que -no importa lo que pasara. Los generosos salarios municipales (que permitieron que muchos de nosotros usáramos el ejemplo absurdo de que en Uruguay se le paga más a un basurero que a un catedrático universitario) quedaban así -vaya uno a saber a cambio de qué- totalmente a salvo de crisis de cualquier índole. Y la crisis llegó y fue la más feroz de la historia de Uruguay, y la solidaridad es una palabra bonita en los discursos pero que deja de existir cuando se dirige al bolsillo, y mientras decenas de empresas cerraban, miles de empleados eran enviados al seguro de paro, y la gente se suicidaba por docenas, el gremio de ADEOM se fue a la huelga porque no les aumentaron sus sueldos. Una huelga de hijos de puta ignorantes y privilegiados pero totalmente legal, a diferencia de la ruptura del contrato que hizo la administración Arana, por lo que no sólo la ciudad quedó abandonada durante semanas sino que a la larga la diferencia económica tuvo que ser cubierta por los montevideanos con cifras aumentadas tras un juicio perdido que dejó a un grupo de trabajadores públicos totalmente indiferentes al resto de su país (cada tanto hay que re-pensar además qué quiere decir lo de "trabajadores públicos" o sea, trabajadores supuestamente al servicio de la suma del Estado), con más dinero que nunca y con la seguridad de tener a la patronal (todos nosotros) agarrada de los huevos. Este único error debería haberle costado la Intendencia al FA, pero como si fuera poco estuvo el impresentable escándalo Areán y sus concesiones dudosas, y el principio del escándalo <span style="font-weight: bold;">Bengoa</span>, que demostró que en Montevideo los casinos podían dar pérdidas y que el Estado era capaz de subvencionar pérdidas de casinos. Y cómo si fuera poco la ciudad se deterioró en un grado inconcebible a causa de la depredación que un nuevo lumpenaje -generalmente compuesto por fumadores de pasta base convencidos de estar exonerados de cualquier conducta humana- comenzó a efectuar de todos los espacios públicos. Esta fue una culpa compartida con el Ministerio del Interior, pero no deja de asombrar la indiferencia con la que el urbanista Arana reaccionó ante la evidencia de que monumentos de bronce de escultores como <span style="font-weight: bold;">Zorrilla</span> eran aserrados lentamente por anormales que vendían el material de las estatuas por el peso de su material. O se robaban los motores de las fuentes de agua. O se comían a los patos de los lagos. O convertían a los espacios verdes en tierras de nadie por las que no se podía cruzar en la noche y hacían sus baños en los areneros dónde lógicamente dejaron de jugar los niños.<br /><br />La única explicación del triunfo de Ehrlich, ya que luego del segundo gobierno de Arana el FA debió haber sufrido un castigo electoral similar al que sufrió <span style="font-weight: bold;">Jorge Batlle</span>, fue una conjunción de automatismo partidario, inercia del entusiasmo de las elecciones presidenciales y la pésima elección de candidatos de la oposición -que además fue a las elecciones dividida, asegurándose de que no hubiera forma de ganar-, que eligió a un clon de Montgomery Burns y al hijo de un dictador aborrecido como opciones. Tan tristes opciones forzaron a muchos -como yo- a votar anulado, pero sin embargo <span style="font-weight: bold;">Ricardo Ehrlich</span> fue elegido por un porcentaje aún mayor que el de Arana y en los primeros meses de su gestión pareció que había sido una buena elección. Ehrlich, un hombre de bajo perfil y pocas palabras, inició su gobierno haciendo una cierta purga del círculo de impresentables que se había reunido alrededor de los casinos municipales, proponiendo un catastro más ajustado a la realidad, enfrentando a ADEOM con seriedad y creando un indispensable servicio de guardaparques para impedir que los mismos continuaran su conversión en baldíos devastados y habitados por personajes post-apocalípticos. Hoy, estando cerca del final de su gestión, la administración de Ehrlich parece ser, por lo menos, tan desastrosa como la de Arana-Muñoz.<br /><br />En primer lugar, el trabajo de limpieza que Ehrlich emprendió sobre el círculo de Bengoa terminó revelándose, más que como una digna autodepuración, como parte de una simple purga partidaria que barrió con casi todos los cuadros municipales de los otros partidos frentistas, especialmente con los de Asamblea Uruguay, gran opositora del MPP de Ehrlich. Entre los purgados se encontraba <span style="font-weight: bold;">Alejandra Ostria</span>, Directora General del Departamento de Desarrollo Ambiental de la IMM, quién había tenido una enorme agarrada no ya con Ehrlich sino con la cúpula del MPP entera cuando dio la recomendación de clausurar definitivamente tres curtiembres del barrio Nuevo París - <span style="font-weight: bold;">Uruven</span>, <span style="font-weight: bold;">Napalan</span> y <span style="font-weight: bold;">Corbo</span>- debido a la reiterada contaminación y la falta de garantías para los trabajadores. Las curtiembres, como se sabe, son las principales (no las únicas) responsables de que el arroyo Miguelete y el Pantanoso se hayan vuelto una suerte de cloacas a cielo abierto, y son particularmente la causa de que -según unos escandalosos datos descubiertos (y nunca valorados con la debida gravedad) por el semanario <span style="font-style: italic;">Brecha</span>- buena parte de los habitantes, especialmente los niños, de los terrenos próximos a dichos arroyos tengan un índice de plombemia (contaminación de plomo en la sangre) que posiblemente ya haya alterado en forma irreversible sus capacidades cognitivas. Eso sin mencionar lo que significa para cualquier ser humano vivir en una zona que huele a chancho podrido. Pero aunque el informe de las condiciones de las curtiembres determinaba que existía una "falta total de garantías para los trabajadores, los vecinos de la zona y el ambiente en general" dentro de estas curtiembres estaba Uruven, una empresa recuperada por sus trabajadores que según <span style="font-weight: bold;">Luis Polakof</span>, el director de Desarrollo de la Intendencia de Montevideo, tenía "el apoyo del gobierno de Montevideo y nacional, y tiene también un acuerdo con el gobierno de Venezuela para la compra de maquinaria y producción". Y cómo se sabe la basura de los trabajadores que recuperan fábricas ensucia menos que la capitalista. Y si tu hijo tiene el C.I. de un afectado por síndrome de Down sin sufrir de dicho síndrome es por una noble causa trabajadora, y unos cuantos votos agradecidos.<br /><br />Obviamente la existencia o no de una fuente de trabajo y su desarrollo no es problema de la IMM sino del gobierno central y sus ministerios, pero este caso ilustra bastante bien el absoluto segundo plano al cual cayó el mantenimiento de la ciudad en relación a los intereses de las corporaciones relacionadas con la propia IMM. El impresentable problema de los casinos con pérdidas y la turbia administración de Bengoa reveló que el propio motivo de existencia de casinos municipales -justificados, a pesar de ser claramente un vicio destructivo, como una suerte de impuestos voluntarios que los (supuestos) adinerados otorgan y que se pueden emplear en fines más nobles- había desaparecido, ya que la inviable estructura de costos laborales hacía que los montevideanos no sólo no ganáramos con dichos casinos, sino que además los subvencionáramos para que sus empleados mantuvieran un altísimo <span style="font-style: italic;">modus vivendi</span>.<br /><br />Otra de las reformas de Ehrlich parece un chiste de mal gusto: instauró la figura de los guardaparques. No es que eso esté mal, al contrario, es que es algo similar a que el Ministerio de Cultura dijera que, luego de 20 años, va a instaurar la figura del maestro. Los parques, dejados a merced de los peores montevideanos se convirtieron en estas décadas -salvo durante un breve tiempo de la primera administración de Arana- en una tierra de nadie, arrasada y privatizada por travestis ejerciendo la prostitución, chorros, vándalos y desamparados. A casi dos años de la instauración de dichos guardaparques, la diferencia es mínima, ya que la autoridad de los mismos es limitadísima y su horario de trabajo también.<br /><br />Ehrlich puso también en funcionamiento un nuevo catastro orientado a reajustar las contribuciones inmobiliarias en función del famoso y relativista "que pague más el que tiene más". Este nuevo catastro disminuyó levemente las contribuciones de algunas casas y elevó otras a cifras siderales. Aún sabiendo que había zonas, particularmente en Carrasco, que estaban subvaluadas hasta lo risible, esta concepción tosca del "que pague más el que tiene más" se pasó por los huevos la simple realidad de que en las últimas décadas -y especialmente luego de la crisis del 2002- el valor de las casas suele no corresponder ni remotamente con las entradas monetarias de sus ocupantes, siendo estas propiedades su único capital real, un capital además generalmente impregnado de gran valor sentimental, pero que a diferencia de los capitales guardados en los bancos no se le puede enviar al exterior a la primer amenaza impositiva. La contribución inmobiliaria, un impuesto que presupone que todo propietario es adinerado (ignorando que la mayor parte de los propietarios menores de cincuenta años lo son por herencia), es no sólo un impuesto particularmente doloroso -que en mi caso por ejemplo se queda con casi todo mi aguinaldo cada año-, sino que no da nada sensible a cambio, ya que todos los servicios municipales tienen sus impuestos específicos, por lo que -uno supone- los capitales obtenidos por esta contribución debería utilizarse en inversiones de mejora de la ciudad. Se supone.<br /><br />El diario <span style="font-style: italic;">El País</span> publicó hace un par de meses, no en su página de obcecados editoriales sino en la semi-objetividad de su primera plana, una noticia que de demostrar la oposición alguna señal de vida cerebral debería haber sido aprovechada para defenestrar al gobierno municipal y generar un escándalo auténtico: la IMM le confesó al Tribunal de Cuentas que iba a reducir sus inversiones en un 50% para el año que viene. Es decir; en un panorama que muestra a una ciudad desolada, sucia, rota, la IMM admitió que iba a gastar la mitad de dinero del que gastó -y no se vio- este año. El motivo no puede ser más ruin: es el precio que costó terminar -al menos durante el año electoral- con el conflicto de ADEOM, y la mitad del dinero de inversión -religiosamente cobrado a los montevideanos- se repartirá entre los pocos miles de trabajadores municipales para que se queden tranquilos durante un rato. Trabajadores que ahora son más, ya que la administración Ehrlich aumentó significativamente la planta de municipales durante su gestión, elevando los costos operativos de la Intendencia aún por encima de su absurdo anterior.<br /><br />Mientras tanto uno camina por 18 de julio viendo arder los tachos de basura; viendo las bolsas de nylon hacer danzas como la de <span style="font-style: italic;">American Beauty</span> pero de a miles, arremolinándose alrededor de la Plaza Independencia; viendo como todas las fuentes de Parque Rodó están secas o cubiertas de mugre; viendo como la diferencia entre los barrios de mayores ingresos -cuidados por servicios privados y con su basura a cargo de empresas tercerizadas- cada vez se diferencian más de los de servicios medios, dejados a su buena suerte o la escasa voluntad de los que en definitiva son nuestros empleados; viendo las baldosas reventadas por las raíces que pedimos hace años que cortaran y a ciclistas aplastados por ramas de deberían haber sido podadas; viendo aves y pequeños mamíferos mutilados en las playas por el ejercicio de rituales umbandistas legalizados de facto y reinvindicados como un derecho por organizaciones partícipes del MPP; viendo la persecución reglamentaria de todo negocio o empresa mediana a la que la voracidad impositiva de la IMM -que como un sátiro perezoso se garcha sólo a lo que no puede moverse, a lo auténticamente ciudadano y local- puso en la mira mientras se tapa el ojo hacia el mundo de lo informal; viendo como artistas disciplinados y empobrecidos ven como el fruto de meses y meses de ensayo es tirado a la basura porque sindicalistas brutales como <span style="font-weight: bold;">Mabel Lolo</span> o <span style="font-weight: bold;">Anibal Varela </span>decidieron que está bueno usar de tarima de chantajes escenarios a los que nunca podrían subirse por talento propio; viendo como esto es considerado "normal" por quienes deberían defender a los más perjudicados y débiles en estos juegos obscenos; viendo como edificios tugurizados, que deberian ser expropiados ipso facto por el peligro constante que ofrecen como santuario de delincuentes y como elementos de depreciación de zonas ya casigadas, son tolerados por incapacidad de tomar una decisión que pueda ser presentada como impopular o represiva; viendo una y otra vez los muros de la biblioteca estropeados en nombre de reinvindicaciones de la Educación; viendo la desregulación publicitaria que considera que si se paga lo bastante se puede hacer lo que sea, aunque sea una horrenda mano de cartón sosteniendo una botella de alcohol sobre la hermosa silueta de las Canteras; viendo como Montevideo, una ciudad hermosísima, es cada vez más ajena para sus habitantes, cada vez más incapaces de decidir sobre los más mínimos aspectos de su cuidado, cada vez con menos en común con los espacios comunes.<br /><br />Me preguntan si Montevideo está más sucia; sí, en todos los aspectos, y uno siente de inmediato esa pequeña punzada culposa de estarse lamentando por algo superficial, decorativo, burguesón. Uno se imagina a algún apoderado de la verdad arrugando la nariz e imitándonos con voz nasal diciendo "ay, qué horror, qué sucio que está todo", como si hubieramos bajado de una nube de marfil en polvo y descubriéramos el Uruguay. Pero por mí ese superego sofista -imaginario o real- se puede morir cagando: la pestilencia engendra pestilencia, los ámbitos comunes sucios generan relaciones sucias entre la gente, que deja de tener consciencia de la propia existencia de esos ámbitos comunes. La ciudad es, ante todo, la suma de la interacción de los ciudadanos; si esos carriles apestan es porque están enfermos, y sin dudas que es un problema que supera una mera administración municipal. Pero no hay peor problema que el que no es reconocido como tal, y aquí hay un problema serio: vivimos en una ciudad que nos cobra caro el no ser cuidada y cuyos espacios públicos no son sentidos como tales porque han dejado de serlo. Y esas son las cosas que hacen que uno empiece a odiar a su ciudad. A mí me gusta Montevideo, y prefiero odiar a otros, y ya es hora de hablar claro al respecto. Ya fue bastante tiempo de romance; basta de excusas. Limpien su mugre de una puta vez.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com81tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-69142950002079720812008-12-04T03:30:00.000-08:002008-12-05T11:19:07.955-08:00Adiós camaradaMe despierto con la novedad de que el presidente <span style="font-weight:bold;">Tabaré Vázquez</span> renunció al Partido Socialista, argumentando estar "dolido" por el rechazo del mismo en el 46º congreso a su veto de la Ley de Salud Reproductiva o de legalización del aborto. Vázquez cumple así, a pesar de estar aún en el poder, con uno de sus juegos políticos favoritos: la amenaza de deserción, recurso con el cual tuvo al FA al servicio de sus caprichos durante los últimos quince años. Abandona su partido porque el mismo fue consecuente con su política respecto al tema, definida desde antes que Vázquez ingresara al Partido Socialista en 1983. <br /><br />Vale la pena recordar esa fecha de ingreso -1983, apenas dos años antes del regreso a la democracia-, porque la misma explica la absoluta tranquilidad con la que Vázquez, el gran líder de la izquierda, atravesó la dictadura militar sin ser catalogado como ciudano B o C y ocupando incluso algún cargo estatal. De hecho un año antes de ingresar al PS, Vázquez había representado a Uruguay -y a su Estado de aquel entonces- en el XI curso de investigación cancerológica. En 1986, cuando la mayoría de los cuadros principales del FA recién habían vuelto del exilio o salido de la cárcel, buscando como reinsertarse económicamente en su país, se convirtió en un acaudalado empresario de la salud al comprar con dos colegas el 75% de las acciones de la ahora llamada Clínica COR. Pero si no había sido un gran izquierdista ni resistente durante la dictadura, sí había sido presidente del club de fútbol Progreso desde 1979, y tuvo la insólita suerte de que dicho cuadro ganara el campeonato uruguayo en 1989. Poco tiempo antes, como tesorero de la campaña del Voto Verde -una campaña pésimamente promocionada- había sido parte de un enorme fracaso, pero la idea del presidente de un cuadrito chico de barrio obrero que le gana a los grandes prendió inmediatamente en el imaginario maracanístico uruguayo y frentista, sobre todo en los sectores más izquierdistas -que querían evitar a toda costa que el candidato fuera el más moderado (pero con mayoría de votos) <span style="font-weight:bold;">Hugo Batalla</span>-, que lo sacaron de la galera como candidato ideal para la IMM, a pesar de ser socialista, abandonando la tradición del FA de presentar solamente candidatos independientes-, y el doctor ganó. <br /><br />Cuando uno coteja las fechas y la velocidad del ascenso de Tabaré Vázquez en el FA y su postulación como candidato a la IMM, se llega fácilmente a una conclusión: Vázquez sólo tenía cinco años de militancia política y durante ese mismo año -1989- estuvo abocado más que nada a sacar campeón a Progreso, lo que abona algo que yo siempre creí: ese año Montevideo era frenteamplista, como lo sigue siendo a pesar de las abominables gestiones de Vázquez y Arana (al menos la segunda), y hubiera ganado aunque hubiera postulado Ronald McDonald como candidato. Pero eso nunca fue evidente para la dirigencia del FA que se abotonó con la idea de que el doctor era su figurita ganadora y le fue cediendo poder hasta convertirlo en el presidente de su fuerza primero (desplazando a la figura heroica de Liber Seregni) y luego del país. Esa unanimidad en considerar a Vázquez imprescindible (un concepto que de por sí debería haber sido combatido en una fuerza política basada en el consenso colectivo) le permitió acumular poder y bloquear cualquier posibilidad de ascenso de figuras más jóvenes o con mejor curriculum militante. Su arma histórica de control de la fuerza fue la amenaza de deserción, algo que llegó a hacer (brevemente) durante 1997. <br /><br />Tal vez esa acumulación de poder haya sido el elemento aglutinante que mantuvo al FA unido todos estos años, pero también significó la transformación de la coalición en una fuerza pacata, conservadora y de evidente tono demagógico y populista. Durante su administración de la IMM, Vázquez plantó todas las bombas de tiempo que estallarían años después, otorgando una serie de privilegios totalmente desproporcionados a los trabajadores municipales sin pedir la menor contraprestación o control de calidad laboral a cambio. Como candidato, Vázquez imitó el estilo de los predicadores religiosos, sustituyendo propuestas por voluntarismos y metáforas berretas, apelando principalmente al voto femenino -especialmente el de las mujeres maduras que lo consideraban encantador y sexy- e introduciendo el cambio de orden genérico de "uruguayas y uruguayos". Tras ser desmantelado en un debate con el pérfido y siempre inteligente Julio María Sanguinetti, Vázquez se negó sistemáticamente a debatir con cualquier otro candidato, aunque llegó a hacer una oferta de debate a Jorge Batlle cuando se hizo claro que no era el favorito en las elecciones de 1999. Durante todo ese tiempo se caracterizó por favorecer o hacer caer de su gracia a cualquier figura o voz de la izquierda que lo cuestionara. Un informe de <span style="font-style:italic;">Brecha</span> sobre un negociado más bien turbio que involucraba a su hijo tuvo como consecuencia que el lider de la izquierda dejara de hablar definitivamente con el medio de prensa de la izquierda más pensante, crítica y educada. Ese veto no se levantó jamás salvo una breve (y necesaria en términos electorales) entrevista por escrito concedida en la campaña del 2004. Mientras tanto no tuvo el menor problema en conceder decenas de entrevistas a cuanto medio conservador que se la solicitara. <br /><br />Practicamente no ha habido militante de izquierda más o menos pensante que no rechazara su estilo demagógico de catequista y su forma de conducción mediante el chantaje, pero la convicción de lo imprescindible de su figura lo mantuvo siempre a la cabeza del partido y de la candidatura a la presidencia. Antes de ganar en las elecciones del 2004, Vázquez ya había perdido dos veces, algo que en cualquier otro país destruiría la carrera de un candidato, pero se siguió confiando en él. Cuando ganó, con una mayoría de un 1%, Uruguay se encontraba aún inmerso en la peor crisis de su historia, la cual había desintegrado virtualmente al Partido Colorado y su enorme caudal electoral. Sin embargo el FA apenas ganó, y todos sus cuadros coincidieron en que era en una enorme parte mérito de Vázquez, que -repito- ya había perdido dos veces. <br /><br />Sobre la práxis de Vázquez como presidente prefiero no hablar, porque se ha hablado mucho, pero estaría bueno que alguien me señalara una medida realmente progresista que se le puede adjudicar a su iniciativa -no a la del partido-; las imagenes que me vienen a la cabeza primero siempre son el traslado de la estatua de Wojtyla a un lugar preferencial y el gratuito ninguneo a la asunción del primer presidente indígena de América Latina. <br /><br />Y ahora renunció al envejecido e intrigante Partido Socialista, el partido que consiguió postularlo a la IMM por encima de candidatos más nobles y preparados cuando no era más que un dirigente de fútbol. Renunció porque el Partido Socialista decidió, por una vez en los últimos veinte años, ser más socialista que vazquista y no apoyarlo en su terca y autoritaria traición a la voluntad de toda su fuerza política. Renuncia y le quita su apoyo un año antes de las elecciones, en el momento en que el partido realmente necesitaría de su carisma berreta como mascarón de proa. <br /><br />Bueno, que se jodan. Ellos lo crearon y entronizaron, y ahora tienen que hacerse un baño de asiento para calmar el dolor de su abandono sin siquiera haber tenido la oportunidad de echarlo dignamente, como corresponde a alguien que traiciona los postulados de la mayoría de su fuerza. Hoy se escuchaba quejarse en las radios a <span style="font-weight:bold;">Mónica Xavier</span> y otras figuras del PS, y ofrecer la mano abierta para que el doctor vuelva a la casa a la que vació de significado y prendió fuego. Ahora tienen un lindo vacío para evaluar el enorme espacio que le delegaron a un hombre conservador, mediano, autoritario y vengativo, que los abandona cuando más lo necesitan, por atreverse a desobedecerlo y cuando ya ha obtenido del mismo todo lo que podía obtener. Repito sin alegría; eran el partido de <span style="font-weight:bold;">Emilio Frugoni</span> y ahora son esa cosa mortecina ante la partida de un millonario católico y masón: que se jodan.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com56tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-50015484582644979252008-11-16T16:22:00.000-08:002008-11-18T19:36:04.119-08:00Una nación abortada<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNr7W_6E6B9PCAa0op9yqFZX2xPhP3OAWvP-yQQdQTfYl_7nV-U_SqktwBvXeLaSOSll533xawo8E8LFZOADzy0oEUEKr3mSgH8C_KWhmARhVBFHFkK5h4PjQpZZTmQz3YjCV11lD4BFM/s1600-h/vazauez.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer; width: 300px; height: 180px;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNr7W_6E6B9PCAa0op9yqFZX2xPhP3OAWvP-yQQdQTfYl_7nV-U_SqktwBvXeLaSOSll533xawo8E8LFZOADzy0oEUEKr3mSgH8C_KWhmARhVBFHFkK5h4PjQpZZTmQz3YjCV11lD4BFM/s320/vazauez.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5269541031766750258" border="0" /></a>El veto impuesto por <span style="font-weight: bold;">Tabaré Vázquez</span> a la Ley de Salud Sexual y Reproductiva fue tan sorpresivo como el timbre de un despertador al que uno mismo ha programado; Vázquez no se caracterizado nunca por desdecirse ni someter su autoridad, mucho menos en público, sino por lo contrario, por su notable –tal vez la única característica notable de su personalidad- capacidad de acumulación de poder gracias a la cualidad que <span style="font-weight: bold;">Brecht </span>asignaba a los pésimos líderes: el hacerse indispensable. El que haya habido militantes del <span style="font-weight: bold;">FA</span> que creyeran hasta último momento que un egomaníaco autoritario como Vázquez iba a dejar cómo su último acto notorio de gobierno el permitir que le doblaran la mano en un tema en el que había sido diáfano y claro, fue algo propio de ilusos o de pelotudos que siguen sin entender la naturaleza del aparato político anti-democrático que armaron. <br /><br />Estando el veto y sin que el partido intente ninguna de las medidas extremas que podrían forzar su levantamiento, las mujeres pobres seguirán abortando en condiciones infames y muriendo con sus áreas más sensibles infectadas, perforadas y gangrenadas, quedando lisiadas de por vida o, paradoja de los que defienden la vida facilitando la muerte, esterilizadas en forma definitiva. Este año en particular el número de mujeres muertas o dañadas en forma definitiva por los abortos clandestinos fue ligeramente menor que el promedio de años anteriores, lo cual fue considerado en algunos círculos como un avance. <br /><br />Pero eso no es un mérito de las políticas de salud propugnadas por Vázquez sino más bien del uso –ilegal para la legislación actual corroborada por el veto- del misoprostol, recetado y distribuida muchas veces por médicos, gremio que está en una abrumadora mayoría a favor de la legalización –contrariamente a lo que parece sostener Vázquez al apoyarse en su formación para aplicar el veto- y cuyos integrantes, particularmente los de hospitales públicos como el Pereyra Rossell, tienen que jugar al borde de la clandestinidad y con la amenaza de la destitución, cuando no la cárcel, pendiendo sobre sus cabezas, pero siguiendo adelante basados exclusivamente en su experiencia personal y en la empatía hacia sus pacientes más indefensas.<br /><br />El que el número de mujeres muertas en abortos clandestinos haya disminuido es irrelevante; una muerte evitable es una cantidad enorme de muerte, y de ahora en adelante cada una de estas muertes será responsabilidad directa de Vázquez y de quienes sustentan su poder dentro del FA, algo que se les debe recordar en cada oportunidad posible y cada vez que salgan a la arena pública, pero, siendo algo gravísimo e inexcusable, la gente pobre muere por muchos motivos de omisión sanitaria –lo cual es una lacra del capitalismo en general-, y tal vez el caso de los abortos clandestinos no sea más que un síntoma de el auténtico dilema que gira alrededor del aborto, y que en términos mundiales es aún más importante que el número de las víctimas de su malapraxis.<br /><br />***<br /><br />El auténtico centro de la discusión acerca de la legalización del aborto no pasa en realidad –mal que le pese a los militantes de dicha legalización- ni por la eliminación de los riesgos de su práctica ilegal ni por el derecho de autodeterminación de las mujeres sobre lo que crece en su cuerpo –dos argumentos por otra parte irrefutables- sino por lo que los grupos “pro vida” han convertido en el eje de debate. Y que no está mal que lo sea, es decir; sobre la capacidad humana de decidir totalmente sobre las circunstancias de su reproducción, y por la existencia –o no- de fuerzas o poderes superiores a esa capacidad de decisión.<br /><br />Es decir; el núcleo de la discusión es el derecho o no de los humanos conscientes a eliminar formas de vida humanas inconscientes y sin actividad cerebral (lo que en términos médicos es equivalente a ya no ser humano o a todavía no serlo realmente). Es así de feo como suena, pero los eufemismos distraen de su auténtica urgencia: si el ser humano piensa subsistir como especie al menos un par de siglos más en condiciones de calidad de vida mínima, es totalmente imprescindible el fin del fundamentalismo religioso-humanista que sacraliza todas las formas de vida humanas, incluso las que se han vuelto una continua tortura (los desgraciados enfermos privados de la eutanasia) o las que apenas se diferencian del estado de ameba y que sólo son una posibilidad de desarrollo, como los fetos carentes de terminales nerviosas susceptibles de ser abortados en los tres primeros meses de su existencia. Si no se entiende y se acepta de que esos fetos, o esos enfermos terminales e insensibles, son vida humana, entonces es absolutamente inútil el pelear por el derecho a su conclusión.<br /><br />Cuando la defensa del aborto es la defensa de un "mal necesario" o de una solución extrema, se convierte en una defensa condenada al fracaso; está claro que una intervención quirúrgica tan intrusiva y simbólicamente traumática no es deseable para nadie y que en un país con una adecuada educación sexual -y un uso irrestricto de "píldoras del día después"- los abortos serían casi inexistentes. Sin embargo la argumentación que acepta a esta solución en algo especialmente traumático, en cierta forma refuerza su estatus de crimen -necesario pero crimen al fin- y su identificación con el filicidio. Es decir los mismos argumentos de su oposición. Pero estos son los términos filosóficos en los que se podría haber discutido públicamente y como nación el problema del aborto, y este problema se dirimió en términos exclusivamente políticos. Así que mejor hablemos de política.<br /><br />***<br /><br />Tabaré Vázquez culmina su mandato con números bastante positivos, y que en manos de un partido que no estuviera devorado internamente por las diversas voluntades de poder de las fuerzas que lo componen –y si no se enfrentara al conjunto de impresentables que componen la oposición- le asegurarían al Frente Amplio un nuevo gobierno sin que se molestara siquiera en hacer campaña. Más allá de los méritos generales del gobierno atribuibles al programa de la fuerza e independientes de la voluntad presidencial, los méritos propios del presidente aparecen –más allá de la comparsa que brega por su reelección como si se tratara de <span style="font-weight: bold;">Tito</span> en las vísperas de la disgregación de Yugoeslavia- como muy limitados, por no decir inexistentes. Dentro de las iniciativas o políticas que caben atribuirle a su figura, a lo sumo le reconocería una cierta firmeza a la hora de atarle la cuerda a la bolsa de gatos en la que se convierte el FA a la hora de medirse la pija. Algo en lo que es difícil de diferenciar si se trata de un mérito de estadista o simplemente una continuación del proceso de acumulación de poder personal que llevó a este conductor de cuadros de fútbol al puesto de máximo jerarca de la izquierda superando a políticos más cultos, preparados e inteligentes.<br /><br />El resto de su obra –repito, no del gobierno del FA sino lo que se le puede atribuir a su iniciativa personal- oscila entre lo irritante y lo patético, ya que sus intervenciones individuales se limitaron a ejercicios de intriga palaciega, una abominable actitud separatista y cipayesca en relación a la política exterior, una clara voluntad de lobby en relación a todo lo que tenga que ver con su gremio -ese que algunos desaprensivos llaman la “mafia blanca”-, y el haber emprendido un combate desproporcionado y discriminador hacia los fumadores. Y, por supuesto, luchar a brazo partido por los caballitos de batalla distintivos de la secta esenia con la que colabora, ya sea entronizando el monumento de uno de los principales difusores del SIDA –<span style="font-weight: bold;">Karol Wojtyla</span>, cuya oposición al uso de preservativos durante el comienzo de la pandemia de dicha enfermedad posiblemente lo hace responsable de centenares de miles (o millones) de muertes- o comprometiéndose con el más reaccionario y obtuso de los obispos montevideanos de las últimas décadas, parándose de su lado y no del de los que lo eligieron.<br /><br />¿Por qué motivo Vázquez decidió realizar un movimiento se semejante impopularidad entre sus correligionarios y enfrentándose a la voluntad de la totalidad de sus legisladores? Es algo difícil de discernir; como bien me señalaba alguien con mayor poder de observación política que yo, el catolicismo de Vázquez no parece en realidad tan extremo –por de pronto no es un practicante asiduo de sus rituales, además de pertenecer a otra secta de tradición anti-católica como la masonería- como para justificar una actitud tan determinada. Tal vez haya sido para evitar problemas en el seno de su familia, donde sí parece haber opiniones más dogmáticas, tal vez haya sido una más de sus demostraciones de poder egomaníaco, tal vez haya sido realmente una convicción moral y ética basada en sus valores personales.<br /><br />Tabaré Vázquez es un científico, específicamente un oncólogo, lo cual lo coloca en un sitio incómodo de la ciencia, ya que pertenece a una rama de la misma que no ha conseguido ni entender ni controlar su objeto de estudio y, más allá de méritos y triunfos parciales -y valiosísimos, sin duda- a <span style="font-style:italic;">groso modo</span> se le puede considerar como una rama aún derrotada de la medicina. Esta triste cualidad, uno esperaría, debería impregnar a sus practicantes de una cierta humildad, una cierta comprensión hacia el misterio de las cosas y la ausencia de respuestas definitivas. Digamos, una conciencia permanente de las propias falencias e incapacidades. El miedo a la muerte y a esa sentencia casi inapelable que supone el cáncer ha convertido a los oncólogos en, posiblemente, los especialistas médicos más apreciados por los ciudadanos de a pie, que los barnizan con sus esperanzas, como encarnación de su fe y de su confianza en quienes pueden ser la última barrera de contención entre ellos y una muerte fea y prematura. No es de extrañarse entonces que algunos oncólogos se confundan en el camino y obnubilados por el agradecimiento de los que consiguen salvar, se afirmen en una soberbia olvidadiza de la cualidad aún incurable e inexplicable de la enfermedad que combaten.<br /><br />En lo personal no puedo compartir la beatificación de la oncología: ni Vázquez ni ninguno de sus colegas consiguió salvar del carcinoma a mi padre, ni a mi abuela, ni a mi abuelo, ni a mi perro, por lo cual me permito el no concederle a ningún oncólogo el menor tipo de autoridad intelectual o moral sobre mí, mucho menos el poder de decisión sobre el futuro del contenido del útero de ninguna de las mujeres que conozco o no. Y mucho menos si uno de ellos articula su supuesta autoridad filosófica con una creencia religiosa dogmática y fantasiosa. Digamos, en lo que a mí respecta Vázquez carece de <span style="font-style:italic;">per se</span> de las cartas mínimas de confianza y respeto que imponen en forma no coercitiva una autoridad moral. En lo que concierne a mi familia y a su experiencia particular, lo único que podríamos decirle a alguien de su profesión es: <i style="">fuck off, loser</i>. Gracias por nada.<br /><br />Pero ese soy yo, el que tal vez esté resentido por su familia llena de muertos; más interesante es ver qué vieron en él las que sustentaron su poder simbólico -y aún lo sustentan- a pesar de haber sido notablemente franco con respecto a este tema. Es decir, a su promesa de que se iba a pasar por las partes sus voluntades.<br /><br />***<br /><br />Sería conveniente que las fuerzas feministas de Uruguay hicieran una seria autocrítica con respecto a la casi absoluta incapacidad de movilización que demostraron en los días de la votación. Siendo un tema crucial en relación a sus derechos y al combate contra las rémoras patriarcales que subsisten por todas partes, es casi aterrador el comprobar que hasta un fantasma como el <span style="font-weight: bold;">Pastor Márquez</span> convocó más gente y entusiasmo que todas las organizaciones femeninas juntas. Hay una cierta explicación para esto y que va más allá de la pereza, y que es un fenómeno que se extiende a muchos planos del activismo; el haber delegado buena parte de las estructuras activistas en manos de las representantes políticas de la izquierda hizo que el desconcierto, las contradicciones y la inacción de buena parte de ellas repercutiera sobre las bases, que se mostraron escuálidas, desarticuladas, desmotivadas y ausentes. A la sombra de unos pelotudos que rapeaban sobre el derecho a la vida y la alegría. Yo tampoco fui, lo admito, pero en este caso no por haraganería sino por el mismo respeto que le tengo a las decisiones individuales de las mujeres sobre sus vientres: esa era su batalla, hermanas, esa la tenían que pelear en la calle ustedes.<br /><br />El enorme fracaso de las militantes femeninas, y sobre todo de sus representantes políticas, fue el de no haber conseguido hacer de este tema algo importante y, repito la palabra, <span style="font-style: italic;">crucial</span>. <span style="font-style: italic;">Brecha</span> publicaba en su último número estudios de <span style="font-weight: bold;">Bottinelli</span> que afirmaban algo que estoy más que dispuesto a creer: mientras que los enemigos de la legalización del aborto eran clarísimos en su voluntad de no votar ni seguir a ninguna fuerza que apoyara dicha legalización, los partidarios de la misma concedían que posiblemente siguieran votando a una fuerza que hiciera fracasar esta iniciativa. Disciplina de izquierda o espíritu de perdedor, lo cierto es que eso se irradió siempre dentro de las fuerzas que apoyaban la legalización y particularmente de los cuadros políticos que la promovían en el parlamento. En días previos a la votación y con la amenaza del veto pendiente, varias legisladoras y ministras del Partido Socialista se fotografiaron orondas firmando los inútiles - e innecesarios salvo como demostración pública de adhesión incondicional- formularios de reelección de Tabaré Vázquez. Interrogadas al respecto por la diaria, las que se dignaron contestar explicaron que una cosa era una cosa y otra cosa otra, y una de ellas se sinceró diciendo, "me importa que esta ley se apruebe, pero más me importa ganar". ¿Ganar qué? ¿El sueldo de legisladora?<br /><br />Se me acusado algunas veces de machista a causa de cierto gusto por la provocación que tiene mi sentido del humor y por mi firme convencimiento de la importancia de la diferenciación sexual en algunos aspectos, pero en realidad fui criado en un matriarcado casi total en el que las mujeres tomaban todas las decisiones sobre la conducción familiar. Fui educado por viudas jóvenes, militantes clandestinas de tiempos dictatoriales, mujeres que trabajaban ocho horas, estudiaban otras ocho y criaban a sus hijos en el medio, profesionales independientes, divorciadas prematuras en tiempos de divorcios vergonzantes, suplentes improvisadas de figuras paternales, luchadoras todoterreno, locas que confiaban más en la cultura que en el maquillaje, feministas inconscientes de su feminismo; minas que jamás aceptaron una orden de un hombre ni por miedo ni por amor, y que jamás dependieron de uno para su sustento material o espiritual. Minas de hierro y diamante pertenecientes a un sexo que nadie se atrevería a calificar de “débil” y entre las que no había insulto más denigrante que “mantenida”. Esas fueron mis abuelas, mis tías y mi madre. Así espero que sean mis sobrinas y mis hijas, en caso de tenerlas.<br /><br />Y tal vez sea por esa educación que pocos espectáculos más tristes he visto en la política uruguaya que la docilidad con la que las mujeres legisladoras del FA aceptaron la imposición del veto de Vázquez, llegando al extremo en la figura de <span style="font-weight: bold;">María Julia Muñoz</span> -una doctora y Ministra de Salud cuya posición favorable a la legalización es conocida-, que fue casi corriendo a estampar su firma sobre el veto, haciéndolo legal. También lo hicieron <span style="font-weight: bold;">Héctor Lescano</span> y ese personaje tan querido para los periodistas que es <span style="font-weight: bold;">Víctor Rossi</span>, pero la acción de Muñoz -una mujer a la que además Vázquez ha dejado en falsa escuadra más de media docena de veces interfiriendo con las decisiones de su ministerio y obligándola a recular en sus afirmaciones- fue un espectáculo tan denigrante que por comparación cualquiera de esas chicas que se someten a sesiones filmadas de <span style="font-style: italic;">bukkake</span> parecería una digna trabajadora. Pero no es la única; hay que recordar que aunque su representación parlamentaria sea minoritaria, todo el FA es un partido mayoritariamente femenino en un país con más mujeres que hombres, y que particularmente el voto femenino a Vázquez ha sido tradicionalmente importante y decisivo.<br /><br />Tratando de ver un medio vaso lleno dónde sólo había una sucia marca de borra, <span style="font-weight: bold;">Margarita Percovich</span> -tal vez el cuadro del FA más firme a la hora de defender esta ley- se congratulaba de que al menos los dos candidatos más factibles a la presidencia por el FA -<span style="font-weight: bold;">José Mujica</span> y <span style="font-weight: bold;">Danilo Astori</span>- habían votado a favor de la legalización. Pero Percovich pasaba por alto algo evidente; ni los más optimistas de los frenteamplistas consideran factible el que tengan mayorías parlamentarias luego de las próximas elecciones y hay que ser un iluso absoluto para creer que la oposición de derecha -o esa centroizquierda que curiosamente siempre coincide con la derecha- va a ceder su voto para aprobar una ley así. El Partido Blanco ha hecho, tal vez por mera tradición antibatllista, de la alianza con el catolicismo uno de sus bastiones, y los colorados llegaron a vender su veto a la legalización -durante el gobierno de alguien tan poco religioso como <span style="font-weight: bold;">Jorge Batlle</span>- a cambio de los cuatro votos patéticos de la Unión Cívica. Es decir; el veto de Vázquez patea este problema cinco o diez años hacia el futuro, ya que además clausuró la opción de llevarlo a referendum. Si había un tema innegociable y que era esencial aprobar en <span style="font-style: italic;">esta</span> legislatura era el de la legalización del aborto, pero el FA -incluso sus representantes femeninas- fue incapaz de tomárselo en serio. ¿No se vio acaso a dos representantes del MPP -el partido mayoritario del FA y del mayor hambre de poder- estar a punto de hacer fracasar la ley en la Cámara de Diputados sólo para tener un poquito de televisión y radio extra?<br /><br />No hay nadie que me pueda convencer de que de haberse organizado el ala femenina del FA podría haber evitado el veto, incluso amenazando con la renuncia colectiva, incluso -por qué no- forzando la renuncia del presidente. Pero parece que el mayor símbolo del patriarcado político y legal vigente, un vestigio de la contraofensiva reaccionaria que intentó hace casi ochenta años revertir algunos de los avances del laicismo uruguayo, no era una causa como para ir a la guerra interna ni apostar fuerte. No, porque lo que se quiere es ganar. ¿Y acaso Vázquez no es un hombre sensible con las mujeres? ¿No notaron que siempre dice <span style="font-style: italic;">uruguayas</span> antes que <span style="font-style: italic;">uruguayos</span> en sus discursos? <span style="font-style: italic;">Uruguayas</span>, les puse nuevamente la montura.<br /><br />***<br /><br />Fui sin gran entusiasmo a la Plaza Libertad al acto de protesta por el veto; había más gente que en las movilizaciones durante las votaciones pero no llegaba a ser una cantidad de gente realmente significante. Es comprensible; es difícil reunir gente en torno a un fracaso. Pero el propio acto contenía algunas de las características que explicaban el fracaso, partiendo -como me comentaba una amiga- de la ambientación musical, reducida una vez más a los ya arcaicos himnos del regreso a la democracia y que ya son como la marca de fábrica de un activismo envejecido. Es difícil abandonar las viejas costumbres, pero hasta esta ambientación sonora es claramente simbólica de una militancia tan identificada con los aparatos de partido que ni siquiera recordó que fuera del partido también había mujeres que abortaban y que estaban a favor de su despenalización.<br /><br />Escuché a <span style="font-weight: bold;">Lilián Abracinskas</span> llamar a la esperanza y congratularse por el hecho de que las cámaras de representantes habían vuelto a aprobar la ley dando una señal más de la consabida opinión mayoritariamente a favor de la legalización, como si eso importara. Yo lo lamento mucho, pero no hay ahogado más triste que el que murió en la orilla, especialmente si el mismo fue devuelto al agua por quién debería haberlo rescatado. No había nada que festejar en la Plaza Libertad, así que no me quedé mucho rato. <br /><br />Más tarde una amiga me confesaba que para ella era un día tan triste como cuando venció el voto amarillo al verde en el 89. Tuve que decirle que en cierta forma era peor, porque en aquella ocasión por lo menos teníamos el consuelo de no haber sido parte activa de ese fracaso. Es decir; yo no voté a Sanguinetti ni a Tarigo, pero sí a Vázquez, y ella también. A llorar al cuartito.<br /><br />***<br /><br />Vuelvo a repetir algo; en la práxis el aborto está legalizado y, sin una vigilancia estricta promovida desde el Poder Ejecutivo -como en la actualidad, ya que durante este gobierno se han cerrado más clínicas abortivas que en cualquiera de los anteriores- se seguirá llevando a cabo en enormes cantidades, ojalá que en mejores condiciones de salud y, con un poco de suerte, amparada por el ala más consciente de la medicina, como en el ya mencionado ejemplo del misoprostol. Pero en el medio, además de algunas vidas, se habrá perdido muchísimo. Por de pronto se habrá perdido la oportunidad de que un gobierno de características más bien geriátricas avale una histórica reivindicación de los jóvenes y las mujeres, los eternos relegados de la política. Se habrá perdido también la única oportunidad de este gobierno de un país -que supo ser hace añares un laboratorio social ejemplar- de dar un paso adelante en relación a los miedos y taras del continente, y señalar un camino de autodeterminación a contrapelo de las crecientes fuerzas del terror religioso. Es decir, una señal de progreso o al menos espacio legal de disenso para esas generaciones jóvenes que tratan de rajar del país como si fueran balseros cubanos y que jamás han visto que su tierra esté a la vanguardia de nada. <br /><br />Se perdió una chance valiosísima de pasar al frente en el continente por algo mucho más profundo que la imbecilidad represiva de ser el primer “país libre de humo” de América Latina; se podría haber dado una señal luminosa en una región que sigue cubierta culturalmente por el manto del catolicismo que arrasó sus culturas originales y cuya maldición es tan poderosa que aún en los países con mayorías indígenas o de izquierda sus tabúes siguen vigentes. Algunas amigas argentinas me escribieron en los días de la votación, felices de que el país enano hubiera dado un paso claro y evidente en dirección a la Ilustración de la cual en algún momento fue vanguardia. Dos días después volvían a escribirme atónitas, sin entender nada. "Es como <span style="font-weight:bold;">Cobos</span>", les dije, "no es tan raro. Sólo que en este caso no sabemos bien a quién obedece. Pero tampoco es una sorpresa".<br /><br />Tal vez porque en algún momento su nivel fue ejemplar en términos continentales y mundiales, se puede considerar como una de las grandes tragedias latinoamericanas la decadencia cultural de Uruguay; con su otrora excelente educación pública triturada entre una derecha que la consideró hostil -y por lo tanto digna de su estrangulación económica- y una izquierda obsesionada por controlarla y reformarla como ámbito de formación ideológica. Las señales de ese deterioro y alejamiento de una modernidad bien entendida están a la vista por todas partes; desde la incapacidad de las empresas inversoras extranjeras de encontrar técnicos bien formados hasta el deseo instantáneo de emigración de los que si lo están. O el crecimiento -lento pero seguro- de las abominables sectas evangelistas -amparadas en la "tolerancia" que les permite el uso pago de ondas públicas. O la multiplicación de personas tan ignorantes como para creer un discurso tan ridículo y burdo. O las encuestas que dan un constante márgen de popularidad a Vázquez de un 63% -muy superior al de su gobierno- sin que los encuestados puedan articular más motivos que la "hombría de bien del doctor" o su supuesto "valor" a la hora de enfrentar a los abusivos argentinos y demás enemigos de la nación. <span style="font-weight: bold;">Daniela Couto</span> titulaba a su encolerizado <a style="color: rgb(0, 0, 0);" href="http://www.cursosparalelos.com/2008/11/yo-no-quiero-mi-pas.html">post</a> sobre el veto como "Yo no quiero a mi país", un sentimiento que cada vez se extiende más entre quienes están cansados de reventarse las guampas contra el status quo de los conservadores -de ambos lados del espectro político o el poder- que siguen considerándose los más indicados para decidir sobre los ámbitos más íntimos de sus gobernados. <br /><br />Ancianos ya incapaces de fecundar mujeres pero que, tal vez como suplencia simbólica, se sienten expertos autorizados para decidir sobre los úteros de mujeres jóvenes. Unos soberbios imbéciles. Una nación gobernada por cobardes, idiotas y pedantes, elegidos por imbéciles como yo y todos los que citamos esa frase de Chandler que dice que no hay peor trampa que la que uno se prepara a sí mismo, y luego comenzamos a cavar el pozo. Hasta ahora al menos.<br /><br />***<br /><span style="font-style:italic;"><br />(Más allá de las condiciones de deterioro cultural anotadas en los párrafos anteriores, vale la pena señalar algo que es tanto consecuencia como causa de eso: la postura de la prensa y de los opinólogos políticos. Salvando los semanarios de izquierda y <span style="font-weight:bold;">la diaria</span>, la prácticamente totalidad de los medios uruguayos se alinearon de inmediato con las fuerzas anti-legalización, reproduciendo sus discursos por todas partes -y llegando al despropósito, propio del canal de Romay, de la exhibición de filmaciones del "grito silencioso", en el noticiario de las 19.00 horas- o, como en el caso de Fasano y La República -eternamente genuflexos a la autoridad presidencial- ignorándolo todo lo posible y haciéndose los giles ante el atropello de la mayoría partidaria y la democracia. Este panorama fue apenas salpicado por tibias declaraciones televisivas de las mencionadas representantes legislativas de la izquierda y por un nulo análisis de la importancia simbólico-continental de lo que ocurría. Hoy, lunes, los medios ya relegan la noticia al pasado y los políticos apenas dan algunas muestras de resignación al ser interrogados, y todos vuelven a lo que importa: la interna partidaria y ver cómo se va a repartir la torta electoral. Esos son nuestros representantes.)</span><br /><br />***<br /><br />El FA ha tenido mi voto desde que tuve edad para entrar en un cuarto oscuro; nunca me consideré frentista, porque eso implicaría para mí una militancia que me produciría pereza y para la que nunca estuve motivado, y una identificación de la que nunca quise hacerme cargo. Pero he sido su fiel votante; los he votado a pesar de la elección de un líder al que no respetaba, los he votado aún ante la evidencia de sus pésimas administraciones municipales; los he votado obviando no sólo la inexistencia de un programa ecológico –la única causa con la que me siento realmente identificado-, sino la directa hostilidad de su gobierno con el ambiente, los he votado en contra de los intereses de clase de mi familia, perteneciente a ese estrato de profesionales universitarios que fue castigadísimo por el IRPF a pesar de que sería risible el que los consideraran parte de “los que tienen más”; los he votado ante mentiras flagrantes y estupideces inexplicables. El FA ha tenido mi voto y he sido su compañero de ruta. Pero lo acontencido los últimos días me terminó de demostrar algo que venía sospechando desde hacía un tiempo; que no me gusta hacia dónde va esa ruta y que hace tiempo que confundo convicción con simple inercia.<br /><br />Hace años que vengo siendo corrido a los ponchazos con la excusa del mal menor o de los méritos parciales; no me cabe ninguna duda de que en comparación con la brutalidad y el retraso que significaron los gobiernos blancos y colorados posteriores a la dictadura, la presente administración puede anotarse varios porotos a favor, que van desde el imprescindible reestablecimiento de condiciones dignas de negociación salarial hasta el tardío pero bienvenido encarcelamiento de las bestias mayores de la dictadura. Todo bien, pero no me alcanza para olvidar y/o disculpar este ejercicio de prepotencia religiosa en un país en el que la laicidad es el último jirón de bandera que me parece digno de hacer flamear. No me alcanza porque no ignoro el valor de lo simbólico y porque si bien suelo suscribir al fin que justifica el medio, a la praxis del poder primero y los principios después, estoy harto de que me toquen los huevos sin la menor consecuencia. De ser sometido al chantaje Bullworth, aquella película en la que un candidato demócrata a la presidencia le confesaba en un insano ataque de sinceridad a unos militantes negros que él no pensaba hacer un sorete por ellos una vez que llegara a la presidencia, culminando con un “¿y ustedes qué van a hacer? ¿votar por los republicanos?”.<br /><br />***<br /><br />Mi principal desilusión no es con Vázquez, que como el obispo Cotugno ha sido totalmente fiel a su opinión oscurantista, sino con el grueso del partido de gobierno y su incapacidad para demostrarse como una fuerza de cambio en un tema en el que tenían un consenso total. Hay que volver a ir a los hechos; más allá de que lo hubiera anunciado o no, Vázquez vetó una ley aprobada por el 100% de sus legisladores. Un partido o fuerza política que permite la traición desde su cúpula -o cómo se le puede denominar a un dirigente que destruye un proyecto aprobado por todos sus representados- es un partido que no merece existir porque carece de razón para hacerlo y de confiabilidad mínima.<br /><br />Toda la historia del ascenso de Vázquez en el FA es el resumen de todo lo que está mal en la izquierda uruguaya: un hombre intelectualmente mediocre y sin más pergaminos que su condición de doctor y de haber hecho ganar un campeonato de fútbol a un cuadro de barrio fue elegido, básicamente por su popularidad entre las mujeres militantes de cierta edad, que lo consideraban incluso atractivo físicamente, como candidato a una Intendencia de Montevideo que -ante la división del voto de la derecha entre blancos y colorados, la espantosa administración capitalina colorada y el natural crecimiento de la izquierda montevideana- era fácilmente obtenible. A pesar de que su administración como intendente fue cómo mínimo deficiente -estableció el déficit de la misma a pesar de elevar en forma notoria los impuestos municipales y repartiendo privilegios sin contrapartida de servicios dejó preparadas las bombas de tiempo que convertirían al gremio de la IMM en una máquina perfecta de chantaje-, su victoria impresionó a la mentalidad de perdedor de muchos izquierdistas, que lo consideraron su carta de triunfo, desplazando a la noble figura de <span style="font-weight: bold;">Liber Seregni</span>, el último gran hombre de la política uruguaya. A pesar de fracasar dos veces como candidato a la presidencia, el aura de ganador de Vázquez no disminuyó entre los frenteamplistas y su capacidad de acumulación de poder -simplemente recurriendo a la amenaza de abandonar su puesto- practicamente destruyó a una generación más joven de aspirantes a conductores, pero esta misma acumulación fue percibida como exclusivo factor unificador del FA, por lo que el hombre siguió adelante hasta vencer en las últimas elecciones, unas elecciones que -ante el panorama de devastación social dejado por Jorge Batlle- hubiera ganado hasta un cabezudo de carnaval en caso de ir de candidato a la presidencia, pero que muchos supuestos cerebros frenteamplistas siguieron atribuyendo al carisma de pastor evangelista de Vázquez. Lo importante era ganar y después vemos, fue el pensamiento que se impuso en la izquierda. Ahora, en ese pensamiento, ¿no había lugar para pensar en quién estaba siendo electo y qué poderes se le concedían?<br /><br />Vuelvo a lo anterior, no hay sorpresas; el tema del aborto fue -como cualquier tema relacionado con las libertades- considerado menor y dejado de lado entre el cúmulo de ambiguedades voluntaristas que componían las bases programáticas, pero las veces que se lo interrogó al respecto, Vázquez fue cristalino en afirmar su oposición. Entonces, ¿por qué fue el candidato de las mujeres frenteamplistas, especialmente de las que durante la presidencia de Batlle hicieron de la legalización del aborto su principal tema de debate parlamentario? ¿Para ganar habrían elegido a un fundamentalista islámico que impusiera el velo? ¿O a alguien que les quitara el voto? ¿O que impusiera el derecho de pernada? ¿En qué estaban pensando las <span style="font-style: italic;">uruguayas</span> primero y <span style="font-style: italic;">uruguayos</span> después?<br /><br />Posiblemente en que podían torcerle la mano, que podían vencer esa idiotez residual del buen doctor, que para él no sería un tema <span style="font-style: italic;">crucial</span>, que era un partido democrático, que tenían un lider razonable. Se equivocaron en todo excepto en lo primero; <span style="font-style: italic;">podrían</span> haberle torcido la mano, podrían de haberse atrevido a jugar fuerte. Pero no lo hicieron porque para los -y sobre todo las- representantes frenteamplistas este tema no fue <span style="font-style:italic;">crucial</span>. Al fin y al cabo la carrera política es una larga carrera de deglución de sapos, en el mejor de los casos, y la maternidad no deseada tal vez no sea una prioridad para estas políticas ya aquejadas por la menopausia. O con un sueldo de legisladora que asegura un aborto en óptimas condiciones en caso de necesitarlo.</p><p class="MsoNormal">Seamos honestos; después de lo del jueves pasado el único acto digno que le quedaría a las legisladoras y ministras frenteamplistas sería el renunciar en masa al FA -gente digna como <span style="font-weight: bold;">Chifflet</span> o <span style="font-weight: bold;">Sarthou</span> lo ha hecho por mucho menos- o poner como condición de no hacerlo el levantamiento del veto. Pero eso no va a pasar, y excusas no van a faltar para que no pase.<br /><br />***<br /><br />No soy un legislador ni un militante frenteamplista, así que carezco de poder en esa desagradable interna. No me preocupa, porque los hechos han demostrado que los legisladores y los militantes tampoco tuvieron el menor poder en este asunto. Pero en una sociedad en la que la participación en las decisiones políticas parece limitarse al voto, y como tal ser susceptible del eterno chantaje del mal menor, tomé una decisión acerca del mío, decisión que de hecho lo convierte en voto cantado, lo que para mi intención es exactamente igual. En vista de lo ocurrido el pasado jueves y los días siguientes decidi que -sea cual sea el programa o candidato propuesto- no voy a votar al FA en las próximas elecciones.<br /><br />No es una gran amenaza, supongo, pero de hecho esa es mi única arma sensible ante estos burócratas del poder, mi mísero voto, por lo cual hago pública mi simple promesa de que, no importa cuantos supeustos logros tengan en su haber, si no se aprueba la despenalización del aborto en esta legislatura, si no se encuentra una forma de levantar el veto, entonces no voy a votar al FA en las próximas elecciones, y voy a poner mi elocuencia al servicio de que otros tampoco lo hagan. Así de simple, sé que no es mucho, pero sé que cada voto cuenta, especialmente en las próximas elecciones. Pero voy a hacerlo porque ya hace muchos años que salí del San Juan Bautista y hace muchos años que no le permito a ningún chupacirios que decida mis cuestiones personales por mí. Así que ejerzo mi pequeño veto, mi vetito, que consiste en no votar gobiernos enemigos de las mujeres y amigos de las sotanas, y en no votar a partidos que permiten la traición interna o ser infiltrados por enemigos defensores del oscurantismo. Por lo que entraré al cuarto oscuro y meteré en el sobre alguna estampita de San Cono, o alguna ridiculez similar, depositaré mi voto en la urna y me haré cargo de mi decisión. <br /><br />Y si alguien me la recrimina argumentando mi supuesta colaboración indirecta con las fuerzas reaccionarias, le preguntaré con tranquilidad quiénes son las fuerzas reaccionarias y donde está el progreso de las fuerzas progresistas. Y si por una de esas casualidades se descubre que una fracción de votos en blanco o cantados, provenientes de sectores indignados por la sumisión al autoritarismo demostrada los últimos días, tuvo alguna injerencia en los resultados electorales, me ofrezco para explicarle punto por punto los motivos de esa indignación a los políticos afectados, con una sonrisa en el rostro y todo el desprecio que les pueda demostrar. </p> <p class="MsoNormal"><br /></p>benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com84tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-62547590584515951152008-08-25T16:00:00.000-07:002008-09-02T11:24:00.898-07:00Los años tóxicos<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1r9JyNNDLRYcV88jplh0VAAJp4qAWMW5BbI4VjoIZu0EzYVcXH7OcfewSfOQjgbOG2vOlYecjGNuqEXEc82mTAokTVrufRK81F4Rfb_i89MvHuEZuVn8dXzLJSOO8oUEKTO3_uiLVDtg/s1600-h/blake_roter_dr_400.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi1r9JyNNDLRYcV88jplh0VAAJp4qAWMW5BbI4VjoIZu0EzYVcXH7OcfewSfOQjgbOG2vOlYecjGNuqEXEc82mTAokTVrufRK81F4Rfb_i89MvHuEZuVn8dXzLJSOO8oUEKTO3_uiLVDtg/s320/blake_roter_dr_400.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5238538591116429154" border="0" /></a><span style="font-style: italic;">One Law for the Lion & Ox is Opression.</span><br /><br />Terminé de ver hace unos días la miniserie de cuatro capítulos <span style="font-style: italic;">The Drug Years</span>, producida por <span style="font-weight: bold;">VH1</span> hace un par de años. Recientemente había visto otra miniserie documental de <span style="font-weight: bold;">VH1</span> -<span style="font-style: italic;">Heavy</span>, sobre la historia del heavy metal- tan buena que no me sorprendió demasiado la calidad de <span style="font-style: italic;">The Drug Years.</span> No es que la miniserie tenga grandes revelaciones, pero el material documental reunido -propaganda televisiva anti-drogas, filmaciones de experimentos con soldados colocados con LSD, <span style="font-style: italic;">Acid tests</span>- y los fascinantes entrevistados -<span style="font-weight: bold;">Legs McNeil</span>, <span style="font-weight: bold;">Peter Coyote</span>, <span style="font-weight: bold;">Henry Rollins</span>, <span style="font-weight: bold;">Tommy Chong</span>, <span style="font-weight: bold;">Liz Phair</span>- la vuelven un excelente material de divulgación, y una obra de sano espíritu libertario o, por lo menos bastante objetivo, lo que en este tema acosado por el oscurantismo siempre es libertario.<br /><br />Pero es una historia triste. Aunque no es terriblemente pesimista y el testimonio más recurrente en sus cuatro capítulos es el del sensatísimo <span style="font-weight: bold;">Martin Torgoff</span>, autor de <span style="font-style: italic;">Can't Find My Way Home: America in the Great Stoned Age</span> (un hombre que sabe de qué esta hablando), hay algo muy depresivo en un documental que comienza con las opiniones de personajes como <span style="font-weight: bold;">Ken Kasey</span>, <span style="font-weight: bold;">Timothy Leary</span> o <span style="font-weight: bold;">Wayne Kramer</span>, y que culmina con las de una señora desagradable de una organización anti-drogas que sostiene que <span style="font-weight: bold;">Ronald Reagan</span> fue el gran héroe de la guerra contra las drogas y que compara cualquier consumo de cualquier sustancia con el SIDA. Los tiempos cambiaron. Para mal, por supuesto, aunque la gente siga consumiendo en cantidades industriales cualquier cosa que le permita salir de la stasis, de alguna forma la batalla de las ideas fue ganada por los reaccionarios, y lo que antes se veia como una forma de liberación, automodificación y conocimiento hoy apenas se merece el lugar culposo del hedonismo y las libertades individuales. Pero fue otra cosa.<br /><br />***<br /><br /><span style="font-style: italic;">The Drug Years</span> es muy diáfano en cuanto al cambio cualitativo de la reacción de los poderes ante las drogas, y que puede resumirse en el ascenso de <span style="font-weight: bold;">Ronald Reagan</span> a la Casa Blanca, es decir, al trono del mundo. Reagan, un delator del tiempo del mccarthismo que grababa publicidad alertando acerca de que la medicina gratis era la puerta de entrada del comunismo, tenía un hijo que cultivaba marihuana en su casa y, trabajando en Hollywood, es de suponerse que tuvo más que un contacto directo con la realidad objetiva de los drogones. Pero era una rata -con perdón de los roedores- y su necesidad de acumular poder por oposición era mayor que cualquier hecho objetivo con el que hubiera tomado contacto.<br /><br />Reagan entendió a la perfección que una nación arrogante que se siente resquebrajada y debilitada -como se sentía EE.UU. en los libertinos años 70, con los rusos invadiendo Afganistán y el precio del petróleo inmovilizando los Buick y Cadillacs- necesita enemigos contra los que unirse y unificarse. Estaban los comunistas, y Reagan comenzó la peligrosísima carrera armamentística que terminaría quebrando la economía rusa, pero con ellos no alcanzaba, había que eliminar todo tipo de pensamiento diferente y articulado. Los drogadictos o los consumidores de drogas no eran necesariamente vistos como criminales anteriormente a la administración Reagan. La generación de difusores de alucinógenos en los 60 fueron perseguidos como pensadores peligrosos y potenciales subversivos, pero eran universitarios brillantes, no malandras. Es durante la administración Reagan que el modelo de difusor de drogas deja de ser <span style="font-weight: bold;">Ken Kesey</span> y pasa a ser <span style="font-style: italic;">Scarface</span>. Los tiempos y las drogas habían cambiado.<br /><br />Es instructivo el repasar las publicidades, conducidas por <span style="font-weight: bold;">Nancy Reagan</span>, de la campaña del <span style="font-weight: bold;">Just Say No!</span>, una campaña tan estúpida, totalitaria y manejada por gente tan fea que es increíble que haya sido algo global en su momento. Un fracaso absoluto también, ya que los niños a los que se les dirigió dicha campaña fueron los mismos jóvenes de la revolución cultural de las <span style="font-style: italic;">raves</span> y las fiestas comunitarias de la electrónica, es decir, una de las generaciones más drogonas de los últimos 50 años (irónicamente el documental muestra a Nancy Reagan haciendo su despreciable propaganda en una escuela de la<span style="font-style: italic;"> </span>comedia <span style="font-style: italic;">Diffrent Strokes</span> o <span style="font-style: italic;">Arnold</span>, una serie casi maldita que se destacó justamente por los monumentales problemas de drogas que tuvieron sus protagonistas en los años siguientes). Cuando uno lo piensa el <span style="font-weight: bold;">Just Say No</span> de Nancy Reagan es una de las argumentaciones más totalitarias y fundamentalistas de los tiempos modernos: no dudes, no debatas, no investigues ni diferencies, tan sólo decí que no.<br /><br />Los Reagan y los suyos, esa gente desagradable y con las manos tintas de sangre, sentaron las bases ideológicas que sostienen que cualquier variación o decisión adulta sobre el propio estado de consciencia y percepción es un delito digno de penalización, y para convencer al mundo se apoyaron -como todos los sistemas represivos- en los peores ejemplos de los consumidores. Era la era de la cocaína, pero aún así sólo uno de cada cuatro estadounidenses consumidores habituales de cocaína -una droga bastante adictiva- presentaba síntomas de consumo problemático. Pero el mundo se estructuró para todos en relación a <span style="font-style: italic;">esa</span> persona. Y para cuidarla se creó la DEA, los convenios internacionales contra las drogas, los acuerdos macro de la ONU y la OMS. Es decir, la Policía de la Salud.<br /><br />***<br /><br />Las palabras conservan connotaciones a lo largo de los siglos, el término griego <span style="font-style: italic;">pharmakon</span>, que denota simultáneamente "veneno" y "cura" proviene de los <span style="font-style: italic;">pharmakos</span>, una suerte de chivos expiatorios a los que se sacrificaba de a dos en tiempos de desastres y calamidades. Estos dos hombres, los <span style="font-style: italic;">pharmakoi,</span> eran arrojados de un acantilado o quemados, pero algunos estudiosos sostienen que simplemente eran golpeados y rechazados. En todo caso todas las variables de la relación de los hombres con los fármacos, las drogas y sus usarios, están contenidas en estas palabras. Ya en esas palabras está contenida la potencialidad de veneno, la de cura y los tipos a los que hay que marginar, hasta de la vida, para que los poderes se asienten en su opuesto.<br /><br />La Policía de la Salud, que hoy en día gobierna Uruguay (y casi todo el mundo) decidió que como hay gente que se emborracha -una decisión que los borrachos hacen cuando están sobrios y conscientes- y actúa violentamente, hay que prohibir la venta de alcohol en espectáculos deportivos y culturales masivos. Una decisión muy próxima a la infausta Ley Seca y que atropella una buena cantidad de libertades individuales, pero que se hace en aras del bien público, porque es más fácil prohibir (prevenir) que hacer responsables luego a los enfermos mentales de sus actos de violencia consciente.<br /><br />Yo creo que si uno tiene la curiosa idea de romperle una botella en la cabeza a otra persona estando borracho, esa no es una decisión que el alcohol tome por uno, sino que uno -que ya de partida es una bestia inmunda si considera algo posible el romperle la cabeza a un desconocido- la tomó en el momento en que decidió anular químicamente sus reflejos represivos en una situación social. En las décadas que llevo bebiendo jamás se me ocurrió hacer algo así, pero sí me di cuenta que era muy peligroso que yo manejara luego de beber, por lo que dejé de manejar. De eso debería tratarse en el mundo adulto, de decisiones responsables. Ah, pero hacer responsable a la gente cuesta relegar poderes, cuesta policía y cuesta cárcel y cuesta eficiencia, así que el Estado prefiere anular algunos puestos de trabajo (vendedores de cerveza, distribuidores, etcétera) e igualar hacia abajo, colocando a todos los bebedores a la altura de los borrachos más despreciables. Pero la ley, además, prohibe la venta de alcohol en cualquier puesto a 500 metros de un evento deportivo o cultural masivo. Es decir que cualquier bar que esté situado a cinco cuadras de un estadio (piensen en cada estadio que conocen y en su radio de 500 metros y van a localizar mentalmente una buena cantidad de bares, minimarkets y demás expendios de bebidas alcohólicas), tiene que sacrificar de un plumazo buena parte de su recaudación -en muchos casos su mejor día de recaudación- porque a un burócrata con ganas de dirigir la conducta de otras personas no se le ocurrió ninguna otra solución. Y porque es más barato y hay que pensar menos.<br /><br />En 1994 tuve la oportunidad de asisitir al concierto de <span style="font-style: italic;">Tropicalia 2</span> en Salvador do Bahía. Por supuesto fue una maravilla, pero posiblemente lo que más me maravilló fue el que en un concierto para unas 30.000 personas, se había montado -junto a la gran explanada frente al escenario- una especie de feria en la que se vendían, casi exclusivamente, todo tipo de bebidas alcohólicas, incluyendo varias de esas sustancias norteñas casi letales. Y, para sumar riesgos, las vendían en botellas de vidrio. Recuerdo pensar que de hacer algo así en un evento musical en Montevideo, el saldo sería de cinco o seis muertos a botellazos. Pero bueno, así son los violentos brasileños, los del país de los malandras: no hubo el menor incidente. Recuerdo que lo más inquietante que me pasó en ese recital fue que la mulata que estaba adelante mío, sin haber cruzado palabra conmigo, me tomó ambas manos para colocárselas sobre las caderas, para que la apoyara mientras bailaba "Aquel abraço".<br /><br />A lo que voy es que es reductor y opresivo el generalizar en función a colapsos culturales. Es cierto, la violencia magnificada por el alcohol es habitual en los partidos de fútbol. También en los recitales de música tropical. Sin embargo no existen antecedentes en los espectáculos de carnaval, y en los conciertos de rock casi ha desaparecido, tal vez porque misteriosamente algunos sectores de la sociedad uruguaya han progresado culturalmente en algunas cosas. Pero con esta legislación sería imposible tomar una cerveza en una Fiesta X (dónde a pesar de las multitudes congregadas jamás hubo un incidente de importancia atribuíble al alcohol), e ir cinco horas a una Fiesta X sin tomarme un trago me parece tan divertido como mirarme las manos durante el mismo tiempo y sin haber tomado ácido. Igual, hay un señor que ha decidido por mí, y por supuesto sin consultarme, el que eso sea así. Y posiblemente al decidir eso haya decidido que no haya más recitales masivos como la Fiesta X, porque la ecuación de conveniencia para las barras que se instalan en la misma va a caer notoriamente, y sin su inversión no hay fiesta, no hay cachets, no hay producción y no hay música. Seguramente los responsables de ese proyecto de ley suponen que las fábricas de celulosa y los cultivadores de soja van a darle trabajo a la gente que por esta legislación precautoria pierda el suyo, o sienta sus ganancias notoriamente mermadas. No importa porque es por tu bien, y porque ellos viven de otra cosa.<br /><br />***<br /><br />La Policía de la Salud, como casi todas las policías, es increíblemente imbécil, pero esa imbecilidad -como suele suceder con las taras- irradia seguridad y convencimiento, y, como apela al miedo, tiene todos los poderes que el miedo le otorga. En un país en que la interrelación social está groseramente desgarrada y en el que la gente le tiene miedo a sus conciudadanos, no hay nada que produzca más miedo que alguien que no lo tiene, alguien desinhibido.<br /><br />Y hoy en día el nombre de todos los males en Uruguay se relaciona con un desinhibidor químico: la pasta base. Posiblemente una de las pocas drogas de las que no existe un lado bueno, la pasta base es el equivalente en drogas a lo que sería el alcohol azul con alpiste para las bebidas. Es decir, algo tan tosco, dañino para el organismo y de efecto tan brutal que cuesta encontrar una razón para que alguien -por más ganas que tenga de estar colocado- lo consuma. Pero es barata y su propia satanización le ha dado la excusa perfecta a gente que no tiene casi nada para asumir la irresponsabilidad total y no sentirse culpable. ¿Acaso<span style="font-weight: bold;"> Linda Blair</span> era culpable de tener al conglomerado de demonios <span style="font-weight: bold;">Legion </span>adentro de ella? No, para nada. Así que lo mismo cuenta para los endemoniados por la pasta.<br /><br />Hace poco veia un informe televisivo sobre un grupo de adictos a la pasta base en un centro de rehabilitación. Ninguno de ellos parecía particularmente inteligente ni atractivo, pero hablaban con convencimiento frente a la cámara sobre su<span style="font-style: italic;"> lucha</span>. Sobre la gesta de derrotarse a sí mismos y volver, <span style="font-style: italic;">born again</span>, de la pesadilla de la adicción. Yo pensaba, al verlos, que esta era posiblemente la única chance de que estos chicos aparecieran en televisión, y, en cierta forma, la única forma de presentarse como militantes de algo, como vencedores, como soldados de su propia salud, ese bien religioso amenazado por sustancias inanimadas que, sin embargo, parecen tener intenciones propias y malignas. Esos chicos no tenían otra cosa que hacer que fumar pasta, ahora no tienen otra cosa que hacer que luchar contra ella en su cuerpo y en su discurso. Cuando no tenés nada cualquier cosa es algo.<br /><br />Disculpenme si no me despiertan particular admiración. La limitación y la victimización no son algo que me maraville ni que me merezca particular respeto. Ojalá que dejen de tomar porquerías, ojalá que encuentren algo en sus vidas que valga la pena, ojalá que no se acostumbren a tercerizar sus propios errores y decisiones. Ojalá que aprendan a valorarse por las cosas que hacen y no por las cosas que dejan de hacer.<br /><br />Los chicos de los barrios se intoxican con pasta base y alcohol para hacer las cosas que desean hacer pero que les resulta difícil. El que los hombres se intoxiquen a la hora de emprender acciones atroces es viejo como cagar sentado. Se habla mucho de las drogas ingeridas por los estadounidenses en Vietnam (principalmente marihuana, opio y heroína), pero estas eran consumidas sobre todo en los descansos lejos de la línea del frente. En cambio las drogas y el uso abusivo de desinhibidores fue extenso en la Segunda Guerra Mundial, dónde el uso de anfetaminas en el campo de batalla fue generalizado hasta un punto asombroso, sobre todo entre los pilotos de combate. Entre ellos los más colocados, según <span style="font-weight: bold;">Antonio Escothado</span> "embalsamados en anfetaminas" fueron los pilotos kamikaze. Es comprensible, si te vas a reventar contra un porta-aviones lo más aconsejable, por más patriota que seas, es estar <span style="font-style: italic;">totally wired</span>.<br /><br />En eso se han convertido los chicos del Uruguay fracturado, en kamikazes de pasta base cuyo único motor vital es el de desaparecer en una ráfaga de gloria. No en el divino viento patriótico sino en el del simple estallido de violencia que se justifica exclusivamente por el ruido que produce. Cuando nadie sabe que existís, hasta el ruido de tus huesos al quebrarse sirve de llamador.<br /><br />***<br /><br />El Ministerio de Salud decidió hace un tiempo prohibir todo tipo de publicidad de tabaco en Uruguay, lo que, por supuesto, afectó a todos los medios de prensa uruguayos. Pero un día se dieron cuenta de una cosa terrible: existen otros medios de prensa además de los uruguayos, y las legislaciones uruguayas no corren para ellos. Y, para peor, esos medios llenos de espantosa publicidad tabacómana, se importan y son leídos en Uruguay. Y eso había que evitarlo. ¿Cómo? Prohibiendo que los diarios y revistas extranjeros contengan publicidad de cigarrillos, claro. Pero, ¿cómo se hace eso? ¿cómo convence <span style="font-weight: bold;">María Julia Muñoz</span> al <span style="font-style: italic;">New York Times</span> o a <span style="font-style: italic;">Veja</span> que no pueden publicar publicidad de cigarrillos? Pucha, que feos son los límites del poder, que feo que en el mundo haya gente a la que uno no domine.<br /><br /><span style="font-weight: bold;">Winston Abascal</span>, director del Programa de Control de Tabaquismo hizo todas las piruetas para explicar por radio que las revistas extranjeras que entran en nuestro país están incumpliendo una ley nacional. Aclaró que "no es que se prohíba la circulación de la revista, se prohibe la publicidad, porque eso es lo que indica la ley que votó el Parlamento". Pero la pregunta era obvia; ¿cómo prohibís la publicidad sin prohibir la revista que la contiene? La respuesta parece digna de un sketch de <span style="font-weight: bold;">Alfredo Casero</span>, "bueno se la cubre con uno de esos lápices que tapan". Incluso antes de imaginarse el absurdo de los distribuidores de revistas contratando a miles de trabajadores para que cubran cuidadosamente con <span style="font-style: italic;">liquid paper</span> los avisos de una página de <span style="font-weight: bold;">Marlboro</span> o <span style="font-weight: bold;">Lucky Strike</span> de miles y miles de revistas -o de suponer que las editoriales de dichas revistas van a imprimir una edición especial libre de avisos nicotineros para Uruguay-, habría que instrumentar un mecanismo legal por el cual un jerarca que diga algo de semejante imbecilidad fuera destituido de su cargo sin procedimiento previo. Aparentemente han transado por colocarle a esas publicaciones un sticker advirtiendo que dentro de las mismas hay letal publicidad de cigarrillos.<br /><br />Cualquier lector de este blog sabe la poca simpatía que le tengo a la publicidad -que por desgracia se ha convertido en la principal forma de financiamiento del intercambio de información y cultura, vaciado de valor monetario por el intercambio electrónico-, pero acá uno tiene que hacer de abogado del diablo. Si se cree que la publicidad posee tal poder de sugerencia que todos los que estén sometidos a su influjo pierden la capacidad de discernir y elegir, entonces debería prohibirse toda publicidad, incluso la de sustancias no dañinas para la salud, ya que estarían ejerciendo alguna suerte de control mental masivo. Si se cree que sólo predispone a determinados consumos mediante su propia argumentación -que de ser mentirosa podría ser sometida a juicio, como todas las argumentaciones falsas- , entonces debería ser tomada como una sugerencia, como una opinión. Y las opiniones, aunque estén sustentadas en un interés comercial, no se prohibien.<br /><span style="font-weight: bold;"><br /></span>Las regulaciones prohibitivas de un producto en su totalidad son un excelente ejemplo de censura, y es una buena prueba del éxito intelectual de la Policía de la Salud el que no haya sido percibida como tal. Mientras que han habido multitudes de periodistas supuestamente liberales rasgándose las ropas a causa de las simples expresiones de deseo de jerarcas culturales como <span style="font-weight: bold;">Jorge Denevi</span> o <span style="font-weight: bold;">Luis Mardones</span> de una cierta regulación en las ondas públicas, hubo muy pocas quejas con respecto a la prohibición absoluta de cualquier publicidad de cigarrillos. Sin embargo fue un alevoso hachazo a la libertad de expresión. Porque, objetivamente, ¿qué es la publicidad? Información sobre un producto, información simbólica, parcial y generalmente mal intencionada, pero a fin de cuentas <span style="font-style: italic;">información</span>. Es información flechada, que toma solo una parte de los hechos, que intenta operar e influir sobre los puntos de vista de quienes la reciben y que está movida por intereses personales de quienes la generan. Es decir, lo mismo que se puede decir de cualquier página editorial de cualquier diario.<br /><br />¿Qué pasaría si <span style="font-style: italic;">El País</span>, o <span style="font-style: italic;">El Observador</span> o <span style="font-style: italic;">la diaria</span> decidiera comenzar a publicar una columna a favor del cigarrillo y la nicotina, y detallando sus virtudes? Por ejemplo, decir verdades objetivas (y no siempre conocidas), como que el cigarrillo adelgaza, que además de moderar el hambre quema calorías. Que la nicotina calma o excita en forma moderada, siendo tal vez la única substancia que posee ambas funciones. Que atenúa los efectos del alcohol, moderando las borracheras y salvando así a muchas personas de peligrosas experiencias de ebriedad. Uno de los más notables capítulos de <span style="font-style: italic;">House</span> presentaba al buen doctor salvándole la vida a un paciente recetándole volver a fumar, lo que de alguna forma le regulaba un problema pulmonar. El caso era raro, pero como todos los de esa serie apoyado rigurosamente en ejemplos científicos. ¿Qué pasaría si en alguno de esos medios a alguien se le ocurriera semanalmente escribir sobre bondades subjetivas del cigarrillo? Es decir, cosas tal vez difíciles de verificar, pero que pueden ser tan verdad como cualquier otra hipótesis subjetiva. Por ejemplo que fumar es genial porque te hace parecerte a <span style="font-weight: bold;">Humphrey Bogart</span> o a <span style="font-weight: bold;">Rita Hayworth</span>. Que fumar es buenísimo porque le hace ver a tus pares que no tenés miedo de la muerte joven. Que a las mujeres les gustan los hombres fumadores porque irradian desprecio a la parca. Yo puedo pensar eso, pueden ser soberanas pelotudeces pero, ¿puedo decirlas en un medio uruguayo?<br /><br />A ver, las autoridades uruguayas decidieron que fumar es malísimo, la propaganda de los que piensan lo contrario ha sido prohibida. ¿Cual es la diferencia real entre eso y la censura en los Emiratos Árabes o en China? En esos países las autoridades también creen que cosas como que los homosexuales puedan vivir, que las mujeres se vistan como quieren o que la gente elija a sus autoridades son cosas malísimas. En Escocia, país que adoptó una legislación similar a la uruguaya, se exigió que se modificara una obra en la que un actor que personificaba a <span style="font-weight: bold;">Winston Churchill</span> aparecía fumando un habano, cosa que el viejo bull-dog hacía todo el tiempo. Algunos empresarios de Hollywood han estado jugando con la idea de alterar digitalmente algunas películas clásicas para que sus protagonistas no aparezcan fumando los cigarrillos que fumaban cuando fueron filmados originalmente. ¿Cuál es la diferencia real entre esto y las toscas modificaciones de la Historia que hacía<span style="font-weight: bold;"> Josif Stalin</span>, eliminando a sus disidentes no sólo del mundo sino también de las fotografías oficiales? La Policía de la Salud ha criminalizado tanto y difundido tanta culpa alrededor de cualquier conducta que potencialmente atente contra el propio cuerpo, que estos flagrantes atropellos a la libertad de opinión e información han pasado desapercibidos, o se han tolerados con el mismo espíritu que en algún momento se toleró que algunos elementos potencialmente peligrosos para la sociedad fueran perseguidos, escondidos, desaparecidos. ¿Es bruta la comparación? Sí, más que bruta es brutal, pero en el fondo está en el mismo paradigma y es una cuestión de grados.<br /><br />El cigarrillo mata, sin dudas, pero no obliga a morir. Se puede dejar de fumar, no es imposible; yo me animo a asegurarlo porque lo hice (de dos cajas diarias), y me pareció mucho más fácil de lo que dice la gente que nunca hizo nada difícil, y necesita romantizar o magnificar sus pequeñas luchas y victorias. Y más fácil todavía es directamente no empezar a fumar. Estamos todos bien informados acerca del cigarrillo, así que no hay tu tía. Mucho más nerviosos tendríamos que estar sobre el uso de los celulares o el consumo de transgénicos, sobre los que no se sabe un carajo -y lo poco que se sabe es bastante preocupante- y que son productos ampliamente promocionados por el gobierno que persigue a los cigarrillos y los fumadores.<br /><br />Si un adulto decidió correr el riesgo de joderse la salud e incluso morirse por fumar, viva su cara. La muerte es un derecho, el planeta esta sobresaturado de humanos y si alguien quiere irse antes y dejar espacio a los nobles animales porque quiere vivir (y morir) de otra forma y a otro ritmo, es una de sus potestades, y no hay por qué considerarla una maldición. La lucha por la autodeterminación y la libertad individual ha sido larga y dolorosa, y cada paso adelante ha llevado décadas. Es aterrador que se vuelva atrás a tanta velocidad y se sea tan poco consciente de ello. Es aterrador lo dóciles que se han vuelto las personas ante la opresión cuando esta es ejercida en nombre de la salud. Es aterrador que no sientan ni la montura ni el peso del jinete.<br /><br />Me gusta haber recuperado mi sentido del olfato, me gusta subir una escalera de dos pisos y no quedarme sin aire, me alegro, cada vez que pienso en ello, de que mi ropa no tenga olor a cenicero y que mi aliento tampoco. Ojalá que la chica con la que salía deje de fumar, ojalá que mis sobrinos nunca comiencen a hacerlo. A veces extraño hacerlo, a veces me gustaría fumarme un cigarrillo al atardecer, escuchando "<span style="font-weight: bold;">Invierno Porteño</span>" de <span style="font-weight: bold;">Piazzolla</span>. Si pudiera fumar dos o tres cigarrillos por día, lo seguiría haciendo, pero sé que no tengo autocontrol en lo que refiere al tabaco y a la nicotina. No es problema del tabaco y la nicotina, es problema mío. Me hago cargo de eso y me limito, muy de vez en cuando, a encender tu cigarrillo, dar una primer y uníca pitada y luego ponertelo en la boca.<br /><br />***<br /><br />Me gusta poner en contraposición las estadísticas de las muertes producidas por los accidentes de tránsito en relación a las producidas por las drogas. Es una comparación más bien grotesca, porque es de alrededor de 350 a 1 -y un 1 muy relativo porque no todos los años muere alguien en Uruguay por un exceso de drogas y en muchos casos esa muerte puede atribuirse a alergias, condiciones congénitas pre-existentes o efectos relacionados con el corte-; se me suele decir que es una comparación imposible, ya que se está evaluando una conducta recreativa innecesaria en relación a otra que es una necesidad de desplazamiento. A veces me molesto en al menos inquerir a cuántos les parece que realmente necesitaban estar encima del auto que los mató y qué, además, mató a terceros, algo que las drogas no hacen.<br /><br />Hay decenas de estadísticas e infografías que se mueven sobre las mismas variables: aumento del consumo de tal o cual sustancia, porcentajes de reincidencia, costos hospitalarios de las afecciones que se supone que tal o cual sustancia produce... etc. Pero si algo le enseñó a algunos -aunque no tengan ni la menor idea de quién era Derrida- la Segunda Guerra del Golfo es que tanto como las respuestas importan las preguntas y, sobre todo, quién y dónde las hace. Mientras todo el mundo debatía si Irak tenía o no armas de destrucción masiva y los inspectores de la ONU fallaban en encontrarlas una y otra vez, nadie hacía la pregunta realmente relevante: ¿tenían derecho naciones que sí tienen armas de destrucción masiva como EE.UU. e Israel a preguntarle a otra nación si las poseía, especialmente cuando al menos EE.UU. sigue siendo el único país que las utilizó, y contra población civil para peor? Cuando uno elige discutir en el marco de preguntas planteado por su adversario, ya perdió media discusión, porque ya aceptó los presupuestos de autoridad y de capacidad de juicio del mismo.<br /><br />Imaginemos otras preguntas relacionadas con las drogas o las sustancias tóxicas en general. ¿Cuánta gente se suicida en Uruguay, un país con un índice de suicidio terrible, por no tener acceso a nada que los entretenga o por no encontrar ninguna experiencia novedosa en sus vidas? ¿cuántos de los borrachos que se matan en las carreteras hubieran conducido mejor con su ebriedad atemperada por un poco de cocaína? ¿cuánto dinero le ahorran, ya que para algunos esa especulación nefasta es válida, al BPS las muertes prematuras producidas por el tabaco? ¿cuántos ex fumadores mueren a causa de la obesidad que les produjo el haber abandonado su hábito? ¿cuántos problemas nerviosos serios provienen del no tener acceso a sedantes de uso recreativo? ¿cuántos desastres familiares podrían haberse solucionado de tener alguna sustancia empática a mano durante una conversación? ¿cuánta gente habría aprendido a lidiar con sus miedos congénitos de pasar por una experiencia iniciática con sustancias visionarias en un entorno controlado? ¿cuántas variedades de plantas y cultivos relacionados con esto se podrían desarrollar y dar trabajo a cientos de desocupados, cuántas industrias? ¿cuántos delitos se habrían evitado de no necesitar los consumidores de recurrir al submundo criminal para abastecerse? ¿cuántos alcohólicos terminales habrían encontrado a tiempo una forma de ebriedad menos perniciosa en la que refugiarse?<br /><br />Pero incluso estas preguntas son las paradigmáticamente incorrectas, porque vuelven a hablar en términos si se quiere relacionados con el concepto de salud que defiende su policía. Las verdaderas preguntas acerca de la<span style="font-style: italic;"> pharmakon</span> no son de índole médica, son de índole filosófica y tienen que ver con el sentido de la vida no con su supuesta duración. Y se pueden resumir en la siguiente: ¿puede una persona decidir por mí lo que me meto en el cuerpo y cómo tengo que vivir? Y especialmente, ¿puede <span style="font-style: italic;">esa</span> persona decidirlo?<br /><br />El problema de los tóxicos no es un problema de salud, es un problema de conocimiento y libertad. La libertad y su fantasma ha sido uno de los temas preponderantes en el pensamiento occidental desde los lejanos tiempos en que calvinistas y católicos decidieron -y por buenos motivos- convertirlo en el centro de todas las discusiones. Independizado el tema de los prejuicios religiosos, la capacidad de ser libre y las responsabilidades que acarrea pasó a la filosofía, convirtiéndose en uno de los ejes del existencialismo y el pensamiento del Siglo XX. Incluso la deconstrucción derridiana reconoce el poder evocador del concepto y hace de la cadena de significantes <i>pharmakeia-pharmakon-pharmakeus</i>, uno de los centros ejemplares de sus estudios platónicos. Pero, por supuesto, ninguno de estos pensadores modernos se puso a legislar sobre la interrelación entre la libertad y la elección subjetiva de nuestros venenos.<br /><br />En nuestro país, el principal cruzado contra los tóxicos (descontando a varios chupamedias satélites que andan por ahí) no es un filósofo sino un oncólogo. Es decir, un mecánico celular que pertenece a una especialidad médica que sigue siendo derrotada por su objeto de estudio, y que -además- en el caso particular de quién hablamos pertenece además a una antigua secta esenia que cree en un amigo imaginario que vive en el cielo, y en un pozo de fuego en el que va a ser torturada eternamente la gente como yo. Disculpenme si esas credenciales no me impresionan como para cederle la autoridad moral para decidir sobre lo que me meto en el cuerpo. Disculpenme si no le concedo la administración de mi ánimo a quién tuvo su mejor momento en la administración de un cuadro de fútbol.<br /><br />De vez en cuando se le pregunta a alguno de los jerarcas de la Policía de la Salud si tuvo alguna experiencia con drogas ilegales. La respuesta casi invariablemente es "no". Lo cual quiere decir que ellos desconocen algo que cualquier chico de 14 años que se haya fumado un porro tiene muy en claro, por de pronto el atractivo de hacerlo. Imagínense que los exámenes de admisión a la Escuela de Música fueran tomados por profesores que han estudiado la historia de la música y que saben leer partituras a la perfección, pero que son completamente sordos. Bueno, es lo mismo. Esa gente ignorante debería ser destituída en el momento en que terminan de articular ese estúpido "no", la palabra favorita de la gente con miedo.<br /><br />***<br /><br />El deporte, la droga de los que no se animan a drogarse de verdad, es colocada por el discurso oficial de este y todos los países modernos como el sustituto y el remedio de todas las intoxicaciones malas y prohibidas. Hay que reconocerle al deporte su enorme poder alucinógeno; no me refiero a la simple capacidad que tiene de alterar algunas percepciones mediante las alteraciones aeróbicas (un principio que también está en ) sino a su sorprendente capacidad de hacer pasar compañías privadas despiadadas como los clubs de fútbol por instituciones espirituales. O hacer, lo acabamos de ver en las Olimpíadas, que China parezca una nación ejemplar y no la repugnante dictadura capitalista que es. Creo que ni una sobredósis del peyote más poderoso puede generar semejantes efectos de alucinación masiva.<br /><br />Curiosamente el deporte mata gente joven en cantidades que ni una oleada de heroína pura cortada con estricnina lo haría nunca: ¿a alguien se le ocurrió comparar las estadísticas de las víctimas de las drogas con las de los muertos o paralizados permanentemente por practicar la equitación, el ski o el alpinismo? ¿alguien cree que el deterioro físico producido por el consumo crónico de, digamos, marihuana o ectasy es mayor que el que le produce en los músculos y esqueleto la práctica profesional del atletismo? ¿conocen pasta base que deforme el físico en forma tan absoluta como la halterofilia? Sabemos que a mucha gente le revienta el corazón tomando cocaína o anfetaminas, ¿a cuántos haciendo <span style="font-style: italic;">jogging</span> o entrenando para una maratón?<br /><br />El deporte es bueno, claro, pero todos estamos de acuerdo que en una medida equilibrada, controlada, informada. A nadie se le ocurre siquiera ir a nadar sin saber hacerlo, o pretender nadar una distancia superior a la propia resistencia de nado. Bueno, sí, a algunos se les ocurre, pero por suerte luego sus genes no se siguen reproduciendo en próximas generaciones. La práctica de la mayoría de los deportes necesita de aún más preparación previa e información que la ingestión de la mayoría de las drogas, y entraña riesgos físicos aún mayores. Y la práctica de estos deportes, especialmente de los más peligrosos, está motivada por el mismo motor que induce a la experimentación con drogas: la búsqueda de sensaciones extremas . Entonces, ¿por qué el Estado alienta una práctica y la considera un orgullo mientras condena a la otra (y ni hablemos de la conjunción de ambas, el peor de los pecados en el mundo regido por la Policía de la Salud)?<br /><br />En Uruguay, tierra de ideas magníficas, se les ocurrió elaborar, para esas almas en pena que son los adictos a la pasta base, un plan orientado a suplantar esta conducta perniciosa por la práctica de un deporte. ¿Qué deporte se les ocurrió que era el ideal? El boxeo. El programa<span style="font-weight: bold;"> Knock Out a las Drogas</span> les propone a esos jovenes limados que deambulan como espectros por la ciudad abandonar la pipa y abrazar los guantes. Ahora, yo soy un gran admirador del boxeo y me parece una excelente disciplina, como todas las artes marciales, pero no se me ocurre que exista un deporte más lesivo -en su práctica propiamente dicha, no en su balanceado entrenamiento- para el organismo que el boxeo. De hecho es casi inevitable, al menos en el caso de los pugilistas profesionales, un grado más o menos severo de daño cerebral. Yo no estoy necesariamente en contra de esto y de hecho suelo defender su práctica ante los detractores (¿para-policiales de la salud?) enemigos de este deporte franco pero, ¿dónde entra esta recomendación de un deporte tan nocivo para el cuerpo en un discurso que ha llegado a auténticos grados de histeria en relación a algo tan discutible y relativo como los "fumadores pasivos"?<br /><br />Pero bueno, el mundo se detiene cada cuatro años para celebrar las Olimpíadas de los que no toman drogas ¿Para cuando las Olimpíadas drogonas? Estoy seguro que podría armar un excelente equipo capaz de distinguirse en las disciplinas tan interesantes como <span style="font-style: italic;">snorting</span>, <span style="font-style: italic;">toking</span>, <span style="font-style: italic;">tripping</span> y <span style="font-style: italic;">dealing</span>. Yo mismo soy un maestro en el arte de no perder el hilo de la argumentación y el poder de discusión a pesar de estar totalmente ido, una habilidad que yo creo que merece una medalla.<br /><br />***<br /><br />Esta es una era que -al menos en lo referido a este tema- será vista en el futuro como una suerte de Segunda Edad Media en la que se prohibía y perseguía a lo que no se conocía, basándose en los prejuicios más absolutos y tratando de mantener el monopolio de la realidad y el modelo social. La Policía de la Salud será vista como una Neo-Inquisición, y los <span style="font-weight: bold;">Terence McKenna</span>, los <span style="font-weight: bold;">Timothy Leary</span> y los <span style="font-weight: bold;">Aldous Huxley</span> serán reconocidos como Galileos con el telescopio invertido. Pero nosotros vamos a estar muertos para ese entonces y, si se sigue midiendo la existencia solo bajo el eje de la acumulación de tiempo y cosas, la Tierra también.<br /><br />Ronald Reagan declaró la Guerra contra las Drogas, es decir, una guerra civil contra sus conciudadanos disidentes. Hoy en día hay un cierto consenso de que esa guerra fue perdida porque las drogas siguen en la vuelta, tal vez con más fuerza que nunca. Yo creo que esa guerra fue ganada por las fuerzas reaccionarias, porque a partir de ellas se instaló en forma definitiva el derecho de intromisión y persecución con la salud como excusa. Y es más, a partir de ella se modeló el concepto teórico de la guerra preventiva. De las quintas columnas ligadas al mal y presentes en cada barrio, en cada familia.<br /><br />Hay un capítulo de la segunda temporada de <span style="font-style: italic;">Lost</span> que demuestra hasta donde ha calado la política preventiva de los soldados de la Policía de la Salud. Uno de los personajes, un músico de britpop en decadencia llamado Charlie (uno de los hobbits de <span style="font-style: italic;">El Señor de los Anillos</span>) es heroinómano y sigue enganchado de dicha droga -aparentemente es un consumidor de vía nasal- cuando el avión cae. Charlie tiene su <span style="font-style: italic;">stash</span>, su provisión, pero deja de drogarse ante la presión del misterioso John Locke y el deseo de limpiarse para aproximarse a la rubia y joven madre Claire, y cuidar de ella y su retoño. Pero al tiempo encuentran un avión lleno de estatuas de la Virgen María repletas de heroína. Charlie se tienta y se lleva una, a la que conserva, intacta, en su carpa. Al tiempo Claire se entera de que la estatua, aún intacta, está llena de heroína, y lo echa a Charlie de su vida, dejándolo triste como un tango y más sólo que el uno.<br /><br />No hay ningún personaje en <span style="font-style: italic;">Lost</span>, ni ningún guionista que le haga decir a alguno de ellos la simple argumentación: "<span style="font-style: italic;">Claire, sos una pendeja conchuda e histérica. Este hobbit te salvó la vida como tres veces, le cambió la caca a tu bebé cuatrocientas, te consiguió manteca de maní, mató a un forzudo por vos, te armó la carpa y te bancó la cabeza durante dos meses en una isla desierta y llena de osos polares. Y, durante todo ese tiempo de miedo y abstinencia sexual, ni siquiera te pidió que se la sacudieras un poco a cambio. Ni siquiera por arribita del pantalón. Charlie nunca tuvo una conducta errática o amenazadora, ni siquiera cuando estaba totalmente colocado, pero cuando te enterás que tiene un nuevo stash de heroína, que no está usando, sólo como una probabilidad de consuelo y adentro de una estatua -es decir, en un lugar totalmente controlable para saber si el tipo se la está dando o no, porque hay que romper la estatua para sacar la droga-, lo sacás cagando de tu vida y preferís darle pelota a un pelado medio psicópata del que se sospecha que mató a uno de tus amigos. ¿Estás enojada con él porque te ocultó algo en una serie en la que todo el mundo le oculta todo lo que puede a los demás? ¿Lo considerás un peligro para tu bebé en una isla en la que hay humo negro consciente y una banda de forajidos que secuestran niños en la noche? Andá a cagar: las drogas y Charlie no son un puto asunto de tu incumbencia y sos una desagradecida. Chupapijas</span>".<br /><br />El razonamiento del personaje de Claire es menos verosímil que los osos polares, la escotilla en la tierra o el tamaño de esa isla, que permanece desconocida a pesar de ser tan grande como Sumatra, sin embargo a los guionistas de <span style="font-style: italic;">Lost</span> -una serie bastante progre para los estandars de las series populares-, les pareció válido. ¿Por qué? Porque la figura del consumidor de drogas está tan identificada en la cultura popular con la irresponsabilidad y el peligro que la decisión de Claire es la única admisible en un programa popular. Exactamente igual que cuando en <span style="font-style: italic;">Dragnet</span>, a fines de los sesenta, a los padres drogadictos se les ahogaban los bebés en la bañera todo el tiempo. En una isla desierta, sin recursos médicos y con una multitud de criaturas hostiles en la vuelta, una cargamento de heroína -un anestésico poderoso y en algunos aspectos superior a la propia morfina- sería una bendición del cielo que el doctor Jack cuidaría más que nada. Pero eso sería exigir razón en ámbitos discursivos dónde sólo hay que reproducir el miedo.<br /><br />***<br /><br />Hay una escena que me conmovió profundamente en <span style="font-style: italic;">The Drug Years</span>, una escena de un<span style="font-style: italic;"> talk show</span> de fines de los 80 en el que se discute acerca del MDMA, es decir, del ecstasy. El ecstasy -al igual que todas las drogas satanizadas posteriormente, fue legal durante mucho tiempo -y en una forma muy pura- hasta que alguien se puso nervioso y decidió que era demasiada alteración psíquica como para dejarla al albedrío de los ciudadanos adultos. Ahora, el MDMA debe ser -junto al LSD- la droga ilegal con más virtudes psiquiátricas confirmadas o latentes, y tiene un márgen de seguridad en su uso bastante alto; a no ser que se sufra de hipertensión, se tenga fallas cardíacas o que se combine un uso excesivo del mismo con largos períodos sin hidratación, los riesgos de salud son mínimos. Incluso los estudios sobre su uso crónico -que alertan sobre un deterioro psíquico relacionado con lo anímico- no son nada concluyentes y hoy en día -a casi 20 años de que buena parte de la juventud inglesa lo use en forma masiva- no se han notado consecuencias masivas de ninguna clase, más allá de un cierto sentido comunitario y la sonrisa de haberla pasado bien durante años. Como de costumbre, lo más peligroso del MDMA es su propia ilegalidad, ya que la misma impide un control mínimo sobre lo que realmente contienen las pastillas de ecstasy.<br /><br />Pero a lo que iba era a esa escena del <span style="font-style: italic;">talk show</span>, en la que -con la sustancia aún legal- se discute sobre la "droga del amor" y sus posibles efectos y riesgos. El conductor conversa con una mujer bastante joven, quién confiesa que sufre de un cáncer terminal, y que el uso del MDMA la había ayudado a aceptar su condición inmediata y a comunicarse con sus seres amados, superando las barreras culturales emocionales para preparar la despedida, para completar el relato del amor. Cualquiera que haya experimentado con MDMA en condiciones adecuadas y con una sustancia de buena calidad, sabe que definitivamente es una droga que puede lograr eso. Hoy en día la mujer que hablaba en ese <span style="font-style: italic;">talk show </span>está muerta, ojalá que esa droga tan mala la haya ayudado a partir con dignidad y que su recuerdo prevalezca entre quienes la quisieron y consiguieron contactar con ella en auténticos términos de comunicación humana.<br /><br />Pero ese es un camino cerrado por la ignorancia -incluso de los supuestos expertos médicos en la materia, que, como lo estamos viviendo, reproducen las mismas políticas de prejuicio al acceder al poder- a los miles y miles de enfermos terminales que yacen escondidos en hospitales para que no asusten al mundo con su muerte encarnada. Miles y miles de personas en estado de sufrimiento perpetuo que frecuentemente viven en estado de tortura permanente por estar sub-medicadas, ya que la Policía de la Salud no quiere que se vuelvan morfinómanas aunque estén al borde de la muerte. La Policía de la Salud -que lleva en su rostro las marcas de la adoración inquisitoria del cristianismo por el sufrimiento- prefiere el tormento antes que la adicción. La Policía de la Salud quiere que salgas del mundo quebrado, devastado por el dolor, bajo su <span style="font-style: italic;">control</span>.<br /><br />(<span style="font-style: italic;">Hace unos días se publicó como un gran avance que se autorizaba a no mantener artificialmente con vida a los enfermos terminales, dejando a la buena de la naturaleza la duración de su agonía. Esto que parece superficialmente un avance venía, sin embargo, de la mano de una mucho más explícita prohibición de cualquier tipo de eutanasia. Lo cual debe haber dejado de lo más contentos al clero, a la Policía de la Salud y demás administradores de la muerte, a quienes les deseo -con todo el odio que puede albergar mi pequeña, rencorosa y negra alma- que se mueran aquejados por el más doloroso y prolongado cáncer de huesos que se haya diagnosticado nunca</span>).<br /><br />***<br /><br /><span style="font-style: italic;">De la piel pa'adentro mando yo</span><br /><br />He tenido experiencias psicotrópicas cuya única enseñanza fue que no debía repetirlas nunca, he tenido experiencias que me enseñaron muchísimo acerca de mi mismo, de la percepción del mundo y del mundo que no se ve. En situaciones controladas e informadas se las recomendaría calurosamente a todos los que supieran qué están haciendo y cuales son sus consecuencias. Como todas las decisiones adultas y responsables. Siempre he tenido en cuenta las recomendaciones de <span style="font-weight: bold;">Carlos Castaneda</span>, que sostiene que el uso del peyote sólo es necesario porque somos estúpidos y nos necesitamos creernos intoxicados para ver, y de <span style="font-weight: bold;">William Burroughs</span>, quién más suscintamente resumía todo con un "aprendé a hacerlo sin la puta química".<br /><br />No sólo el uso habitual o excesivo de las drogas puede ser perjudicial para su salud; hay gente con problemas psíquicos que no deben acercarse a las sustancias visionarias o alucinógenas nunca, gente con problemas cardíacos que deben mantenerse lejos de los estimulantes, gente con propensión a lo compulsivo que ni debe de pensar en introducir nuevas variables a su círculo de necesidades. Incluso el grado cero de control sobre la pureza o el origen de muchas sustancias hace que su autorregulación sea muy difícil incluso para gente bien informada. ¿Quién discrimina quién puede aventurarse y quién no? Bueno, cualquiera que se conozca medianamente, o en muchos casos cualquiera que conozca al otro medianamente. Ningún ciego se anota en una academia de pilotos, y de ser así ninguna academia de pilotos le da un título a un ciego. No hay ningún motivo, con la información objetiva existente luego de generaciones y generaciones de drogones, para no hacer lo mismo con las drogas. Pero eso necesita, aún más que de un marco legal positivo, la revalorización del simple principio de responsabilidad.<br /><br />He visto a gente hacerse cosas horribles con drogas, he visto personas que jamás deberían haberse acercado a tal o cual substancia destruir su salud y su relación con su ámbito afectivo. No hay una sóla droga que conozca a la que no le encuentre al menos una contraindicación seria. Incluso la marihuana, considerada tan inocua como el agua por sus defensores místicos, produce evidentemente en sus usuarios crónicos un claro deterioro intelectual, sobre todo por su efecto sobre la memoria, un efecto que suele tomarse en broma pero que no tiene nada de gracioso ya que la memoria es nuestra caja fuerte espiritual.<br /><br />Pero no se trata de eso; siempre me pareció un error fundamental la defensa que algunos legalizadores del porro hacen, esgrimiendo algunas virtudes terapeúticas -unas confirmadas, otras dudosas- del cannabis. Eso es ingresar en la misma lógica comparativa de la Policía de la Salud y suscribir a sus conceptos acerca de lo <span style="font-style: italic;">sano</span>. El argumento definitivo porque se debería legalizar la marihuana para los adultos es mucho más simple: porque no es tu puto asunto lo que yo hago con <span style="font-style: italic;">mis</span> pulmones. Punto.<br /><br />Conocí el lado oscuro de las drogas cuando era muy joven, antes de siquiera cumplir los 20, cuando vi como una chica hermosa -una de esas porteñas con un corazón enorme y una simpatía que no se encuentra en otros países-, demolió su personalidad, sus vínculos afectivos y su tabique nasal por culpa de una de las adicciones a la cocaína más terribles que yo haya visto. Me impresionó mucho, porque yo estaba enamorado de ella, además.<br /><br />Uno de los numerosos comics autobiográficos de<span style="font-weight: bold;"> Robert Crumb</span> lo presenta en una viñeta junto a un viejo amigo, ambos muertos de la risa contándose anécdotas de experiencias de ácido durante los locos años 60. Crumb anota que esas conversaciones eran muy similares a las que su padre tenía con sus amigos veteranos de la Segunda Guerra Mundial. En ningún momento sugiere Crumb que esto implicara una degradación experiencial, sino más bien una constante; la de que los hombres al adentrarnos en la madurez e ir volviéndonos -aún en forma renuente- cada vez más conservadores, tendemos a evocar nuestras horas más osadas de manera recurrente. Pero hay otra cosa, ambas cosas tienen su componente aventurero y su componente social.<br /><br />La experimentación con drogas fue lo que tuvimos en lugar de una guerrilla urbana. Varios viejos militantes pueden reírse con sorna, pero fue un movimiento clandestino que nunca dañó a terceros, y que sin embrgo fue estigmatizado, perseguido, reprimido y que tiene sus propias bajas, sus muertos, sus presos, sus locos y sus rotos. Ninguno de ellos es considerado mártir, ninguno de ellos fue reivindicado ni cobra pensión alguna. Y sin embargo, cada pendejo que fuma un porro desvergonzadamente en cualquier parque o cualquier playa, sin temor a sufrir más que una ligera reprimenda, puede hacerlo gracias a los que lo hicieron una y otra vez hace 20 años, y fueron apaleados, expulsados, metidos en calabozos y despreciados por hacerlo. No hay memorial que salude su pequeña revolución secreta. Por el contrario, a diferencia del hemisferio norte -dónde los movimientos revolucionarios políticos de los 60 iban de la mano de las revueltas psíquicas y la investigación de los misterios interiores- los militantes tercermundistas, muchos de ellos formados en el catolicismo, tomaron partido inmediato por la represión de las costumbres decadentes y heredadas del hedonismo capitalista. Entre las que estaba la experimentación con los límites del cuerpo y la psíquis, por supuesto.<br /><br />No había lugar para los pensamientos nuevos en el hombre nuevo; la escena drogona en Uruguay en los 60 era demasiado reducida como para entrar en conflicto con el <span style="font-weight: bold;">MLN </span>(en cuyo discurso de cualquier forma eran habituales las referencias al decadentismo burgués y las referencias homofóbicas), en cambio los montoneros argentinos inmediatamente se declararon enemigos de los "faloperos", a quienes dejaron en claro que estaban en la lista de los que no iban a tener lugar en la patria <span style="font-style: italic;">liberada</span>. Este pensamiento subsiste en el discurso de la izquierda latinoamericana, en la desquiciada persecución de los bebedores en la Venezuela chavista, en los fusilamientos o exilios forzados de los traficantes cubanos. Porque el monopolio de lo revolucionario es necesario para el mantenimiento del poder. Pero <span style="font-style: italic;">nosotros -</span>los reventados, los drogones, los malucos- fuimos revolucionarios, y exitosos además.<br /><br />Nosotros, que fuimos expuestos hediendo a azufre y con escamas en la piel, hablando en lenguas ante nuestros padres. Nosotros, que fuimos expulsados de círculos construídos en nombre de la integración. Que quedamos cegados bajo el sol del verano, en el patio de la comisaría de una sucia ciudad de Rocha. Nosotros que ante la duda dijimos "sí" y que con ese "sí" nos graduamos en una universidad interior a la que ningún presidente predicador asistió jamás. Nosotros, que no teníamos armas de fuego para defendernos. Nosotros, que nos tomamos el pulso asustados en camino a una camilla ominosa. Nosotros, que esperamos el amanecer y el retorno de la cordura. Nosotros, que fuimos comprendidos, clasificados, estudiados, amparados en cuarentena, docepasosizados, medicados, llorados, desahuciados, confundidos y -siempre- subestimados. Nosotros, que fuimos aterrorizados por profesionales del miedo, por mano de obra desocupada en cuyas manos <span style="font-style: italic;">ustedes</span> nos dejaron cuando éramos poco más ue niños. Nosotros, que <span style="font-style: italic;">sabíamos</span>. Nosotros, que lo hicimos. Nosotros, de quienes apartaron a gente que queríamos y necesitábamos. Nosotros, los contagiosos. Nosotros, a quienes nos quieren inocular vergüenza en nuestra hora más luminosa. Nosotros, que estamos en todas partes. Nosotros merecemos <span style="font-style: italic;">respeto</span>.<br /><br />A ver maricas hipocondríacas, <span style="font-style: italic;">control freaks</span>, cobardes con miedo a la vida y personas a las que les gusta decidir por otros: nosotros los corríamos a castañazos por los patios de los colegios y nos apretábamos a sus novias en los bailes. Nosotros la pasamos tan bien que nos olvidamos de acumular poder, nos disgregamos, nos lastimamos, perdimos una autoridad moral a la que no aspirabamos, usamos nuestro propio cuerpo de campo de batalla, nos extraviamos. Pero aún así no les tenemos miedo. Uno de estos días nos van a haber tocado el culo un poquito de más y vamos a volver a surtirlos como antes y a devolverlos a su limitadísimo papel de organizadores de campamentos e integrantes de las brigadas juveniles de la Cruz Roja. Uno de estos días vamos a estar hartos, y, además de cagarlos a piñas, los vamos a contagiar con todo tipo de bacterias que aún no tienen nombre.<br /><br />Eso podría ocurrir, apenas recordemos que somos más libres y curiosos que ustedes. Apenas nos reconozcamos en la luz y la sombra. Apenas se pase un poco el dolor y la angustia de conocer.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com90tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-89240689089373897542008-08-16T12:20:00.000-07:002008-08-16T12:30:50.740-07:00La lista de PeterHace un tiempo se elaboró una lista de firmas de personas que declaraban públicamente estar en conocimiento o haber sido partícipes de un aborto, como forma de presión para la legalización del mismo. Fuimos centenares o miles los que firmamos y varias veces entré al sitio para revisar los nombres que aparecían en el mismo. Encontré muchos nombres conocidos que me hicieron sentir parte de una comunidad. De otro Uruguay.<br /><br />Hoy en día me pasa lo mismo con una causa en apariencia mucho más superficial y frívola, la recolección de firmas organizada en el blog <span style="font-style: italic;">http://www.capusottocharrua.blogspot.com/ </span>para conseguir que Canal 5 rompa la maldición de todos los programas relacionados con <span style="font-style: italic;">Cha Cha Cha</span> y emita el brillante <span style="font-style: italic;">Peter Capusotto y sus videos</span>. Ya firmé, pero sigo entrando en el sitio y revisando las firmas, los comentarios y el entusiasmo de centenares de personas dispuestas a exponer sus datos personales sólo para disfrutar de un humorista que está en llamas y que no nos trata como subnormales. Me encanta encontrar los nombres de mis amigos en esa lista, me encanta encontrar nombres de gente que no aprecio pero que de ahora en adelante voy tener más en consideración. Las firmas siguen sumándose y vuelvo a pensar en ese otro Uruguay y en que sigue habiendo gente que no me deja ser del todo misántropo. Como Capusotto, como los que decidieron mover el culo y exigir un espacio limpio en la televisión. Yo, diría <span style="font-weight: bold;">Zambayonny</span>, los considero mis hermanos.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com36tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-78058937417037427582008-06-19T23:14:00.000-07:002008-06-21T17:06:09.326-07:00El más sano del cementerio<i>La chair est triste, hélas! et j'ai lu tous les livres</i>.<br /><br />Se murió <span style="font-weight: bold;">Jorge Medina Vidal</span>, o <span style="font-style: italic;">el viejo</span>, como le decíamos en facultad. La noticia de su muerte apenas tuvo registro en la prensa, donde no llegó a ocupar ni la décima parte del espacio dedicado a la pelea <span style="font-weight: bold;">Abigail</span>-<span style="font-weight: bold;">Mónica Farro</span>, y no tuvo ni un segundo de espacio en la televisión, a pesar de haber sido uno de los jurados más notorios de <span style="font-style: italic;">Martini Pregunta</span>. No importa, es lógico.<br /><br />Coetáneo disidente de la <span style="font-weight: bold;">Generación del 45</span>, a la que criticó con dureza pero no basado en los prejuicios políticos con los que se la evalúa actualmente, Medina Vidal fue un poeta preciosista, enamorado del simbolismo tardío, pero sobre todo fue uno de los docentes más notorios de la Facultad de Humanidades, donde esencialmente se dedicó a dar varios cursos de Teoría Literaria. Uno se encontraba con Medina Vidal generalmente en el primer semestre y no se me puede ocurrir una mejor forma de comenzar los estudios de Letras. Era un shock: llegabas a la facultad envuelto del romanticismo grandilocuente de los buenos estudiantes de literatura, convencido de saber un montón y rebosando admiración casi mística hacia los escritores o poetas con los que habíamos sentido empatía, y te encontrabas con este difusor del estructuralismo y el post-estructuralismo, que te decía que los autores eran irrelevantes porque no los conocíamos, porque ellos no se conocían y porque eran una manga de mentirosos, motivo por el cual se habían dedicado a inventar historias. Hablaba de los literatos con la misma naturalidad con la que un hombre de campo habla de las vacas, los trataba con diminutivos, se reía de ellos atribuyendo sus más dramáticas cuitas a inconvenientes de lo más domésticos... Es decir: bajaba de un hondazo a la literatura de su caballo de bronce y la despatarraba en la mesa para que la diseccionaramos.<br /><br />Al principio chocaba, cómo iba a hablar este viejo teñido sobre <span style="font-weight: bold;">Julio Cortázar</span> como si hablara sobre una mortadela. Pero de a poco uno notaba que detrás de ese supuesto desprecio había en realidad un profundo amor y respeto hacia la literatura, pero no un respeto reverencial hacia la máscara funeraria de bronce sino hacia lo vivo de la misma, los textos; esos textos con los que le gustaba ejemplificar y que elegía con paladar negro: <span style="font-weight: bold;">Vicente Aleixandre</span>, <span style="font-weight: bold;">Juan Rulfo</span>, <span style="font-weight: bold;">Gerardo Diego</span>, <span style="font-weight: bold;">Delmira Agustini</span> y, por encima de todos, <span style="font-weight: bold;">Stéphane Mallarmé</span>, a quién se refería familiarmente como "el Divino Esteban". Era evidente que su paradigma de héroes no coincidía mucho con el gusto general de sus alumnos, pero tampoco peleaba mucho por imponerlo, simplemente de vez en cuando los hacía tomar contacto con el mismo, y luego de escucharlo leer "Valle Vallejo" o "La Cobra", uno pensaba que posiblemente no se podía escribir mejor que eso.<br /><br />Medina Vidal era malo, no era un atorrante de apariencia cínica que escondía un corazón de oro; era un guacho de mierda, capaz de hacerle las peores perradas a sus alumnos y a sus colegas, pero era dificil irritarse con él, y ninguna de las múltiples aberraciones que sé que hizo me parece muy relevante en este momento. De hecho era un villano muy sincero, al que le encantaba presumir de lo alegre que se ponía cuando hacía perder a alguno de los concursantes de <span style="font-style: italic;">Martini Pregunta</span>, al que le encantaba difundir rumores infamantes sobre <span style="font-weight: bold;">Onetti</span> o sobre Borges, al que le encantaba usar su posición docente con fines inenarrables. Le gustaba compararse con el <span style="font-weight: bold;">Jaimito</span> de los chistes, y realmente era gracioso relacionar a la figura siempre abstracta e infantil del Jaimito de la cultura popular con aquel carcamán malicioso de larga cabellera teñida de negro. Odiaba el cine con la misma pasión con que amaba todo lo decadente y todo lo elitista. Medina Vidal, que se autodefinía como un anarquista conservador, creía profundamente en la existencia de una aristocracia (a la que él pertenecía, por supuesto) basada no en el dinero o el poder sino en la capacidad de elevarse -a fuerza de conocimiento, insularidad, refinamiento y misantropía- por encima de las personas vulgares. Estuvieramos de acuerdo o no, todos sus alumnos quedamos en mayor o menor medida inoculados por ese virus de altivez.<br /><br />Tuve varios profesores excelentes en Letras, pero sólo dos a los que puedo considerar maestros, uno era el viejo Medina, el otro era (y es) <span style="font-weight: bold;">Hugo Achúgar</span>. A pesar de ser ambos poetas y ambos docentes obsesionados por la actualización teórica, no me puedo imaginar dos figuras más antitéticas, hasta el punto que pensando en retrospectiva me hacen acordar al policía bueno y el policía malo. Achugar era el profesor de la ética intelectual, de la disciplina intensa, el apasionamiento controlado, la seriedad, la proyección en la carrera, el políticamente consciente, el orden obsesivo, el integrado (en términos de <span style="font-weight: bold;">Umberto Eco</span>), el apolíneo y el aliento a la participación estudiantil. Medina Vidal era el bribón, el tramposo, el hedonista, el elitista, el gracioso, el políticamente incorrecto, el que despreciaba la carrera, el apocalíptico, el que ignoraba las opiniones de sus alumnos, el que perdía las monografías, el que intrigaba, el que recomendaba tomarse una copita antes de las clases y no asistir a ellas sin un buen cóctel de cafiaspirinas y coca-cola, el dionisíaco, el malo. Una combinación extraordinariamente complementaria y a la que uno accedía, por casualidad, en el orden correcto: primero uno se encontraba con el viejo, que destruía toda tu mitología adolescente sobre la literatura y los escritores (hasta el punto de que uno podía perfectamente decidir dejar la carrera después de uno de sus cursos), y luego te encontrabas con Achugar, que reconstruía el respeto por el arte de las letras, pero edificando encima de la tierra arrasada que había dejado el viejo, y con estructuras mucho más racionales y sólidas que los castillos de aire <span style="font-style: italic;">näive</span> con los que uno ingresaba en la Facultad. Ahora, con uno muerto y el otro retirado, esa experiencia de enseñanza única desapareció. Como tantas cosas de importancia secreta.<br /><br />Fumaba en cadena desde que comenzaba la clase hasta que la terminaba, frecuentemente prendiendo un cigarrillo con el pucho del anterior. Le gusta sostenerlos en la mano en la que le faltaban un par de falanges de un dedo, lo que exhibía con evidente orgullo sin aclarar jamás -que yo sepa- la causa de esa mutilación. A veces alguna de las señoras que se sentaban en la primera fila -generalmente profesoras de literatura graduadas en el IPA que habían decidido estudiar literatura en serio- le hacía alguna recomendación acerca de que fumara menos, a lo que Medina respondía invariablemente: <span style="font-style: italic;">"Señora, yo no quiero ser el más sano del cementerio".</span><br /><br />No sé cómo habría dado clase Medina en estos tiempos de persecución y discriminación hacia los fumadores, seguramente con mucho menos humor. Seguramente no hubiera obedecido, porque no era un hombre de este tiempo y no tenía por qué estar sujeto a sus leyes más imbéciles.<br /><br />Leí a <span style="font-weight: bold;">Gabriel Lagos</span> en <span style="font-style: italic;">la diaria</span> y a <span style="font-weight: bold;">María José Santacreu</span> y <span style="font-weight: bold;">Roberto López</span> en <span style="font-style: italic;">Brecha,</span> escribiendo sobre el viejo las escasas líneas que la prensa le dedicó (en dos medios de izquierda, algo que tal vez hubiera horrorizado a Medina); el respeto pleno de emoción contenida de cualquiera de esos textos contrasta dignamente con el ostracismo mugriento e ignorante del resto de los medios. Es evidente que al menos para los tres, para los cuatro contándome, Medina Vidal pasó por sus vidas dejandoles una invaluable herramienta: una visión humorística y desencantada de las letras, una concepción de la relación personal con el arte en la cual no hay subalternos ni sumisión lectora. No creo que Medina llegué a ser re-descubierto y re-valorizado en algún momento; su obra creativa es escueta y a casi nadie le importa hoy en día un carajo la poesía. Pero al menos para mí va estar siempre presente, como <span style="font-style: italic;">sensei</span> poco presentable, y espero conservar algunos de los gestos que le copié cuidadosamente cuando diga alguna hijadeputez elegantísima en su honor.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com44tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-28531978393108386792008-06-01T21:20:00.000-07:002008-06-01T22:31:36.528-07:003 agregados al post anteriorMi identidad real (?), o los nombres bajo los que realizo otras actividades nunca fue un gran secreto ni un misterio a develar (como algún ganso creyó en algún momento, descubriendo la pólvora y después quedando asombrado ante el poco reconocimiento recibido cuando él se creía Sherlock Holmes), de la misma forma que tampoco lo han sido decenas de pseudónimos que cumplen no una función de ocultamiento sino de diferenciación. A alguien no muy brillante se le ocurrió reenviar el post anterior a una lista colectiva firmado no bajo el denominativo "benito", sino directamente bajo el del nombre bajo el que trabajo en un medio periodístico, aclarando además el cargo y agregando además los nombres de personas que trabajan conmigo y dando esencialmente toda la impresión de que el texto había sido publicado por ese medio, bajo ese nombre e incluso con la cooperación de los otros mencionados.<br /><br />Nunca se me ha puesto la menor condicionante en lo que escribo en dicho medio, es decir perfectamente habría podido publicar el post en el mismo de haberme parecido lo bastante interesante (no era el caso) o de encontrar un formato que justificara el editar en un diario unas cavilaciones tan largas y subjetivas. Pero una cosa es una cosa y otra es otra; lo mismo que no se toman por artículos periodísticos los relatos de ficción realizados por periodistas, tampoco debería tomarse como periodismo formal lo escrito en un blog bajo el nick del nombre de un perro labrador. ¿Es tan difícil de entender? ¿Alguna vez escucharon hablar del término <span style="font-style: italic;">contexto</span>?<br /><br />***<br /><br />No parece tampoco haber convencido a nadie mi postura acerca de <span style="font-weight: bold;">Nick Cave</span>; ¿es tan complicado entender que se puede respetar a un artista aunque a uno no le guste su arte? ¿o que nos gusten parcialmente algunos aspectos del mismo y no su totalidad? ¿o reconocer una declaración inteligente en alguien que no es la luz que alumbra nuestros caminos?<br /><br />En fin, me pasa una cosa curiosa: pocos días después de escribir el post escuché el tema de difusión del último disco de Cave, <span style="font-style: italic;">Dig Lazarus Dig!</span>, vi uno de sus videos y terminé bajándome el disco. Y aún sin que se vuelva uno de mis grandes ídolos (el <span style="font-style: italic;">Lie Down in the Light</span> de <span style="font-weight: bold;">Bonnie Prince Billy</span> que me bajé simultáneamente me parece que contiene, aún siendo un disco liviano, mucha más poesía auténtica y <span style="font-style: italic;">pathos</span> artístico que cualquier cosa de Cave), tengo que decir que este Cave con grandes e indisimuladas entradas en la frente, vestido de cafisho de Las Vegas, de anacrónico bigotón y que deambula declamando textos absurdos en estructuras fuertemente rítimicas, ese Cave, me gusta más y me parece más creíble que el trágico esqueleto gótico de <span style="font-style: italic;">Your Funeral... My Trial</span>. Éste me parece capaz de reírse de sí mismo, algo esencial si se quiere ser un artista serio.<br /><br />***<br /><br />Por casualidad vi <span style="font-style: italic;">Intrusos</span> el otro día (no abro el paraguas para hacerme el asqueado <span style="font-style: italic;">highbrow</span>, la verdad es que por horarios laborales no podría ver <span style="font-style: italic;">Intrusos</span> ni aunque lo quisiera), y me encuentro con el cada vez más repulsivo <span style="font-weight: bold;">Jorge Rial</span> entrevistando a <span style="font-weight: bold;">Carolina Baldini</span>, esposa o ex esposa de <span style="font-weight: bold;">Diego Simeone</span>, quién está disfrutando de sus minutos warholianos participando en <span style="font-style: italic;">Bailando por un sueño</span>. Como se sabe Rial es hincha de River Plate y suele aprovechar su omnipotencia o impunidad de palabra para insultar en su programa -supuestamente de chismes de la farándula del espectáculo pero frecuentemente tribuna política o de diversos tipos de extorsión y presión discursiva-, así que en algún momento la charla con Baldini se desvió hacia su pareja o ex pareja, actual técnico del cuadro de Nuñez.<br /><br />El diálogo que se sucedió fue en cierta forma mucho más ilustrativo de la hipertrofía de los sentimientos ligados al fútbol y el grado de demencia cotidiana que ha alcanzado que cualquier cosa que yo haya escrito en el post anterior. Baldini, una mujer algo andrógina y algo extraña, resultó ser mucho mejor declarante, más inteligente y carismática de lo que nos tienen acostumbrados las participantes de <span style="font-style: italic;">Bailando por un sueño</span> -incluyendo, por supuesto, a "nuestra" <span style="font-weight: bold;">Eunice Castro</span> y su dedicado trabajo de uruguaya profesional- y se dedicó a responder las irrelevantes e innecesarias preguntas de Rial con destacable sentido común. Pero en un momento Rial -aclarando que el "Cholo" Simeone le caía bárbaro con todo el servilismo al que recurre cuando le conviene- le recriminó el hecho de que al otro día de que River sufriera una estruendosa, y en su concepto "humillante", derrota ante San Lorenzo, Simeone hubiera aparecido en una fotografía de una publicación, sonriendo junto a su familia tras haber recibido un premio.<br /><br />Baldini le explicó que Simeone había quedado muy triste con la derrota pero que habían quedado en adjudicarle ese premio ese día y que bueno, se había sentado frente a la cámara, contento de haberlo ganado y de estar con los suyos y había sonreído. Pero Rial no lo admitía y le explicaba, "<span style="font-style: italic;">pero yo como hincha, que estaba re-caliente, yo le pido que si perdió así no salga después sonriendo porque...</span>", y Baldini le dijo con tranquilidad algo así como "<span style="font-style: italic;">pero ese es </span>tu<span style="font-style: italic;"> problema, que no podés diferenciar las cosas</span>". Y lo curioso es que Simeone y su familia, como cualquier técnico y su entorno que pase por el trance de una derrota notoria y "humillante", tenía motivos reales, profesionales, de imagen e involucramiento directo, para estar irritado o deprimido ese día, mientras que a Rial, más allá de una pequeña frustración ocasional, nada lo afectaba ni desviaba de su rutina diaria de denigración del ser humano. Pero era <span style="font-style: italic;">él</span>, la persona con menos ética que haya pasado frente al lente de una cámara, el que juzgaba la actitud y el estado de ánimo de un hombre que había cometido el pecado de aparecer en una foto sonriendo con su familia. Rial, un hombre que posiblemente no sea capaz de eludir a un manequí sobre una cancha de fútbol y cuyo abyecto trabajo no tiene absolutamente nada que ver con el fútbol, puede enjuiciar públicamente a un futbolista al que al menos he visto hacer un gol heroico contra Paraguay en las eliminatorias del 94.<br /><br />No es que Simeone, quién en verdad me importa un carajo y al que no le tengo particular simpatía, sea para mí un intocable, el asunto es lo que la demencia erigida alrededor del fútbol permite considerar como normal, lo que se puede recriminar y quienes están autorizados a hacerlo en función de una palabra que, como el salvoconducto absurdo del crimen pasional, parece justificar todo en nombre del sentimiento no solicitado: <span style="font-style: italic;">hincha</span>. Algo que, como esa modelo flaca dijo sensatamente, es <span style="font-style: italic;">tu</span> problema. Y, sobre todo, es un <span style="font-style: italic;">problema</span>.<br /><br />Muchos publicitarios se acordaron del<span style="font-style: italic;"> hincha</span> en estos días; un anuncio de una gaseosa lo presenta como un simpático freak que canta como imbécil en situaciones que no requieren su canto. Otro, más peligroso, reclama el corazón de hincha de una obesa (¿no son tan graciosos los gordos?) para que vaya a jugar al casino, donde puede ganar entradas para ver a Uruguay en las eliminatorias y donde los vicios peligrosos son saludables porque le dan dinero a la IMM. Nunca vi que nadie considerara a ese sobreexcitación emocional en relación a empresas económicas como una posible patología, o por lo menos algo sobre lo que alertar.<br /><br />En fin; tal vez este <a style="color: rgb(0, 0, 0); font-weight: bold;" href="http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-4639-2008-06-02.html">informe</a> sea lo más claro y ejemplar acerca de la cantidad de imbecilidad, mala fe y manipulación criminal que puede haber detrás del noble deporte de la pelota. Si estas cosas se tienen claras; si uno puede diferenciar las breves y transitivas emociones relacionadas con la contemplación de un encuentro deportivo de los vectores emocionales reales alrededor de nosotros; si uno puede apreciar la exageración, la cooptación de espacios que el discurso deportivo ha alcanzado y su utilización perversa como anestesia de masas; si uno le da su justa medida y su lugar, y trata de que ese lugar no eche hacia afuera a sentimientos e ideas menos intensos pero más importantes, si todo eso se tiene claro, yo no tengo absolutamente nada en contra del disfrute de un partido de fútbol y en una de esas puedo estar al lado tuyo, o en la tribuna de enfrente intercambiando sarcasmos contigo. Pero eso implica el ser capaz de establecer diferencias similares a las de poder disfrutar de una película de kung-fu sin tener que cagar a tu novia a patadas después de verla. Si no podés establecer esas diferencias tenés una enfermedad, y es contagiosa y peligrosa, y es <span style="font-style: italic;">tu</span> problema; no lo hagas el mío.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com119tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-62254556460340814402008-05-13T15:42:00.000-07:002008-11-13T16:35:14.955-08:00Puntos de vista<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiGskI47ye_iQmOuELAiq8xLn0g0vm6H2SlwDMwBxYrtR2sWuuqiGRC0dPaZnbd66NfxC4mvE1zQpH1gPhmUP2V65LF-wM0K7EN5ZNMgJCH0Kn6RsXtYq-bdJlkjhx7Ka4kU1b-uiFbf8/s1600-h/nick_cave_wideweb__470x274,0.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiiGskI47ye_iQmOuELAiq8xLn0g0vm6H2SlwDMwBxYrtR2sWuuqiGRC0dPaZnbd66NfxC4mvE1zQpH1gPhmUP2V65LF-wM0K7EN5ZNMgJCH0Kn6RsXtYq-bdJlkjhx7Ka4kU1b-uiFbf8/s320/nick_cave_wideweb__470x274,0.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5200004818655042978" border="0" /></a>Los días pasados me resultaron bastante deprimentes, no por motivos personales sino ambientales. El clásico de fútbol entre Nacional y Peñarol batió todos los récords posibles de saturación informativa, llegando a ocupar espacios inverosímiles en los medios aún si uno no los compara con espacios nulos, como el que se dedicó a la muerte de <span style="font-weight: bold;">Robert Rauschemberg</span>, uno de los mayores artistas conceptuales del siglo XX. El motivo principal de esta explosión de imbecilidad rampante fue el que un Peñarol re-formulado como escaparate de la escudería de <span style="font-weight: bold;">Paco Casal</span> -quién se ha echado el mayor y más espeso de sus "polvos morales" en el culo de los aurinegros- por primera vez en los últimos cinco años tiene una posibilidad no tan remota de salir campeón del paupérrimo campeonato uruguayo. Siendo los hinchas de Peñarol los más numerosos -mal que le pese a los bolsos- y consumistas, el negocio para los vendedores de humo y los parásitos que viven de los desperdicios del fútbol se potencia y los supuestos periodistas objetivos se convierten en mamaderas incondicionales, sobre todo los que saben la identificación actual del cuadro -en el que en algún momento jugó el gran <span style="font-weight: bold;">Fernando Morena</span>- con la mafia monopólica de Casal y sus planchas de un millón de dólares. La mafia que les da de comer a cambio de funcionalidad obsecuente y algún tete eventual. Servidores que hacen esfuerzos inverosímiles para mantener la ilusión no sólo de que el fútbol uruguayo sigue teniendo alguna importancia mundial, sino también el que sigue siendo un espectáculo entretenido.<br /><br />Yo escribo esto con incomodidad; al fin y al cabo solía ir casi todos los fines de semana a la cancha y me sigue gustando ver un buen partido de fútbol o jugarlo (algo que hace años que no hago, por desgracia), pero no voy a abrir el paraguas como toda la intelectualidad culposa ante los fenómenos populares: la (in)cultura del fútbol, algo que no tiene nada que ver con el deporte, debe ser rechazada y combatida con la misma severidad con la que se rechaza en los ámbitos civilizados a las organizaciones neo-nazis o fundamentalistas. Para mí cualquier distintivo de fútbol debería ser prohibido, como objeto de odio y división, en los ámbitos de enseñanza con la misma severidad -y derecho- con el que en Francia se prohibe el uso del velo a las alumnas o los símbolos religiosos. De hecho debería ser castigado con más severidad el llevar un emblema de Peñarol que el llevar una svástica: al fin y al cabo nadie ha matado uruguayos en nombre de la svástica y tan sólo en los últimos diez años hay por lo menos cinco ciudadanos asesinados en nombre de Peñarol, algunos de ellos -como el hincha de Cerro que fue acuchillado por diez subhumanos en frente a su hijo- con extraordinaria crueldad. Olvídense de esa mentira flagrante que dice que "son diez u once inadaptados que cagan todo, la mayoría no es así". Yo escuché a una tribuna entera cantar eso de "<span style="font-style: italic;">cómo me voy a olvidar / cuando matamos esa gallina / como me voy a olvidar / fue lo mejor que me pasó en la vida</span>". Puede ser que sean una decena de energúmenos los que efectivamente le clavan cuellos de botellas a los hinchas del cuadro opuesto; los que lo autorizan moralmente son miles y miles. Y no es sólo Peñarol; es lo mismo con las hinchadas de Nacional, Cerro, Basañez y cualquiera de los cuadros cuyas hinchadas se ufanan de su aguante y su violencia gratuita y cobarde.<br /><br />El grado de hipocresía mediática al respecto es asombroso, con un ejemplo de antología en la portada del diario <span style="font-style: italic;">El País</span> del martes pasado: a dos días del partido el diario no encontró en todo el mundo una mejor portada que una gran foto del técnico ganador del clásico, <span style="font-weight: bold;">Mario Saralegui</span>, contemplando con felicidad la portada del día anterior que reproducía, por supuesto a Carlos Bueno. El colgado anotaba un gran pensamiento de Saralegui: "<span style="font-style: italic;">Les dije que no había que matarlos, había que ganarles</span>". Se puede discutir la ridiculez de dedicarle la foto de tapa de un diario a un partido de fútbol que ya ocurrió hace 48 horas -una eternidad en términos periodísticos- y al que ya se le dedicó una tapa; lo que es absolutamente indiscutible es que es una monstruosidad el que debajo de esa nota tan feliz a Saralegui se lea el siguiente titular: <span class="not_titulo">"<span style="font-style: italic;">Matan a un hincha tricolor al grito de 'gallina'</span>", en referencia al veterano al que cuatro lumpen mataron a patadas en La Paz. Alguien tendría que haberle dicho a alguien que por más de que las tapas dedicadas a Peñarol vendan muchos ejemplares, la segunda nota anulaba como posibilidad a la primera: había que elegir cual iba en portada, las dos no. Queda, por decirlo suavemente, un poco inmundo. </span><br /><br />Yo prefiero que gane Defensor a que gane otro cuadro de fútbol, y lo hago no sólo porque es el cuadro que elegí en mi infancia sino también porque lo asocio con un barrio que me gusta y en el que vivo y con una institución de la que soy socio y que participa activa y positivamente de la vida de la comunidad en la que está inserta. Si este año Defensor se queda con el campeonato uruguayo lo voy a disfrutar mucho, no sólo porque es el equipo de mis simpatías sino porque le estaría ganando a este Peñarol de rodillas, al Pacoñarol, al símbolo mismo de la corrupción, la ignorancia y todo lo que me desagrada de los uruguayos. Pero cuando no estoy siguiendo un campeonato no me importa cómo le va a Defensor y no sólo no me pondría violento sino que ni siquiera me incomodaría con un desconocido por no ser de Defensor o llevar la camiseta de un rival eventual. Si me pareciera que lo que más me define como persona es ser seguidor de Defensor, entonces dejaría de serlo, porque me parece muy poco y muy pasivo. Prefiero que gane Defensor y no otro cuadro, pero yo no estoy en la cancha, yo no gano nada, yo soy un voyeur de un respetable triunfo deportivo o de la tristeza de un fracaso. Es decir, yo no <span style="font-style: italic;">soy</span> de Defensor (o del cuadro que sea) como cualidad ontológica, no me reduzco voluntariamente a un papel tan ridículamente servil.<br /><br />A pesar de la cantidad de metáforas sexuales que han hecho del vocabulario futbolístico similar al de una novela de <span style="font-weight: bold;">Ercole Lissardi</span>, a mí me gusta -muchísimo más, si hay que aclararlo- coger que ir al fútbol o verlo; me hace sentir mejor, parte de algo, de otra persona incluso, y no simplemente un fucking voyeur. Pero no voy por el mundo embanderado con los datos de quién me cogí y en qué posición. Casi nadie lo hace, a menos que sea un imbécil terminal y despreciable. También me gusta más la música que el fútbol, pero tampoco camino con una bandera de <span style="font-weight: bold;">The Handsome Family</span> o de <span style="font-weight: bold;">King Crimson</span>, dispuesto a rompérsela en la cabeza a quién prefiera a <span style="font-weight: bold;">Wilco</span> o a <span style="font-weight: bold;">Procol Harum</span>. Sin embargo la pestilencia contagiosa de la cultura futbolera ha comenzado a hacer que esto empiece a ser frecuente. Los músicos descubrieron que es un buen negocio, ya que los fans incondicionales como los del fútbol pagan la entrada aunque el espectáculo sea penoso, y lo han alentado, componiendo inspirados en las hinchadas y en formatos que puedan adaptarse a ellas. La bengala condenada en su momento por <span style="font-weight: bold;">Spinetta</span> pasó a ser el principal emblema de las bandas que lo sucedieron. Bueno, hasta que se murió un montón de gente por ese ritual criminal, pero claro, la culpa no es del fútbol ni de los que reproducen sus rituales, es de los políticos, o de los otros, como siempre.<br /><br />No hay ninguna manifestación del totalitarismo, la intolerancia en su peor sentido y el fascismo masificado en la vida cotidiana más flagrante y explícita que la cultura (denominarla así es todo un oxímoron) futbolera. Hay, además, que tener un severo daño mental para no ver las conexiones directas de la misma con el reaccionarismo político más flagrante, cuando no con el fascismo; no es ningún secreto que las hinchadas de fútbol se convirtieron en Europa en los ámbitos ideales para la infiltración de los grupos neo-fascistas y su crecimiento casi geométrico. Cualquiera que no esté mirando deliberadamente hacia otro lado puede ver como las tribunas de los estadios son el medio de amplificación más sonoro de los pensamientos xenófobos, racistas o del nacionalismo más retrógrado. Y eso no es nada, ¿alguien cree que un oligarca antipático y sin muchas luces como <span style="font-weight: bold;">Mauricio Macri</span> podría ser gobernador de Buenos Aires si Boca no fuera el club de fútbol más popular de Argentina? ¿qué hizo el médico masón de <span style="font-weight: bold;">Tabaré Vázquez</span> para pasar por encima de decenas de militantes de currículum más heroico y brillante para convertirse en el lider del Frente Amplio excepto haber sacado campeón como dirigente a un cuadro de fútbol?<br /><br />Cuando hace poco más de un año murió <span style="font-weight: bold;">Eduardo Darnauchans</span>, un artista conocido y un hombre de bien, sólo uno de los cinco diarios montevideanos le concedió su portada. Un escritor del calibre de <span style="font-weight: bold;">Juceca</span> no consiguió ni eso al morir. En cambio un gol le valió a ese personaje repulsivo que es <span style="font-weight: bold;">Carlos Bueno</span> la portada de los cinco. El que sea previsible no evita el que sea absurdo. Sí, efectivamente, es la clásica protesta de vieja chota profesora de literatura, pero lo que pasa es que en una cultura en la que hasta los literatos se quieren hacer los pijudos editando libros sobre fútbol y proclamando a los cuatro vientos sus conocimientos sobre fútbol (mientras sus libros generalmente delatan su ignorancia sobre la literatura), la propia cultura literaria se ha vuelto cosa de profesoras de literatura, y el concepto de "profesor de literatura" se ha vuelto indisoluble del de "vieja chota" (sea cual sea el sexo del profesor). No es de extrañarse semejante derrota cuando casi todos los que supuestamente deberían defender el intelecto y la auténtica cultura, la perseguida por el acriticismo genuflexo ante el mercado, están tan preocupados por mantener su imagen masculina e integrada con los fenómenos . Ya se sabe; hay que ser <span style="font-weight: bold;">Hemingway</span>, no <span style="font-weight: bold;">Borges</span>, hay que dejar de ser el nerd a disposición de los bullies deportistas, hay que dejar en claro que el ejercicio de la mente no embruteció la comprensión todo-terreno de los intereses masculinos, hay que dejar en claro que, además de escribir libros, uno se coge minitas y uno es un hombre de acción. Cuando a <span style="font-weight: bold;">Umberto Eco</span> -quién en definitiva es uno de los mayores integradores culturales de la teoría literaria- se le ocurrió preguntar por qué tenía que sumarse al carnaval del último mundial de fútbol en Italia, por qué tenía que interesarle si, en cambio, a casi nadie le interesaba su amada literatura medioeval, los opinólogos hacían cola para putearlo por su autismo. Entre ellos varios literatos. Hoy en día eso no pasa, porque hasta estos simples cuestionamientos han sido devorados por el pensamiento único. Pero siempre queda algún mohicano.<br /><br />Si hay un artista de importancia que nunca me importó en la vida ese debe ser <span style="font-weight: bold;">Nick Cave</span>; estoy seguro que al tipo le gustan las mismas cosas que a mí, escucha los mismos discos y su aproximación al arte es de lo más sincera, pero no me convence. De adolescente tuve un maravilloso shock estético cuando en Buenos Aires un vendedor muy convicente hizo que, entre algunas grabaciones de <span style="font-weight: bold;">Joy Division</span> y <span style="font-weight: bold;">The Clash</span>, nos lleváramos el <span style="font-style: italic;">Junkyard</span> de <span style="font-weight: bold;">Birthday Party</span>. Los que lo habíamos comprado nos pasamos meses fumando porro y escuchando ese disco con asombro un poco atemorizado, haciéndole escuchar a nuestros amigos ese disco misterioso que era mucho más violento y feo que cualquier cosa que hubiéramos escuchado en nuestra vida. Hasta el día de hoy el trabajo de Birthday Party me maravilla, pero no me conmueve (como sí lo hacen otros grandes negativos como <span style="font-weight: bold;">Throbbing Gristle</span>, <span style="font-weight: bold;">Big Black</span> o <span style="font-weight: bold;">Jesus Lizard</span>). Al contrario, el trabajo solista de Cave a veces me conmueve ('<span style="font-weight: bold;">Into my arms</span>' siempre me puede), pero no me maravilla, al contrario, me empalaga muy rápidamente. Pocas cosas debo haber explicado más veces en mi vida que mi poca afinidad con la obra de Cave, que todo el mundo imagina, sin embargo, que me fascina.<br /><br />Bueno, dicho esto, lo poco que me entusiasma su música no impide que considere a Cave como un tipo brillante y un gran entrevistado, y en un reportaje en <span style="font-style: italic;">Zona de Obras</span> me lo confirma en algunas respuestas que reproduzco acá (con errores de edición incluidos) y que se relacionan con todo lo anterior:<br /><br /><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">-Tienes cuatro hijos, ¿no?</span> <span style="font-style: italic;"><br />-Sí, dos de dieciséis y dos de siete. Los pequeños son gemelos. Los de dieciséis son de madres diferentes.</span><br /><br /><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">-¿Qué crees que piensan de su padre? ¿Crees que saben que tú no eres el típico padre?</span><br /><span style="font-style: italic;">-Sí, supongo... Creo que les gusto. Creo que saben que no soy como el padre de sus amigos.<br /></span><br /><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">-Pero supongo que ellos saben todo lo que has hecho en tu vida. Incluso las cosas menos recomendables.</span><br /><span style="font-style: italic;">-La verdad es que cuando dejo a mis hijos en el colegio veo a padres con pinta mucho menos recomendables que la mía. Sus vidas han tenido que ser peor que la mía. La manera que teníamos los de mi generación de dar por culo a nuestros progenitores era tomando muchas drogas y escuchando música. El uso de la tecnología es lo que nos separa ahora de nuestros hijos.</span><br /><br /><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">-¿Crees que la generación actual puede hacer cosas mucho más peligrosas con la tecnología que tu generación con las drogas y la música?</span> <span style="font-style: italic;"><br />-Posiblemente, sí.</span><br /><br /><span style="font-style: italic; font-weight: bold;">-Quizás entonces tomar drogas y escuchar música te aporta más culturalmente que hacer el bobo delante de la televisión o estar en Internet 24 horas al día...</span> <span style="font-style: italic;">-Exacto. A mí me resultaría muchísimo más doloroso ver a mi hijo entrando por la puerta con una puta gorra de lado y una jodida camiseta de un equipo de fútbol y un pack de seis cervezas bajo el brazo para ver el partido en la tele, que descubrir que está picándose heroína en su habitación porque, al menos, esto último puedo entenderlo. Al final acabaría diciendo: "¿Qué cojones he hecho mal en la vida que he traído un hooligan al mundo?". Prefiero un drogadicto a alguien que no tenga cerebro, la verdad. </span><br /><br />Qué simple, qué claro; pero no hay clínicas de detox de la idiotez, no hay clases en primaria que alerten sobre el peligro de convertirse en un barra brava. A mí me gusta el fútbol, no lo digo por abrir el paraguas: me gusta como me gusta ver una buena película berreta de horror, pero eso no me hace parte de ninguna cofradía de débiles mentales. No considero que tenga que horrorizar al mundo en nombre de Drácula, al fin y al cabo una criatura tan fantasiosa como el amor de los futbolistas profesionales a la camiseta que portan. Mi concepción de comunidad en relación a este país inventado se apoya en<span style="font-weight: bold;"> </span><span style="font-weight: bold;">Varela</span>, pero en <span style="font-weight: bold;">José Pedro</span>, no en <span style="font-weight: bold;">Obdulio</span>. No es que sean excluyentes, pero cuando uno de estos arquetipos se vuelve la medida de todas las cosas, el preferir al otro suena, inevitablemente, como una oposición. Y tal vez lo sea.<br /><br />Es decir: lo lamento, para mí no es un sentimiento, y si lo fuera igual podría parar. Es lo que hacemos los homo sapiens, esos elitistas.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com72tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-63075393787308123632008-05-03T20:41:00.000-07:002008-11-13T16:35:15.654-08:00Pequeña addenda relojera<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpR4QfBNtf6VS8RorCKQ2StXeXL4kMUCpfndhKAPvnPPoaXe_ftL1eLKBaSZSdwBQbM-bSSzW9yaawbUe9YH-hHLy1hk-7r_-zH5G8gwX0h9n7QaIL9jOeId94kJMQEPSLWHT-1ic3o5s/s1600-h/longines.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhpR4QfBNtf6VS8RorCKQ2StXeXL4kMUCpfndhKAPvnPPoaXe_ftL1eLKBaSZSdwBQbM-bSSzW9yaawbUe9YH-hHLy1hk-7r_-zH5G8gwX0h9n7QaIL9jOeId94kJMQEPSLWHT-1ic3o5s/s320/longines.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5196366819858347250" border="0" /></a>Hace unos días quedé fascinado por un reloj de bolsillo con cadena que vi en una casa, un objeto maravilloso posiblemente de la segunda o tercer década del S.XX, con un automovil de la época grabado sobre la tapa. Me gustó tanto que posé con él para una foto.<br /><br />Días después se lo comenté a mi madre, que comparte conmigo esa fascinación por las cosas anacrónicas y me dice "pero vos tenés un reloj de bolsillo con cadena". Me quedé sorprendido, ya que era algo de lo que no tenía ni idea, y ella me explicó que tiene guardado -para mí, porque al parecer en mi familia los objetos de hombre, como el revolver del que hablaba en un post anterior, se heredan de hombre a hombre- el reloj de bolsillo de mi abuelo el ingeniero, su padre. Entonces me lo muestra: es un <span style="font-weight: bold;">Longines</span> de mitad de los años 20, con un elegante diseño<span style="font-style: italic;"> art-decó </span>grabado sobre la tapa en la que también están grabadas en relieve las iniciales de mi abuelo. Es posiblemente uno de los objetos más bellos que haya visto nunca y está hecho casi completamente de oro. Le doy cuerda y funciona perfectamente.<br /><br />Me pregunta si quiero llevármelo y me doy cuenta de que me da miedo; hay demasiado karma en ese objeto absolutamente imposible de usar. Tal vez en un día excéntrico, en el que tuviera puesto un chaleco (algo que sólo hice dos veces en mi vida), podría usar un reloj de bolsillo, pero no uno tan dorado, tan caro, tan excesivo y cargado de <span style="font-style: italic;">pathos</span> generacional. Aunque mi madre no lo recordaba, revisamos fechas y confirmamos algo: el reloj le fue regalado a mi abuelo cuando se recibió de ingeniero. Mi abuelo era hijo de un carnicero italiano, que se vino de Génova con una mujer, una valija medio vacía, un bigote y un traje, y que consiguió -en otro Uruguay- que todos sus hijos varones obtuvieran títulos universitarios. El más notorio fue mi abuelo, que llegó a ser director de obras de la Intendencia Municipal de Montevideo, trabajando con el intendente <span style="font-weight: bold;">German Barbato</span>, de legendario ascetismo no hereditario. Ascetismo que compartió mi abuelo hasta el punto de que dedicó su carrera a la actividad pública (una pésima decisión económica para un ingeniero), de la que no se llevó ni un mango, ni un privilegio, ni un cargo para la familia, ni un enemigo. Era la persona con menos necesidades materiales que conocí en mi vida; para ser feliz le alcanzaba almorzar con la familia, ver alguna película en televisión a la noche, salir a caminar un rato a la tarde, tomar un vaso de vino,<span style="text-decoration: underline;"></span> arreglar (generalmente mal) domésticamente las cosas que rompíamos y escuchar las óperas que grababa en cassette de las emisiones del Sodre. Nada más.<br /><br />Mi abuelo era nominalmente un hombre de derecha, pero su identificación con el primer batllismo y el Uruguay vareliano, le habían dado una concepción igualitaria tan absoluta que hoy sería considerado un hombre de izquierda. Uno de sus mayores orgullos era el de haber construido las piscinas públicas de Trouville, en las que mi madre y decenas de miles de uruguayos aprendieron a nadar gratis, y que un intendente de izquierda cubrió de cemento para ganar unos metros aprovechables para arrendamientos a emprendimientos privados. Conectó a Montevideo con Canelones dirigiendo las obras de ampliación de la Avenida Gianattasio y construyó el paseo del lago de las canteras del Parque Rodó, que sigue siendo uno de los lugares más bonitos de toda la ciudad. Le dio la mano a <span style="font-weight: bold;">Albert Einstein</span>, cuando este visitó la Facultad de Ingeniería.<br /><br />Y cuando se hizo ingeniero, le regalaron ese reloj imposible de usar en este siglo, que lleva las iniciales de su apellido italiano y que marca las horas de otro tiempo y otro país, tan muerto y olvidado como él; un tano bajito, pelado y enamorado de su ciudad; el ingeniero Osvaldo A. Dematteis.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com35tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-68167204153469775972008-03-09T17:47:00.000-07:002008-11-13T16:35:16.074-08:00Persistencia de la memoria<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjihKphWLK-nUp9zpE5w8pqktL0XM1riA3O-PM8Atin_0HYMf0eqLmfrbXZ3cvf3MJCfeIWAPMXEFYPQRCY-MVKBDXYsBgioEeRiYbd6sK9EITGWp3QYTalwrr8m8aYDeqL27MwzPE8GNY/s1600-h/kgb+watch.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjihKphWLK-nUp9zpE5w8pqktL0XM1riA3O-PM8Atin_0HYMf0eqLmfrbXZ3cvf3MJCfeIWAPMXEFYPQRCY-MVKBDXYsBgioEeRiYbd6sK9EITGWp3QYTalwrr8m8aYDeqL27MwzPE8GNY/s320/kgb+watch.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5175919730522439522" border="0" /></a>Hace ya diez años compré, en una tienda de deshechos de la URSS en la 4ª Avenida de New York, uno de mis objetos más preciados: un reloj automático de la KGB, de esfera azul oscuro, de agujas (los únicos relojes que un hombre puede usar) y con un escudo rojo con la hoz y el martillo. Había muchas cosas interesantes en aquella tienda; uniformes, esos gorros peludos que pueden incinerar el cerebro de cualquiera que los use más cerca del trópico que del ártico, reproducciones de Rushenko, y un tendero ruso viejo y divertidísimo que me contaba que había conocido a algunos uruguayos en Rusia, pero que no se había llevado bien con ellos porque eran "muy fanáticos".<br /><br />Morboso, elegante, ligeramente siniestro (la KGB no era una fábrica de relojes, recordemos, y la tienda era de objetos usados), ese reloj se convirtió en una de esas cosas con las que uno sabe que va a hacerse uno, indivisible, y que va a simbolizar tanto la extraordinaria circunstancia de su compra como una edad, una estética, algo nuestro.<br /><br />Seis años después de haberlo comprado el reloj dejó de funcionar. Lo llevé con un legendario relojero de Pocitos, uno de los últimos exponentes de un arte perdido, quién lo arregló pero por poco tiempo. Unas semanas después sus agujas dejaron de moverse nuevamente, volví a llevarlo y esta vez el relojero lo tuvo en estudio durante un buen tiempo. Cuando volví me dijo "mirá, como muchas de las cosas rusas esto está bastante mal hecho y además de una forma complicadísima. Lo desmonté pieza a pieza pero no funciona, está muerto. Comprate algún automático bueno, un Eternamatic o algo así y este dejalo en el cajón".<br /><br />Yo tenía un Eternamatic, herencia de mi padre y con un enorme karma familiar encima, pero el que me gustaba, el que me gustaría dejarle a un hijo, era mi reloj comunista de esfera azul. Lo guardé con tristeza en un cajón.<br /><br />En los años que siguieron usé dos relojes distintos, un Seiko de esfera negra, con agujas doradas, y otro que me regaló mi madre -al parecer bastante caro- del que ni siquiera recuerdo la marca. Ninguno de ellos se rompió nunca, ninguno era automático (los complejos mecanismos de balance que hacen que la cuerda de un reloj se cargue por el movimiento son considerados hoy en día demasiado caros y frágiles, sobre todo habiendo baterías tan poderosas y pequeñas) y los perdí sin el menor dolor en menos de un año: uno tenía una correa que me irritaba la muñeca y me lo sacaba frecuentemente hasta que lo olvidé en un bar, al otro se le partió la correa mientras caminaba por el parque y no me di cuenta cuando cayó al suelo. No voy a extrañarlos.<br /><br />A principios de este año decidí comprarme un nuevo reloj, pero luego me di cuenta de que no lo necesitaba, al fin y al cabo el estar permanentemente con el celular encima me tenía informado acerca de la hora. Pero extrañaba el objeto; nunca usé pulseras pero me gusta tener algo en la muñeca que cumpla de alguna forma esa función, algo de color oscuro y carisma varonil, algo como un reloj de esfera azul de la KGB, por ejemplo. Y entonces pensé, ¿por qué no usarlo, aunque no funcione?<br /><br />En realidad tenía un montón de respuestas para esa pregunta, de las cuales la más sencilla era que me exponía a quedar como un pelotudo o un cretino cuando me preguntaran la hora -algo que suele suceder sobre todo cuando el reloj en cuestión es grande y notorio-, pero también por el simple aura de impotencia que provoca un reloj que no da bien la hora (excepto dos veces por día, como sabemos los que conocemos los refranes anglosajones), casi como la definición misma de la inutilidad.<br /><br />Pero a mí me gustaba mi reloj de asesino, así que decidí usarlo de cualquier forma. ¿Ridículo? Claro, como las cartas de amor de las que hablaba Pessoa. Como todo.<br /><br />Luego de casi un mes de llevarlo sucedió lo que en cierta forma tenía que suceder; un día ví que el segundero se estaba moviendo. No me entusiasmé, al fin y al cabo cuando comenzó a dejar de funcionar también tenía breves períodos en los que funcionaba, deteniéndose inevitablemente un par de horas después. Por las dudas lo puse en hora, esto fue en la noche de Iemanjá, el dos de febrero.<br /><br /><span style="font-style: italic;">Quid pro quo</span>; hoy, 9 de marzo, el reloj sigue funcionando y apenas lo he tenido que adelantar tres o cuatro minutos un par de veces. El hecho me maravilló pero de una forma serena, como cuando uno contempla la improbabilidad de un simple acto de justicia. Porque es justo; yo le devolví su condición de reloj y el me presta un poco de su encanto criminal, dándome la hora de ir a trabajar con la misma seguridad que alguna vez, en una de esas, dio la hora de matar, incapaz -tal vez como su dueño- de notar una diferencia significativa.<br /><br />Chupen rueda, promotores de magia berreta y feng shui.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com96tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-60772432484988448412008-02-08T03:22:00.000-08:002008-02-07T22:48:24.157-08:00And the girls in their summer clothes pass me byTerminó enero, del 2008; qué absurdo. La última vez que me tomé vacaciones en enero fue en el año 2000. Con unos amigos y nuestras parejas alquilamos una casa en Costa Azul de La Paloma para recibir el fin del mundo con gente bonita, o celebrar que no aconteciera. Como el mundo no se terminó, me quedé casi quince días en La Pedrera. Fueron tal vez las mejores vacaciones que haya pasado en Rocha. De la gente con la que pasé esos días, más de la mitad emigró en estos años. Otra se perdió en algún camino paralelo. A algunos los veo aún. Supongo que todo el mundo puede contar algo parecido.<br /><br />***<br /><br />Me dicen que el rock estuvo muerto este verano; los principales eventos promovidos en la costa atlántica fueron más bien un desastre. No sé si entristecerme, no por los productos en baja -que me importan una mierda- sino porque no creo que sean sustituidos por las bandas que realmente me gustan. En todo caso este fue y es, como todos los veranos, uno de psicodelia cero. Más allá de la que uno se procure a sí mismo, por supuesto.<br /><br />***<br /><br />Un edicto policial anuncia que este febrero está prohibido el arrojar bombitas de agua en carnaval. El motivo es que el año pasado unos cuantos lumpen se divirtieron metiéndo piedras dentro de las mismas, o rellenándolas con líquidos repulsivos, y como prevención la policía decidió cortar por lo sano y prohibir todo. Mi interés en las bombitas de agua es igual a cero; no me gustaban cuando era niño, no hay ningún motivo por el que me gusten ahora. Me asombra como se sigue legislando por la excepción degenerada y no por la mayoría sensata, y me asombra de cualquier forma la rapidez que tiene la abiertamente represiva administración actual (ni un decreto o ley que liberara algo, decenas limitando libertades individuales) y la docilidad con la que la gente lo acepta. Una vez la teoría de la rana a la que van friendo de a poco en la olla. Una vez más el proyecto de un país de pusilánimes tan repugnantes, reprimidos y estúpidos como su más alto mandatario.<br /><br />***<br /><br />Hace un año abrí este blog, tras haber cerrado varios meses antes <span style="font-weight: bold;">Fuck You Tiger</span>, asustado ante el desarrollo y el crecimiento incontrolable del mismo. Después de unos brevísimos días en Punta Rubia me di cuenta de que quería volver a escribir en la web, sin motivo, para nadie, por simple comunicación anónima, como esos sexópatas que meten su miembro en un <span style="font-style: italic;">gloryhole</span> en la pared esperando ser succionados por el anónimato total, por la desconocida absoluta.<br /><br />Mientras tanto el escribir en blogs dejó de ser una novedad cool para ser una obviedad egocéntrica al alcance de todo el mundo. Posiblemente sea mejor, posiblemente algunos idiotas ya no se lo tomen tan en serio.<br /><br /><br />***<br /><br />Las o los responsables de ese monumento a la conchudez terminal que es <span style="font-style: italic;">Galería</span> aplauden como focas el dato -irrelevante para la mayoría de los humanos- de que la revista <span style="font-style: italic;">Elle</span> eligió a Punta del Diablo como una de las playas más<span style="font-style: italic;"> cool </span>del mundo. Suponemos que dicha selección habrá derivado de la alegría que le produjo a alguna de las cronistas (o los cronistas) de <span style="font-style: italic;">Elle</span> el que algún pescador cachondo por los días en el mar le rompiera el culo repetidas veces en algún recodo de la península rocosa, pero me gustaría decirles a las señoras de <span style="font-style: italic;">Galería</span> que antes de festejar como un cipayo drogado con éctasy cualquier mención en una revista europea a algo uruguayo, habría que pensar si esta no dijo una imbecilidad absoluta, como es el caso.<br /><br /><span style="font-style: italic;">Cool </span>es un (gran) término polisemático que muchas culturas no angloparlantes han adoptado por no tener un equivalente preciso. Por supuesto que es un término admirativo y que implica ese "tener onda" que puede ser tanto una apreciación elitista como un elogio de lo más democrático, pero lo que la diferencia de otros términos admirativos -y que está en su propia raíz semántica, proviniente de "cold"- es que implica un cierto distanciamiento. Se ha extendido indiscriminadamente, pero originalmente el término se utilizaba exclusivamente para describir esa notable capacidad de algunas personas de mantener la gracia y la elegancia aún en trances complicados. Una combinación armoniosa de conducta y aspecto, por decir algo, pero no cualquier combinación armoniosa.<br /><br />Aplicado a un balneario, el término cool sería para mí un lugar destacable, visitado por celebridades a la callada, de características un poco más liberales que la media. Es decir, algo así como la porquería en la que se esfuerzan en convertir a Cabo Polonio o La Pedrera. En cambio Punta del Diablo siempre tuvo un carácter más doméstico, más de balneario para consumo interno; de hecho si tiene una característica distintiva es su calidez y su absoluta falta de clase.<br /><br />No se me puede ocurrir un balneario menos cool, más allá del nombre, que Punta del Diablo; estaría bueno que alguien se lo explicara a la cronista o el cronista de <span style="font-style: italic;">Elle</span> (y a sus festejantes) cuando se desabotonen.<br /><br />***<br /><br />Escuché el supuesto disco del año, <span style="font-style: italic;">Kala</span> de <span style="font-weight: bold;">MIA</span> y su pontíficado hit '<span style="font-weight: bold;">Paper Planes</span>'. Es la pista de la maravillosa '<span style="font-weight: bold;">Straight to Hell</span>' de <span style="font-weight: bold;">The Clash</span> con la sri-lankesa rapeando encima, de vez en cuando hay unos tiros sampleados. Sin dudas es el tema del año, pero del año 1982, y en la versión que no tiene a esta mina berreando encima, sino a <span style="font-weight: bold;">Joe Strummer</span> cantando una de sus mejores y más sensibles letras. El resto del disco de MIA es una especie de recopilación de samples de world music saturados por el exceso de compresión y rapeados por alguien con acento curioso. Uy, qué maravilla.<br /><br />Me asombra en verdad como a treinta años más o menos del surgimiento del hip-hop, la crítica sigue sobrevalorando todo lo que hace un no-músico con un sampler y un montón de licks choreados a un músico. ¿Qué hay cosas buenísimas? Sin dudas, pero los críticos siguen babeándose ante cosas que no son más que un pungueo descarado con una letra infantil, larga, aburrida y plagada de rimas berretas y consonantes encima. Porque una cosa es<span style="font-weight: bold;"> Snoop</span> y <span style="font-weight: bold;">Dre</span> loopeando medio compás de <span style="font-weight: bold;">George Clinton</span> y re-inventándolo, y otra es <span style="font-weight: bold;">MC Hammer</span> borrando la pista de voz del '<span style="font-weight: bold;">Superfreak</span>' de <span style="font-weight: bold;">Rick James</span> y llenándose de oro con el resultado. O MIA estropeando '<span style="font-weight: bold;">Straight to Hell</span>'. Para hacer eso no valía la pena redescubrir Sri Lanka.<br /><br />¿Cual es mi música de verano? <span style="font-weight: bold;">Louis Armstrong</span>, <span style="font-weight: bold;">Watain</span>, las recopilaciones de <span style="font-style: italic;">Disco Not Disco</span>, <span style="font-weight: bold;">Augustus Pablo</span>, <span style="font-weight: bold;">Tribalistas</span>, <span style="font-weight: bold;">Grand Funk Railroad</span>, <span style="font-weight: bold;">The Hidden Hand</span> y <span style="font-weight: bold;">Funkadelic</span>. No, no me estoy haciendo el coso.<br /><br />***<br /><br />El hermoso muro de granito de la Rambla Sur, que fotografió con cariño <span style="font-weight: bold;">Michael Mann</span> al filmar <span style="font-style: italic;">Miami Vice</span>, luce aún la obra de los mugrientos del Partido Nacional que pintarrajearon hace años su piedra a la altura de la playa Ramírez, cuya obra aún puede verse gracias a que los mugrientos de la IMM no se molestaron en limpiarlo. Pero en los últimos días tuvieron un aporte extra, algún desviado, probable víctima de las bestias evangelistas, se molestó en pintar -más o menos cada cincuenta metros y con espesa espesa pintura blanca- la frase "<span style="font-style: italic;">Ey, que Dios te bendiga</span>". Misteriosamente, ya que el trazo es el mismo, algunas veces dice "<span style="font-style: italic;">Dyos</span>", tal vez por un exceso de énfasis en el punto de la "i".<br /><br />Mientras camino y bordeo el Club de Golf, me asombra la persistencia del imbécil, que siguió repitiendo su frasecita a lo largo de unos dos kilómetros, hasta llegar al Memorial del Holocausto Judío. Allí el muro desaparece, pero no la pintura, ya que el mántrico evangelista decidió gastar lo que tenía pintarrajeando a manchones la loza en la que está escrita el significado simbólico del Memorial y la explicación de la existencia del mismo. Evidentemente Dios, o Dyos, no extiende su bendición a los judíos.<br /><br />***<br /><br />A veces, cuando salgo a caminar por la rambla, cerca de la playa, me pongo a contar tatuajes en las personas que me cruzo. Me gustan los tatuajes, qué le vamos a hacer. Cada año cuento más en menos tiempo, pero la mayoría me impresionan más por su fealdad absoluta que por el sano interés en decorarse a uno mismo mediante cicatrices coloreadas.<br /><br />Un tatuaje es una decisión delicada y permanente; no puedo entender a gente que deambula por ahí con la piel grabada con dibujos que avergonzarían a los márgenes del cuaderno de un adolescente. Siempre hay que tener en cuenta tres cosas: no tatuarse borracho, no ahorrar dinero en tatuajes y no inmortalizar a parejas ni sus nombres sobre la piel. El amor siempre pasa, los tatuajes no.<br /><br />***<br /><br />Este va a ser el verano de la cocaína, decía un jerarca gubernamental en diciembre. Tenía algo de razón; tal vez sea el dolar bajo, tal vez sean cosechas espectaculares de coca, tal vez sea moda o tal vez sea simplemente una mayor displicencia de los organismos encargados de controlarla, lo cierto es que desde finales de los 80 y comienzos de los 90 que no se veía tanta merca en la vuelta, tan pura, tan relativamente barata y tanta gente tomándola en cantidades asombrosas.<br /><br />Pero seguramente este verano no sea recordado por la cocaína, sino por un daño colateral de la misma: la prisión del relacionista público<span style="font-weight: bold;"> Gaby Álvarez</span>. No voy a repetir la historia que todos saben, pero desde el primer momento en que se supo que el tipo había metido el freno de mano a un auto que iba a 150 kmph, todo el mundo pensó: "estaba duro como un topacio". Es que es una de esas pésimas ideas que a uno se le ocurren cuando se está muy pasado de frula, y en su momento seguro que tenía una rara lógica. "Qué rápido que vamos... ¿no estaría genial meter el freno de mano AHORA....?"<br /><br />Unos días después de estar encarcelado, y posiblemente aconsejado por su abogado, Álvarez admitió el haber consumido "un poco" de cocaína. Al otro día los jerarcas policiales anunciaban que iban a seguir la "pista" de la cocaína de Álvarez.<br /><br />Ahora, yo por más que Álvarez me caiga para el orto, coincido con el análisis de <span style="font-weight: bold;">Anibal Corti</span> en <span style="font-style: italic;">Brecha</span> (aunque Corti se refería al camionero que se llevó puesta una camioneta y fue condenado a ocho años de cárcel) con respecto a que hay mucho de cobrar al grito en el fallo que lo condenó a prisión, y en lo ciertamente absurdo que es el castigar un acto funesto pero no intencional con estricta severidad mientras crímenes deliberados y de asombrosa crueldad gozan de todo tipo de atenuantes. El relacionista argentino ligó mal, cometió su terrible error en un momento en que el mismo causaba <span style="font-style: italic;">alarma pública</span>, es decir, en el momento en que todos los medios -con pocas noticias y sorprendidos por la cantidad de accidentes fatales- estaba reclamando que la sangre en las rutas se pagara con sangre en la prisión. Esto por supuesto no tiene nada que ver con la justicia, ni remotamente.<br /><br />Habiendo dicho eso, creo también que si, por las declaraciones de Álvarez, el estado de alarma pública se amplía hasta los amables dealers y se culpabiliza a la "maldita cocaína", y por esas ramificaciones alarmistas terminan sufriendo los dedicados comerciantes de la noche, entonces mi opinión sobre la situación de Álvarez va a cambiar radicalmente y yo voy a desear que lo declaren Reina del Fist-Fuck de la cárcel de Las Rosas.<br /><br />***<br /><br />Vi mi película del verano: <span style="font-style: italic;">May</span> de <span style="font-weight: bold;">Lucky McGee</span>, una especie de actualización de <span style="font-style: italic;">Carrie</span> sobre una chica muy desafortunada que va cayendo en la demencia y que termina produciendo un baño de sangre que ha conseguido que se le considere una película de horror (de hecho la edición en DVD en castellano lleva el espantoso nombre de <span style="font-style: italic;">El rostro del horror</span>). Es una de las cosas más desoladoras y conmovedoras que he visto en mucho tiempo, aunque a la vez no es realmente deprimente; es demasiado bella para serlo. Había visto ya las otras obras de McGee -director y escritor de <span style="font-style: italic;">May</span>-, su genial capítulo de <span style="font-style: italic;">Masters of Horror</span> (<span style="font-style: italic;">Sick Girl</span>) y <span style="font-style: italic;">The Woods</span>, todas historias de amor disfrazadas de noche de brujas, todas llenas de bordes lésbicos y relaciones sorprendentes.<br /><br />Reviso reseñas de <span style="font-style: italic;">May</span> en la web y, salvo algunos críticos amateur, casi todos le encuentran sus peros y sus fallas, que si hay mucha sangre al final, que si Carrie era mejor, que en verdad no asusta (los críticos tienen cuatro huevos y nunca se asustan con nada). Los críticos de cine son tan, tan, tan, tan, tan chupapijas cuando escriben sobre películas de horror que ni siquiera se dan cuenta cuando una parece serlo y no lo es.<br /><br />Me enamoré de <span style="font-weight: bold;">Angela Bettis</span>, la protagonista; se parece a una versión más joven de <span style="font-weight: bold;">Holly Hunter</span>. Me gustan las mujeres con cara de duende.<br /><br />***<br /><br />La casa en la dónde trabajo tiene un par de enormes claraboyas que suelen estar abiertas durante los meses cálidos. De vez en cuando algunos pájaros -en su mayoría gorriones- se cuelan por debajo de la misma para picotear migas caídas durante el almuerzo, o simplemente para curiosear. El año pasado una hembra de gorrión hizo su nido en una moldura interior, encima de un arco del altísimo techo, y allí tuvo sus crías, a las que escuchamos píar con insistencia durante semanas, y que finalmente abandonaron el nido. Este año pasó lo mismo, pero posiblemente estemos ante una segunda generación de gorriones nacidos y crecidos en el interior de una casa, porque este verano se llenó de pajaritos desvergonzados, que se paran encima de los monitores mientras uno escribe, que no parecen asustarse ante los movimientos bruscos, que atraviesan la oficina ya sin causar sorpresa, porque al menos para nosotros es bueno trabajar en una casa llena de pájaros.<br /><br />***<br /><br /><a style="font-weight: bold;" href="http://www.montevideo.com.uy/">Montevideo.comm</a> extrae una frase de unas declaraciones de Gaby Álvarez para titular una nota sobre su estado de ánimo en prisión: "Me senté y lloré"....<br /><br />***<br /><br />Se ha festejado este año como el año que se descubrió Rocha; mejor dicho, como el año en que un montón de pelotudos llenos de guita descubrieron Rocha produciendo, instantáneamente, una carestía asombrosa en los alquileres y los bienes de consumo mínimo. Un éxito, han dicho unánimemente los medios y los allegados al Ministerio de Turismo.<br /><br />No hay fábula que ilustre mejore el espiritu vil de este período del capitalismo que la de la gallina de los huevos de oro. No hay forma de que la codicia de la gente entienda que el atractivo de determinadas cosas depende directamente de su cualidad ontológica de no-explotadas o casi no-explotadas. Hay centenas de jerarcas municipales rochenses y propietarios de terrenos o casas soñando con convertir a La Pedrera, Valizas, Cabo Polonio o incluso Atlántica en Punta del Este Nº 1, 2, 3 o 4, cuando el atractivo de esos sitios es que, justamente, <span style="font-style: italic;">no</span> son Punta del Este.<br /><br />Hay dos balnearios, en la gran franja costera de Rocha que tendrían -o tuvieron- una infraestructura como para convertirse en balnearios urbanos y muy populosos. Uno es La Coronilla y el otro La Paloma. Al primero lo asesinó la dictadura y el Canal Andreoni, que contaminó sus playas de residuos arroceros y vacas muertas, al segundo lo va a asesinar la democracia (un término paradójico si se tienen en cuenta de la casi totalidad de los habitantes de La Paloma están en contra del proyecto) cuando construyan el puerto de aguas profundas que pretenden hacer en esa localidad. El resto es otra cosa, pero eso no le importa a los que pueden hacer un peso <span style="font-style: italic;">ahora</span>.<br /><br />Algo similar a lo que pasó con las Llamadas; está claro que el atractivo de un espectáculo esencialmente rítmico y no visual era la continuidad de ritmos y el <span style="font-style: italic;">trance</span> en el que no solo los tocadores de candombe sino también su público entraban gracias a esa continuidad. Pero a alguien se le ocurrió que era una fiesta ensanchable, agrandable, y explotable a full, así que las comparsas crecieron en bailarines y, sobre todo, en publicidad paga. El resultado fue que los espacios entre cuerda y cuerda de tambores crecieron hasta el punto ridículo de que muchos de los primeros bailarines hacen lo suyo sin escuchar siquiera a los tambores, que vienen detrás de cien o doscientos metros plagados de banderas y pasacalles publicitarios, y luego de dichos tambores hay un centenar o más de pelotudos sumados a la comparsa bailando y separando aún más a cada cuerda de la que la sucede. El asunto es como si en una fiesta electrónica el DJ parara a fumarse un cigarro cada vez que termina de pasar un tema. Pero bueno, era explotable y a alguno le convendrá puntualmente el que el espectáculo se desarrolle así. Claro que en el medio se convirtió en una mierda y su destino es convertirse en algo tan aburrido, feo e intrínsicamente impopular (la gente sigue yendo, aunque no lo disfrute, pero eso es otro tema) como el Corso de 18 de julio.<br /><br />Eso es lo que está pasando, o peor, lo que ya pasó con varias de las localidades que más me gustan de la costa rochense. Yo tuve aún la oportunidad de disfrutarlas en su estado natural y semi-virgen, no creo que alguien que ronde los quince o veinte años tenga esa oportunidad y consiga vivir uno de esos momentos de satori a los que solo se llega en donde no hay nadie y donde parece que no hubo nadie. No es sólo mi condición de ecologista misántropo lo que me hace lamentarme de eso, es que simplemente es un horrible negocio a largo plazo.<br /><br />Y no es sólo culpa de los propietarios, los promotores y la codicia imbécil; una enorme parte de culpa la tienen los que supuestamente aman esos lugares. Por ejemplo los integrantes de la farándula alternativa porteña, que, convencidos de ser los primeros que llegaron a sitios tan accesibles como La Pedrera o Valizas, no paran de gritar a los cuatro vientos, en cada puta nota que dan, las maravillas de esos lugares y lo maravilloso que fue para ellos llegar allí. Yo no le prohibiría ni a los <span style="font-weight: bold;">Pauls</span> ni a <span style="font-weight: bold;">Maitena</span> el que vayan a los balnearios chicos de Rocha, pero les aplicaría una ley similar a la que defendían los habitantes de aquella isla del Océano Índico de la película de <span style="font-weight: bold;">Danny Boyle</span>: si llegaste hasta aquí está todo bien, yo también llegué, pero si respetás este lugar no lo promociones y dejá que sólo lleguen los que <span style="font-style: italic;">realmente</span> lo estén buscando. Es decir, explicarle al mega-pelotudo del pelado <span style="font-weight: bold;">Cordera</span> que puede ayudar a su imagen de re-loco el hacer un tour lisérgico por el Polonio y contárselo a la <span style="font-style: italic;">Rolling Stone</span>, pero que al Polonio no le va a hacer nada bien tener a un centenar de apestosos fans de su banda intentando reproducir su experiencia. No sos Cristobal Colón, especie de imbécil. Cerrá el pico de una puta vez.<br /><br />***<br /><br />Me estoy por ir de vacaciones, hace cinco años que no paso quince días fuera de Montevideo, hace ocho que no paso una semana entera en la playa. Nunca sentí una necesidad psíquica y física tan profunda de vacacionar; esa mezcla de agotamiento y descontrol que uno sabe que solamente puede calmar con la infalible sedación del silencio, de ese silencio lleno de sonido -de chicharras, de grillos, del gruñido constante del océano- que vuelve obscena hasta a la propia música. Hoy tuve mi último día de trabajo y a la noche los músculos, comenzando a aflojarse lentamente, me dolían como si hubiera estado haciendo fierros en forma imprudente. Estoy cansado, muy cansado, quiero dormir y quiero que me pase alguna maravilla que ahora no puedo imaginar. O al menos dormir con suficiente paz espiritual como para soñarla.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com122tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-6655783556003477312008-01-19T06:34:00.000-08:002008-11-13T16:35:17.228-08:00The beauty of our weapons<a onblur="try {parent.deselectBloggerImageGracefully();} catch(e) {}" href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh35ch-Rhk9wWIlgMNneSzO39-tvzA1pYF04IVhDzPAufegec2u2BP3BTjRzMHBxUG3vvCq1kLNIGAxfoCOuDs-jn-1BBboCrxYklyehX2MfQMkjlyZIGorJL4Ag-icHLAxFoD9k5vRZlM/s1600-h/revolver.jpg"><img style="margin: 0pt 10px 10px 0pt; float: left; cursor: pointer;" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh35ch-Rhk9wWIlgMNneSzO39-tvzA1pYF04IVhDzPAufegec2u2BP3BTjRzMHBxUG3vvCq1kLNIGAxfoCOuDs-jn-1BBboCrxYklyehX2MfQMkjlyZIGorJL4Ag-icHLAxFoD9k5vRZlM/s320/revolver.jpg" alt="" id="BLOGGER_PHOTO_ID_5155832516115547042" border="0" /></a>Durante una reciente mudanza de mi madre, aproveché para apoderarme en forma definitiva de un par de objetos del patrimonio familiar -para ser exacto, de mi abuelo- que me fascinaban desde niño y que ahora tengo conmigo. El primero de ellos es una bayoneta alemana de la Primera Guerra Mundial, un objeto largo como un machete, ligeramente arruinado porque en su momento los vendedores decidieron matarle la punta, dejándola roma para venderlo como cuchillo para cortar el pan. Es solucionable, aunque a costa de cortarle un par de centímetros de filo.<br /><br />El otro objeto es un revólver Smith & Wesson calíbre 38, de cinco tiros, de un modelo de principios del S.XX. No tiene balas y supuestamente no funciona, aunque el percutor parece estar en perfecto estado y el tambor gira alegremente cada vez que se oprime el gatillo. Tiene las cachas de plástico originales, con el bonito logo de Smith & Wesson, cubriendo una culata asombrosamente chica que no llega a ocupar todo el largo de mi mano. Teniendo en cuenta que es un calibre grande, supongo que para poder disparar con una cierta firmeza se debe sujetar la muñeca con la otra mano. No sé, nunca lo vi funcionar; era un objeto que mi abuelo mantenía cuidadosamente escondido de mí y que apenas había visto un par de veces en vida del mismo.<br /><br />Aunque por supuesto es inofensivo en su estado actual de mal funcionamiento y carencia de balas, causa una sensación extraña el gatillarlo sobre la propia cabeza -o el apuntar y gatillar apuntándole a alguien-, un vértigo parecido a cuando uno se asoma de un balcón muy alto, pero que tiene que ver también con una cierta malignidad inmanente al objeto mismo y que comparte con la bayoneta. Al fin y al cabo y a pesar de ser mucho menos peligrosos que cualquiera de los cuchillos tramontina con los que como, se diferencian de estos objetos en su propósito original, que es simplemente el de matar personas.<br /><br />La bayoneta es incómoda y excesivamente grande para cortar comida, delatando a cada segundo su único objetivo: el clavarse en el cuerpo de alguien, desde la punta de un mosquetón mauser o desde la mano de un soldado, ya que tiene -a diferencia de las bayonetas más toscas del siglo anterior que consistían apenas en un aro de hierro con un largo pincho- una empuñadura de madera y metal que recuerda a un águila y reboza de la elegancia de todas las armas germanas. El Smith & Wesson por su parte es un modelo orientado al mercado europeo, y como tal tiene líneas más delicadas -sobre todo en el metal que va desde el caño al gatillo- que otros revólveres contemporáneos de la casa.<br /><br />Ignoro si estos objetos cumplieron alguna vez su propósito de ser; apostaría a que el Smith & Wesson no; ni mi abuelo ni su padre fueron -por lo que sé, porque todo el mundo tiene secretos- personas de armas tomar, y el perfecto estado exterior del mismo indica que rara vez salió de su cajón original. De la bayoneta no puedo aventurar absolutamente nada y su historial de muertes o fracasos es definitivamente secreta.<br /><br />Es extraño pensar que ambas provienen de un tiempo, principios del S.XX, en el que era raro el hombre que llegaba a la ancianidad sin haberle quitado la vida -en forma justa o injusta- como mínimo a otro hombre en su camino. En términos de especie no ha pasado más que un suspiro desde aquellos días, pero sin embargo son objetos totalmente desnaturalizados para la mayoría de los occidentales, dejando de lado claro está a criminales, agentes de ley y militares. Son objetos a los que les tenemos más miedo que respeto, aún cuando incapaces de funcionar. Pero hay algo adentro nuestro que los reconoce como prolongación y como instrumento democratizador. "Dios creó a los hombres y Colt los hizo iguales" se decía cuando en el S.XIX aparecieron los revolveres Colt. Algo de eso hay, en cierta forma pone las cosas a una misma altura de seriedad.<br /><br />El cariño por las armas, a pesar de que tal vez fuera el sustento secreto de muchos revolucionarios izquierdistas, es un afecto que pertenece al campo imaginario de la derecha. Debe haber pocas organizaciones más ligadas a la ultraderecha en EE.UU. que la <span style="font-weight: bold;">National Rifle Asociation</span> (NRA), conocida por su lucha por el derecho de los ciudadanos a tener y portar armas. Sin embargo y sin ignorar muchos de los intereses que hay detrás de esta organización y de lo repelente que suele ser la ideología de sus adeptos, los dos argumentos sobre los que defienden su derecho a poseer armas de fuego son bastante atendibles. En primer lugar las simple argumentación -indiscutible, por otra parte- de que son los hombres y no las armas los que matan gente, y que un adulto tiene derecho a poseerlas, para su defensa o entretenimiento, sin ser evaluado en relación a los actos de criminales. No es algo tan distinto a las concepciones libertarias sobre el derecho a tomar drogas, o a abortar.<br /><br />El otro argumento que sostienen es que es peligroso que el estado tenga el monopolio de la tenencia de armas y que los ciudadanos tienen que tener la posibilidad de armarse para resistir a un eventual gobierno tiránico, algo que está escrito en su consititución. Este argumento es muy preocupante dentro del sistema norteamericano, ya que, con algunas excepciones, estos no se han caracterizado por el reprimir o tiranizar a sus gobernados, algo que al parecer prefieren hacer fuera de frontera. Sin embargo esta idea no parecería nada insensata en países como los del Cono Sur, que han sufrido impotentemente la violencia estatal contra su población.<br /><br />Es por supuesto un tema muy complicado, tanto que incluso <span style="font-weight: bold;">Michael Moore</span> en su brulote contra la NRA y la tenencia de armas, <span style="font-style: italic;">Bowling for Columbine</span>, dejaba claro que hay otros países en los que es tan sencillo conseguir armas como en EE.UU., y que sin embargo en ellos no se producían atrocidades domésticas como este. Me gusta pensar que el concepto de Moore -que es un tipo mucho más inteligente de lo que se cree- no es que el tener armas sea necesariamente dañino para los adultos, pero que los estadounidenses no son adultos en relación a las armas.<br /><br />No es la legislación sobre lo que me interesa hablar -al fin y al cabo creo que estoy de acuerdo con ambas posiciones al respecto, lo que me ahorra de muchos problemas- sino sobre la fascinación, la naturaleza de la fascinación. El recuerdo de la proximidad del bicho territorial, del animal cazador; el paisaje de ese lugar al que queremos ir cuando de niños jugamos a la guerra, y el que nos hipnotiza de grandes en la pantalla cada vez que nos enamoramos, con culpa o sin ella, de la representación visual de la violencia.<br /><br />Pero no tengo nada que decir al respecto, nada razonable. Solo tratar de describir el peso, cómodo, del metal en la manor, la línea desde el percutor a la mira, el suave sonido metálico al amartillar... algo que se ordena y hace <span style="font-style: italic;">click</span>.<br /><br />Hace un tiempo escuché un click similar, paseando a tranco lento en un caballo color caramelo, cerca de la rivera del Río Negro, con un rifle a la espalda. Estaba atardeciendo y no pasó absolutamente nada, sólo que todo estaba finalmente ordenado. Como cuando terminás de afinar la primera y pasás la púa sobre las seis cuerdas afinadas. Recuerdo ese momento desde esta silla demasiado cómoda, frente a esta pantalla titilante. Debería haberme sacado una foto para saber cómo me veo cuando me siento así.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com75tag:blogger.com,1999:blog-5453086062680318983.post-85342813064832684262007-12-28T23:08:00.000-08:002007-12-29T11:53:48.386-08:00Euzkalerría, los iroqueses y un montón de caca así de grandeLeo un texto del escritor, periodista y jerarca municipal <span style="font-weight: bold;">Fernando Butazzoni</span> en la contratapa del semanario<span style="font-style: italic;"> Voces del Frente</span>. En el mismo Butazzoni narra la historia de una tribu india iroquesa que avecinándose un crudo invierno en 1689, solicitó refugio en un poblado llamado Ann Arundel Town. Los habitantes de dicho pueblo le negaron el asilo a los indios, lo que produjo la muerte de muchos durante aquel cruel invierno y ahondó una brecha irreparable entre los iroqueses y los blancos.<br /><br />A continuación Butazzoni hace un violento viaje en el tiempo para comparar aquella tragedia con una de menores proporciones; a comienzos de este mes el Ministerio de Vivienda decidió "relocalizar" a 19 familias de un asentamiento ilegal de Comercio y Pernas, e instalarlos durante dos años en el complejo habitacional de Euzkalerría. De inmediato los vecinos del Euzkalerría se reunieron para detener la medida del Ministerio, aduciendo -según Butazzoni, que llena de asombrados "sic" las citas de frases perfectamente comprensibles y bien redactadas- que esas familias tienen "costumbres muy, muy distintas", que "manejan otros códigos" y que tienen "falta de hábito de trabajo legal". Lo cual sostenían que iba a alterar el delicado equilibrio social de estos enormes complejos habitacionales. Movilizados, los vecinos amenazaron con dejar de pagar sus cuotas al BHU.<br /><br />Butazzoni se enoja mucho y compara esta actitud con la de los que mandaron al muere a los indios iroqueses, pero a pesar de lo exagerado de la comparación, el escritor plantea la misma en forma desfavorable para los vecinos del Euzkalerría, ya que mientras los colonizadores habían sido brutalmente francos acerca de su desagrado por los indios, "<span style="font-style: italic;">a los vecinos de asentamiento de Pernas y comercio los han inundado con circunloquios y trampas retóricas, izquierda mental, derecha espiritual</span>". Luego los trata de insolidarios y metonímicamente los convierte en una muestra de la fractura del tejido social, etc, culmina razonando que, ahora que las cosas empiezan a ir bien en el país (...) y que la reforma tributaria "<span style="font-style: italic;">abrió de prepo nuestros bolsillos</span>", es hora de "<span style="font-style: italic;">abrir los corazones</span>" para que "<span style="font-style: italic;">episodios como el de Euzkalerría, que nos denigran a todos como sociedad, no ocurran más</span>".<br /><br />Ahora vamos a dejar de lado la injusticia fundamental de que -mientras los habitantes del Euzkalerría pagan religiosamente (bueno, los que lo hagan) sus cuotas del BHU por su pertenencia a ese otrora modélico complejo- el Ministerio de Vivienda decida regalarle el acceso al mismo a un número de familias que el mismo Estado decidió desplazar desde su asentamiento original. Dejemos de lado el que no se puede acusar a una comunidad de falta de solidaridad por reaccionar ante una medida que ella no decidió y que fue negociada sin consulta. Dejemos de lado el que "solidaridad obligatoria" es un oxímoron. Dejemos de lado la depreciación inmediata de las propiedades que eso significaría (ay, sí, lo material, qué cosa), algo que maldita la gracia que le debe hacer a quienes vienen pagandolas desde hace años y que no son precisamente parte de los dueños del Uruguay. Dejemos de lado el que por mucho que se indigne Butazzoni las diferencias culturales esenciales entre la clase media-baja, o la clase trabajadora en general, y los desclasados próximos a la indigencia de los asentamientos <span style="font-style: italic;">es</span> real y no un prejuicio alimentado por los ideólogos malos del capitalismo. Dejemos de lado que los motivos enumerados por los habitantes del Euzkalerría no son eufemismos que oculten prejuicios de clase sino que son hechos bastante objetivos. Dejemos de lado el que si hay un clasismo violento es el de las autoridades que creen que, como ganan poco, los trabajadores habitantes del Euzkalerría son idénticos a los de un asentamiento, mientras que a nadie se le hubiera ocurrido siquiera relocalizar a esas familias en alguno de los edificios estatales al pedo en un barrio más burgués. Dejemos de lado el eterno maniqueísmo infantil de pobres buenos, vecinos malos. Dejemos de lado la pregunta obvia de si el enojado Butazzoni vive por casualidad en el Euzkalerría, condición<span style="font-style: italic;"> sine qua non</span> para opinar con semejante autoridad moral. Dejemos de lado a Butazzoni. Dejemos de lado el voluntarismo, el pensamiento rousseauniano, la demagogia y la generosidad solidaria con lo que no es de uno, y preguntemos simplemente: ¿quién fue el genio al que se le ocurrió relocalizar familias de un asentamiento justo, justo, justo en el <span style="font-style: italic;">Euzkalerría</span>? Aún sabiendo que dicho ministerio tiene luminarias como <span style="font-weight: bold;">Mariano Arana</span> y <span style="font-weight: bold;">Jaime Igorra</span> a la cabeza, me sigue pareciendo un chiste de mal gusto.<br /><br />Me explico para los desmemoriados; el complejo Euzkalerría 70, habitado por alrededor de 1.400 familias de trabajadores de clase media-baja en su gran mayoría, convive, calle de por medio, con un asentamiento particularmente violento -uno de los siete de la zona-, ubicado en los alrededores de la Facultad de Ciencias, que se convirtió en un centro de rapiñas y arrebatos cuyas principales víctimas son las mujeres del complejo. El nivel de delincuencia llegó a tales grados que los almacenes de la zona instauraron un servicio de custodia para que las amas de casa pudieran hacer las compras sin ser asaltadas en el camino.<br /><br />Como si esto no fuera motivo de tensión, hace apenas tres años, un policía que prestaba el servicio 222 en el complejo -pagado los vecinos del Euzkalerría justamente por el aumento de los delitos en la zona- enloqueció por las bromas de un grupo de adolescentes del complejo y abrió fuego contra los mismos, matando a un muchacho, <span style="font-weight: bold;">Santiago Yerle</span> de 18 años, e hiriendo a otros cinco. La atrocidad produjo una reacción inmediata de los vecinos, que salieron en masa a protestar contra la policía, pero también la de los habitantes del asentamiento, que, aprovechando que la indignación de los vecinos había hecho retirarse a la policía, cruzaron la calle para saquear los comercios y garages del complejo, asaltando de paso a varios vecinos al grito, según testimonios recabados por los boletines del PVP (no precisamente una fuente portavoz de la derecha o la mano dura), de "Vamos a robar todo, a ver quién nos para". Hubieron 300 llamadas del Euzkalerría 70 al 911, que no las contestó, y al otro día el complejo amaneció con uno de sus muchachos muertos, varios baleados y, como si fuera poco el dolor de esta muerte absurda, con sus escasas pertenencias robadas y su entorno vandalizado en honor a la oportunidad generada.<br /><br />Es decir, no debe haber comunidad montevideana más sensibilizada negativamente -con mucha razón o con poca, pero no sin razones- hacia los asentamientos que los habitantes del Euzkalerría. ¿Y qué se le ocurre al Ministerio de Vivienda? Instalar a 20 familias de extracción similar en medio del complejo. Genial, ¿por qué no un monumento a Rampla en el Tróccoli, ya que estamos?<br /><br />No quiero tomar partido definitivo en estas cosas, ante la tan mentada fractura social podemos discutir horas sobre que vino primero, si la gallina o el huevo, y no llegar a nada, pero el asunto es que la misma existe y hay medidas de largo y corto plazo para subsanarla. El voluntarismo y la fe en la condición humana no son precisamente condición esencial para las mismas y la reducción de los fenómenos de violencia al hambre es una simplificación tan criminal como los hechos mismos que producen esa fractura. No hay problemas con soñar con mundos mejores, siempre y cuando durante la vigilia se recuerde que estamos en este.<br /><br />En su nota Butazzoni enumera las terribles e innegables condiciones que se viven en los asentamientos -ratas, piojos, basura, dentaduras destartaladas, ignorancia- y recuerda que estos marginados no son bienvenidos en la mayoría de los otros barrios. "<span style="font-style: italic;">Ellos tienen amplios territorios que les están vedados, barrios en los que no se aventuran, calles por las que nunca han pasado siquiera</span>". Es verdad, sin dudas. Pero Butazzoni, como parte de la IMM debería -antes de aplaudir la disposición arbitraria de comunidades ajenas- hacer las cuentas de cuántas viviendas podría haber aportado la intendencia con los millones de dólares que dejó evaporarse de las arcas de los casinos, o con los más numerosos aún que pasaron a los bolsillos de los funcionarios de ADEOM a causa de los horrores contractuales de la administración frenteamplista. Y debería, sobre todo, dar vuelta el telescopio y recordar también que no solo los marginados tienen espacios vedados, que hay otras zonas prohibidas para la mayoría de los montevideanos cuya transgresión no se paga con el desprecio o la mueca clasista sino muchas veces con las pertenencias más queridas o con la propia vida. Como las calles que rodean al complejo Euzkalerría, convertidas en territorio apache para todas las mujeres, los ancianos y los trabajadores que alguna vez soñaron en vivir en paz en una comunidad colectiva, bajo sus propias reglas.benitohttp://www.blogger.com/profile/17363629993705303295noreply@blogger.com51